lunes, 17 de febrero de 2014

Boletín nº 32 - Acerca de la contabilidad creativa



Dorian Gray, creativo contable

Hace pocas semanas tuve la oportunidad de visionar nuevamente la película El retrato de Dorian Gray, un clásico de 1945, es decir de cuando el cine era cine y se solía nutrir de obras notables de la literatura, con lo que el problema, recurrente hoy, de la calidad argumental quedaba solucionado de entrada y el quid de la cuestión quedaba reducido en general a la talla interpretativa de los actores y a su capacidad para “hacer suyo” el personaje, a veces conocido ya por la obra literaria, sin desviar la atención del espectador con efectos especiales y otros elementos de grandiosidad, hoy tan en boga. Sí, ya sé que se dirá que ese cine era poco más que teatro adaptado, pero, es que realmente la esencia del cine es esa, y todo lo demás ha de entenderse como ampliación del espacio físico del escenario.
Volviendo a la película, la historia narrada, como es bien sabido, es la de Dorian Gray, un joven de gran belleza, y el autor de la novela, Oscar Wilde hace que el artista Basil Hallward quede tan impresionado por él que crea que es el motivo por el que cambia su propio arte al pintar su retrato. Posteriormente entra en escena Lord Henry Wotton, amigo del pintor y con una visión absolutamente hedonista del mundo, representada por su máxima de que "lo único que vale la pena en la vida es la belleza, y la satisfacción de los sentidos". Cae en la cuenta entonces Dorian de que llegará un día que su belleza se desvanecerá y expresa el deseo (que le es concedido) de tener siempre la edad que tenía cuando lo retrató Basil. Así, mientras él mantiene para siempre la misma apariencia del cuadro, la figura retratada envejece por él. En la novela, para acentuar el dramatismo, Wilde conduce a Dorian a buscar el placer a través de actos de libertinaje y perversión, cuyos efectos sólo quedan reflejados en el envejecimiento y desfiguración de la imagen del cuadro.

Como es natural, no voy a contar el final, pero sí, atendiendo al propósito de esta reflexión, recordar que si bien El retrato de Dorian Gray parece partir del argumento universal de la eterna juventud, el verdadero tema central de la novela es el narcisismo, ya que el personaje principal posee una excesiva admiración por sí mismo, hasta el extremo de no desear otra cosa que conservarse para siempre tal y como aparecía en el cuadro.

Como en la historia que narra Oscar Wilde, algunas empresas (que, como se repite frecuentemente con razón son “seres vivos” que nacen, pueden crecer, pueden reproducirse en filiales o franquicias, por ejemplo… y mueren) también se ven tentadas por el factor humano de ofrecer siempre la cara que más les satisfaga, aunque a veces esa cara no coincida con su situación real. En ese sentido, casi se puede afirmar que Dorian Gray fue un precursor, en el mundo de la gestión empresarial, del contable creativo, que consigue ocultar con triquiñuelas (a veces incluso legales) una situación de deterioro reflejo de excesos, errores o simplemente engaños en el devenir de la empresa.

La contabilidad como espejo de la empresa

Para empezar, no puede orillarse el eterno problema acerca de qué es la contabilidad: para los profesionales europeos, especialmente para los italianos y los españoles, no hay duda de que la contabilidad es una ciencia y así se  define y sustenta con muy poderosas razones. En cambio, para los tratadistas de la escuela sajona no pasa de ser una técnica, con una contundencia tal en ambas posturas que nadie parece ponerse de acuerdo con lo que hace, o quiere hacer o decir, sobre todo si tenemos en cuenta que hay autores que, además, añaden que es un arte o una disciplina.

Haciendo un poco de historia, hay que convenir que el embrión de la contabilidad es tan viejo como las transacciones comerciales y en el Antiguo Testamento de la Biblia ya  podemos leer "...haz un censo general de toda la comunidad de los hijos de Israel por clanes y por familias, anotando uno a uno los nombres de todos los varones..." y en otro pasaje también se lee "... donde hubiera muchas manos, haz uso de llaves: cuenta y pesa todo lo que te dieran y asienta en el libro el nombre de quien da y el del que recibe ...", lo que pudiera hacernos pensar que estamos ya frente a la partida doble al haber un deudor y un acreedor o mejor ante una simple anotación en partida simple.

En la historia real, Grecia es el país donde más auge y orden toma la contabilidad pública y hasta están ordenados y designados los epopos o poletas, que tenían a su cargo el registro y control del pago de los tributos y ejercían también un verdadero control de las cuentas públicas, aparecen los banqueros y una especie de piedra o moneda de cuenta. Debe señalarse que la contabilidad que llevaban estos maestros es un ejemplo de orden y claridad.

En España hay poca literatura contable rescatada de entre tanto que fue escrito, enterrado y sumido en el mayor de los anonimatos aunque realmente no debiera ser así. En uno de los escritos hallados se demuestra que la partida doble existió en España mucho antes que la copiara Fray Luca Paciolo (contemporáneo de Cristóbal Colón) y dice así: "...Antes que Castilla tuvo Aragón una organización regular de la Contabilidad Pública, que era llevada por el sistema del DEBE y HABER, y dirigida por el Maestre racional, funcionario de mucha autoridad y rodeado de grandes prestigios...”
Otros autores introdujeron la teoría contable a fines del siglo XVI hasta que en los finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX Edmond Degrange inventó lo que hoy se denomina DIARIO-AMERICANO, un diario llevado con varias columnas y que al mismo tiempo mayoriza las operaciones. Este sistema es utilizado para las contabilidades de los negocios pequeños y su aplicación dio buen resultado por lo sencillo del sistema y por la posibilidad de tener una contabilidad ordenada con poco costo administrativo.
Sea como sea, durante siglos la contabilidad evolucionó lentamente; de vez en cuando aparecía algo para mejorar algunos de los sistemas existentes. Sin embargo, hoy, a cada instante se producen novedades que modifican o suprimen una forma ya existente para hacerla más ágil, segura y dinámica por la necesidad de acomodamiento al medio sin pérdida de tiempo.

Uno de los requisitos que se admite para la eficacia de la contabilidad es la pertinencia, es decir, que ofrezca confiabilidad para satisfacer las necesidades de sus usuarios más comunes, entendiéndose por tales a los proveedores de recursos, acreedores, inversores, analistas, etc., que deben tomar sus decisiones en función de la  imagen que la información contable ofrezca de la compañía (que no se olvide que debe ser la imagen fiel que dicen los manuales)
Pero resulta que eso de la globalización económica es un hecho, que con el paso de los años las actividades comerciales se van internacionalizando y un empresario con su negocio en América, hace transacciones con un colega japonés. Esta situación empezó a repercutir en la forma en que las personas de diferentes países veían los estados financieros, y es con esta problemática con la que se va abriendo camino el establecimiento de unas normas internacionales con el objetivo principal de “la uniformidad en la presentación de las informaciones en los estados financieros”, sin importar la nacionalidad de quien los estuvieres leyendo interpretando.
Es en 1973 cuando nace el IASC (International Accounting Standard Committee - Comité de normas internacionales de contabilidad) con sede en Londres, por convenio de organismos profesionales de diferentes países, responsable de emitir lo que serían las NIC (Normas internacionales de contabilidad), con aceptación cada vez  mayor en todos los países del mundo. Este éxito viene dado porque las normas se han adaptado a las necesidades de los países, sin intervenir en las normas internas de cada uno de ellos, si bien, todo debe admitirse, con claras influencias del sistema contable de Estados Unidos.
Llegamos así al año 2001, con la evidencia de que la utilización de las NIC’s ha tenido una razonable expansión, por lo que el IASC anuncia a miembros del Comité Internacional el inicio de un proceso para que sus legislaciones contemplen el requerir el uso de los estándares uniforme fijados por el propio IASC para todas las compañías de su país no más allá del 2005. Para distinguir los eventuales cambios que hayan de producirse en dichos estándares, lo que hasta 2001 eran Normas de información contable (NIC) pasan a ser las actuales Normas internacionales de información financiera (NIIF), nombre más acorde con el propósito declarado de que sirvan de auténtica guía de interpretación de la realidad de la empresa.
Cabría pensar, pues, que tras todas estas iniciativas, se ha generalizado el uso correcto de las normas y ahora sí, se pueda asegurar que unos estados financieros son el reflejo de la imagen fiel de la situación de la empresa. Nada más lejos de la realidad. Es precisamente en los últimos años cuando el término “contabilidad creativa” ha entrado a formar parte de la cotidianidad, por diferentes razones, no todas perversas, y causando efectos, entre otros, en las auditorías, pese a que el fenómeno siempre ha tenido un halo exclusivo anglosajón debido a la tradicional flexibilidad de las normas contables en los países de esta órbita

La contabilidad creativa

El término de “contabilidad creativa” se utiliza para describir el proceso mediante el cual los profesionales utilizan su conocimiento de las normas contables para manipular las figuras reflejadas en las cuentas de una empresa.

