lunes, 23 de enero de 2017

Trump: "O el caos (yo) o el caos"

Consumatum est. Con la ceremonia de la toma de posesión en el exterior del edificio del Capitolio, de Washington, el magnate americano nieto de emigrantes alemanes Donald John Trump se ha convertido en el 45º Presidente de los Estados Unidos de América. Y el mundo, conteniendo la respiración. Y los estadounidenses, con un elevado grado de cabreo hacia sus instituciones porque un porcentaje importante de población sostiene que la elección de Trump es un fraude. ¿Lo es? Echemos un vistazo superficial al sistema electoral de los cargos políticos en Estados Unidos.

En principio, tanto los cargos de nivel federal, o sea, el Congreso de los Estados Unidos (depositario del poder legislativo, compuesto por la Cámara de Representantes y el Senado) como otros de nivel estatal como el gobernador y legislador de cada Estado, y de nivel local (se calcula que en todo el país, más de un millón de cargos se eligen en cada ciclo electoral) son elegidos directamente por los ciudadanos. No vamos a entrar en la complejidad (para nosotros) de su Ley Electoral, las primarias, la elegibilidad de candidatos, los Colegios Electorales o algo que compartimos con ellos, como es la permanente controversia alrededor de la financiación de los partidos y las campañas electorales.
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Sin embargo, en las elecciones presidenciales, en las que se elige al presidente y vicepresidente, la elección es por sufragio indirecto, es decir, que el ganador se determina por los votos de los electores del Colegio Electoral de Estados Unidos y no por los votos populares. Para entenderlo, los votantes de cada estado escogen un conjunto de electores de entre los de una lista de distintos partidos o candidatos. Naturalmente, estos electores designados hacen la promesa de votar por el candidato de su partido de forma que, en teoría, aquellos electores que voten en contra del voto popular de su estado son llamados "electores deshonestos". Las leyes estatales regulan cómo los estados escogen los votos de los colegios electorales y pese a que, para liarlo más, cada estado tiene su propio sistema para elegir a los miembros del Colegio Electoral, en casi todos los Estados, el candidato que gane la mayoría de los votos recibe todos los votos electorales del estado.

Este sistema ha sido muy criticado por varias razones, empezando por la evidencia de que es anti-democrático por definición, ya que a través de él el Presidente es elegido indirectamente en lugar de por un sistema electoral directo, además de porque, como usualmente solo los votantes en estados decisivos (por su población) determinan el resultado de las elecciones, crea desigualdad entre los votantes en diferentes estados durante la Elección Presidencial1. Si este sistema de elección fuera eliminado y todo el país fuera tratado como un solo distrito para las elecciones presidenciales, entonces los resultados no dependerían de los estados cruciales, pero ello requeriría una enmienda a la Constitución que, como ocurre aquí con la revisión de la norma D'Hont, se piensa que no sería aprobada, dados los requerimientos de número de votos que necesita.

Históricamente ya se registran casos con divergencias de resultados y aunque, en general, el ganador del voto electoral suele coincidir con el vencedor del voto popular, cuatro presidentes han sido elegidos tras perder en cuanto a número de votos en las urnas: En 1824, John Quincy Adams recibió unos 38.000 votos menos que Andrew Jackson, pero se hizo finalmente con la Casa Blanca. En 1876, Rutherford B. Hayes ganó en el Colegio Electoral por un solo voto, pese a salir derrotado por Samuel T. Tilden por unos 264.000 sufragios populares. En 1888, Benjamin Harrison se impuso en el Colegio Electoral por 65 votos, si bien perdió frente a Grover Cleveland en las urnas. En el 2000, George W. Bush perdió el voto popular frente a Al Gore por un 0,51 por ciento, aunque acabó venciendo por 271 votos electorales frente a los 266 de su adversario. Pero lo que ha ocurrido con Trump rompe todas las estadísticas ya que ha perdido en voto popular contra Hillary Clinton nada menos que por tres millones de votos, aunque con los votos electorales haya ganado de calle.
http://www.radioformula.com.mx/images/notas/20160303_10_34_TrumpTime_Sit.jpg
Se veía venir. La portada es de marzo-16
No es un buen augurio, y siembra más dudas que certezas sobre el futuro de manera que ya se han producido las primeras manifestaciones populares que pregonan la ilegitimidad del nombramiento. Pero el análisis no debe simplificarse en las protestas populares por su elección ya que el caso tiene todos los números para alimentar un debate encendido y continuado a todos los niveles. ¿O hay que menospreciar la preocupación mostrada por el mismísimo Fondo Monetario Internacional acerca de la zozobra generada ya en el mundo económico por sus ideas en economía divulgadas en campaña y confirmadas una vez elegido? ¿O la prevención expresada por Francia, Alemania, China (ésta, nada menos que en el Foro de Davos),.. por sus declaraciones?
Lo curioso de la situación es que (vista a toro pasado) era una entrega por fascículos de una victoria anunciada pese a las muchas señales de alerta que iban apareciendo y que pueden resumirse en:

