martes, 8 de septiembre de 2015

Un vistazo a la crisis de los refugiados (y 2)



La dramática comitiva, que nos ofrece unas imágenes espeluznantes de un esforzado viaje a través de Turquía, Grecia, Macedonia y Serbia, llega por fin a Hungría, primer país de la UE, con la intención de, desde aquí, poder viajar más relajados y reposados a las vecinas Austria y Alemania, destino final escogido por muchos de ellos. A todo eso, los numerosos periodistas que cubren in situ el éxodo, dan fe de que muchas de estas personas, contradiciendo las tesis de García Albiol, del PP, no vienen a Europa a delinquir, sino a recuperar una perspectiva de futuro que antes tenían en su país y que han perdido; en efecto, muchos de ellos son empresarios, abogados, ingenieros, maestros, médicos... que simplemente buscan un nuevo futuro esperanzador para ellos y sus familias y que en muchas ocasiones ya han solicitado visados que la insensibilidad, indiferencia y burocracia de los "países de asilo" (en teoría) les han denegado. 


Y el ciudadano europeo empieza a asistir perplejo a un desfile de horrores para vergüenza de todos.

1- "Comprensión" de las autoridades de los países de paso hacia la situación de esta marea humana, que se traduce en indisimulado acoso policial, inasistencia humanitaria y trabas para permitir atravesar su territorio, verificable en imágenes tanto en Grecia, como en Macedonia y Serbia.

2- Evidencia de la actuación de las mafias. Hasta ahora se nos dice que las mafias actúan al atravesar los inmigrantes el Mediterráneo en frágiles embarcaciones o insalubres barcos de carga, pero un espantoso descubrimiento indica que las mafias también operan por tierra ofreciéndose a quien intenta eludir los farragosos y coartantes trámites legales para viajar a su destino: en Austria, cerca de frontera con Hungría se descubre una furgoneta abandonada con 71 (s-e-t-e-n-t-a  y  u-n-o) cadáveres en su interior y al día siguiente. otra con treinta personas, de ellas 3 niños en estado crítico que, hay que resaltar, son sustraídos por sus padres al día siguiente del hospital donde han sido ingresados con el fin de continuar el viaje todos juntos, ve a saber con qué medios.

3- "Legalidad". A estas alturas, el flujo de personas se concentra en Hungría, pese a la dificultad de atravesar el muro de concertinas que el gobierno húngaro ha colocado a lo largo de su frontera con Serbia (fabricadas, por cierto, por una empresa malagueña), apiñándose en la estación de tren de Budapest con el objetivo de abandonar Hungría cuanto antes y, en modo alguno quedarse en el país. Pues bien en un alarde de sensatez, los viajes internacionales son cancelados por las autoridades con lo que la estación se convierte en una ratonera para los miles de desesperados que esperan salir de allí. Viktor Orban, el primer ministro de Hungría (del partido xenófobo Fidesz-Union cívica) acude a Bruselas a explicar su postura ante el problema, y suelta unas cuantas lindezas ante los micrófonos al lado del Presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, a saber, que el problema de los refugiados no es europeo sino de Alemania, que su país nunca dará asilo a musulmanes porque "socavan las raíces cristianas de Europa" (esas raíces cuya carencia él exhibe), que los inmigrantes sirios deberían quedarse en Turquía,... y se queda tan ancho. (Otro inciso: ¿dónde están, ante estos excesos los adalides de "la ley está para cumplirla"? Porque Hungría es firmante del Protocolo de asilo a los Refugiados de 1967, y sus declaraciones lo vulneran. Conviene, en todo caso, que se den prisa las autoridades europeas, porque ya se han adherido públicamente a la tesis de este personaje otros países miembros de la UE como Polonia, Eslovaquia y la República Checa). Pero no acaba aquí la repugnante falacia del gobierno húngaro: engañan a los exhaustos refugiados, a los que impiden, por ejemplo, recibir la comida de voluntarios, e incluso periodistas (que divulgan el hecho), pretenden facilitar (hay testimonios de haber inyectado por las fuerzas húngaras laxantes o droga en la comida de los refugiados para hacerles enfermar), haciéndoles creer que se reanudan los viajes en tren a Alemania y, una vez que atiborran los trenes, los llevan, no a Alemania o Austria, sino a campos de refugiados en el interior de Hungría. La última noticia legal es que el Parlamento húngaro ha aprobado de urgencia una serie de medidas para impedir por la fuerza la llegada de refugiados que, incluye, por ejemplo, penas de cárcel a quien atraviese el muro de concertinas. No es exageración decir que Orban es, sencillamente, inhumano.  Coincidiendo con esta vorágine, la fotografía del niño Aylan Kurdi, ahogado en la playa turca de Bodrum junto a su madre y hermano, sacudió la sensibilidad del mundo entero y parece que ha provocado el inicio lento y tímido de reacciones oficiales, entre las que se encuentra la propuesta de Merkel de aumentar de 40.000 a 120.000 el número de refugiados - y la instrucción de la televisión pública húngara sde no mostrar imágenes de niños, según confirman periodistas húngaros - y el reparto obligatorio de asilo de los mismos entre los países miembros (Rajoy se ha apresurado, ahora sí, a proclamar que España estará a la altura asumiendo los 15.000 refugiados del nuevo reparto, pese a declaraciones no precisamente en ese sentido de García Margallo y de Fernándes Díaz, y Orban y sus nuevos "socios" han dicho que no aceptarán ninguno. Veremos). Pues bien, ante la dramática imagen del niño fallecido, el tal Orban hizo gala de su historial de declaraciones vergonzosas con un "Que no vengan" que nos abstenemos de comentar. Y para redondear el tema del "cumplimiento de la legalidad" y su influencia en estas cosas, se ha publicado que el padre del niño fallecido había elegido esta alternativa de huida a través de Europa después de que Canadá, donde vive su hermana, le denegara el asilo por "documentación incompleta", aunque Canadá niega este extremo.