Para aproximarnos al fenómeno podemos ver cómo se percibe el mismo desde el punto de vista de sus intérpretes o usuarios, y así, desde el propio punto de vista contable, “El proceso contable consiste en tratar con diferentes tipos de opinión y en resolver conflictos entre aproximaciones diferentes, para la presentación de los resultados de los hechos y transacciones financieras” y  “...esta flexibilidad facilita la manipulación, engaño y tergiversación. Estas actividades - practicadas por los elementos menos escrupulosos de la profesión contable - empiezan a ser conocidas como “contabilidad
creativa” (Michael Jameson, A practical guide to creative accounting, 1988)

Para un analista de inversiones, “Nos da la impresión de que gran parte del aparente crecimiento en los niveles, ocurrido en los 80, ha sido más un resultado del juego de manos contable que del genuino crecimiento económico, y queremos exponer las principales técnicas implicadas y dar algunos ejemplos de empresas que están utilizando estas técnicas” (Terry Smith, Accounting for Growth: Stripping the Camouflage from Company Accounts, 1992)

Desde el punto de vista de la comunidad académica y de estudiosos teóricos, “La contabilidad creativa es la transformación de las figuras de contabilidad financiera de lo que son actualmente a lo que se desea que sean, aprovechando las normas existentes y/o ignorando algunas de ellas” (Kamal Nasser, Creative Financial Accounting: Its Nature and Use, 1993)

Y finalmente, aunque curiosamente sea la opinión más antigua de las que se ofrecen, desde el punto de vista de la prensa económica, “Todas las empresas del país están escondiendo su beneficio. Las cuentas anuales se basan en libros que han sido tranquilamente “cocinados” o “completamente asados”. Las partidas que se muestran dos veces al año al público inversor, han sido todas cambiadas para proteger al culpable (esconder la culpa). Es el mayor engaño desde el caballo de Troya... De hecho este fraude es completamente legítimo. Es la contabilidad creativa.” (Ian Griffiths, Creative Accounting Pb: How to Make Your Profits What You Want Them to Be, 1986)

No deja de llamar la atención que, analizando en conjunto todas las ideas descritas, se ven puntos comunes en todas ellas:

- Todos los autores ven la contabilidad creativa como una práctica engañosa e indeseable.
- Todos ellos igualmente perciben la incidencia de la contabilidad creativa como algo generalizado.

Por ello hace años que se viene debatiendo entre la delgada línea de la “creatividad” y “fraude” que estas prácticas crean, como así también se discute de la ética y legalidad que puede conllevar su aplicación. La contabilidad creativa es algo que está en boca de todos y que ha aparecido continuamente en la prensa por la serie de escándalos financieros que se han hecho famosos a nivel mundial, como lo son Enron, Worldcom, Parmalat, entre otros más cercanos como Marsans, Pescanova o alguna entidad financiera. Cabe, no obstante preguntarse si la contabilidad creativa es la base de los escándalos financieros tan sonados o es una herramienta mágica, que legalmente, permite obtener mejores resultados, habida cuenta de que los usuarios de la información y sus necesidades de información son variados y por lo tanto las formas de presentación de los estados contables también pueden serlo. Dependiendo de la empresa, esta información puede adecuarse de manera que refleje una imagen acorde a lo que los usuarios quieren ver, no siendo siempre necesariamente la real ni la mejor. Pensar que la contabilidad creativa es un mero fraude, le quita el ingenio a quien sabe aprovechar las posibilidades que las mismas normas contables y criterios generalmente aceptados ofrecen.