- Perfil del personaje. Es, por lo que se recuerda, la primera vez que se reúnen en un candidato a la Presidencia del primer país del mundo una serie de características que harían ruborizar a un profesional de cualquier ámbito, incluso del político sin que la admisión de su evidencia represente ni siquiera un arañazo superficial en este caso: desprecio por las mujeres, desprecio por quienes son de otro color de piel u otra confesión religiosa, desprecio por quien se atreve a criticarlo, fraude fiscal a través de sus múltiples empresas (eso sí, guiado por un ejército de asesores, dentro de lo legalmente permitido aunque no se haya finalizado la investigación del fraude), ausencia de matices en lo que piensa/dice, exhibición de ignorancia de la política internacional,...

- Campaña. El desarrollo de la campaña, desde las primarias en las que se impuso a veces contra los criterios de su propio partido, ofrece tantos puntos llamativos que ni cabrían en estas líneas. Como corresponde al sujeto wasp2 al que nos referimos, su campaña se ha basado en ideas racistas, antiminorías, clasistas, xenófobas3, buscando siempre en el exterior el enemigo a destruir... Curiosamente,como novedad, en esta campaña se ha admitido el uso de la divulgación de noticias falsas (además, claro, del tan traído y llevado posible hackeo de comunicaciones y manipulación de las mismas ordenados desde Rusia por Vladimir Putin) creadas con el fin de influir en el sentido del voto4 pero culpando de ello a los medios de forma recurrente. De todas formas, esos elementos no son nuevos: basta recordar que la campaña sobre el reciente Brexit se basó en la descalificación del adversario con noticias, cuando menos, intencionadamente inexactas, y no en la exposición de ventajas y desventajas de una u otra opción.

- Elección. Con los mimbres urdidos en la campaña, el resultado de la elección, si no recurrido legalmente, sí que es objeto de ácida controversia ya que demuestra (como lo expuso acertadamente en su portada la revista Time al elegir a Trump como personaje del año) la profunda división que domina hoy la sociedad estadounidense. Es perceptible el resquemor (miedo, sin ambages) en su propio partido, el Republicano, en horas bajas a pesar de este triunfo y sumido en un grado de confusión interno, originado precisamente y de manera principal porque muchas de las ideas del nuevo Presidente no se parecen en nada a las tradicionalmente defendidas por el partido, cuya solución no se vislumbra pronta. Al haber conseguido la victoria, Trump manifiesta sin empacho su odio declarado a la incómoda prensa , le declara la guerra abierta y la sustituye por su página de Twitter, que pasa a convertirse en guía de actuación de los suyos y "aviso para navegantes" de los contrarios (es notorio que, antes de ser investido, un tweet suyo bastó para cambiar el sentido del voto del partido Republicano en el Senado sobre el Comité de Ética), si bien la inexistencia de matices en los tweets ya le han obligado a alguna rectificación. Veremos si en Estados Unidos tiene el valor que debe tener la hemeroteca o, como en España, es un mero elemento decorativo.