¿A que seguir con los horrores? De todos son conocidas las escalofriantes imágenes de la actuación de muchos cuerpos policiales en los países de paso "protegiendo" a los refugiados,  del abatimiento y la desesperación de las familias, de las caras de los niños, de la insensibilidad de las autoridades,... y estas líneas no pretenden ser una crónica sino tan sólo un vistazo global que conduzca a la reflexión en términos que, obviamente, pueden ser compartidos o no por los lectores.

Esta crisis humanitaria, televisada en directo en toda su evolución, ha puesto de manifiesto la inacción (rayana en la ineptitud) de las autoridades, incapaces de afrontar el problema al margen de la desahogada agenda, incapaces de acordar soluciones positivas y comunes para todos y convencidas de que estamos ante algo meramente burocrático, de número de personas que se distribuyen a desgana entre países y no ante un trance dramático que, por cierto, puede repetirse, y que afecta a personas con nombre, apellidos, sentimientos, afectos,... y no sólo números.

Ante tal muestra de indiferencia e inacción oficiales, se ha ido conformando un movimiento ciudadano que comenzó con la oferta de alojamiento por personas anónimas en Austria y Alemania, cercanas al foco de la crisis; siguió con la oferta, ya organizada, de 2.000 personas en Islandia, que ponía a disposición de refugiados sus casas y la convivencia en ellas, y así en varios países.

¿Y en España?  Pues hay que decir que Barcelona ha sido pionera, no quiere mantenerse al margen de la crisis migratoria que vive la UE y planea dar asilo a los refugiados sirios que intentan instalarse en Europa. Su alcaldesa, Ada Colau, se ha comprometido a hacer todo lo que esté al alcance de su mano para lograr constituir una "red de ciudades refugio" para las víctimas de la crisis migratoria, al tiempo que hace un llamamiento a abordar el "drama humano desde la capacidad de amar que nos hace humanos".
Colau ya ha abierto un diálogo con el ACNUR con el objetivo de estudiar las posibles maneras de dar refugio a los inmigrantes refugiados sirios, o de donde sea, aunque reconoce que la crisis también debe ser abordada desde el Gobierno y la UE. Esta iniciativa consolida el espíritu de asilo de Barcelona, en el que consta lo que ya se hizo con Bosnia durante la guerra de los Balcanes (en aquella ocasión se "creó" un nuevo distrito urbano con el nombre de distrito Sarajevo)

 Cuando se escriben estas líneas, la red ya está formada por ciudades como Madrid, Zaragoza, Pamplona, Córdoba,... además de Barcelona, y también se han adherido ciudades más pequeñas como Badalona, Sant Feliu de Llobregat o Sabadell en Barcelona, Villatorres en Jaén,.. además de otras iniciativas totalmente privadas como la de un grupo de personas en Asturias, al margen de toda institución. 

No es necesario resaltar que los gobiernos se han visto totalmente sobrepasados en su inacción por los ciudadanos, pero no hay que olvidar que precisamente ellos han de ayudar a diseñar y canalizar eficazmente las acciones de la gente, dado que, sin ir más lejos, nadie puede saber hoy la duración en el tiempo y dimensión del compromiso de quien quiere contribuir ante la evidencia de que nos encontramos ante algo estructural y no coyuntural.

De ahí a las declaraciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes (casualmente, del PP. dentro del Grupo Popular Europeo)  tildando esta iniciativa y a su cabeza visible en Madrid, Manuela Carmena, de "demagógica, porque la iniciativa corresponde a los gobiernos", va un abismo. Efectivamente la iniciativa corresponde a los gobiernos QUE NO HAN HECHO NADA, lo que no faculta a la seóra Cifuentes para criticar iniciativas privadas que suplen, precisamente, esa inacción, sin aportar además ninguna idea como si el drama fuera totalmente ajeno y ya lo arreglarán otros, sin apoyarla humanitariamente y sin alentar al gobierno (de su partido) a que actúe y aporte algo positivo (y a poder ser no con tintes electoralistas) al conficto.

Pero tiene razón la señora Cifuentes; los mismos gobiernos que hasta ahora no han hecho nada tomando el tema sólo en su vertiente burocrática, son los que han de tomar la iniciativa, aprendiendo de las enseñanzas que la no-gestión de la crisis proporciona, 
Las iniciativas, pues, para afrontar la actual crisis y para prevenir otras que pudieran venir en el futuro (no es exagerado: hace cinco años era impensable que en Siria pasara lo que está pasando) han de contemplar dos aspectos fundamentales y complementarios:

   a) la acogida y la atención de los refugiados. Sólo un ignorante vocacional puede desligar la evolución humana y el progreso de los países (incluso Hungría en su pasado turco o austríaco, por decir algo) de los movimientos migratorios, y no hay que citar para ello a auténticas potencias actuales, en la mente de todos, que son fruto de la emigración. Viene a colación en este punto las declaraciones del mexicano Ángel Gurria, secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que no está de más recordar, cuando apoya el nuevo plan, el franco alemán, para acoger a los refugiados que huyen de Siria. "Los líderes europeos deben dar un paso adelante porque Europa puede salir de esta crisis más fortalecida política, económica y socialmente. Los análisis de la OCDE demuestran el potencial benéfico que las migraciones bien gestionadas tienen para la economía y las sociedades que las gestionan" Corrobora esta idea el hecho de que ya se han manifestado algunos representantes de organizaciones empresariales alemanas, que dicen estar esperando con impaciencia la incorporación de muchos profesionales de gran valía que llegan entre la masa de refugiados y a los que solo les falta dominar el idioma alemán para ser "de ellos".

   b)  Una de las imágenes del drama que se han repetido estos días en la televisión ha sido las de las lúcidas declaraciones, en inglés, para sonrojo de la mayoría de nuestrs fuerzas vivas que se suelen expresar, y mal, sólo en castellano, de un niño sirio (13 años, dicen) a un periodista que le preguntaba sobre lo que buscaban en su éxodo. Las palabras del chaval no tienen desperdicio: "No buscamos que nos ayuden. Sólo paren la guerra". Directo al estómago. Sin ambages. Y con toda la razón del mundo. La esclerotizada e indiferentemente acomodada sociedad occidental tiene bastante responsabilidad en las causas que originan las olas de refugiados. Sea por actuar aún con vestigios de metrópoli hacia sus colonias, o por mirar hacia otro lado cuando se producen enfrentaminetos entre facciones que fácilmente derivan en conflictos armados.Ciñéndonos al caso sirio, es de dominio público el bochornoso circo que protagonizan apoyando (y armando) primero a Al-Assad, luego a los rebeldes, luego a los anti-rebeldes, después otra vez a Al-Assad (para que éste ahora masacre a su pueblo, acusando a la población civil de apoyar a los rebeldes),.. y la progresión sigue con la aparición en escena del Estado Islámico, nacido en parte gracias a los errores de Occidente y ante el que nadie sabe ahora qué hacer pero al que ¡ojo! alguien está financiando.

Seamos sensatos. Se ha de dar cobijo a los refugiados, indiscutiblemente, pero se ha de trabajar, muy en serio entre todos, para eliminar los motivos que originan su existencia. La mejor atención a futuro de estos y cualquiera otros refugiados es trabajar para que no haya motivos que obliguen a nadie a abandonar su casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario