sábado, 29 de septiembre de 2018

De un concierto a beneficio de la investigación sobre la ataxia.

Con motivo del Día internacional de la ataxia, que se recuerda cada 25 de septiembre, tuvo lugar 
ayer, día 28, en el Auditori de Vilafranca del Penedés (Barcelona – España) un concierto, organizado 
por la Associació Catalana d’Atàxies Hereditàries (ACAH), con el fin de recaudar fondos a beneficio 
de la investigación sobre esa semidesconocida enfermedad neurodegenerativa.

Como quiera que tuve la oportunidad (y no la desaproveché) de asistir al evento, permitidme que 
comparta con vosotros algunas reflexiones al hilo del mismo. No se trata, naturalmente, de una fría 
crítica musical ni nada que se le parezca sino, abusando de vuestra paciencia, de poner negro sobre 
blanco impresiones personales que no pretenden ser las únicas ciertas, ni mucho menos.

Es obligado, eso sí, empezar por la música; en principio, para conseguir la conveniente calidez del 
acto, la interpretación, cercana al publico, no fue de una orquesta al uso, sino que corrió a cargo sólo 
de la pianista María Ivanovich, el contratenor Víctor Jiménez Díaz y el acordeonista Nikola 
Tanaskovic1, a quienes se unió en la segunda parte la Polifónica de Vilafranca. Confieso mi perplejidad 
ante la posibilidad de escuchar música clásica al acordeón, pero todas las dudas se disiparon al oir los 
arreglos para ese instrumento de composiciones de música barroca del Padre Soler o Domenico 
Scarlatti, por ejemplo, con resultados ciertamente cautivadores para el oído. 
 
 
 
Gracias a las gestiones de la citada pianista María Ivanovich, se incluyó en el concierto el estreno 
mundial de la obra del compositor, profesor de música en la Ben-Gurion University y en el Sapir 
Academic College, ambos de Israel y partícipe de la Fundación Phonos, de Barcelona, Gil Dori, 
Resplandece el sol de mediodía, inspirada en Antoni Gaudí, y, en concreto, en el templo inacabado de 
la Sagrada Familia.

Más allá del aspecto musical, sobre el que pueden haber diferentes gustos, todos respetables, es 
inevitable cavilar sobre la evidencia de que no tiene el mismo poder de convocatoria un acto 
proyectado para recaudar fondos contra la ataxia que, pongamos por caso, esas actividades masivas del 
“Mulla’t” (Mójate) que se programan exitosamente cada año contra la esclerosis múltiple (que nadie 
me malinterprete, por favor; no se trata de una crítica al Mulla’t, al que cabe desear la mayor 
efectividad, sino una reflexión retórica que esconde el deseo de que ojalá la sociedad tuviera el mismo 
grado de sensibilidad ante todas las enfermedades minoritarias de manera que algunas dejaran de ser 
tratadas como un estigma, como aún pasa). Sin ir más lejos, este concierto se ha celebrado gracias a la 
iniciativa privada de ámbito muy reducido: un patrocinador local cuyo nombre no estoy autorizado a 
divulgar, una entidad financiera, una empresa del sector vinícola, el apoyo del Ayuntamiento de la 
ciudad, y poco más, salvo la colaboración de los músicos.

Hay mucho por hacer, máxime cuando se confirma, dolorosamente, que hay muchas de las personas 
afectadas por la enfermedad que ni tan siquiera conocen lo poco que se sabe de ella. 
 


1Alguien puede decir que, al citar sus nombres en estas líneas, se les está haciendo publicidad; no lo discuto, pero me parece que sería una descortesía no citarlos, tanto por su calidad interpretativa como, sobre todo, por su compromiso con el proyecto del concierto, dada su finalidad.

martes, 25 de septiembre de 2018

25 de septiembre, "Día internacional de la ataxia"


Fue en 2001 cuando un grupo de familiares, allegados y facultativos preocupados y dedicados a cuidar enfermos de ataxia, enfermedad neurodegenerativa poco nombrada, deciden organizarse para dar a conocer a la sociedad y a las autoridades sanitarias esta problemática y, como consecuencia de la importancia del tema y la eficacia de sus movilizaciones, la Organización Mundial de la Salud (OMS) determinó al poco tiempo que el día internacional para concienciar a la sociedad sobre esta enfermedad sería el 25 de septiembre de cada año, fecha en la que se suelen programar actividades de toda índole para darla a conocer y conseguir fondos destinados a la investigación y conocimientos de otras personas con el fin de poder dar una vida mejor a los afectados por esta enfermedad.

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Pero, ¿qué es la ataxia? Cuando oímos hablar de dolencias neurodegenerativas, nos viene a la memoria los nombres de las que salen en los medios: la esclerosis múltiple, el Parkinson, el Huntington, el Alzheimer,... pero, ¿ataxia? ¿qué es eso? ¿algo nuevo?
Su nombre (del griego a- que significa "negativo" o "sin" y taxiā que significa "orden", lo que ya da pistas sobre su naturaleza: “no se siguen las órdenes”) ya fue usado por Hipócrates para indicar que una enfermedad iba a ser prolongada pero su adscripción actual se debe al médico neurólogo alemán Nikolaus Friedreich, que fue el primero en realizar investigaciones en el año 1863, empezando por los problemas de coordinación así como la degeneración del sistema nervioso y la dificultad de los movimientos en brazos y en piernas que había observado en los habitantes de los pueblos de la región de Heidelberg. La dolencia en sí no es privativa del ser humano y, como curiosidad, está emparentada con algunas formas de la rabia o con la encefalopatía espongiforme bovina (puesta de moda hace algún tiempo como “enfermedad de las vacas locas”). Hay que decir que en otros países no hay el casi secretismo -como si fuera un estigma- del nuestro sobre ella; ahí está, por ejemplo, la película japonesa "La historia de Aya Kitou", donde la protagonista padece un tipo de ataxia espinocerebelosa, y que se puede encontrar en Youtube, subtitulada en castellano.
Médicamente, las ataxias (en plural) son un grupo de dolencias incluido en las llamadas Enfermedades Minoritarias que afectan, según cifras divulgadas por asociaciones de enfermos, a menos de una persona por cada dos mil y que se caracterizan por una degeneración progresiva espinal y/o cerebral. Los síntomas de la enfermedad engloban problemas de coordinación, de equilibrio, de habla, de deglución y perturbaciones en la marcha, y pueden desembocar en enfermedad cardíaca u otras graves disfunciones que pueden ser muy invalidantes para la autonomía personal.

