miércoles, 30 de abril de 2014

De problema estadístico a problema social

Como ya es bien sabido a estas horas, se acaban de hacer públicos los datos de la última Encuesta de Población Activa (EPA) y han hecho correr ya ríos de tinta de interpretaciones de sesudos analistas que se convierten en amables alabanzas o feroces críticas, dando a entender en el fondo de que es verdad aquel adagio de que la estadística es una ciencia metida con calzador entre las ciencias exactas, y que un mismo dato admite una determinada interpretación a la misma vez que la opuesta.
En el caso que nos ocupa, es llamativo ver que el gobierno, para defender su gestión, se agarra como a un clavo ardiendo al dato de que la cifra total de parados registrados en el sistema disminuye en 2.300 personas (contextualizando el número, representa el 0,00038 % del total de parados, que no parece que sea motivo de echar las campanas al vuelo con la euforia que lo hace el gobierno) olvidando que el total de personas reconsideradas activas (en edad y condiciones de trabajar) en este país ha caído en 187.000 personas en el mismo período estimado, claro indicador de que la menor cifra de parados no se debe a la creación de empleo, sino a otros factores, sin descartar los demográficos.

Sin embargo, lo que es realmente muy preocupante de los datos que ofrece la EPA es lo que suele figurar en segundo término, al final del informe. Antes de recordar esos datos, repito, muy preocupantes, se hace necesario traer a colación la similitud de la gestión de un país con la de una empresa normal, con todos los matices que se quieran introducir. Los buenos gestores de empresa saben de sobras que para resolver un problema, primero se ha de identificar, después reconocer y en último lugar afrontarlo tomando las medidas apropiadas en función de su origen y alcance. Si, por ejemplo, falla la venta de abanicos de metacrilato en Suecia, la solución a adoptar es diferente si el problema es del producto, del material de que está hecho o del cliente al que se dirige, y, en el caso dramático del paro en nuestro país da la impresión de que se ha olvidado el ABC de estudiar el origen para afrontarlo, además de la constatación de que las medidas tomadas hasta hoy en el problema han resultado, en el mejor de los casos, inútiles, cuando no claramente contraproducentes.


En un ejercicio de difícil comprensión, nuestros poderes públicos se entestan en presentar el paro como ligado a la macroeconomía, de forma que, cuando ésta parece que empieza a cambiar su tendencia, se proclama que el paro esta en vías de solución, cuando son cosas absolutamente dispares. Cuanto más tiempo tarde en entender el gobierno que el paro no es un tema estadístico sino un auténtico problema social, más difícil le será tomar medidas eficaces.
Volvamos a los datos de la EPA para argumentarlo: el número de familias en las que todos sus miembros acitvos están en el paro ha aumentado en 53.000 para situarse en 1.978.000 (puntualizo que familias no personas) y que las familias en las que alguno de sus miembros activo está en paro es del 35 % del total cuando al inicio de esta crisis era del 14 %. ¿para qué seguir?
A la vista de estos y otros datos, el rebajar realmente la cifra de parados no es sólo para poder ofrecer a los socios comunitarios unas estadísticas que merezcan su aprobado sino para evitar sembrar desánimo que desemboque en soluciones no deseables. Y no es nada apocalíptico, al contrario, es algo que se ha de saber y prever. A la hora de buscar soluciones ¿se ha dado cuenta quien debe de darse cuenta que está creando una generación sin ningún futuro? Da escalofríos pensar cómo será la vejez de nuestros jóvenes, sin trabajo (sin cotización, por lo tanto), sin estabilidad, sin posibilidades....Pero no hace falta situarse tan en el futuro:¿cuál es la situación del parado actual de más de 45 años?
No, el paro es un problema social, no estadístico, y para afrontarlo hay que desarrollar políticas centradas en la realidad de las personas y no en maquillajes estadísticos macroeconómicos.

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