jueves, 22 de septiembre de 2016

Pablo Neruda: poesía (y) política

Coincidiendo prácticamente con el día en que hace 43 años del fallecimiento del poeta, que se cumplen justamente mañana, día 23 (murió el 23 de septiembre de 1973 en Santiago de Chile, doce días después del golpe de Augusto Pinochet contra el gobierno legítimo de Salvador Allende) se ha presentado en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián la película “Neruda”, del director chileno Pablo Larrain, en la que, sobre un episodio que tuvo lugar en la realidad, se intenta reinventar el cosmos, incapturable, según las palabras del propio Larrain, de Pablo Neruda

La película se basa en los hechos posteriores al triunfo de Alianza Democrática en las elecciones presidenciales de 1946 y la subida al poder de González Videla y la represión desencadenada por éste contra los trabajadores en huelga llevará al senador Neruda a protestar vehementemente en el Senado. En 1948, González Videla prohibe el Partido Comunista (integrante de la Alianza en el poder) y Neruda se transforma entonces en el más fuerte antagonista del presidente, dictando discursos en el Senado y publicando artículos contra el Gobierno en el extranjero, ya que el diario comunista El Siglo estaba bajo censura.

Su artículo La crisis democrática de Chile es una advertencia dramática para nuestro continente, que más tarde fue conocido como Carta íntima para millones de hombres, publicado en Caracas, provocó el desafuero del senador Neruda por «denigrar a Chile en el exterior y por calumnias e injurias al Primer Mandatario».y posteriormente se dictó una orden de detención contra él, forzándolo primero a la clandestinidad en su propio país, y luego al exilio.

En el filme, que dicho sea de paso, ha sido seleccionado por la Academia de Cine de Chile para representar a  su país en los Oscars, el personaje de Neruda no queda muy bien parado, pasando el protagonismo de la película al personaje del prefecto de la policía de investigaciones, Óscar Peluchonneau, que es el encargado de apresar al poeta. Esto puede obedecer a la recreación en el film de la elucubración sobre la "discusión histórica", que reconoce el director Larrain, acerca de la posibilidad de que el gobierno de Pinochet no quisiera realmente atrapar al escritor. "¿Qué se habría hecho con él preso? Es un escándalo internacional, sería algo inmanejable" Y algo de esto puede haber si se tiene en cuenta que mientras, en Europa, la leyenda del poeta famoso perseguido crece y los artistas, liderados por Pablo Picasso (que lo protegerá cuando el poeta puede abandonar su país y se exilia en París), claman por su libertad.

No vamos a desmenuzar la trama y desenlace de la película, pero es indudable que su filmación y la coincidencia del aniversario de la muerte de Neruda nos permite reflexionar en la evidencia de lo fácil que es incomodar al Poder simplemente diciendo la verdad y lo fácil que le resulta a éste acallar, por los medios que sean al discrepante. En el caso de Neruda, además, hay conexiones de su obra y sus actuaciones con España que nos permitiremos recordar precisamente hoy, la víspera del aniversario de su muerte, en su homenaje.
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Primero, una rápida semblanza. Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto,mundialmente conocido por su seudónimo de Pablo Neruda1 (Parral, Chile,1904 — Santiago de Chile, 1973), fue un poeta chileno, Premio Nobel de Literatura en 1971, considerado por Gabriel García Márquez “el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma” o por Harold Bloom2 “uno de los veintiséis autores centrales del canon de la literatura occidental de todos los tiempos”.

Paralelamente, fue también un destacado activista político, senador, miembro del Comité Central del Partido Comunista, precandidato a la presidencia de su país y embajador en Francia.

Hacia 1921, con diecisiete años de edad, empieza sus estudios de pedagogía y comienza también a publicar sus trabajos, ya con el seudónimo de Pablo Neruda, obteniendo el primer premio de los Juegos Florales de la Primavera con el poema «La canción de fiesta». En 1923, publicó Crepusculario y en 1924 su famoso Veinte poemas de amor y una canción desesperada, donde todavía se nota una influencia del modernismo. Posteriormente, en 1926, tres libros con un estilo literario similar: El habitante y su esperanza, Anillos (en colaboración con Tomás Lago) y Tentativa del hombre infinito.

En 1927, comenzó su larga carrera diplomática y siendo cónsul de su país en Buenos Aires conoce a Federico García Lorca, y siéndolo en Barcelona conoce a Rafael Alberti.

La literatura de Neruda distingue distintos períodos estilísticos, desde un reconocido modernismo, ya mencionado, en sus primeras obras, hasta lo que él llamó (fiel a sus ideas) realismo socialista soviético que empieza en su Canto General, de 1950 y alcanza su culminación con Las uvas y el viento, de 1954, aparte de los más variados estilos en su obra posterior y en su, curiosamente, copiosa publicación póstuma.

Su última aparición en público fue el 5 de diciembre de 1972, cuando el pueblo chileno le realizó un homenaje en el Estadio Nacional, y en febrero de 1973, por razones de salud, renuncia a su cargo de embajador en Francia y regresa definitivamente a Chile.

Después del golpe militar en Chile del 11 de septiembre de 1973 su salud se agrava y el 19 es trasladado de urgencia desde su casa de Isla Negra a Santiago, donde muere "debido a un cáncer de próstata el día 23 a las 22.30 en la Clínica Santa María" aunque, con la vuelta de la democracia a Chile, aseguran acreditados testigos que ya pueden hablar que Neruda habría sido asesinado en la clínica tras aplicársele una inyección letal. La casa de Neruda en Santiago fue saqueada después del golpe y sus libros, incendiados y hay que decir que muchos de los asistentes a su funeral que no pudieron huir acabaron engrosando las listas de desaparecidos por la dictadura.

En 2013 el juez Mario Carroza ordenó la exhumación del cuerpo del poeta para averiguar la causa real de su muerte y en noviembre de ese año se dieron a conocer los resultados de los exámenes toxicológicos realizados en EE.UU. y España, que descartaron que Neruda hubiera sido envenenado y confirmaron que falleció producto de un avanzado cáncer de próstata. Sin embargo, en 2015 un informe realizado a petición de la Corte de Apelaciones de Santiago concluye que "muy probablemente el poeta muriera como consecuencia de una inyección que recibió, con origen desconocido".

¿Y su relación con España? 

En 1947 publica Neruda un libro relativamente breve bajo el título Tercera Residencia que contiene una parte llamada "España en el corazón", escrita a partir de 1937. En efecto, en 1936 estalló la Guerra Civil Española y, conmovido por ella y por el asesinato de su amigo García Lorca, Neruda se comprometió con el movimiento republicano, primero en España y luego en Francia, donde comenzó a escribir España en el corazón (1937),con tal sentimiento que su poesía durante el período siguiente se caracterizó por una clara orientación hacia cuestiones políticas y sociales. El poeta tuvo ya, al componerlo, plena conciencia de lo que iba a pasar y por eso en seguida se lee:
Os voy a contar todo lo que me pasa.
O sea, que ya no se trata de cantar poesía sino de contar. Contar antes que cantar es la nueva tarea asumida. "Yo estoy aquí para contar la historia", se podrá leer también al comienzo del posterior Canto General. El relato ocurre con fluidez, con normalidad, como en la vida diaria, sin estridencias ni aspavientos. Empieza la cotidianeidad, es decir, la instalación en el mundo de lo no importante con palabras sencillas, nada trascendentales:
Yo vivía en un barrio
de Madrid, con campanas,
con relojes, con árboles.
Es el dato espacial del inicio de cualquier cuento. Y la pormenorización inmediata: la vida en un sector de ambiente propio, el barrio. Vendrá el nombre de éste ("mi barrio de Argüelles") y su caracterización como sitio bullicioso, de comercios con sentido humano y doméstico -pan, aceite, tomates, patatas, pescados- presididos sin resistencia por la estatua (ironizada en aquello de la semejanza al tintero) del jurista famoso.

Pero todo en la evocación hogareña que parecía bucólica empieza a cambiar. Se llama por sus nombres de pila a poetas amigos que visitaron esa casa como testigos de esa felicidad pretérita. Raúl (González Tuñón), Rafael (Alberti) y Federico (García Lorca) saben -sabían- de convivencia, conversaciones, proyectos, de la vida en fin que en el barrio y en la casa ocurrían:
Raúl, ¿te acuerdas?
¿Te acuerdas, Rafael?
Federico, ¿te acuerdas
debajo de la tierra,
te acuerdas de mi casa con balcones en donde
la luz de junio ahogaba flores en tu boca?
¡Hermano, hermano!
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Mas, ¿qué sentido tiene pedir que recuerde el amigo que se sabe definitivamente ausente? Es porque va pereciendo incluso el recuerdo en la medida de la desaparición de ese testi­go de la felicidad remota. Y entonces el cambio es absoluto. Lo que al comienzo del poema se daba en contrapunto más o menos sordo, irrumpe abiertamente, como la misma guerra. Fuego, pólvora, sangre, bandidos de todo tipo que matan niños (chiquillos, en palabras de Federico) y casas (mi casa), dejan rota a España. Y lo que se entendía sólo como una firme toma de partido por la opción republicana se convierte en un ataque directo a los protagonistas de la situación que ha originado el asesinato (entre miles más) de su amigo Federico. Así se encuentran poemas tan directos como España pobre por culpa de los ricos, Sanjurjo en los infiernos, Mola en los infiernos o el atroz El general Franco en los infiernos, una de cuyas estrofas más suaves dice, por ejemplo

Aquí estás. Triste párpado, estiércol
de siniestras gallinas de sepulcro, pesado esputo, cifra
de traición que la sangre no borra. Quién, quién eres,
oh miserable hoja de sal, oh perro de la tierra,
oh mal nacida palidez de sombra.

Ni que decir tiene que Tercera residencia estuvo prohibidísimo en España3 y, con muchas y auténticas dificultades (y paciencia) no exentas, a veces, de peligro físico real, se podía conseguir, a través del amigo de un amigo de otro amigo, la edición de la argentina Editorial Losada… disimulada con una cubierta de los Evangelios católicos de Bover-Cantera (aún hoy se encuentra en las Redes la versión del libro censurada por el expeditivo sistema de páginas en negro).

Al fin, poeta total

 Pero hoy, víspera del día del recuerdo de su muerte, quedémonos con el poeta y no con el activista y, por elegir algo de su vasta obra, fijémonos en los Veinte poemas de amor y una canción desesperada que, como da a entender por ahí el propio autor, es la culminación de su producción poética. Lo anterior a ella ha sido necesariamente tanteo orientador, ascensión trabajosa; lo posterior, dispersión de lo logrado, tentativa de hombre que se siente infinito porque no alcanzó aún a determinar sus propios límites.

En este libro no se puede andar leyendo/viviendo a corazón lento. Sus senderos imponen un ritmo propio, que va de lo heroico a lo sumiso, en bruscos saltos a veces. A través de la milenaria senda del patetismo amoroso, Neruda ha encontrado un atajo suyo; y esa es la gloria que le conquista este libro.

En el poema número 1, el sentimiento nace con ímpetu, y abre ante sí el ancho espacio indispensable para la grandeza de su emoción. Su expresión elige el camino de las cosas; y, apenas ha entrado en el verso, ya se aprietan en su derredor las fuerzas y las manifestaciones del mundo:
Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.
A partir de aquí, la evolución del sentimiento con versos grandisugerentes, y no grandilocuentes, porque es precisamente un mérito muy encomiable de este poeta la justeza de la expresión, nada de adjetivos estrepitosos ni de metáforas dislocadas, nos conduce al poema veinte en el que, después de agitar, en complicidad con grandes símbolos, la total tragedia de su ambición de amor, el hombre y el poeta se aquietan en dulzura de tristeza última. Para exponerlo, el lenguaje que usa es sencillo. Es un estilo directo, humano. El mensaje del poema se transmite con facilidad y claridad.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche esta estrellada y ella no está conmigo.
Cualquier lector comprende lo que siente el poeta. Esta poesía nos transmite sus sentimientos sin metáforas artificiosas: se siente triste, dolido, solo y añora los tiempos en los que no lo estaba. Por la forma en la que está escrito, sencilla pero directa e intensa, despierta sentimientos que los lectores tenemos dentro. Oigamos el sentido recitado del poema número 20 en la voz del recientemente desaparecido Gian Franco Pagliaro y leamos, leamos (hoy al menos) a Neruda.

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1Aún hoy, los estudiosos de su obra no se ponen de acuerdo acerca de si el seudónimo (que adoptó para ocultar a su padre, obrero ferroviario, que publicaba poesías y que después transformó en su nombre oficial) se refiere al autor checo Jan Neruda o a un personaje de una novela de Arthur Conan Doyle. El autor nunca lo aclaró.

2Harold Bloom es un crítico y teórico literario estadounidense autor, entre otros, de The Western Canon: The Books and School of the Ages - New York: Harcourt Brace, 1994. (En castellano: El canon occidental: La escuela y los libros de todas las épocas. Ed. Anagrama, Barcelona, 2005) 

3Hay quien asegura que le ha resultado imposible encontrarla en las librerías. De acuerdo que no es precisamente un panegírico de quienes se sublevaron, pero si esas dificultades por encontrar hoy el libro traspasan el ámbito comercial, las conclusiones son inquietantes y preocupantes, ya que, pongamos por caso, la figura de Adolfo Suárez (1970/1985) es ya Historia y se puede analizar con objetividad, por lo que sería difícil justificar razonablemente que el franquismo, en la forma que narra el poeta, de 40 años antes, no lo fuera... salvo que realmente no lo sea, y siga teniendo la facultad de prohibir o censurar lo que le es incómodo.

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