Hay varios orígenes conocidos para las ataxias pero el más estudiado es el hereditario, grupo en el que se encuentra la Ataxia Espinocerebelosa (SCA por sus siglas en inglés), que tiene una base genética de herencia llamada dominante, en la cual las neuronas del cerebelo (la zona del cerebro que controla la coordinación muscular y el equilibrio) se deterioran y mueren. Hay censados una treintena de tipos de SCA, pese a que algunas fuentes aseguran que se han descrito aproximadamente 400 tipos resumidos en la treintena numerada, en función de cuál es la neurona (para decirlo con exactitud, el alelo, cada una de las formas alternativas que puede tener un mismo gen), afecta (cada tipo de SCA estudiado tiene identificado el alelo que “va a su aire” aunque no se sepa por qué ni mucho menos cómo reconducirlo a la normalidad), edad estadística a la que suele presentarse la enfermedad, esperanza estadística de vida de los afectados por cada tipo, síntomas particulares, etc. Las ataxias hereditarias representan prácticamente el 50 % del total de ataxias y la más común de ellas (y una de las más agresivas) es la que se bautizó con el nombre de su descubridor, la Ataxia de Friedreich, que afecta entre dos y cuatro individuos de cada cien mil.

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La gran mayoría de ataxias no tienen cura al día de hoy ni tratamiento aunque existen terapias de rehabilitación (neurorrehabilitación, en puridad) y dispositivos de adaptación (que pueden ir, según los casos, del bastón, muletas, andadores, sillas de ruedas para aquellos con alteración en la marcha, dispositivos para ayudar en la escritura, la alimentación y el cuidado personal si se deterioran la mano y la coordinación del brazo, a dispositivos de comunicación para las personas con problemas del habla, por citar algunos) que pueden contribuir a ralentizar el proceso de la enfermedad, permitir al paciente tener la mayor independencia posible y mejorar, por lo tanto, la calidad de vida de los pacientes.
Tanto la aparición de los síntomas iniciales como la duración de la enfermedad pueden estar, y de hecho lo están, sujetos a variación. Generalmente, una persona con ataxia conserva las facultades y la capacidad mentales completas, por lo que sabe (como pasa con otras dolencias de este tipo) que puede perder progresivamente el control físico, y es consciente en todo momento de su estado actual, del que tenía hace un tiempo y, por él, antes que nadie, del progreso de la ataxia.


En el Día internacional de la ataxia, varios propósitos conexos:

- todo el ánimo y la fuerza a los enfermos de ataxia en la entereza de su lucha cotidiana.

- un recuerdo emocionado a todos los que nos han dejado con/por la ataxia, sabiéndonos transmitir de forma callada su alegría de vivir durante todo el proceso.

- un homenaje sincero a aquellas personas del entorno inmediato a las que también “les ha tocado la china” y se han convertido de la noche a la mañana en cuidadores, con todo lo que eso representa para ellos en trabajo, dedicación, renuncia y sacrificio.

- agradecimiento a los profesionales (que son muchos: médicos, enfermeros, fisioterapeutas, logopedas, investigadores,…) que se vuelcan en su entrega, cada uno en su especialidad, para combatir la enfermedad y/o mantener la calidad de vida del enfermo..


Acabamos hoy con un recuerdo musical de Glen Campbell, que nos dejó hace unos meses víctima, precisamente, de una enfermedad degenerativa, en su caso, Alzheimer, interpretando una canción de aquellas que hacen pensar, compuesta en su día por Charles Aznavour.

sábado, 15 de septiembre de 2018

Victor Jara como símbolo

Mañana, 16 de septiembre, se cumplen cuarenta y cinco años del atroz asesinato del cantante chileno 
Víctor Jara, tras el triunfo, sólo cinco días antes, del golpe de estado en su país, encabezado por el 
general Augusto Pinochet, que acabó con el mandato y la vida del legítimo presidente, Salvador 
Allende y, que no se olvide, una semana antes de la muerte en circunstancias aún sin aclarar, del poeta 
Pablo Neruda. Realmente, arrebatar una vida ajena siempre es una atrocidad pero cuando confluyen, 
como en este caso, el hecho de que nos encontramos ante un asesinato de estado reconocido como tal, 
y el ensañamiento con que se llevó a cabo, el conjunto nos proporciona elementos de análisis para 
reflexionar sobre las causas y actitudes que concurrieron y para llegar a conclusiones, aunque estas 
conclusiones no puedan tener efectividad práctica.

Víctor Jara Martínez fue un músico, cantautor, profesor y director de teatro chileno, militante del Partido 
Comunista de Chile y referente internacional de la canción protesta y de cantautor, y uno de los artistas 
más emblemáticos del movimiento músico-social llamado «Nueva Canción Chilena». Su ideología 
comunista se refleja en su obra artística, de la que fue pieza central. 

