domingo, 22 de octubre de 2017

De cumpleaños hoy y otros homenajes.




Hoy, 22 de octubre de 2017, además de ser el 44 aniversario de la muerte del músico catalán universal Pau Casals, nacido en El Vendrell (Tarragona), intérprete de fama mundial reconocido por su activismo en la defensa de la paz (fue nominado al Premio Nobel de la Paz), la democracia, la libertad y los derechos humanos, antifranquista convencido y declarado partidario de la independencia de Catalunya (es famoso su discurso reivindicativo, durante un homenaje que recibió en la ONU, ante Kennedy y U-Thant en el que tocó El cant dels ocells, composición tradicional catalana erigida hoy en todo el mundo en un canto a la paz), también cumple 80 años el gran poeta y también músico José Larralde. 

Centrémonos en este último. Prácticamente desconocido en España, José Teodoro Larralde Saad de nombre completo, José Larralde, Don José, "El Pampa", como se le suele llamar en su país, barbado y de voz grave, está considerado como el mejor folklorista argentino vivo y uno de los referentes más destacados de su género y de la música popular argentina, descollando, sobre todo, en la milonga campera.

Para quien no lo conozca, José Larralde1 nació en una pequeña ciudad del interior de la provincia de Buenos Aires, en la zona donde se inicia la llanura pampeana, hijo del emigrante vasco/navarro, José Larralde Iribarren Machicote Berrotagaraicoechea, con ascendencia árabe por parte de madre, y nieto de un abuelo, que no llegó a conocer, Teodoro Larralde, que, casualidades de la vida, era luthier, fabricaba instrumentos musicales, al parecer con bastante fama en el país y en el extranjero, en el pueblo navarro de Arantza (Aranaz).

Antes de poder dedicarse a la composición y al canto, Larralde realizó trabajos de albañil, mecánico, trabajador rural, tractorista y soldador y, finalmente, como él mismo lo define, de guitarrero y cantor, aunque prosiguió trabajando en esas tareas ajenas a la música mientras realizó sus primeras grabaciones. Musicalmente tuvo un inicio de carrera fulgurante, apadrinado por otro mito, Jorge Cafrune, que lo había oído cantar en una fiesta privada en casa de un conocido común.

Larralde se ha encontrado siempre a gusto cantando para un público cercano y ha huido por sistema de promociones y concentraciones masivas, pese a lo cual su música se ha vendido en Alemania, Australia, Brasil, Chile, Colombia, España, México, Paraguay, Uruguay y Venezuela, entre otros.
Dice sus verdades con su música popular de raíz folklórica, cantando contra todo tipo de lo que él considera injusticias y desigualdades. Ciertamente, en distintas etapas, sus versos adolecieron de un cierto hermetismo y rebuscamiento. Pero si se analiza su producción en forma global, es fácil entender la adhesión de un publico que con ella valora el desprecio de Don José por la maquinaria comercial, causante, las más de las veces, de la desvirtuación del género musical que cultiva. Reacio a la hora de figurar en los medios de comunicación y de recibir distinciones, rechazó sistemáticamente a lo largo de su carrera todo tipo de premios, negándose, como curiosidad, a que se incluyera su nombre relacionado con su obra en el Diccionario de la Real Academia Española. Curiosamente, se ha de reconocer que, en términos coloquiales, construyó su carrera como le dio la gana. Pero sin embargo no será arriesgado decir que es uno de los músicos más coherentes y fieles a su labor artística que hasta ahora se han podido escuchar en la Argentina. Larralde le ha cantado al amor, a la amistad, a la soledad, a la tierra y al silencio, pero el tono social siempre estuvo representado en sus historias cotidianas.“Yo canto sobre las cosas que viví“, cuenta a la hora de explicar el porqué de su universo temático y, a la hora de expresarlo, "Más vale no diga nada si por no subir el tono me va a amordazar el alma", cantó una vez. Pero, en toda su carrera, dijo mucho sin levantar el volumen de su voz. Siempre reflexivo, tantas veces profundo.

