lunes, 31 de octubre de 2016

Canción para un niño en la calle

Hay cosas en el mundo que no cambian, por desgracia para todos; encaramos ya la recta final de este año 2016 y, a juzgar por lo que se publica en los medios de comunicación, uno pensaría que ese problema que nos abochornó un año atrás, el de todos esos refugiados (familias enteras) que huyen del horror de una guerra, está solucionado porque ya no es noticia y los medios de comunicación ya dan por bueno el infame acuerdo de la UE con Turquía y los excesos de países como Hungría que,con dinero de las ayudas europeas que reciben levantan ignominiosos muros que contravienen las directivas a las que están obligados. Nada más lejos de la realidad: el tema está lejos de solucionarse. 

En los contados fragmentos de noticia que nos llegan podemos comprobar que la postura de los países bienestantes y apoltronados se ha, incluso, endurecido con esos parias (que podríamos ser cualquiera de nosotros) como si todo se redujera a que se pudieran aplicar o no numerus clausus en la acogida. Vergonzoso.

Pero hay una cuestión espeluznante de la que a duras penas se habla: el conflicto ha provocado una cantidad importante de niños SOLOS entre esa vorágine de gente, niños sometidos a explotación (pensemos que si ya firmas como las "patriotas" Zara o Mango utilizan a refugiados en los campamentos griegos para confeccionar sus carísimas prendas de moda, causa escalofríos pensar lo que se puede hacer a/con un niño indefenso) y abusos de mafias de todo tipo, condenados a no tener futuro. Y se sabe. Sólo cabe recordar el toque de atención (sin titulares de prensa, claro) de las ONG acerca de los miles de niños que han quedado aún más desprotegidos si cabe, tras la destrucción por las autoridades de la "Jungla" de Calais, en Francia, el campamento donde se hacinaban todos los que buscaban, como sea, llegar al Reino Unido. Repugna ver que los gobiernos sean a la vez tan insensibles al problema y tan estúpidos para que no se den cuenta del caldo de cultivo que están fabricando para cuando esos niños lleguen a adultos,... si es que llegan.


El problema no es nuevo, de acuerdo, pero nunca como hasta ahora había quedado tan al descubierto la desidia, cinismo e intereses ajenos de TODOS los gobiernos que, eso sí, se llenan la boca asegurando que luchan por los ciudadanos, todos iguales.

Ojalá la comunidad internacional (evidentemente la de los pueblos, habida cuenta que la de los estados se ha mostrado plagada de ineptos, incapaces, partidistas y avariciosos) SEPA cómo reaccionar antes de que sea demasiado tarde ya que, lo que está fuera de duda es que, si QUIERE buscar y encontrar soluciones buenas para todos, PUEDE.

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