viernes, 23 de junio de 2017

La verbena de Sant Joan, antes y ahora


Mañana es la festividad de San Juan Bautista, lo que quiere decir que esta noche es la víspera, la Noche de San Juan, en la que se celebra en Catalunya la Revetlla (verbena) de Sant Joan, la Nit del Foc (Noche del fuego) o la Nit de les Bruixes (Noche de las brujas), que con todos esos nombres se la conoce. Realmente, la Noche de San Juan es una festividad de origen pagano que, como tantas otras, fue asignada a una advocación cristiana, en la que se suelen encender hogueras o fuegos. El origen de esta costumbre se asocia con las celebraciones agrícolas en las que se festejaba la llegada del solsticio de verano, el 21 de junio en el hemisferio norte, cuyo rito principal consiste en encender una hoguera con la finalidad de "dar más fuerza al sol", que a partir de esos días iba haciéndose más "débil" (los días se van haciendo más cortos hasta el solsticio de invierno, el 22 de diciembre, de celebración también adaptada al cristianismo, en ese caso la Navidad). Simbólicamente, el fuego también tiene una función "purificadora" en las personas que lo contemplaban y, en una reminiscencia de las antiguas tradiciones, se cree que los deseos se harán realidad en esta noche. Se celebra, con variantes, en muchos puntos de Europa y de América Latina.

En España son conocidas, sobre todo (sin que eso signifique despreciar otras costumbres, claro) las Fogueres de Sant Joan, en Alicante, la Revetlla de Sant Joan en Catalunya y las llamadas Falles del Pirineu1, que se celebra en distintas localidades de Aragón y Catalunya y que está declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

Pese a ser celebraciones, todas ellas, con un fuerte arraigo en las tradiciones, nadie puede negar su evolución y adaptación (sobre todo en zonas urbanas) a las nuevas formas de vida social. Y si quedan dudas echemos un vistazo a lo que era y lo que es la Fiesta de San Juan en Barcelona.

No hace muchos años, el ritual de la Revetlla consistía de forma estándar en:

1.- Localizar algún conocido o amigo-de-un-amigo que dispusiera de una casa o local vacío lo suficientemente espacioso para pasar en él, un grupo reducido, la noche de Sant Joan. Y lograr ser invitado, claro.¡Ah!: los padres y demás adultos debían estar "de viaje" y no aparecer por allí.
2.- Aportar un tocadiscos (la verdad es que la calidad de sonido tampoco tenía mucha importancia) y unos cuantos discos, entre ellos alguna novedad traída de Andorra y una mayoría de música de la conocida como "lenta".
3:- Llevar cuatro petardos sonoros, pero sólo para que los demás supieran que se disponía de ellos y se decidía entre todos usarlos, nunca a iniciativa propia, que podía ser rechazada.
4.-Ir bien aprovisionado de cava en lugar de otra bebida (era la ocasión, junto con Navidad, en que se echaba la casa por la ventana) y de cocas (tortas) variadas: de fruta, de cabello de ángel, de llardons (chicharrones),... porque la noche es larga y no conviene desfallecer.
5.- Dejar marcada una hora (que a la hora de la verdad nunca se cumplía) en que se abandonaría la casa para ir a la playa más cercana ya que la tradición manda que la revetlla ha de acabar viendo el amanecer, aunque sea tumbado en la arena de la playa.

¡Qué tiempos aquellos! ¡Cuántas relaciones han nacido, se han consolidado... o se han roto en una revetlla de Sant Joan! Pero... un momento; ¿y las hogueras? ¿no habíamos quedado en que eran el rito principal y el origen de la tradición?

Pensemos. Situémonos en una ciudad en la que no todas sus calles están asfaltadas, en la que las familias no renuevan su mobiliario con la facilidad con que se hace hoy, y en la que la vida social (y particularmente la de los niños) se desarrolla en la calle. En ese escenario, cuando alguien tenía un mueble del que deshacerse (y no había, como hoy, servicio domiciliario de retirada), lo guardaba para quemarlo en la hoguera que por Sant Joan se montaba en el barrio, y la chiquillería, de entre 10 y 15 años, pasaba a recogerlo e iba apilándolo, con la complicidad de los adultos, en auténticas montañas de maderas en plazas o espacios amplios sin asfaltar. Lo que el montaje de las hogueras significaba para los niños, lo describe muy bien, con un deje de nostalgia, el maestro Serrat en su canción Per Sant Joan2

Pero los tiempos cambian; por una parte, para lo que es la fiesta, no todo el mundo tiene conocidos en cuya casa se puedan celebrar estos saraos y empieza a extenderse la costumbre de que son los propios ayuntamientos los que ofrecen espacios, generalmente abiertos ("¡y con música en vivo, tú!"), en los que a veces aprovechan el evento para adecentar y promocionar, como nos vuelve a decir el maestro Serrat, ahora en su canción Fiesta: "Gloria a Dios en las alturas; / recogieron las basuras / de mi calle, ayer a oscuras / y hoy sembrada de bombillas..". pero manteniéndose el ritual de acabar el jolgorio en la playa y popularizándose hasta extremos preocupantes el uso de un material pirotécnico, cada vez más sofisticado y peligroso para su utilización doméstica por no profesionales. El gran avance social está en el hecho de que con estas medidas se "democratiza" la fiesta, propiciando su transversalizació e interclasismo,como se observa en la letra de la canción Fiesta, antes citada. Lo que no quiere decir que hayan acabado las revetllas privadas, ojo, que siguen produciéndose aunque ahora ya no llamen tanto la atención.

¿Y las hogueras? ¿Siguen siendo o no el meollo de la fiesta, atendiendo sus orígenes? Pues, para decirlo de manera elegante, se trata de una tradición que va de capa caída, encendiéndose cada año un número menor3. Y ¿qué ha pasado para que una tradición tan enraizada hace poco tiempo esté en trance de desaparecer? Según un reciente estudio efectuado por la Universidad de barcelona, hay diversas causas:
- Por un lado, causas urbanísticas y de movilidad con el automóvil sin encontrar espacios reservados a hogueras, pese a que históricamente habían existido en barrios en los que ahora se prohiben, en los que no se han registrado cambios de forma importantes.
- Por otro lado, se detecta la promulgación de normas afines cada vez más restrictivas con las muestras "de espontaneidad" como puede ser la quema en la calle de unas maderas inservibles pese a que, en realidad, desde que en Barcelona se promulgó (a mediados del siglo XVIII) el primer bando prohibiéndolas, la persecución de las hogueras ha sido tan inútil que a menudo se convertía en un acto meramente estético.

Todo apunta a que el factor más determinante para el declive de las hogueras populares fue otro. Sencillamente pasó que un año nadie recogió la madera, la escondió y la sacó en su momento para levantar una hoguera la noche de San Juan. Un año los niños y niñas que tradicionalmente habían asumido la tarea ritual de encender un fuego en medio de la calle o la plaza no lo hicieron. El grupo se había disuelto y el barrio ya no era el escenario de una buena parte de su vida, allí donde hasta entonces habían aprendido las cosas más importantes, las que nadie explica ni en casa ni en la escuela. El grupo no salió esa noche a hacer su hoguera, pero tampoco los otros días. La televisión y los sitios virtuales terminaron sustituyendo la calle, la familia los apartaba de la ciudad cada fin de semana y en verano, y se acabó imponiendo la llamada "pedagogía del tiempo libre", que implicaba el establecimiento de madrigueras , centros recreativos, campamentos, colonias ..., donde los niños jugaban a juegos dirigidos y eran debidamente monitoreados por especialistas no en vano llamados "monitores".

Dicho de otro modo, la extinción de la costumbre de encender hogueras por San Juan no puede explicarse sin tener en cuenta la disolución de formas de apropiación colectiva del espacio público que fueron inseparables de la sociabilidad de barrio y, en concreto, del papel que jugaban los grupos de niños que encontraban en el espacio que se abría entre la casa y el colegio un marco para una experiencia de libertad, autonomía y creatividad que los niños y niñas de hoy ya no son conocidos. Tal vez la desaparición de las hogueras de San Juan signifique a la postre algo mucho más importante y extrapolable a otros asuntos más serios que la revetlla: la extinción de la última sociedad de seres libres.

Pero, pese a todo, ¡Feliz verbena!

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1La fiesta se celebra en el Pirineo Aragonés en varios pueblos de las regiones de Sobrarbe y La Ribagorza y, en el Pirineo Catalán se reparte entre las regiones de Alta Ribagorça, Berguedá, Pallars Jussà, Pallars Sobirá y la Val d’Aran. con rituales con el fuego como protagonista. Según la tradición de cada localidad, los participantes descienden desde la zona más alta de las montañas portando antorchas artesanales encendidas (fallas), trazan formas en el aire con el fuego, danzan o encienden una gran hoguera en el pueblo. Estos ritos se transmiten de generación en generación y según la localidad pueden simbolizar el paso a la vida adulta, la purificación o la fertilidad. 

2La canción es una versión, con letra y temática radicalmente diferentes, de En San Juan, de Juan y Junior. La letra en castellano de la versión de Serrat que nos ocupa dice aproximadamente así: "Una noche cuando el verano abría los ojos / por aquellas calles donde tú y yo nos hemos hecho mayores, / donde aprendimos a correr, / sobre un palmo de arena / se alzaba una hoguera por San Juan. / Entonces un trozo de madera era un tesoro / y con una mesa vieja ya éramos ricos. / Por las calles y las plazas / íbamos de casa en casa /para quemarlo todo aquella noche / de San Juan. / Éramos cuatro golfilllos, / no sabíamos mucho / de las lágrimas que hacen que gire el mundo., / íbamos entrando en la vida, / nunca una mentira / nos era necesaria y nada nos quitaba el sueño ../ aquellas noches de San Juan .../ Los años me han alejado de mi calle / y se han perdido aquellos compañeros de juegos. / Lo bueno y lo que estorba / como si cualquier cosa. / parece que todo se hubiera quemado en el fuego / de San Juan. / Y ahora, esta tarde / otra vez / veo los "nanos" recogiendo leña por la calle. /Corren / como yo antes corría, / los llamo y me miran / como si fuera un gusano extraño y pasajero / esta noche de San Juan .../ Dadme un trozo de madera para quemar / o la tomaré de donde pueda, como ayer, / como si no hubiera de otra / yo he sido como vosotros: / no quiero sentirme viejo esta noche. / Que un trozo de madera vuelva a ser un tesoro./ Que con una mesa vieja sea rico. / Por las calles y las plazas / iré de casa en casa / para hacerlo quemar todo esta noche / de San Juan".

3No confundir en este pronóstico "hogueras" como las de Alicante y similares que, por sí mismas ya son un espectáculo, alejado del que ofrece la quema de una pila de muebles viejos.

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