El que suscribe descubrió la música y los poemas de Larralde hace más de cuarenta años. Hay que recordar que por aquel tiempo hubo un desembarco masivo de músicos hispanoamericanos en España, unos huyendo físicamente de la inestabilidad en sus países y otros enviando aquí su obra aprovechando el boom; así conocimos y nos familiarizamos con Atahualpa Yupanqui, Facundo Cabral, Alberto Cortez (entonces Mr. Sucu-sucu), Jorge Cafrune, Gauchos-4 (Los Arribeños en Argentina, antes de venir a España), Víctor Jara, Quilapayun y un largo etcétera, que solían tocar en directo sus obras en pequeños y oscuros antros llenos de humo que hoy no estarían autorizados, rodeados de jóvenes y no tan jóvenes ávidos de escuchar en especial las letras de sus canciones, sobre todo las relativas, y había muchas, a la denuncia social (personalmente, siempre me quedará la duda por saber si el cantor/guitarrero que acababa usualmente su actuación en el entonces conocidísimo Pub Km, de Barcelona, con una de las canciones cumbre de la resistencia chilena anti-Pinochet El cautivo de Til-Til era o no su mismísimo compositor, el exiliado músico chileno Patricio Manns). Es bueno rememorar que la llegada de esos músicos era en realidad la continuació de la tendencia iniciada en los años sesenta con el desembarco, en plena dictadura, en Barcelona (donde, a pesar de la represión, el ambiente y la convivencia social eran, como ahora, envidiables, pese a las voces interesadas en sembrar cizaña de lo contrario y se percibía ajena a la tirantez y oscurantismo del Madrid centro de poder) de un grupo de escritores sudamericanos capitaneados por Garcia Márquez, Vargas Llosa, José Donoso y, de manera intermitente, Carlos Fuentes o Julio Cortázar. Es indiscutible el ansia por la superación de la indigencia político/social de la juventud española de aquella época, que, volviendo a la música, absorbía con fruición las ideas revolucionarias de aquellas canciones, casi recreando con ello aquel fragmento de las Coplas del payador perseguido, de Yupanqui: "Si uno pulsa la guitarra pa' cantar coplas de amor, de potros, de domador, de la sierra y las estrellas, dicen : <¡Qué cosa más bella! ¡Si canta que es un primor!> Pero si uno, como (Martín) Fierro, por ahí se larga opinando, el pobre se va acercando con las orejas alerta, y el rico vicha la puerta y se aleja reculando". Y es que, en palabras de nuestro Larralde, "El cantor que no opina, no es cantor". Pero eso es otra cosa, que excede esta entrada.

Larralde nunca vino a España, y su música se difundió por medio de la radio de entonces, y no de forma masiva. Había en aquellos años entre nosotros un locutor nacido en Mendoza (Argentina), Alberto Domper2, que desde Radio España, de Barcelona, dirigía y presentaba, entre otros, un programa nocturno/de madrugada en el que alternaba la música con las reflexiones, seguramente para hacer más llevadero el tiempo a los oyentes insomnes. El programa, que ya cautivaba en su presentación con la voz cálida y cercana del locutor ("... baja esa luz, deja sólo el resplandor del ventanal, y, en la penumbra de tu cuarto, sueña..."), era aprovechado por Domper para dar a conocer la buena música de su tierra, y coincidió que durante varios días programó, acompañándolas de sus comentarios, todas las piezas musicales de, concretamente, el disco de Larralde Pa' que dentre. Y fue un gran descubrimiento que dio pie a profundizar en la extensa obra poética y musical de Don José, que no decepciona.