- Investidura. Estamos acostumbrados a oír que una cosa es lo que se dice en campaña y otra, más moderada, lo que se hace en el ejercicio del poder (por cierto, ¿no eso, pues, la institucionalización del engaño al votante? Pero eso no toca hoy...), pero con Trump no ha sido así, como confirma la elección de su equipo de gobierno, formado en su abrumadora mayoría por hombres, casualmente millonarios, y con perfiles ideológicos, wasp confesos, preocupantes: ultranacionalistas, racistas, negacionistas del cambio climático, antiabortistas, creacionistas, homófobos,...y con limitada experiencia política.
Y ateniéndose, además, a la cita bíblica de "por sus obras los conoceréis", sus primeras iniciativas no son muy tranquilizadoras: derogación del sistema asistencial conocido como Obamacare, exhibición impúdica de la aplicación (¡sin que a nadie llame la atención!) del donde dije "digo", digo "Diego" cuando se declara rendido admirador de la misma CIA a la que puso a bajar de un burro durante la campaña,... por culpa de la deshonesta prensa, naturalmente. No puede acabarse este somero análisis sin fijarnos en dos detalles que nos pueden afectar a todos5: el primero es el de citarse YA con la Sra. May, primera ministra del Reino Unido, para negociar una postura común contra la UE (así se ha anunciado) tras el éxito del Brexit, y el segundo el apoyo incondicional a la actual política de Netanyahu, que busca algo que no es la paz en la zona. Y Europa a verlas venir...
Desde el punto de vista meramente estético no deja de chocar ver el acto de toma de posesión ante el Capitolio (sin entrar en la polémica del número de asistentes) como una copia, misma apariencia, que los actos de masas del venezolano Maduro, con todos sus seguidores "uniformados".
http://www.abc.es/media/internacional/2016/12/07/time-poy-cover-trump-today-161206_cbe454aa529a192dd0e276627cd43f31.today-inline-large-kvXG-U201649952688RBC-510x670@abc.jpg
Presidente de los "Estados Divididos" de América
Malos tiempos para la lírica. No es difícil entender que el pueblo (pese a ser, no lo olvidemos, quien en definitiva permite con su voto que personajes así estén en el Poder) contenga la respiración.

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1Esto, que también ocurre en España en las Elecciones Generales, se observa en el sistema americano si se compara. por ejemplo, el Estado de Wyoming, con una población de 493.782 habitantes y 3 votos de Colegio Electoral (164.594 habitantes por voto de CE) con el de California, con una población de 33.871.648 habitantes y 55 votos de Colegio Electoral (615.848 habitantes por voto de CE). En el caso de Estados Unidos, sin embargo, hay que decir que este sistema democráticamente deficitario fue creado por los propios autores de la Constitución tras descartar en su día la elección directa del Presidente por voto popular con el fin de proteger a los Estados pequeños ante el poder de los grandes.

2Wasp son las iniciales de quienes defienden una preponderancia determinada en la sociedad estadounidense: "White, anglo-saxon, protestant", que no necesita traducción.

3Sorprende este aspecto en alguien que es nieto de inmigrantes y está, además, casado con una inmigrante. Lo que viene a corroborar la teoría, muy estudiada, del nacionalismo exacerbado excluyente que se suele manifestar en la segunda o tercera generación de los inmigrantes en cualquier país.

4El examen de cómo han influido esas noticias falsas nos lleva a constatar la fragilidad y vulnerabilidad de las Redes Sociales, ya que, aparte de los casos en que TODA la noticia era falsa, lo usual es que el titular fuera sesgado, tendencioso o, simplemente ajeno a la noticia, pero si como tal titular conseguía el objetivo de ser extendido vía Redes, conseguía una alta credibilidad como si fuera cierto.

5En clave interna, para que repiensen su postura los defensores acérrimos de eso de "Un país, una lengua" despreciando y atacando las minoritarias, Trump se ha cargado de un plumazo en el primer día de su mandato la versión en castellano de la página web de la Casa Blanca pese a que el castellano, segunda lengua de los Estados Unidos, según los datos del Censo de 2015, es hablado por 56.496.122 hispanos, el 17,6% de la población de EE. UU., sin incluir la población de Puerto Rico ni los inmigrantes indocumentados hispanos, con lo que la cifra superaría los 60 millones de hispanos, cifra superior, incluso, a la población de España. Pero es minoritaria.

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