Después de hacer el servicio militar, alternó la dirección teatral con la música, interpretando ya obras 
propias cada vez más comprometidas, en las que denunciaba en voz alta lo que consideraba injusticias. 
Viajó a Helsinki para participar en un acto mundial en protesta por la guerra de Vietnam y publicó su 
álbum Pongo en tus manos abiertas, al que pertenece el tema «Preguntas por Puerto Montt», inspirado 
en la masacre de Pampa Irigoin (Puerto Montt1) durante la represión policial del gobierno conservador 
del presidente Eduardo Frei Montalva. En esa canción criticó duramente al ministro de Interior 
Edmundo Pérez Zújovic, y eso le acarrearía graves consecuencias. 
 
 

Es obvio que un personaje así, que opina libremente y lo divulga, resulta incómodo a ciertas formas de 
ejercer el poder, y cuando se produjo el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, fue detenido ese 
mismo día junto con otros profesores y alumnos en la Universidad Técnica del Estado, donde le sorprendió 
el golpe dando clases. Lo llevaron al Estadio Chile, convertido en centro de internamiento por los 
militares (actualmente Estadio Víctor Jara, lugar en el que hay una placa en su honor con su último 
poema), donde permaneció durante cuatro días. Lo torturaron durante horas (le realizaron quemaduras 
con cigarrillo, le rompieron los dedos, le cortaron la lengua y lo sometieron a simulacros de fusilamiento) 
y, finalmente, el 16 de septiembre lo acribillaron junto al director de la Empresa de Ferrocarriles del 
Estado. El cuerpo fue encontrado el día 19 del mismo mes con 44 impactos de bala2.

Todos pensamos que el de Víctor Jara es un caso extremo, pero el analizarlo nos permite reflexionar 
sobre por qué hay seres humanos (?) cuyo único deseo es silenciar, perseguir, encarcelar y, de alguna 
forma, aniquilar a quien no piensa como ellos y estudiar someramente por que esto suele ser así, 
precisamente, cuando quien discrepa representa a una minoría. Yendo al fondo de la cuestión, hay que 
diferenciar en el análisis si esa actitud arrogante es propia de la persona o inducida.

Dicen los principios de la psicología que la base de la evolución de las sociedades humanas, 
representada por las relaciones entre personas, ha sido siempre en saber llegar a acuerdos positivos 
para todos (lo que hoy identifican las escuelas de negocios como “I win, you win”) en el tratamiento 
de las discrepancias, y eso con más relieve que las victorias bélicas que nos inculca la historia teniendo 
en cuenta además que, en palabras de Jorge Luis Borges, “nada hay tan contaminado de ficción como 
la historia”, ergo la discrepancia ES base de la evolución cuando se sabe gestionar. Siguiendo con el 
hilo de los principios psicológicos, cuando se plantean diferencias, es imprescindible pensar en la 
conveniencia de una negociación, que no es un pulso o una demostración de fuerza, sino un proceso de 
diálogo encaminado a lograr un consenso. Por lo tanto, el objetivo no es (y no debe presentarse así) que 
uno gane y el otro pierda, sino conseguir que ambos ganen con el acuerdo a que se sea capaz de llegar.
 
 
Para ello, es necesario fijar previamente unas reglas de juego claras, exponer los respectivos puntos de 
vista e intentar ponerse en la piel del otro para comprender su perspectiva. Conviene decidir la posición 
de antemano, pero no el resultado esperado, impensable de inicio. También deben tenerse claros los 
límites mínimos y máximos que se pueden aceptar, así como estar dispuesto a negociar todas las 
variables, no sólo algunas, para evitar llegar a puntos muertos. Si la otra parte lanza una propuesta que 
no encaja, en lugar de rechazarla debe intentar canalizarse hacia un punto medio. En caso de que se 
formule de manera poco apropiada, no debe tenerse en cuenta porque no hay nada peor que trasladar 
los posibles desacuerdos a un plano personal.

Para que el resultado de una negociación sea equilibrado, ambas partes deben ceder en algunas cosas. 
Por lo tanto, no deben celebrarse las cesiones de la otra parte como una victoria y hay que ser generoso 
(pensando en el futuro común) aportando también algo propio. Cuando la negociación se atasca, a veces 
lo mejor es posponerla para poder reflexionar. Siempre es preferible no llegar a un acuerdo que alcanzar 
(o imponer) uno que no satisfaga a todos. Finalmente, cabe recordar que los acuerdos sólo se cumplirán 
si son equilibrados y las dos partes los han aceptado con buena disposición. 

Este esquema sencillo, intuitivo y lógico de diálogo/negociación, con sus matices particulares en cada 
caso que se presente, se aplica con eficacia demostrada en todas las temáticas… cuando se aplica, que 
no es siempre a la vista de lo que pasó con Víctor Jara y sigue pasando con muchos otros en latitudes 
diversas aunque no se llegue al extremo de lo que se hizo con el cantante. Especialmente en política, 
aún hay quien cree que la represión/imposición permanentes son más efectivas que el diálogo cuando 
basta con echar un vistazo a la evolución de las sociedades para comprobar que quien se empeña en 
imponer y no dialogar se queda anclado en el pasado y que la imposición/prohibición/represión sólo es 
efectiva en el corto plazo, nunca a largo plazo. Pero ¿qué argumentos pueden esgrimirse para negar el 
diálogo? Aparte de la incapacidad/ineptitud para gestionar las diferencias, claro, que ese no se dice 
porque esconde, precisamente, la ausencia de argumentos y ¿cómo se puede dialogar sin ellos?  
Una muletilla recurrente, repetida como una gota malaya y que suele calar en muchos que, posiblemente, 
se presten a ser manipulados sin saberlo, es que la discrepancia sobre la que se pretende dialogar está 
fuera de la ley y altera la convivencia. Vayamos por partes:
- que esté o no contemplado en las actuales leyes sólo indica que, una vez conocido y analizado el motivo 
de la discrepancia, deberá evaluarse si se han de revisar las leyes para darle cabida (o no) en la forma en 
que se llegue al acuerdo ¿o alguien en su sano juicio piensa que las leyes son eternas?
- la discrepancia NO altera la convivencia, sino la forma de tratar esa discrepancia, y resulta muy triste 
que en nuestro país haya ciudadanos de buena fe que caen en la trampa de creer ese mensaje y acepten 
como normal incluso el uso de la violencia para acallar la expresión de una discrepancia en lugar de
conocerla y gestionarla inteligentemente.
 