Precisamente en ese disco Pa' que dentre figura, junto a piezas cantadas, un monumento de milonga campera que, aprovechando que hoy es el cumpleaños del autor, podemos oirlo con respeto y dedicarlo también a esas mujeres a las que se refiere la milonga, esas mujeres abnegadas, a menudo maltratadas por una sociedad insensible, que lo dieron (o le quitaron) todo sin tener nada a cambio, que eran, simplemente, una herramienta más al servicio de los caprichos y los trabajos del poderoso, herramienta de la que se prescindía sin rubor y con indiferencia cuando dejaba de necesitarse, pero mujeres que han contribuido calladamente con su sacrificio anónimo a que hoy en el fondo seamos quienes somos y a quienes les debemos un sentido homenaje, particularmente emotivo si hoy coincide también con la fecha de su cumpleaños, como ocurre con el autor.




La canción tiene por título Estatua de carne y se inicia con un canto de amor apasionado a la tierra, a su Pampa, donde la vida vive, donde muere la muerte, a la que el autor se declara apegado ("Mi tierra pampa, de allá vengo, sin haberme ido nunca, sin dejarla nunca, tratando siempre de crecer por dentro") para enlazar con la dramática descripción de la mujer india que encontró y que sacudió mi vergüenza. Nos puede parecer excesiva y lejana la descripción del personaje pero, en realidad, los casos casi como el que narra, en un cerrado ambiente rural, de mujeres sometidas por el cacique de turno y sabiendo que su vida no tenía futuro, nos son, por desgracia, muy cercanos en el tiempo, sin ir más lejos en determinados pueblos durante la relativamente reciente larga posguerra tras nuestra guerra (in)civil, tan larga que aún hoy hay facetas que parecen demostrar que el tiempo no ha pasado. ¿o realmente, por ejemplo, nos suena solamente como recurso poético que nos cueste identificar cuando Larralde nos dice de ella que hasta el peso de los brazos cansa cuando siempre se los tuvo pa´ abajo recogiendo tiempo vacío de esperanza?

Larralde consigue magistralmente despertar nuestra sensibilidad con el poema al relatarnos la explotación y el desprecio que sufre la mujer en todos los ámbitos para acabar afirmando que lo único que tiene es el silencio, y porque no da leche se lo dejan. Antes de volver a una especie de serenidad emocional con, otra vez, el recurso de la descripción de su Pampa, nos hace partícipes de la pregunta fundamental: ¿En qué lugar de la vida nace la resignación? después de admitir que el personaje se cansó de esperar nada. Y, por si quedaban dudas, pone en el altar de la comprensión y el reconocimiento que merecen el sufrimiento callado de la mujer: Me sentí tan pequeño ante tanta grandeza...

Grandes, muy grandes ellas y mezquinos, muy mezquinos quienes lo hacen o consienten. No es nuevo: ya Homero construyó en su obra La Odisea (hacia el siglo VIII a.C.) el personaje de Penélope dentro del género épico, con una clara función modélica: fundamentalmente sumisión, fidelidad, dedicación, belleza, preocupación única por los intereses del amo/esposo. En las imágenes que se conservan de esta etapa histórica se plasma el modelo de mujer joven con velo, sola, afligida, sufriente, meditabunda, dando carta de naturaleza a esa sumisión/explotación que ha llegado hasta nuestros días y que, en algunos entornos, incluso, se ha convertido en ley.
Parafraseando a Larralde, si algún día... llegara mi copla hasta tu oído, no pienses que te estoy utilizando para este sincero homenaje, sea o no la fecha de tu cumpleaños.

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1Es interesante destacar la valoración que hace el mismo José Larralde sobre su apellido vasco: “No cambié el apellido para mi carrera artística, porque es el único y mi más sentido reconocimiento que puedo hacer por mi padre: ser un Larralde y con orgullo decir, ¡yo soy hijo de vasco!”.

2Alberto Ventura Domper, para ser exactos en su nombre completo, desarrolló casi toda su carrera radiofónica en España, después de pasar por varias emisoras de Hispanoamérica, hasta su muerte por un infarto a mediados de los años 90 del pasado siglo. Su labor profesional fue distinguida en tres ocasiones con el premio Ondas.

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