miércoles, 13 de julio de 2022

Historias y canciones.


Cuando yo era niño – hace
unos cuantos años – en la escuela nos decían que los seres humanos somos “animales racionales” aunque, se puntualizaba, unos más animales que otros. Ahora, tiempo después y, seguramente, gracias a Internet, sabemos que eso no es del todo cierto; somos animales, sí, pero emocionales. Por eso reaccionamos tan bien ante la música y precisamente lo que define a una buena canción es la respuesta emocional que despierta en nosotros. “Riders on the Storm(Jinetes en la tormenta), de The Doors, que escuchaba días atrás, es uno de esos temas que tan pronto como comienzan a sonar evocan un estado de ánimo determinado y que, además, identificamos inmediatamente, en este caso gracias a esos primeros acordes que tan bien imitan el sonido de la lluvia primero, y el de una tormenta después. Musicalmente, el tema está firmado por el grupo The Doors al completo, es decir, John Densmore (batería), Robby Krieger (guitarra), Ray Manzarek (teclados) y Jim Morrison (voces), quienes lo compusieron a partir de la que pasa por ser la mejor canción country de todos los tiempos, “Ghost Riders in the Sky1 (Jinetes en el cielo), escrita en 1948 por Stan Jones y versioneada desde entonces por cientos de artistas en una decena de idiomas. En todo caso, el grupo californiano se reunió para grabar a finales de 1970 en los estudios Doors Workshop, de Los Angeles, y se llevaron con ellos a los bajistas Marc Benno y Jerry Scheff. Allí, entre todos compusieron la canción, con Manzarek diseñando la melodía maestra y Morrison la controvertida letra. Manzarek contaba que empezaron improvisando, sin una idea muy clara de hacia dónde iban. Tocaban los primeros compases de “Ghost Riders in the sky” acompañados de la letra original, cuando Morrison les interrumpió diciendo que tenía algo mejor y allí mismo fue donde pasó de ser “in the sky” a “on the storm”. Inmediatamente, Manzarek replicó el ritmo del verso con el teclado, un Fender Rodes eléctrico.


Así que ya tenemos al bajo estableciendo el ostinato de una road song: estamos en la carretera, en la autopista, y empieza a llover. Es el órgano de Manzarek haciéndonos ver mentalmente la lluvia. A continuación, llegan los truenos, con lo que el efecto es ya total, estamos en medio de una tormenta, en el desierto. Y entonces entra la voz grave de Morrison:

Riders on the storm

Riders on the storm..

La canción se desarrolla con un ritmo monótono, hipnótico, como si estuviésemos conduciendo por una carretera interminable. A medida que se aproxima el final del tema, los truenos y la lluvia vuelven a hacer su aparición, hasta que finalmente la melodía se difumina, se va apagando. La lluvia se vuelve cada vez más débil y ya solo queda alguna gota aislada, aquí y allá. Esto en lo que concierne a la parte musical de la canción, ya que en lo relativo a la letra, a pesar de ser solo tres estrofas (con la primera repitiéndose al final), hay mucho que contar. Pero antes demos un paso atrás y pongámonos en situación, porque el contexto lo es todo. Estamos hablando de finales de los sesenta y principios de los setenta del pasado siglo, una época efervescente en la que no paraban de surgir auténticas revoluciones en los planos cultural y social. Para empezar el propio grupo The Doors había tomado su nombre del título del libro The Doors of Perception, en el que el conocido místico y escritor inglés Aldous Huxley defendía el uso de drogas alucinógenas con el fin de “expandir la conciencia” y acceder a una realidad que no percibimos en nuestro estado normal. El problema de las drogas psicotrópicas, sin embargo, es que a veces te “expanden la conciencia” y, a veces, hacen que se te vaya la olla y empieces a hacer “cosas raras”, por eso la idea no acabó de cuajar. The Doors, con Jim Morrison y Ray Manzarek al frente, estaba en el centro de toda aquella movida, haciendo rock psicodélico de alto voltaje y convirtiéndose en el grupo de referencia en la Costa Oeste de los Estados Unidos.


En cuanto a la letra, para la segunda estrofa, Morrison se inspiró en el asesino en serie Billy Cook, que a principios de los cincuenta salió un día de casa a recorrer mundo haciendo autoestop y por el camino mató a seis personas y un perro (¿?), entre ellos, una familia con tres niños que iban de vacaciones y que le recogieron en la carretera. Una fea historia sin pies ni cabeza. El propio Morrison había hecho autoestop durante algún tiempo y tenía montones de libretas llenas de notas con sus experiencias, lo que le había llevado en 1969 a iniciar el rodaje de una película experimental de metraje medio con el argumento de un autoestopista que se dedica a (¡adivin
ad a qué!) cargarse a la gente. La película, Morrison siempre la había considerado “…como un ejercicio de calentamiento para algo más grande”, según declaró a la revista Rolling Stone; no llegó a estrenarse en los Estados Unidos porque justo por aquellas fechas a Charles Manson y a su cuadrilla de pirados les dio por matar a nueve personas en apenas dos meses y, como suele decirse, no estaba el horno para bollos. El contenido de las otras dos estrofas de la canción (primera y tercera) ha sido relacionado a menudo con una visión de la vida, según la cual los seres humanos somos “arrojados” a un mundo sin sentido ni propósito y sobre el que no tenemos ningún control, y Riders on the Storm finaliza con una cierta ambigüedad, porque tras estos versos, el cantante vuelve a recitar una vez más la primera estrofa, tal vez sugiriendo la lucha que estaba teniendo lugar en su interior. Por supuesto es imposible saber qué estaba pasando exactamente por su mente en aquellos días, pero todo cobra un significado especial cuando tenemos en cuenta todo lo anterior y le añadimos el dato de que moriría muy poco después (en Paris, a los 27 años, como Jimi Hendrix, Janis Joplin, Kurt Cobain o Amy Winehouse, y existen muchas versiones sobre su muerte, incluyendo la idea de un suicidio y la de un asesinato. Incluso se puso en duda el hecho mismo de su muerte)


La discográfica situó
la canción en el peor puesto del disco, al final de la cara B del LP L.A. Woman, el último que grabaría el grupo al completo. Hoy, es un clásico del rock que innumerables grupos y solistas han incluido en su repertorio y que entró en el Grammy Hall of Fame en 2010. Sin embargo, al principio y como es fácil imaginar, lo que la gente recordaba sobre todo era que estaba inspirada en un asesino en serie.


Cosas que pasan…

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1«Ghost Riders in the Sky: A Cowboy Legend» es una canción country de 1948 de la se han realizado múltiples versiones desde 1949. La canción habla de un vaquero que tiene una visión de un rebaño de vacas con ojos rojos cruzando a galope el cielo, a las que los fantasmas de vaqueros malditos van arreando. En un momento dado, uno de ellos le avisa de que si no cambia su actitud, terminará persiguiendo para siempre las ganaderías del diablo a lo largo y ancho del cielo infinito. La historia de la canción tiene un parecido muy marcado con el mito de la Cacería salvaje de la mitología nórdica. Más de cincuenta artistas han grabado versiones de este clásico, las más conocidas son de Vaughn Monroe (con orquesta y cuarteto vocal), por Burl Ives, por The Brothers Four, por Bing Crosby (con los Ken Darby Singers), Frankie Laine, Marty Robbins, Johnny Cash, Tom Jones/Raphael (a duo, en castellano e inglés) e incluso Milton Nascimento. También ha sido grabada sólo instrumental por los grupos Shadows, Pekenikes, Los Baby's o el tenor Pedro Vargas.

 

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