viernes, 19 de enero de 2018

De "persona" a "Recurso Humano" (I)

Hay cosas en nuestro día a día que nunca acabaremos de entender aunque nos resulten tan comunes y cotidianas que nos pasan casi desapercibidas; eso de la comunicación y las relaciones a través de las Redes Sociales (algo tan extendido hoy día) es una de ellas. Y uno llega a la conclusión de que en este campo, como en otros también, naturalmente, las expresiones tácitas, las medias palabras, los mensajes sugeridos, las ideas apenas hilvanadas, etc., confieren al final una amalgama que le va dando forma, todo junto, a la comunicación.

Otra cosa es la forma en la que se desarrolla esta comunicación, básicamente en público o en privado en las mismas Redes, que nos suele dar más información que el simple contenido del comunicado (por relevante que sea) el hecho de elegir una forma u otra. Por cierto, prescindimos de analizar en estas líneas también el "estilo" de algunos comunicantes, cuyo único argumento es la injuria (siempre en formato público), para no descender a su nivel. Veámoslo con un caso real.

Como los pacientes (y valientes) seguidores de este blog, seguramente, recordarán, en fechas cercanas a la pasada Navidad, se plasmaron unas reflexiones sobre ciertas (y, cuando menos, cuestionables) prácticas en la gestión de los Recursos Humanos, desde perceptibles incoherencias en el reclutamiento a sonoras contradicciones entre las tareas exigidas y el perfil profesional del trabajador, por no hablar de la obligación, en algunos casos, para los empleados, de gestionar con los clientes, sin información previa, productos/servicios claramente perjudiciales para ellos. Pues bien, aunque en estos casos , es normal recibir comentarios elogiosos o críticos (todos son de agradecer) por diferentes vías, en el que nos ocupa TODAS las comunicaciones han sido por canal privado, y con un denominador común: todas dicen que lo que se expone en el blog se queda corto, y todas eligen ese canal en evitación (por pánico, realmente) de posibles represalias ya que los comunicantes son personas, algunas conocidas, que están o han estado muy vinculadas a la gestión de personas y relacionadas con organizaciones que, formalmente, son de aquellas que pasan por ser polos de atracción del talento, y en las que ingentes cantidades de candidatos suspiran por trabajar.
Resultado de imagen de grandes empresas españolas

Estas comunicaciones, su contenido y su formato, conducen sin duda a nuevas reflexiones (limitadas en esta entrada a las paradojas en la selección/reclutamiento), enfocadas a intentar entender por qué se producen estas atrocidades1. En principio cabe partir de la base de que todas estas organizaciones disponen de Departamentos (a menudo potentes y prestigiados) de Recursos Humanos que, de manera genérica (es usual que todas la definan, más o menos, así) dicen tener como misión la de atraer, retener y motivar al personal idóneo para la organización definiendo, lógicamente, quién es el personal idóneo para ella y pensando, por tanto, en todas las características que tienen las personas, sexo, edad, formación, experiencia, estilo de personalidad, habilidades, conocimientos, competencias (palabra muy usada pero de una ambigüedad clamorosa) y ver cuáles de ellas son relevantes en cada caso.

La teoría es clara. ¿Dónde está el desfase de la práctica? ¿O es que la teoría no está tan clara? ¿De qué hablamos en los procesos de selección, de personas o de recursos humanos? Porque no es lo mismo pese a que el uso no inocente del inocente lenguaje nos haga considerar que es igual gestionar personas en su puesto de trabajo que gestionar el departamento de recursos humanos de una empresa... A ver, una empresa tiene necesidad, para desarrollar su actividad, de recursos técnicos, de recursos logísticos, de recursos financieros,... de recursos humanos,..., como se ve, con significado puramente contable, siendo estos últimos, desde el punto de vista empresarial, independientes de quienes y cómo son las personas que los integran.  Por eso consideramos normal que se hable del coste de los recursos humanos (criterio contable) a la vez que de la motivación (relacionada con la voluntad y los sentimientos) de las personas/los empleados.

Hasta tal punto llega la confusión conceptual que la mismísima Aedipe2 ha publicado uno de sus últimos boletines con el revelador título de "Las personas no son lo más importante en una organización" basándose en las experiencia (en empresas, de las que asume el punto de vista) del autor, que lo lleva a concluir que es el talento lo más importante en una organización no las personas (en general). Son importantes esas personas que aportan valor en su día a día, que suman, que se equivocan, que piden disculpas, que ofrecen su mejor versión, que se evalúan, que quieren mejorar, que son flexibles, que son exigentes con ellas mismas y con los demás.

Por el contrario, existe otro tipo de figuras (antitalento) que no quieren hacer las cosas bien, que disfrutan (o eso creen) con el conflicto y con un entorno enrarecido, que cuchichean, que tergiversan las cosas, que marean y desenfocan… Estas personas, no son lo más importante de la organización, porque hace mucho tiempo que sus objetivos no están alineados con los de la compañía, ni con los del equipo, compañeros, etc. Sin embargo, a pesar de tomar la óptica de empresa en su análisis,el autor admite que en muchas ocasiones el problema se encuentra en las partes altas del organigrama, que, digo yo, parecen haber olvidado las misiones publicadas, asignadas al departamento de recursos humanos de su rol para cuidar de que no se produzcan esas desviaciones, perniciosas para la empresa pero también para la persona.

No, nadie dice que sea fácil armonizar el lícito objetivo económico de la empresa con la aspiraciones,inquietudes y expectativas de las personas que han de conseguirlo; por eso es claramente función de la dirección de Recursos Humanos de la empresa y del resto de puestos directivos de ella colaborar en la creación de un grupo de personas que, lejos de quemarse a las primeras de cambio (burn-out, en el argot fino), sean capaces de generar un entono de trabajo que sea saludable, productivo y que genere emociones positivas. Y eso empieza antes de la incorporación al puesto de trabajo, considerando que no se trata de buscar un tapón para tapar un agujero (que eso, y perdonad, parece a veces la búsqueda (?) para cubrir una vacante); eso comienza por algo tan razonable, aunque tan desconocido en la práctica, particularmente en departamentos internos de Recursos Humanos más que en empresas externas de selección, como es analizar el puesto de trabajo que está vacante, ya que a partir del cual se derivarán el resto de funciones y, por tanto, el perfil profesional buscado.
Unas precisiones, que nunca están de más. Básicamente, por Puesto de Trabajo se entiende el conjunto de objetivos particulares, actividades y áreas de responsabilidad que debe asumir la persona que lo ocupe para contribuir a la consecución de los objetivos de la empresa en los plazos fijados. 

Así, a partir de esta definición, se puede afirmar que conocer el contenido y contexto de los puestos de trabajo que existen en la empresa es un proceso clave para el desarrollo de las actividades del departamento de recursos humanos, ya que es el punto de partida de gran parte de sus actividades profesionales. De ahí la importancia de que se conozcan las técnicas relacionadas con su estudio.
Resultado de imagen de human resources

Es por ello, que el análisis debe realizarse de un modo planificado y estructurado, definiendo previamente qué información es la que se quiere obtener, para así, identificar, comprender, definir y describir los aspectos relevantes de un determinado puesto de trabajo, esto es, tanto su contenido como el entorno en el que se desarrolla, para entre otros aspectos, reflejar la importancia que su correcto desempeño tiene para la consecución de los objetivos marcados por la empresa. Sin embargo, el puesto de trabajo se compone además de una serie de exigencias que debe reunir la persona que lo desempeñe, las cuales determinarán los conocimientos, habilidades, actitudes y aptitudes necesarias, dando lugar a lo que se conoce en el ámbito de la gestión de personas (no de Recursos Humanos) como competencias, las cuales se entiende como lo que permite a la persona desarrollar su puesto de trabajo de forma eficiente, eficaz y segura, y relajada para su perfil personal.

Sólo una vez que se obtiene y analiza la información acerca de los aspectos del puesto de trabajo, se puede proceder a la selección y reclutamiento de personal teniendo muy en cuenta ya desde ese momento que el análisis de las exigencias de los puestos es el punto de partida para determinar las acciones formativas coherentes y efectivas en función de las necesidades detectadas, incluyendo, en su caso, el diseño y ejecución de Planes de Carrera (un plan de carrera debe estar basado en el conocimiento de las exigencias presentes y futuras que plantean a sus ocupantes los distintos puestos de trabajo de la organización).

Otras cosas ligadas al puesto de trabajo que deben conocerse antes de la incorporación son minucias tales como los criterios para la evaluación del desempeño en el mismo, la valoración diferencial de puestos, qué planes de Seguridad y Salud existen, cómo se enfoca la conciliación, etc.

La pregunta del millón (y no es retórica) es que si los departamentos internos de las empresa destinados a gestionar personas (se llamen como se llamen) conocen estos principios, ¿por qué hay tanto profesional del ramo (que prefiere el anonimato, lo que, globalmente, es inquietante) convencido de que no los suelen aplicar?

Acabamos nuevamente con música de Joaquín Sabina, con una canción que describe los reveses de la Fortuna, en los que un currículo brillante no es la lámpara de Aladino. Nos puede pasar a cualquiera, de acuerdo. Lo que es lamentable es que determinadas prácticas empresariales lo alienten. 



------------------------
1No es una expresión excesiva o exagerada. El Premio Nobel de Economía de 2008, Paul Krugman, habla sin ambages en uno de sus libros (¡Acabad ya con esta crisis! - Ed. Crítica, Barcelona, 2012) de vidas arruinadas por la diferencia, casi siempre en contra del trabajador, entre su perfil profesional y la realidad de las exigencias laborales que encuentra, lo que, según Krugman, puede afectar a toda su vida laboral, especialmente en épocas como la actual, caracterizada por empleo escaso y precario.

2La Asociación Española de Dirección y Desarrollo de Personas (AEDIPE) es una asociación privada, sin ánimo de lucro, independiente de cualquier entidad u organismo político o sindical, constituida en el año 1965. A día de hoy, según declaran en su web, forman parte de ella 3.000 profesionales que se dedican a actividades relacionadas con la Gestión de Personas/ Recursos Humanos vinculados a más de 2.000 empresas o instituciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario