domingo, 6 de julio de 2014

"Pero temo que mañana lloraré" (King Crimson)


Tomo prestado para el título de la entrada el estribillo de la canción "Epitaph", de King Crimson, compuesta hace más de 40 años y que, en algunas cosas no ha perdido vigencia. Es el sentimiento de confusión que también proclama la letra de la canción el que hace presagiar ese temor futuro. 
Y eso puede aplicarse a la gestión política de hoy día; entre propuestas "sonda", propuestas contrarias a la persona, propuestas inconscientes preñadas de ignorancia, etc., todo ello adobado por un indisimulado culto a los "intereses de mercado" en lugar de los ·"intereses de las personas" con la mente puesta no en las próximas generaciones sino en las inminentes elecciones, hace que día sí día no y el de enmedio también uno quede dominado por la perplejidad en la estupidez (¡que, increíblemente, busca votos!) de algunas iniciativas como la que se cita a continuaciónón.


La noticia: La Unión Europea (UE) contabilizará en el Producto Inerior Bruto (PIB) las ganancias de la prostitución y el tráfico de drogas.

La prostitución y el trafico de drogas están a punto de reflejarse en las economías de la UE, que introduce normas para incluir sus beneficios en el PIB y así, en unos dos meses, España, el Reino Unido e Italia incluirán en sus estimaciones del PIB los ingresos que aportan estas actividades ilegales. De este modo dichos países se suman a Estonia, Austria, Eslovenia, Finlandia, Suecia y Noruega, que ya contabilizan la aportación de la prostitución y las distintas formas de tráfico ilegal de bienes y servicios a sus respectivas economías.

Como la prostitución y el consumo de drogas son legales en algunos países -como en los Países Bajos- (el barrio rojo de Amsterdam así como los 'coffe shops' que ofrecen marihuana contribuyen con unos 2.500 millones de euros al año a la economía nacional, más que el consumo de queso, producto típico holandés, según las autoridades), los funcionarios de la UE sostienen que es justo que los demás estados reconozcan esas actividades en sus cuentas nacionales, sin  caer en la cuenta de la paradoja de que sean  ilegales en ellos. Los cálculos oficiales hechos públicos hace unos días bajo las nuevas directrices europeas mostraron que dichos sectores representan alrededor del 0,4% del producto interior bruto (PIB). Así las cosas, se espera que la prostitución y el tráfico de drogas en Reino Unido generen un beneficio de  unos 10.000 millones de libras esterlinas (casi 13.000 millones de euros o unos 16.000 millones de dólares) y según algunos cálculos preliminares, este cambio aportará al PIB español como mínimo 10.000 millones de euros. 

Detrás de la noticia, lo que domina es la confusión al comprobar que los criterios aplicados por los funcionarios son meramente de mercado por encima de que se traten de problemas sociales que lo último que necesitan es esa doble moral de mirar a otro lado en su resolución mientras se sacan a pasear sin rubor para tapar otras responsabilidades. Es cierto que Francia ya ha dicho que no van a añadir el tráfico de drogas ilegales o la prostitución ilegal a sus cálculos macroeconómicos debido a que tales operaciones no siempre se basan en el consentimiento mutuo, pero, en general se frotan las manos declarando, como Raoul Ruparel, jefe de Investigación Económica del centro de estudios Open Europe, que la dinámica más interesante se observará cuando calculen el tamaño de la porción del presupuesto de la UE. Curiosamente, Grecia trató de implementar la medida en 2006, cuando el dinero procedente de la prostitución, las drogas y el blanqueo de capitales disparó su PIB en un 25% de la noche a la mañana, pero, también curiosamente, entonces Bruselas rechazó las cifras revisadas. Si una de las razones esgrimida por los sesudos funcionarios es que la prostitución y el consumo de drogas son legales en algunas jurisdicciones, ¿no sería más razonable analizar su legalidad o ilegalidad desde el punto de vista social y humano antes de contemplarlos sólo como fuente para la captación de impuestos?

La pregunta es: ¿Alguien cree que salvará esta polémica medida la maltrecha economía europea?
Es evidente que el cambio, si finalmente se implementa, se verá reflejado sobre todo en las economías más pobres, cuyo PIB se verá aumentado en varios puntos porcentuales, incrementando de esa forma su parte del pastel de la UE porque las cifras serán incluidas en los cálculos nacionales de PIB y contribuirán a determinar la cantidad del presupuesto de la UE, que ejecuta así leyes que se aprobaron hace 15 años, pero que no han sido cumplidas. Los funcionarios de la UE dicen que el cambio permitirá establecer comparaciones económicas solidas entre los estados miembros. No obstante, si en la teoría, por lo que parece, la llamada 'economía sumergida' puede traer a los países europeos grandes éxitos, algunos analistas advierten que en realidad es poco probable que la situación cambie para mejor teniendo en cuenta que los traficantes y proxenetas no son muy escrupulosos a la hora de cumplir con el pago de impuestos.

 "Esto no es una solución a la desaceleración económica de Europa. Si en su país las personas se ven obligadas a trabajar clandestinamente, no es una recuperación saludable", explicó Athanasios Vamvakidis, jefe de estrategia cambiaria en Europa del Bank of America-Merrill Lynch.
Además, numerosos expertos destacan que no se entiende muy bien el razonamiento de los legisladores que han apostado por algunos nichos "llamativos" de la economía sumergida ignorando otros y que, por otra parte, en palabras de James Ashley, economista jefe de RBC Capital Markets, es importante no obsesionarse con la inclusión de las actividades ilegales en las cuentas nacionales. "Es un elemento interesante, es un tema de conversación, pero las cosas más interesantes están en otra parte, en otros cambios legislativos que son, económicamente hablando, más importantes"

En definitiva, una absoluta confusión provocadora de futuros llantos acerca de temas que un día u otro habrán de abordarse seriamente como lo que son, un problema social, y no aprovecharlos irresponsablemente en el tratamiento de un problema macroeconómico, que es llanamente de maquillaje de datos presentados a países socios, lo que precisa claramente otro enfoque.

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