Sin ánimo de ser exhaustivo, y atendiendo al uso legal de la contabilidad creativa, algunas de las opciones que ofrece son las siguientes, partiendo de la premisa de que la normativa permite a la empresa elegir el modelo contable que sea más favorable para la imagen que quiera transmitir:

- Adopción de criterios particulares en predicciones o estimaciones de determinadas anotaciones contables, como podría ser la vida útil de una máquina, la valoración (optimista o pesimista) de contingencias previstas, etc.
- Demora y periodificación de beneficios, pasando por su alteración, en operaciones en las que interviene un tercero, generalmente una entidad financiera, como la venta de un activo a un banco y el contrato simultáneo de lease-back sobre el mismo, en cuya operación la valoración del activo no tiene por qué coincidir con su valor real actual.
- Planificación de beneficios por la enajenación de activos contabilizados por su coste histórico. Puede decidirse en qué ejercicio realizar la transacción para reflejar concretamente en él el beneficio obtenido.
- Modificación de criterios contables en ejercicios diferentes si afectan a partidas que requieran la realización  previa de estimaciones y que dependen de información adicional o de la ocurrencia de nuevos hechos. 

En la práctica, las técnicas más usuales se observan en:
- Alteración de la cifra de gastos mediante las cuentas de provisiones o amortizaciones o por la activación de ciertos gastos.
- Alteración de la cifra de ingresos aplicando, por ejemplo, el principio de prudencia o la correlación entre ingresos y gastos cuando es aplicable.
- Alteración del valor de los activos; si, como se ha comentado, puede “jugarse” con las amortizaciones y provisiones, puede variarse el valor neto de los activos correspondientes. Las existencias  pueden valorarse según diferentes modelos (FIFO, LIFO, media ponderada…) de tal forma que su valor cambia e influye en el coste de ventas y, obviamente, en el resultado, así como en la relación entre activo corriente y pasivo corriente y, por consiguiente, en la ratio de liquidez.
- Alteración de los fondos propios en la medida que se modifiquen los ingresos o gastos y ello repercuta en la cifra de beneficios y, por tanto, en las reservas.
- Alteración del endeudamiento, casi siempre ligada a ciertas partidas muy concretas, como los fondos de pensiones (excepción hecha de burdos manejos de ocultación de deudas y similares, que quedan fuera de este análisis).
- Alteraciones en la clasificación de determinados activos o pasivos, ya que algunos conceptos permiten su inclusión en una u otra masa patrimonial. Algunos de estos cambios legales pueden afectar a ratios tan importantes en el análisis como la liquidez o el fondo de maniobra.

Más allá de la propia operativa contable, en la elaboración de la información exigida en la memoria y el informe de gestión que han de acompañar a los estados financieros puede incluirse más o menos información, cuya inclusión puede derivar en cambios en la opinión que su lectura origine al usuario. En cuanto al informe de auditoría, en algunos casos pueden expresarse las salvedades o los párrafos de énfasis de forma que se busque una determinada interpretación de los mismos.
Otra posibilidad para la contabilidad creativa la proporcionan los criterios utilizados para la presentación de la información. Por ejemplo, aunque parezca infantil, la escala escogida en el eje horizontal o vertical de una tabla puede modificar sustancialmente la impresión causada por los datos incluidos en ella.

Sería un error dar por hecho que el uso de contabilidad creativa esconde siempre un fraude, ya que hay variadas razones por las que los gestores pueden optar por aplicarla, aunque, ciertamente, en un número importante de las veces en que se utiliza sería admisible la discusión ética. Y esto es así porque, en la medida en que no todas las personas o entidades vinculadas al futuro de la empresa tienen la misma interpretación acerca de lo que es o no es socialmente deseable, es frecuente que haya disputas acerca de la interpretación de las normas contables que dan lugar al cálculo del resultado.

Para finalizar, hemos huido en esta aproximación de la tentación de citar y/o comentar casos conocidos en los que la contabilidad creativa ha propiciado desastres empresariales que, tarde o temprano, salen siempre a la luz, pero en cambio no nos resistimos a hacer alguna reflexión alrededor del caso especial de las entidades financieras de nuestro país. Por desgracia, hace ya varios años que leer los balances de las entidades financieras españolas constituye un ejercicio ímprobo de ingenuidad. Después de los múltiples cambios registrados en las normas contables y de las rectificaciones billonarias (con “b”) en la cifra de beneficios de las entidades financieras intervenidas por el Banco de España, resulta prácticamente imposible explicarle a nadie en qué consiste realmente el resultado contable de una entidad financiera española. Los procedimientos empleados para ocultar las pérdidas ni tan siquiera son sofisticados, por lo que todos estos episodios de fraude contable sobrevenido están generando una creciente sensación de indefensión entre la ciudadanía. Es lícito preguntar: ¿Quién controlaba el sector financiero español? Y, a la vista de la evolución, ¿Por qué debemos creer que la supervisión bancaria ha mejorado tras el estallido de la crisis?
En los últimos meses, hemos conocido detalles sobre las triquiñuelas contables efectuadas en alguna entidad, y detectadas (algo tarde) por el Banco de España, y sin decir (por mero pudor) el nombre de la entidad, he aquí un par de ejemplos de la magia contable que permitió ocultar la verdadera situación patrimonial de la entidad hasta la intervención por parte del supervisor:
Clasificación de créditos como fallidos. Ante la avalancha de morosidad que era ya predecible a principios de 2008, se decidió clasificar directamente como activos fallidos una cantidad creciente de créditos problemáticos. Ello evitaba declarar estas inversiones como dudosas, a costa de reconocer como pérdidas del ejercicio el importe íntegro de los créditos, que posteriormente compensaba mediante las plusvalías que obtenía vendiendo sus participaciones industriales. En definitiva, la entidad reducía la tasa de morosidad, evitaba los efectos negativos de la reclasificación sobre el resultado y, además, proyectaba una imagen de sobriedad y conservadurismo al reconocer de forma temprana las pérdidas por insolvencia.
Sin embargo, en cuanto la entidad agotó la posibilidad de maquillar las pérdidas a través de los resultados de la cartera industrial, comenzó a reclasificar como activos normales los créditos que previamente había considerado como fallidos, a pesar de que los prestatarios no habían aportado nuevas garantías ni satisfecho los intereses pendientes de pago. De este modo, se registraba un ingreso artificial en la cuenta de pérdidas y ganancias. Posteriormente, el banco tuvo que volver a considerar como activos dudosos créditos vivos, reconociendo de modo sobrevenido una importante cifra de pérdidas que antes figuraban como beneficios.
Titulización de préstamos dudosos. Para rebajar la tasa de morosidad, decidió también titulizar diversas carteras de créditos con un componente significativo de activos dudosos. Los bonos emitidos contra la cartera eran clasificados en distintas categorías en función del riesgo de impago, de modo que la entidad conservaba los bonos senior, menos arriesgados, y vendía los bonos junior, más sensibles a la significativa proporción de activos dudosos que los respaldaban. La pregunta es ¿quién compraba esos bonos junior y a cambio de qué? Los compradores eran fondos de inversión privados domiciliados en el extranjero, que asumían las pérdidas previstas de los bonos junior, a cambio de vender a la entidad una opción de compra sobre los bonos por una cantidad prácticamente idéntica a la que el fondo de inversión había desembolsado para adquirirlos, es decir, que sin movimiento de tesorería, la entidad se deshacía de los activos tóxicos y conservaba en su balance una opción de compra sobre los mismos. Al deshacerse de los activos tóxicos, se liberaban provisiones previamente dotadas, lo cual permitía reconocer artificialmente ingresos y aumentar los beneficios de la entidad. El Banco de España estima que mediante este procedimiento esta entidad hinchó su resultado de un solo año en más de 140 millones de euros.
Llama la atención que el propio Banco de España comunique ahora que muchas de estas prácticas incumplían flagrantemente la circular 4/2004, (algo, por lo demás, sabido por todos los agentes económicos), sin explicar a la ciudadanía por qué estas prácticas no fueron detectadas a tiempo y, sobre todo, qué piensa hacer para que este tipo de situaciones no vuelvan a producirse en el futuro.
Y retomando la analogía con nuestro viejo conocido Dorian Gray, fijándonos en el pintor del retrato, también resulta paradójica la posición del auditor de cuentas de la entidad, cuyo informe de auditoría correspondiente al ejercicio a que se refieren estas acciones “creativas” no hace mención alguna acerca del efecto sobre el resultado de las reclasificaciones de créditos fallidos como créditos normales. Así es que dejemos la historia explicada por Wilde en el terreno que le corresponde y procuremos profundizar en la realidad de la imagen fiel deseada en todas las organizaciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario