miércoles, 2 de marzo de 2022

Eso no va conmigo…


El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (Intergovernmental Panel on Climate Change – IPCC), dependiente de la ONU, fue creado en 1988 para, según su propia web, que facilitara evaluaciones integrales del estado de los conocimientos científicos, técnicos y socioeconómicos sobre el cambio climático, sus causas, posibles repercusiones y estrategias de respuesta. Desde el inicio de su labor, el IPCC, galardonado, junto con el Vicepresidente del gobierno de los Estados Unidos, Al Gore, con el premio Nobel de la Paz en 2007 por su labor en materia de cambio climático, ha preparado cinco informes y ahora se encuentra en su sexto ciclo de evaluación ya que, en su 43ª reunión, celebrada en abril de 2016, se acordó que el informe de síntesis del Sexto Informe de Evaluación se terminaría en 2022, a tiempo para el primer balance mundial de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y que entonces, los países examinarán los progresos realizados para lograr su objetivo de mantener el calentamiento global muy por debajo de 2 °C mientras que, al mismo tiempo, proseguirán los esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura a 1,5 °C. En ese contexto se ha dado a conocer el informe Cambio climático 2022: Impactos, adaptación y vulnerabilidad, aprobado en reunión virtual (cosas de la pandemia) de 197 países el domingo 27 de febrero de 2022 , en el que se afirma y documenta que el cambio climático causado por el ser humano está provocando una disrupción peligrosa y generalizada en la naturaleza y está afectando la vida de miles de millones de personas en todo el mundo, a pesar de los esfuerzos desplegados para reducir los riesgos, y que las personas y los ecosistemas que tienen la menor capacidad de respuesta son los más afectados. “Este informe entraña una seria advertencia sobre las consecuencias de la inacción”, manifestó en el acto de presentación Hoesung Lee, Presidente del IPCC. “En él se demuestra que el cambio climático constituye una amenaza cada vez más grave para nuestro bienestar y la salud del planeta. Las medidas que se adopten en el presente determinarán la forma en que las personas se adaptarán y cómo la naturaleza responderá a los crecientes riesgos climáticos”.



El informe resulta más apocalíptico que cualquier cumbre sobre el clima porque sus datos demuestran
con hechos que las altisonantes palabras de los dirigentes políticos son eso, palabras, y si no hay una concienciación y una acción decidida por parte de TODOS, cada uno a su nivel, mal, muy mal vamos; es necesario adoptar con urgencia medidas para hacer frente a los crecientes riesgos porque, el aumento de olas de calor, sequías e inundaciones ya ha superado los umbrales de tolerancia de las plantas y los animales, y ha provocado la mortalidad en masa de diversas especies, como árboles y corales. Estos fenómenos meteorológicos extremos se producen de manera simultánea, lo cual genera impactos en cascada que resulta cada vez más difícil controlar. En las próximas dos décadas, el planeta afrontará diversos peligros climáticos inevitables con un calentamiento global (yendo bien) de 1,5 °C (respecto a la temperatura que había al inicio de la era industrial)1. Incluso si se supera temporalmente este nivel de calentamiento, se generarán impactos graves adicionales, algunos de los cuales serán irreversibles. Se incrementarán los riesgos para la sociedad, en particular para la infraestructura y los asentamientos costeros de baja altitud. Debido a estos fenómenos, millones de personas han quedado expuestas a una situación de inseguridad alimentaria e hídrica aguda, especialmente en África, Asia, América Central y del Sur, así como en islas pequeñas y el Ártico. A fin de evitar una mayor pérdida de vidas, biodiversidad e infraestructura, es preciso tomar urgentemente medidas ambiciosas de adaptación al cambio climático y, a la vez, lograr reducciones rápidas y pronunciadas de las emisiones de gases de efecto invernadero. De acuerdo con el informe, los avances en materia de adaptación son dispares, y las brechas entre las medidas adoptadas y lo que se necesita para hacer frente a los riesgos crecientes son cada vez más profundas y mayores entre las poblaciones de menores ingresos.



Los científicos señalan que el cambio climático interactúa con distintas tendencias mundiales, como el consumo no sostenible de los recursos naturales, la creciente urbanización, las desigualdades sociales, las pérdidas y daños provocados por los fenómenos extremos y la pandemia, lo cual pone en peligro el desarrollo futuro. El informe indica claramente que, a fin de dar respuesta a estos diferentes desafíos, es necesario que todos —los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil— colaboren para priorizar la reducción de riesgos, así como la igualdad y la justicia en la adopción de decisiones y las inversiones. Existen varias opciones para adaptarse a un clima cambiante. En el informe se brindan nuevas ideas sobre las posibilidades que la naturaleza ofrece para reducir los riesgos climáticos y, al mismo tiempo, mejorar la vida de las personas toda vez que, como los ecosistemas sanos son más resilientes al cambio climático y prestan servicios indispensables para la vida, como el suministro de alimentos y agua limpia, al restaurar los ecosistemas degradados y conservar, con eficacia y equidad, entre el 30 % y el 50 % de los hábitats terrestres, marinos y de agua dulce, la sociedad puede beneficiarse de la capacidad de la naturaleza para absorber y almacenar carbono, y podemos acelerar los avances en la consecución del desarrollo sostenible, pero es fundamental contar con el apoyo financiero y político adecuado, de modo que se pueden conciliar diferentes intereses, valores y formas de ver el mundo. Al aunar los conocimientos científicos y tecnológicos especializados y los conocimientos indígenas y locales, las soluciones serán más eficaces. Si no logramos un desarrollo sostenible y resiliente al clima, tendremos un futuro para las personas y la naturaleza que dista mucho de ser óptimo sin olvidar que las ciudades son puntos críticos de impactos y riesgos, pero también una parte esencial de la solución (las ciudades brindan oportunidades para la acción climática: los edificios verdes, el suministro fiable de agua limpia y energías renovables, así como los sistemas de transporte sostenibles que conectan las zonas urbanas y rurales,… ).



El cambio climático es un desafío mundial que requiere de soluciones locales; en el informe se indica claramente que el desarrollo resiliente al clima ya representa un desafío con los niveles actuales de calentamiento y que será más limitado si el calentamiento global supera los 1,5 °C (en algunas regiones, este desarrollo será imposible si el calentamiento global aumenta más de 2 °C). Esta conclusión clave pone de relieve la urgencia de aplicar la acción climática, con especial énfasis en la igualdad y la justicia. La financiación adecuada, la transferencia de tecnologías, el compromiso político y las asociaciones incrementan la eficacia de la adaptación al cambio climático y la reducción de las emisiones. La evidencia científica es inequívoca: el cambio climático constituye una amenaza para el bienestar de la humanidad y la salud del planeta. Si se sigue retrasando la puesta en marcha de una acción concertada a nivel mundial, se agotará el plazo breve y en rápida disminución del que disponemos para asegurar un futuro digno.



¿Y España? ¿Cómo queda? Pues, la verdad, no para tirar cohetes: según los científicos, el cambio climático ha reducido ya la producción de alimentos y estiman que los cultivos agrícolas en el Mediterráneo podría descender un 17% en 2050. Casi la mitad de la población mundial es altamente vulnerable al cambio climático y España aparece como uno de los países más en riesgo. La zona del Mediterráneo en la que está España aparece como una de las más vulnerables al calor extremo y, como consecuencia de ello, expuesta a un aumento de las sequías y de los incendios forestales. En Europa, las pérdidas de cosechas debidas a la sequía y al calor extremo se han triplicado en los últimos 50 años y se prevé que sigan aumentando a medida que se añadan grados a la temperatura global. La mayoría de esas pérdidas se producen en el sur de Europa. Debido al cambio climático, se ha reducido ya un 5% la productividad de los tres principales cultivos en el mundo, maíz, trigo y arroz y a más emisiones, más inseguridad alimentaria porque habrá menos capacidad de cultivar alimentos y se estima que en torno al 10% de la superficie agrícola útil actual no podrá ser usada si se da un escenario con más emisiones sin desdeñar que el hecho de que los trabajadores del campo estén expuestos durante más días al calor extremo reducirá también la productividad. Con el calentamiento continuado, las zonas agrícolas propicias en Europa se desplazarán hacia el norte, reduciendo la tierra disponible para agricultura en nuestro país; asimismo, en la región mediterránea la producción agrícola global en 2050 se reduciría un 17% en el escenario más pesimista, el 8.5, con muy altas emisiones y pocas acciones de mitigación.Por lo que respecta a la pesca, se estima que entre 1930 y 2010 se ha reducido el potencial de capturas pesqueras un 4,1% debido al calentamiento de los océanos.



En las próximas décadas, se agudizará el problema de la escasez de agua. Según el informe, con un calentamiento de 1,5 grados, de 800 a 3.000 millones de personas en todo el mundo sufrirán escasez de agua crónica, mientras que la cifra subiría a los 4.000 millones de personas en un escenario de cuatro grados (la población mundial actual es de 7.700 millones actuales y según la ONU, aumentará hasta los 9.700 millones en 2050, pudiendo llegar a un pico de cerca de 11.000 millones para 2100). En el sur de Europa, más de un tercio de la población sufrirá escasez de agua con 2 º C de calentamiento; el doble si se llega a 3 º C, lo que según el informe, conllevará un aumento de las pérdidas económicas en los sectores dependientes del agua y la energía. Además de propiciar un aumento de las sequías y de las lluvias torrenciales, el cambio climático causado por el hombre está impulsando el aumento del nivel del mar, la acidificación de los océanos y la intensidad de los ciclones tropicales. El informe de agosto ya atribuyó "inequívocamente" esas alteraciones del clima a la acción humana, un punto en el que se incide de nuevo advirtiendo que en algunos casos, esto ya ha expuesto a las sociedades humanas y al mundo natural a riesgos intolerables e irreversibles, más allá de los límites a los que pueden adaptarse. Esta es precisamente una de las novedades de este informe, pues el anterior informe del IPCC de 2014 era más cauto sobre cómo el cambio climático afectaba a las sociedades humanas.



Una novedad del informe es que aparece el concepto del
punto de no retorno social2, que se añade al punto de no retorno ecológico ya que la vulnerabilidad de algunos colectivos es tan grande que no hay posibilidad alguna de adaptación. Y es que este informe nos muestra que la vulnerabilidad es contextual, no todas las personas del planeta son igualmente vulnerables al cambio climático; hay factores económicos, de desarrollo, vinculados a la desigualdad, y cada país debe adaptarse de una forma particular aunque queda demostrado que el coste de la inacción es mucho mayor que el de la acción. Pero no todos los impactos son inevitables y, en ese sentido, la organización Greenpeace considera que "no estamos preparados para lo que viene" y, en un comunicado, ha instado a "ponernos manos a la obra" y ha subrayado la necesidad de "hacer todo de forma más rápida y audaz, a todos los niveles, y no dejar a nadie atrás porque el lado positivo es que no todos los impactos más extremos son inevitables y con una acción rápida, podemos limitar su frecuencia y gravedad y ayudar a las personas y los ecosistemas a adaptarse a algunos impactos".


Pero,”eso no va conmigo”.

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1Desde que comenzó la era industrial, la temperatura ha subido ya de media 1,1 ºCC aunque en el Mediterráneo ya vamos por 1,5 ºC. El objetivo de la comunidad internacional es limitar esa subida a los 1,5 grados a finales de siglo, o a los 2 ºC como mucho, aunque la primera parte del informe ya mostró que al ritmo actual, el aumento podría llegar fácilmente a los 3 ºC.

2En el trabajo se recogen también los efectos en la salud física y mental de las personas. La exposición al humo de los incendios incrementa enfermedades cardíacas y respiratorias mientras que la mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos está propiciando también que haya más traumas. En lo que respecta a las víctimas mortales, el informe señala que una sequía o una inundación tienen 15 veces más probabilidades de matar a las personas de las regiones más vulnerables, en comparación con las de las regiones menos vulnerables. Asimismo, el informe vincula los fenómenos extremos con un empeoramiento de los conflictos violentos y con las migraciones forzadas, al propiciar la inseguridad alimentaria, la malnutrición y la destrucción de los hogares o la inviabilidad de sus terrenos agrícolas de millones de personas.

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