 
No olvidemos, además, que las leyes las dicta el Poder de turno, por lo que lo primero que deberíamos 
preguntar cuando se nos repite machaconamente, por ejemplo, que alguien está en prisión por haber 
vulnerado una ley de contenido político, es ¿qué ley? Seamos prudentes; en nuestra historia reciente hay 
ejemplos de subversión impune de la legalidad con fines espurios. En la documentada publicación de 
Ramón Arnabat, Doctor en Historia, investigador y profesor universitario, respetado y reputado 
especialista en la España del siglo XX, La represión: el ADN del franquismo español (lo de “español” por 
la divulgación de la obra fuera de nuestras fronteras), puede leerse que “la dictadura franquista, el Nuevo 
Estado, la España de Franco, nació de un golpe de Estado militar contra el régimen democrático 
republicano legalmente establecido (17-18 de julio de 1936), y se configuró y articuló a lo largo de una 
cruenta guerra civil que finalizó con su victoria militar (julio de 1936/ abril de 1939)1. Este es un aspecto 
clave para entender la dinámica de la represión franquista, fundamentada en la “trampa (i)legal” de 
convertir a los defensores del legítimo régimen republicano, en rebeldes; acusados de Adhesión a la 
Rebelión, Auxilio a la Rebelión o Rebelión Militar; mientras que los golpistas se autodenominaban 
defensores del orden. El mismo dictador, Francisco Franco, afirmaba que “el –Glorioso– Movimiento 
Nacional –el golpe de estado–, no ha sido nunca una sublevación. Los sublevados eran y son ellos, los 
rojos3”. Y en las sentencias de los consejos de guerra vemos escrito, una y otra vez: “que contra los 
legítimos poderes del Estado, asumidos por el Ejército a partir de 17 de Julio de 1936 en cumplimiento 
de su función constitutiva, se desarrolló un alzamiento en armas y una tenaz resistencia, cometiéndose 
a su amparo toda suerte de violencias, ...” “Todos aquellos que habían defendido a la República, de 
forma activa o pasiva, y todos aquellos que no se habían mostrado favorables al Glorioso Movimiento 
Nacional, eran susceptibles de sufrir este tipo de [in]justicia franquista. El franquismo, tanto durante 
la guerra civil, como en la posguerra, se planteó eliminar “al enemigo”, de “extirpar” o de “aniquilar” 
los elementos republicanos  que podían poner en peligro la dictadura, y extender la miedo entre aquellos 
a los que no llegaba la represión. Tan importante era eliminar físicamente al enemigo, como atemorizar 
y humillar a la población vencida que sobrevivía para que asumiera su lugar en el Nuevo Estado. El 
régimen franquista creó una tupida red represiva que abarcó todos los campos posibles: el económico, el 
social, el cultural, el ideológico, el político y fue un instrumento de dominación, de humillación y de 
consenso forzado.” “Durante la postguerra, el régimen franquista aplicó la legislación represiva 
generada durante la guerra civil española (1936-1939), ampliada y matizada por un conjunto de órdenes, 
decretos y leyes de carácter complementario.
Durante el periodo 1939-1948, el eje de la política represiva franquista fue la “justicia” militar que, con sus sumarios de urgencia y sus consejos de guerra, llenó las prisiones de penados y los cementerios de ejecutados (Decreto de 28 de julio de 1936, que se mantuvo hasta julio de 1948). Decenas de miles de personas fueron sometidas a consejos de guerra, de las cuales el 90% fueron condenadas, de estas un 85% a penas de prisión de entre 6 y 30 años y un 15% a penas de muerte.

Por éste y otros factores similares, el franquismo tiene el triste y dudoso “privilegio” histórico de haber sido el primer régimen político que, tras una contienda interna (en un proceso del que hay muchas voces que afirman que, de alguna forma, se mantiene, casi ochenta años después del final oficial de la guerra), diseñó y llevó a cabo un plan “legal” organizado destinado a acallar/encarcelar/aniquilar a la población civil con ideas diferentes de las de los vencedores. Hay que decir, para bochorno de todo el mundo, que ese sistema ha tenido y tiene “alumnos aventajados y muy aplicados” en castigar a la población civil para conseguir sus fines. Volviendo a Arnabat, “La dictadura franquista siempre se fundamentó en la distinción entre vencedores (adictos) que merecían el premio y el reconocimiento, y los vencidos (indiferentes y desafectos) que merecían el castigo y la humillación.
Una división marcada por la victoria en la guerra que legitimaba al régimen franquista. Y así fue a lo largo de toda la dictadura. Por este motivo, la memoria del franquismo es hoy todavía tan compleja en España. Unos quieren recordar, “los vencidos”, y otros quieren “olvidar”, los “vencedores”. Pero, el recuerdo y el olvido forman parte inseparable de la memoria, de las diversas memorias del franquismo y de la represión.”

Por eso, entre otras cosas, se ha de ser escrupulosamente cauteloso en conocer siempre los porqués y el marco que rodea cada situación e intentar no dejarse manipular repitiendo sin más y creyendo sin corroborar su veracidad lo que no suelen ser sino consignas partidistas interesadas, sesgadas y parciales. Vengan de donde vengan. Y si hay discrepancias (que forman parte de la vida en todos sus ámbitos), lo que nos debe preocupar es que se conozcan y se sepan gestionar, no que se acallen: pan para hoy y hambre para mañana.

Acabamos estas reflexiones proponiendo escuchar la canción más conocida de Víctor Jara, Te recuerdo, Amanda, en su homenaje y con el deseo de que no haya nunca más otro caso como el suyo. Incluida en el mismo disco que Preguntas por Puerto Montt, citada más arriba, es una pieza internacional, porque el tiempo la ha convertido en una historia de lucha de clases. Representa a la lucha de la clase obrera a través de la historia de amor de una muchacha llamada Amanda y de un obrero que respondía al nombre de Manuel. Él trabajaba duramente en una fábrica, donde ella la visitaba durante los cortos descansos, cinco minutos escasos hasta que la sirena indicara el regreso al trabajo. Un día su rutina cambió radicalmente, porque Manuel faltó a la cita, víctima de la injusticia del sistema explotador y la codicia de los patronos.
¿Una canción de amor, pues, o un manifiesto social? Da igual en el fondo como se deduce de lo que dice en la presentación el propio Víctor, y como anécdota final, citar que la repercusión de la canción fue tal en los años setenta y en los ochenta del siglo pasado que fueron muchas las niñas bautizadas con este nombre.

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1Puerto Montt es una ciudad de unos doscientos mil habitantes hoy al sur de Santiago, al comienzo de la Patagonia. La fuerte explosión demográfica tras el terremoto de 1960 y la ineficaz respuesta del gobierno al problema hizo que los inmigrantes llegados a ella desde otras zonas del país recurrieran a la toma de terrenos abandonados para solucionar sus problemas de vivienda.
En marzo de 1969, cerca de 90 familias de escasos recursos ocuparon un terreno en el sector llamado Pampa Irigoin con la intención de obtener una expropiación legal por no-uso de la tierra (lo que era posible en la legislación chilena de aquella época) y poder construir allí sus futuros hogares. La toma transcurrió de forma tranquila y pacífica, y no existió una acción inmediata por parte de los carabineros. Las negociaciones transcurrieron con normalidad durante cuatro días, sin dar señales por parte del gobierno de que se realizaría un desalojo. Sin embargo, en el quinto día de ocupación, y una vez que el contingente policial hubo recibido refuerzos de otras prefecturas, la policía entró en el lugar, con el objeto de poner fin a la toma. El desalojo se realizó de madrugada, confiando en encontrar a los ocupantes dormidos y poner fin a la ocupación sin resistencia. Pero los improvisados sistemas de alarma (latas atadas con alambre a baja altura) que los ocupantes habían instalado, les permitieron reaccionar armados con palos y piedras. La policía respondió haciendo uso de carabinas y gases lacrimógenos, causando la muerte de 10 pobladores, incluyendo un bebé de nueve meses, y dejando cerca de 50 heridos entre los pobladores; resultaron también lesionados 23 carabineros.
En la operación policial participaron 200 carabineros que cumplían órdenes del ministro del Interior Edmundo Pérez Zujovic.
Las motivaciones que desencadenaron los hechos han sido muy discutidas y abarcan desde un legítimo problema habitacional hasta intereses políticos, considerando por algunos que no se trataba "de la explotación espontánea de un problema habitacional agudo, sino del resultado lamentable de intereses políticos irresponsables y bastardos, que no han dudado en jugar con vidas humanas dignas y valiosas subordinándolas a sus intereses partidistas inmediatos
Apenas una semana después de los hechos, en el Senado de Chile, Salvador Allende, entonces senador, pronunció un discurso sobre ellos que inició con un contundente “Digo, midiendo mis palabras, que, a mi juicio, éste ha sido un crimen colectivo, y que hubo en él premeditación y alevosía

2En 1990, la Comisión de Verdad y Reconciliación confirmó el horror de las torturas y determinó que Víctor Jara fue acribillado con 44 disparos el 16 de septiembre de 1973 en el Estadio Chile y que fue arrojado a unos matorrales en los alrededores del Cementerio Metropolitano. Luego fue llevado al depósito de cadáveres, donde le asignaron las siglas NN, y donde más tarde sería identificado por su esposa. Sus restos fueron enterrados en el Cementerio General. La viuda, años después, mencionaría que el diario chileno La Segunda, al día siguiente del entierro, publicó un párrafo que daba a entender que Jara había muerto sin violencia y que su sepelio había sido de carácter privado.
El 29 de mayo de 2009, la Corte de Apelaciones de Santiago de Chile ratificó el encarcelamiento del ex soldado acusado del asesinato del cantante, que confesó la coautoría del asesinato, y confirmó que a Jara se le fracturaron las manos a culatazos en los interrogatorios y que cuando le tirotearon, Jara ya había fallecido, debido a un disparo en la cabeza efectuado por un oficial de ejército, por lo que el juez encargado del caso ordenó la exhumación de sus restos, con el fin de practicarle una segunda autopsia, que certifico que el artista murió a consecuencia de «múltiples fracturas por heridas de bala que provocaron un choque hemorrágico en un contexto de tipo homicida» y que fue golpeado y torturado durante su paso por el Estadio Chile, donde estuvo detenido. El texto destaca que se encontraron más de 30 lesiones óseas producto de fracturas provocadas por heridas de proyectil y otras provocadas por objetos contundentes, diferentes a las heridas de bala.

3No deja de ser llamativo que este mensaje vuelve a emitirse con profusión estos días

martes, 4 de septiembre de 2018

Reivindicando “Halaja” como muestra de respeto.

Ante las iniciativas políticas y propuestas legislativas del presidente Donald Trump en Estados Unidos, 
alineadas con un declarado deseo de aislacionismo rayano en la autarquía, es bueno recordar que 
Marilynne Robinson, escritora estadounidense galardonada, entre otros, con el premio Pulitzer y autora 
de cabecera del anterior presidente Barack Obama, ya dijo en uno de sus ensayos algo que ahora es 
actualidad, que es que “añoro la civilización y quiero que me la devuelvan”, englobando en esta 
añoranza las ideas inteligentes, los debates sensatos y respetuosos y las palabras enriquecedoras, no 
hirientes.
 
 
Lamentablemente, esta añoranza no se circunscribe a los Estados Unidos; basta echar una ojeada 
alrededor (y sí, mirarse el ombligo también) para advertir un clima de confusión y crispación, se podría 
afirmar que generalizado, en gran parte de los países del mundo. En esta tendencia universal de 
regresión de valores, nosotros en nuestro país notamos un evidente retroceso en el campo legislativo, 
en el judicial (en el que no es ajeno algo que en su día pasó casi desapercibido como fue la renuncia a la 
Justicia Universal), y en el político en general, pero también en la vertiente social, por ejemplo con la 
aceptación como normal que políticos irresponsables (y, a todas luces, por ello, ineptos como políticos) 
califiquen alegremente a quienes defienden ideas diferentes a las suyas de fascistas, nazis, xenófobos
otras lindezas, que se acuse impunemente a quien piensa diferente de violento o peligroso por el simple 
hecho de pretender expresar pacíficamente sus ideas, o que se haya asumido socialmente como insulto 
comunista, nacionalista, independentista, etc. Todo ello se resume en la evidencia de que, ante la 
necesidad de gestionar determinados asuntos que no se tiene ni idea de cómo gestionar o cuya gestión 
franca puede mermar votos porque va en contra de lo que se ha sembrado durante años, la decisión es la 
de difundir hasta que cala en gente bien intencionada pero pésimamente informada que esas ideas 
diferentes dañan la convivencia y debe reprimirse incluso su expresión. ¡Y muchos, exaltados aparte, lo 
creen! 

Políticamente, esto se aleja del concepto y ejercicio de la democracia, al caer, no en el terreno del debate, 
sino en el de imposición (dictadura), y psicológicamente, esta actitud está entroncada inicialmente con la 
ausencia de respeto por las ideas ajenas dando validez única (si es preciso, por la fuerza) a las propias.

Reflexionemos, pues, sobre eso del respeto como pecado original de la situación. 

Etimológicamente, la palabra proviene del latín respectus, que se traduce como ‘atención’, ‘consideración’, 
y originalmente significaba ‘mirar de nuevo’, de donde se entiende que algo que merezca una segunda 
mirada sea algo digno de respeto. El respeto es un sentimiento positivo para las personas; es equivalente 
a tener reconocimiento por una persona o cosa, y como tal es uno de los valores morales más importantes 
del ser humano, pues es fundamental para lograr una armoniosa interacción social, como se confirma 
efectuando un ligero vistazo a la historia de la evolución social humana. Una de las premisas más 
importantes sobre el respeto es que para ser respetado es necesario saber o aprender a respetar, a 
comprender al otro, a valorar sus intereses y necesidades. En este sentido, el respeto debe ser mutuo, y 
nacer de un sentimiento de reciprocidad. 
 
Resultado de imagen de respeto

 
Respetar no significa estar de acuerdo con la otra persona, sino que se trata de no discriminar ni ofender a 
esa persona por sus ideas, forma de vida y decisiones razonadas; en este sentido, respetar también es ser 
tolerante con quien no piensa igual, con quien no comparte los mismos gustos o intereses, con quien es 
diferente o ha decidido diferenciarse. Tampoco cabe dar como ciertas las aberraciones interesadas de que 
tener ideas diferentes a las de la mayoría incita a la violencia o impiden la convivencia (¿dónde estaría 
entonces el matrimonio, que se desea feliz, entre una persona de, por ejemplo en política, derecha radical 
y otra nacionalista?) El respeto a la diversidad de ideas, opiniones y maneras de ser es fundamental, un 
valor supremo en las sociedades que se dicen modernas, particularmente si pretenden ser democráticas, 
que aspiran a ser justas a través del debate/diálogo y a garantizar una sana convivencia.

Ahora bien, el respeto también debe aprenderse cuando se advierte que no es espontáneo de la persona, y 
para reflexionar sobre este aspecto, nos permitiremos un rodeo argumental. 

Hay quienes creen a pie juntillas (y algunos autodenominados historiadores, en realidad defensores 
acérrimos de la incuestionabilidad e inmutabilidad de la historiografía oficial, tienen bastante que ver en 
que haya esta creencia) que la historia (con minúscula) es una sucesión de relatos de conflictos bélicos de 
los que quedan vencedores, lógicamente, quienes escriben la historia (seguimos con las minúsculas) a la 
vez que los vencidos suelen quedar retratados como innobles, arteros, traidores, y cuanto haga falta para 
despreciarlos y demonizarlos. Pero la Historia (con mayúsculas) es algo más y, entre muchas razones que 
lo pueden demostrar, elegiremos sólo una: si es verdad (y lo es) que se puede aprender de la Historia, que 
alguien me diga qué enseñanza puede extraerse de una historia que recoge sólo la batalla entre espartanos 
y atenienses en la que se ensalza al vencedor y se humilla al vencido. Y así se queda. La Historia puede 
enseñarnos si, además de la batalla, el análisis de los hechos narrados nos permite aventurar cuestiones del 
tipo ¿cómo se logró restablecer la convivencia real entre espartanos y atenienses? ¿en cuánto tiempo y a 
costa de qué?, o por el contrario ¿qué motivos hubieron para que no superaran su enfrentamiento?, y 
podemos encontrar respuestas razonables que, eso sí, cada uno puede interpretar a su modo.

España tampoco escapa a estas manipulaciones (sólo hay que ver la historia de Castilla/España y sus 
protagonistas pre y post Menéndez Pidal) y hoy, para desembocar en el tema del respeto, nos serviremos 
de una batalla presentada como genuinamente castellana pero que algunos estudiosos presentan 
simplemente como una cruzada contra los musulmanes ordenada por el Papa Inocencio III, la batalla de 
las Navas de Tolosa de 1212, si bien es cierto que, tras la derrota de Miramamolín (el rey musulmán por 
el nombre que es conocido por nosotros) en ella, se aceleró el avance de las tropas cristianas con la casi 
inmediata conquista de Vilches, Úbeda, Baeza, Baños de la Encina, Andújar o Jaén hasta poner fin al 
dominio de los musulmanes con su expulsión en Granada, en 1492, aunque también haya que citar como 
“daños colaterales” la pérdida de los territorios occitanos por el Reino de Aragón.

Dejemos, sin embargo, a los estudiosos que se pongan de acuerdo, si es que se han de poner, sobre los 
antecedentes, los porqués y las consecuencias de la contienda y, para nuestro propósito, quedémonos con 
un detalle, a medio camino entre la historia y la leyenda: la intervención del llamado Pastor de Las 
Navas, personaje fugaz pero decisivo en vísperas de la batalla, guiando por camino seguro a las tropas 
cristianas a través de Sierra Morena hasta el campamento musulmán de Miramamolín. Y con el relato de 
su intervención empieza el lío: para empezar, de las tres crónicas de la batalla escritas “in situ” por sus 
protagonistas, sólo en dos de ellas se alude, y de pasada, al episodio del pastor. Posteriormente, años 
después, cronistas que no participaron en la contienda recogieron información y escribieron sus relatos 
dándole más relevancia al papel del pastor y aludiendo al carácter divino de su intervención, algo normal 
en la época (de aquí a la identificación del pastor con San Isidro, muerto 40 años antes, un paso. Que se 
dio). Pero seguimos sin saber su nombre, que es lo que en esta ocasión nos interesa.  
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Han de pasar tres siglos para que el militar, escritor, botánico, etnógrafo y colonizador, gobernador 
general de Santo Domingo y La Española, Gonzalo Fernández de Oviedo Valdés, con información que 
aún hoy nadie sabe de donde sacó, aunque su autoridad en materia histórica llevó a numerosos 
genealogistas e historiadores posteriores a dar por buena esta versión, mencionó por primera vez el 
nombre de Martín Halaja (o Alhaja, o Alhajar, o Malo1, nombre que también aparece en alguna crónica 
posterior), añadiendo en su relato el detalle de que el pastor había señalado el camino a las tropas 
cristianas valiéndose de unas calaveras de vaca que los lobos le habían comido recientemente, y de que 
el rey castellano le había nombrado después hidalgo y otorgado armas en premio por sus servicios, 
haciéndole así antecesor del linaje de los Cabeza de Vaca2
Curiosamente no es el primer Martín Halaja en la historia de Castilla; por entonces ya circulaba en 
Cuenca la historia de otro Martín Alhaja que en 1177 había ayudado a las tropas cristianas a entrar en 
la ciudad ocupada por los musulmanes, si bien en una crónica refutada posteriormente como apócrifa.

Damos otro salto en el tiempo. En 1951 se autorizó construir en La Carolina, capital que fue de las 
Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, un centro de enseñanza, abierto a toda la comarca también para 
alumnos en régimen de internado, en forma de Instituto de Enseñanza Media y Profesional (conocidos 
popularmente como Institutos laborales) que, cuando inició sus actividades en 1954, propuso, y le fue 
admitido, llamarse “Martín Halaja”, aunque la gente sólo le llamo “el Instituto”, en homenaje al pastor 
de la batalla de las Navas de Tolosa, desarrollada en un entorno cercano, con el argumento/deseo de 
que su nombre sirviera de guía al estudiante en su camino al éxito de la misma forma que el pastor 
sirvió de guía a los cruzados cristianos en su lucha contra el infiel y victoria final. Fijémonos, pues, en 
que, dentro de las grafías posibles del nombre, se elige la de Halaja, que aún perdura para el centro, 
hoy Instituto de Enseñanza Secundaria Martín Halaja y que, dicho sea de paso, es la grafía que 
consideran válida los historiadores y estudiosos de allende nuestras fronteras, como hemos visto. Y 
aquí viene la ligera relación de este hecho con el respeto, natural o aprendido.

En estos tiempos que vivimos, caracterizados en nuestras sociedades por el exceso de información y 
por las prisas, en que una parte de nuestra guía de actuación es lo que nos llega a través de nuestra 
participación en las Redes Sociales, a veces sin tiempo ni ganas de efectuar la indispensable criba de 
separar el grano de la paja o, sobre todo, de apartar las manzanas podridas de las sanas, nos movemos 
por impulsos y solemos dar por bueno sin mas más de lo que conviene. Está generalizada como una de 
las actividades más extendida la del ejercicio colectivo de la añoranza, compartiendo en las Redes 
recuerdos y sensaciones de lugares, momentos, personas,… de un pasado que, sin duda, nos marcó 
pero que sabemos que no volverá (¡el susto que nos llevaríamos si efectivamente volviese!). 
Lógicamente, el Instituto es uno de esos objetos de añoranza: los profesores, los compañeros, las 
actividades, las situaciones,…; lo que llama la atención es que muchos de los mensajes de antiguos 
alumnos, hoy reputados profesionales algunos de ellos, se refieren al centro como Martín Alhaja, lo 
que permite abrir varios interrogantes: ¿son contrarios a la grafía del nombre oficial? ¿no han visto en 
sus años de estudio el nombre del centro en ningún sitio? ¿es una desconsideración hacia el  nombre?... 
O, simplemente, el primer mensaje se escribió de manera errónea y nadie hizo la criba de corrección, 
que es lo más probable.

Ante este incidente nimio y sin graves consecuencias, puede abrirse un abanico de cuestiones 
relacionadas con el respeto:
- No siempre hay la consciencia de que se está faltando a él. En el caso que nos ocupa ES una falta de 
respeto aludir repetidamente a Halaja como Alhaja. ¿o no?
- Cuando no hay voluntad de ofender, se tiende a pensar “Pues no hay para tanto” para autojustificarse, 
sin tener en cuenta que, precisamente así, también se falta al respeto al erigirse en juez de los 
sentimientos ajenos, y, seguramente sin querer, minimizarlos.
- En la vida real se debe ser prudente ante las ideas ajenas y avanzar de manera consciente en el terreno 
del necesario respeto, con un cuidado extremo en el ámbito de la política si no se quiere ser una 
marioneta de quien ha puesto conscientemente, pongamos por caso, los mensajes de Alhaja sabiendo 
que la mayoría los darán por buenos e inocentes, y pocos querrán saber el porqué, si lo hay, ni 
denunciarán en su caso la manipulación.
- Es una herramienta usual de manipulación afirmar que las ideas diferentes se deben combatir porque 
son una falta de respeto a las propias ¡qué tontería! Veamos: si yo, heterosexual casado felizmente con 
una persona del sexo contrario, me dejo convencer en lo que algunos afirman de que las 
reivindicaciones del colectivo homosexual (esté yo o no de acuerdo con ellas) son PARA MÍ una falta 
de respeto, soy yo quien tiene un problema psico-patológico grave. 
- No debe olvidarse que el respeto es a la persona, tenga las ideas que tenga ¿es merecedor de respeto 
como persona quien impide a garrotazos ideas diferentes a las propias? Por ello, en política, es 
condenable la actitud de ciertos arribistas ineptos, autollamados políticos, que de forma irresponsable 
alientan impunemente la violencia contra las ideas ajenas a la vez que exigen casi veneración por las 
propias. Lo preocupante para toda la sociedad es que esa actitud encuentra seguidores.
 
 El respeto y su reivindicación dan para mucho más, pero ya excedería de unas meras reflexiones 
superficiales de estas líneas, por lo que lo dejamos aquí. Aprovechando que hace unos días nos dejó la 
gran Aretha Franklin, nos despediremos con su música con un tema escrito por Otis Redding que, pese 
a referirse al mundo de la pareja y ser hoy un himno feminista  por su letra poderosa y reivindicativa, 
mantiene vivo el quid de la cuestión: “R-E-S-P-E-T-O. Averigua lo que significa para mí”
 
 
 
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1A mediados del siglo XIII un personaje llamado Martín Malo tenía propiedades al norte de Toledo, aunque su participación en la batalla no está documentada. Una aldea de la zona, en Guarromán, en la provincia de Jaén, lleva este nombre, pero hay que tener en cuenta que esta población fue fundada mucho más tarde, en tiempos de Carlos III, 500 años después de Las Navas.
2Esta tesis ha traspasado fronteras como se puede comprobar leyendo One nation under Gods: a new american history (Una nación bajo los Dioses: una nueva historia americana), de Peter Manseau, en cuya página 132 encontramos: “… Passed down for centuries on him mother's side, the honorific "Cabeza de Vaca" had been bestowed originally on a medieval iberian shepherd named Martin Halaja, who once infamously used a bovine skull to mark a hidden pass to an encampment of Moors, allowing the Catholic armies of the Reconquista to march under the cover of darkness, surprise their enemy at daybreak and kill them at their tents. Thus awarded a doubious title, Halaja passed it down to him heirs, and them to theirs, ten generations of Cow's Heads until the Moors-killing legend of Cabeza de Vaca was carried across the sea...” (...Pasado a través de los siglos por la rama familiar de su madre, el honorífico "Cabeza de Vaca" había sido otorgado originalmente a un pastor ibérico medieval llamado Martín Halaja, quien una vez usó infamemente un cráneo bovino para marcar el paso oculto a un campamento de moros, permitiendo a los ejércitos católicos de la Reconquista marchar al abrigo de la oscuridad, sorprender a sus enemigos al amanecer y matarlos en sus tiendas. Ese título dudoso, Halaja se lo dio a sus herederos, y ellos a los suyos, diez generaciones de Cabezas de Vaca hasta que la leyenda de Cabeza de Vaca que mató a los moros fue llevada a través del mar…) Manseau se refiere en su libro a Alvar Núñez Cabeza de Vaca, conquistador español que exploró la costa sur de Norteamérica desde la actual Florida pasando por Alabama, Mississipi y Luisiana y se adentró en Texas, Nuevo México, Arizona y en el norte de México hasta llegar al golfo de California, territorios que pasaron a anexionarse al Imperio Español dentro del Virreinato de Nueva España.