sábado, 11 de noviembre de 2023

Ecologistas y pacifistas avant la lettre.


En los años sesenta y setenta del siglo pasado un grupo de jóvenes, que fueron conocidos como hippies, hippy o jipi en castellano (la palabra hippie surgió como un derivado del término hipster, con el que se identificaban los miembros de la subcultura previa, conocidos como beatniks, ya que muchos de los valores contraculturales de los beatniks estaban presentes en el movimiento hippie; estos términos provenían todos de la palabra hip, “vanguardista” o “bohemio”, que a comienzos de la década de 1960 era muy utilizada para referirse a los seguidores de la música afroamericana -especialmente el jazz-), impulsó el pacifismo, el amor por la naturaleza, la ecología, el anti-consumismo, la revolución sexual. La utopía hippie sigue vigente. Fue una revolución juvenil y horizontal. Sin liderazgos y quizá por eso desapareció. También fue un aporte hippie el vestuario exclusivo y el uso del color en todas sus variantes. Los hippies rechazaban por completo el consumismo y todo aquello elaborado de forma artificial en masa, por lo que optaban por vivir un estilo de vida simple motivado por una espiritualidad superior y defendían la ecología y las culturas nativas. Los hippies surgen como respuesta a las políticas keynesianas aplicadas en los Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial, y que tenían como norte alcanzar el estado de bienestar a través de la organización científica y racional del trabajo (“taylorismo”) y el fomento del trabajo en cadena (“fordismo”), lo cual tenía efectos anonimizantes y homogeneizadores sobre la vida de la población. Este modelo incentivaba el consumo constante como mecanismo de crecimiento social y económico, lo cual produjo un adormecimiento de las luchas sociales reivindicativas en los Estados Unidos, fomentando la comodidad y el aburguesamiento. La familia pasaba a ser así el núcleo de la sociedad, controlada fuertemente por valores conservadores, sexistas, racistas, religiosos y profundamente anticomunistas, promovidos por el macartismo gubernamental, en plena Guerra Fría contra el comunismo (Corea, Vietnam, etc.). En Estados Unidos, pues, surgió este movimiento con la influencia de las injusticias vividas en la guerra de Vietnam, para posteriormente dar el salto a todo el globo terráqueo, de forma que grandes masas de jóvenes de todo el mundo adoptaron de forma casi inmediata este estilo de vida alternativo y sirvieron de ejemplo para otras tribus urbanas. De la sociedad tradicional que no sabía muy bien qué pasaba y de los grupos políticos en rebeldía, quienes sospechaban del pacifismo que pregonaban. Su imaginario valoraba expresiones artísticas y musicales como el rock psicodélico, groove y folk, así como experiencias poco ordinarias para la época como el amor libre, el consumo recreativo de drogas (sobre todo la marihuana, LSD y otros alucinógenos) mediante las cuales aspiraban a estados elevados de conciencia, y las doctrinas religiosas provenientes del mundo oriental como la India, Nepal, Irán, Afganistán o Turquía, entre otros destinos considerados “exóticos”.


Los hippies no eran un grupo homogéneo, sino que entre ellos había diferentes tendencias. Unos más afines a la espiritualidad (New Age, chamanismo, orientalismo...) otros al activismo radical, al ecologismo o simplemente a un estilo de vida más bohemio, pero podemos establecer unas características generales al movimiento: los hippies eran profundamente contestatarios, lo que en su época equivalía a decir antibelicistas, anticapitalistas, opuestos al aburguesamiento y la mediocridad de la sociedad de consumo, descreían de los conceptos tradicionales de familia, religión, moral y buenas costumbres, y abrazaban la exploración, la innovación, la fraternidad universal, la libertad sexual y el nomadismo (“No sabía adónde ir excepto a todas partes”. La frase pertenece a la novela En el camino -On the Road- de Jack Kerouac y se convirtió en el espíritu de una época), eran radicalmente iconoclastas, al menos para su época, dejándose el cabello largo y vistiendo ropas de flores, en franca contravención de una sociedad que distinguía muy rígidamente los roles de género. Además, apoyaron abiertamente las iniciativas ecologistas y ecosocialistas, a menudo abrazando el anarquismo, el socialismo libertario o la vida comunal. San Francisco fue una ciudad meca para los hippies, pues allí recibirían la influencia de la música folk contestataria y de Ken Kesey y los Merry Pranksters, célebres por su estilo de vida comunal y uso frecuente de drogas. Poco después surgió la psicodelia y en 1967 el llamado “verano del amor”, en donde convergieron las distintas tendencias del movimiento, desde productos contraculturales y alternativos, poesía beat y mantras hindúes, íconos aborígenes norteamericanos y casi 20.000 personas reunidas en esta ciudad (entre enero y junio de ese año se llevaron a cabo diferentes eventos multitudinarios de música rock, poesía beat y venta de productos contraculturales, en los que se experimentó con la droga y el sexo libre, para el gran escándalo de los sectores conservadores estadounidenses; a partir de entonces, la presencia en los medios de comunicación del hippismo fue permanente, aunque no siempre bienintencionada). Sin embargo, fue al año siguiente, en la convención nacional del Partido Demócrata de 1968, cuando los hippies hicieron su debut en la escena política, mediante la práctica del happening y el humor satírico: presentaron como candidato presidencial a un cerdo apodado “Lyndon Pegasus Pig”, y manifestaron sus primeras consignas de clara y abierta oposición a la guerra en Vietnam. La atención de los medios popularizó el movimiento y en el célebre concierto de Woodstock, en White Lake, Nueva York, en agosto de 1969 asistieron casi 500.000 personas de todo el país para escuchar a músicos como Janis Joplin, Joe Cocker, The Grateful Dead, Creedence Clearwater Revival, Santana, The Who y Jimi Hendrix, entre otros. Se habían creado comunas oficiales y había ya una reacción conservadora intensa, que intentaba asociar el movimiento con crímenes raciales e incluso con la trayectoria criminal del famoso homicida Charles Manson, cuyo cabello largo y barba desaliñada lo hacían ver como un hippie más aunque no lo fuera, ni de lejos. Esto fue un duro golpe a la popularidad del movimiento. Además, la estética hippie de vestimenta fue adoptada por buena parte de la juventud que no profesaba necesariamente sus valores, y para comienzos de 1970 el hippismo volvió a integrar el underground de la cultura estadounidense. El hippismo finalmente se difuminó en esa sociedad a la que se oponía, pero quedando viva su filosofía en el inconsciente colectivo: como una semilla; a pesar de la absorción del movimiento hippie por el sistema, éste perduró durante décadas y aún hoy es posible percibir su legado alternativo y pacifista. Es algo así como el Mayo del 68 francés, donde los estudiantes radicalizados de izquierda se volcaron a las calles para una protesta incendiaria contra el gobierno de Charles De Gaulle; a la agitación callejera pronto se unieron los sindicatos y el Partido Comunista francés, que transformaron la revuelta en la mayor huelga general de la historia francesa. Tras la protesta el movimiento como tal se extinguió. Surge, plantea una cosa y la pone sobre la mesa y así como la plantea, desaparece. Hay una definición del filósofo y sociólogo francés (pese al apellido) Gilles Lipovetski respecto a los movimientos contraculturales que dice que los movimientos revolucionarios en la posmodernidad son sólo aparentemente revolucionarios. Muchos reductos hippies existen todavía y algunos de los principales íconos son artistas y músicos como The Doors, Jimi Hendrix, John Lennon, Yoko Ono, Bob Dylan, Allen Ginsberg, Carlos Santana, Paul McCartney, los Rolling Stones, Janis Joplin y muchos otros.


¿Les entendió su sociedad? Obviamente no. Era como hablar dos idiomas diferentes, de hecho son dos vibraciones diferentes, su comportamiento era demasiado rupturista con el statu quo. De golpe y sin transiciones. De la rigidez de los convencionalismos a la comuna cantando y fumando. La tendencia hacia la alegría inocente de los hippies y su celebración de la diversidad, pacifismo, hedonismo y el uso de drogas fue rechazado por los conservadores y otras subculturas con valores opuestos a ellos. La juventud alzó la bandera de la lucha social, de la mano de la liberación femenina y la igualdad racial (las “panteras negras”). Así, los hippies decidieron retirarse de la sociedad y gestar una nueva por su cuenta, abrazando otros valores que no condujeran al belicismo y la supremacía. La cultura hippie le dio un duro golpe a la rígida moral estadounidense y occidental de mediados del siglo XX, y se hizo portavoz del descontento que había en el seno de los países capitalistas, en un momento en el que el mundo se dividía radicalmente entre países capitalistas y países comunistas. Su mensaje trascendió las fronteras de su país y perdura muchas décadas después, a pesar de que buena parte de los integrantes del movimiento al madurar volvieron a integrarse al sistema del cual habían renegado. Los hippies constituyeron un importante antecedente para muchos movimientos sociales y políticos posteriores, y fueron clave en la historia del feminismo, del ecologismo y de la revolución sexual de la segunda mitad del siglo XX. Además, su movimiento fue el antecedente de los modelos de espiritualidad New Age y alternativa que se hicieron muy populares durante la década de 1980. Los hippies jugaron un rol determinante en las luchas por la igualdad de géneros, de razas y la aceptación de la homosexualidad en Occidente. Su influencia en las artes, el cine, la literatura y la cultura en general es reconocida. Los hippies de adelantaron a su tiempo y, sin intención de mitificarlos porque cometieron sus errores y seguramente ellos mismos con la información de hoy en día no harían las mismas cosas, hay que reconocerles su valentía, su entrega y convicción en sus ideales, su esperanza en un mundo mejor y su amor por la Humanidad; la sociedad que quedó tras ellos no les superó en ningún aspecto y nos ha llevado a más guerras sin sentido, más hambre en el mundo, la doctrina del shock en la política, la avaricia de muchos Madoff en la economía, la destrucción de la Naturaleza sin precedentes, la anestesia e insatisfacción vital de la población, … Hoy día es fácil ridiculizar a los hippies como hace la publicidad: fumados, inconscientes, gregarios, ingenuos, manipulables,…pero ellos sí se rebelaron contra el poder de su época y demostraron que existe una vida alternativa y diferente y que el pacifismo, el ecologismo, la simplicidad y el amor pueden ser banderas en la Vida. A las puertas de un cambio de un paradigma y un despertar de la conciencia general, tal vez sea hora de retomar la parte positiva del legado de los hippies y acabar lo que ellos no pudieron hacer porque no era el momento: transformar el Sistema.


De la cultura hippie sobreviven varias cosas. Por ejemplo, el amor por la naturaleza, lo natural, que uno veía promovido por el movimiento hippie, se prolonga en el tiempo gracias a los ecologistas, los vegetarianos y los veganos, por poner tan solo unos pocos ejemplos. El auge de las corrientes New Age, en boga sobre todo a partir de la década de 1990 hasta nuestros días, así como el persistente interés por las filosofías orientales y las medicinas alternativas son otras expresiones del legado hippie. Basado en religiones orientales (el viaje espiritual de The Beatles a la India, para encontrarse con el Maharishi) o en autores que estaban muy lejos de ese movimiento, como por ejemplo el novelista alemán Herman Hesse– hay una búsqueda de lo que la sociedad occidental moderna habría perdido en su afán de mejorar materialmente la calidad de vida. Un claro ejemplo de esta influencia en el célebre Partido Verde alemán, precursor global del ecologismo. Lo cierto es que la llamada “cultura hippie” dejó su marca y ha adquirido diferentes expresiones a lo largo de estos años. Junto con algunas otras manifestaciones previas tenían en común un factor que las distinguió de otras corrientes: sus protagonistas fueron los jóvenes en lo que, hasta entonces, era un mundo de adultos. Una virulenta reacción contra lo establecido y, en particular, contra los adultos que habían dejado un legado de guerras terribles, con decenas de millones de víctimas en la primera mitad del siglo XX. Los historiadores coinciden en que el gran factor aglutinador de aquellos jóvenes estadounidenses de exuberante estampa fue la protesta contra la guerra del Vietnam, un conflicto que llevó a Estados Unidos a su peor fracaso a lo largo de una década de combate, y agrió la victoria que, tras la Segunda Guerra Mundial, los había convertido en los victoriosos héroes de Occidente. Con el fin del conflicto en el lejano país asiático terminó por extinguirse el “hippismo” como tal. Sin embargo, por muchos años los rasgos de su cultura continuaron vivos hasta hoy. El símbolo de la paz, nacido como protesta antinuclear, mantiene su significado. Sobre todo, desde Nietzche en adelante, toda la filosofía del siglo XX, en particular hasta la primera mitad de siglo y un poquito después, se planteó esa cuestión de decir: ‘Evidentemente hemos pensado el mundo de mala manera, o han existido muchas malas maneras de pensar el mundo que nos han llevado a cometer atrocidades como las bombas atómicas o el mismo Holocausto”.

 

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