viernes, 24 de noviembre de 2017

El futuro en el pasado

¿Quién no conoce, o al menos le suena por haberlo visto u oído, el nombre de Séneca? Y no solamente como el nombre de una calle o de un centro de enseñanza (que los hay a espuertas) sino como el de alguien importante ¿o no?

Recordemos. Lucio Anneo Séneca (4 a. C.- 65 d. C.), fue un filósofo, político, orador y escritor romano nacido en la Córdoba hispana (¡ah! por eso, posiblemente, suene más, por el paisanaje) conocido por sus obras de carácter moralista. Consumado orador, fue una figura predominante de la política romana durante la era imperial, (fue cuestor, pretor y senador - magistrado para cuestiones fiscales, magistrado con jurisdicción en Roma y miembro del Senado, respectivamente - del Imperio romano durante los gobiernos de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón) siendo uno de los senadores más admirados, influyentes y respetados; a causa de este extraordinario prestigio, fue objetivo tanto de benefactores como de enemigos, y fue precisamente Nerón, convertido en enemigo, quien lo condenó a muerte, propiciando su suicidio abriéndose las venas.
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"La muerte de Séneca", de Manuel Domínguez
De tendencias moralistas, como ya se ha apuntado, Séneca pasó a la historia como el máximo representante del estoicismo1 y moralismo romano tras la plena decadencia de la república romana, provocada porque la sociedad romana había perdido los valores de sus antepasados y se trastornó buscando el placer en lo material y mundano, dando lugar a una sociedad turbulenta, amoral y antiética, que al final la condujo a su propia destrucción (¿a alguien le suena esta deriva?).

De entre sus obras, agrupadas por los estudiosos, principalmente, en Consolaciones, Diálogos y Tragedias, quizá la que ha ejercido mayor influencia posterior (curiosa y concretamente, entre los autores del Siglo de Oro español) sea el "diálogo" titulado Sobre la brevedad de la vida que, según los expertos, fue escrito con toda probabilidad en el año 55 tras el asesinato de Claudio y la subida al poder de Nerón.

Séneca viene a decir en ella que no es que la vida sea corta sino que más bien somos nosotros los que perdemos el tiempo. La mayoría de la gente se queja porque la vida es breve y porque el tiempo parece correr velozmente, principalmente para aquellos que se acuerdan tarde de vivirla. Según él, tenemos el tiempo justo para realizar lo que es importante, de modo que la duración de la vida depende del uso que hagamos de ella y cuando la vida se ha dilapidado en cosas inútiles, en el momento de abandonarla sentiremos que se nos ha escurrido de las manos.

Séneca nos dice que sólo en el balance último nos daremos cuenta del tiempo que perdimos litigando, discutiendo, peleando, en conversaciones banales con gente que no nos interesaba, con personas molestas, preocupándonos por el dinero, con enfermedades que provocamos nosotros mismos o cumpliendo con inútiles obligaciones sociales y que, si restamos todo este tiempo realmente desperdiciado de nuestras vidas podremos ver que en realidad, efectivos, sólo vivimos pocos años, muchos menos de los que tenemos según el calendario.

Séneca se pregunta entonces ¿por qué la gente pierde su tiempo en cosas banales que no le aportan nada y que la hacen sentir vacía? Él cree que es porque no se detienen a pensar que cuentan con un tiempo limitado que siempre es menor de lo que creen; no se puede dejar para la vejez la vida virtuosa o decidirse a vivir plenamente cuando se es viejo porque ninguno tiene garantía de ser longevo. Séneca estaba convencido que si la vida durara mil años igualmente se vería reducida a su expresión más breve, porque sólo la razón la prolonga y el hombre desde que existe ha tenido vicios que oscurecen la razón

En un pasaje de Sobre la brevedad de la vida se puede leer: La vida se divide en tres momentos: el que ha sido, el que es, el que será. De ellos, el que ahora recorremos es corto, el que vamos a recorrer es dudoso, el que hemos recorrido es seguro. En éste es justamente en el que la Fortuna pierde todo derecho, pues no puede ya someterse de nuevo al albedrío de nadie.

Y ¿a santo de qué viene ahora resucitar las ideas del estoicismo de Séneca referidas al tiempo, y más concretamente al tempus fugit? Pues la verdad es que, tras una vivencia personal reciente que, con vuestro permiso, compartiré con vosotros, es inevitable que el magín se dispare, casi por su cuenta, a reflexionar sobre estas cosas. Veréis, resulta que hace muy pocos días, a través de las Redes Sociales (se ha de ser muy cuidadoso y respetuoso con las expresiones que usamos, y, en según qué casos, no conviene caer en la rutina de decir "gracias a las Redes Sociales", que puede quedar banal, frívolo e incluso cruel), merced a una de esas figuras que suelen pasar desapercibidas y a las que a veces no damos ninguna importancia que son los amigos de los amigos me ha llegado (tarde) la noticia de que hace ya algún tiempo nos dejó Jesús, un amigo de la infancia y adolescencia.
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Rememorando, Jesús es (era, ya disculparéis la inercia de los tiempos verbales empleados) uno de los del grupo de chavales que compartimos los 7 años del bachillerato de entonces y, teniendo en cuenta que ese era al final un grupo de 13 estudiantes, de los 62 que iniciamos el primer curso (todos chicos, en una época de enseñanza segregada por sexos, y a la edad en que se reafirma la personalidad), no es difícil pensar que éramos una cuadrilla altamente cohesionada, con nacientes complicidades y con una gran confianza entre nosotros. Pero el final del ciclo académico supuso la separación de prácticamente todos sin que fuera fácil mantener un contacto fluido y cercano pese a las distancias (ahora nos puede parecer increíble, pero en aquellos años, el tener un simple teléfono en casa era un lujo, a menudo, inalcanzable), lo que condujo a un absoluto perder la pista de la gran mayoría y cada uno se centró (afortunadamente por otra parte) en SU presente enfocado a SU futuro.

En el caso de Jesús, recuperamos el contacto muchos años después por puro azar, y la última intención mutua era vernos "y tomar un café para recordar  viejos tiempos" con ocasión de un viaje casual previsto a la zona donde él tenía ahora su residencia; sin embargo, una conjunción de circunstancias adversas imposibilitó el encuentro... que ya no se podrá realizar, como tampoco con Juan o Carlos, componentes también del "grupo de los 13" que igualmente nos han dejado.

Parafraseando a Séneca, La vida se divide en tres momentos: el que ha sido, el que es, el que será, y los recuerdos de vivencias compartidas, en este caso, con Jesús pertenecen al momento que ha sido que, volviendo a Séneca, es justamente en el que la Fortuna pierde todo derecho, pues no puede ya someterse de nuevo al albedrío de nadie. Es decir, que de nada vale aferrarse a él, que fue como fue y nos enseñó lo que nos enseñó. Desde estas líneas y en este blog hemos mantenido (y nos reafirmamos) en que no es bueno anclarse en la nostalgia sin más porque eso nos puede condicionar la visión hacia el futuro, propio y del entorno inmediato. No es incompatible (y, por cierto, algunos políticos deberían saberlo y admitirlo para no dar mensajes partidistas engañosos) amar profundamente todo aquello que contribuyó a forjarnos con el luchar denodadamente por un futuro mejor visto con los ojos de hoy en un marco, posiblemente, distinto.

Es evidente que el pasado, nuestras vivencias, se deben respetar (malo si no se respetan, sea por desidia propia... o porque no merezcan respetarse) pero se han de poner en el sitio que les corresponde porque no son el hoy. Una vivencia se identifica con unos hechos, unos lugares y unas personas concretos; los hechos quedan difuminados con el paso del tiempo, los lugares también se difuminan aunque mantengan su poder de evocación como los conocimos porque siempre están cambiando hasta el punto de que es lo más normal del mundo el uso de expresiones del tipo "ésto ya no es lo que era" al referirnos a lugares que conocíamos de determinada forma (ya dijo Heráclito, cinco siglos antes de Cristo, aquello de «En los mismos ríos entramos y no entramos, [pues] somos y no somos [los mismos]» aunque se cita erróneamente, debido a una obra de Platón, como «Ningún hombre puede bañarse dos veces en el mismo río»), y nos quedan en este análisis las personas para ayudar a mantener vivo el recuerdo de una vivencia común, aún cuando las percepciones puedan ser diferentes. Por eso es tan doloroso cuando una persona del pasado nos deja, aunque, como en el caso de Jesús, la relación se había convertido en un Guadiana, porque se constata la pérdida de un nexo de unión con unas experiencias comunes en un período que resultó decisivo para nuestro hoy.
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Si hemos de ser sinceros a la hora de evaluar la importancia real del pasado en el cómo afrontamos/diseñamos el futuro, no debemos olvidar la evidencia de que nosotros también cambiamos cada día. Decía el hoy olvidado escritor Antonio Gala que si un día nos cruzáramos con el niño que fuimos, no sólo no lo conoceríamos sino que, además, no lo entenderiamos. Y, posiblemente, sea así; lo que pasa es que el que aquel niño que no reconocemos actuara de esa manera que ahora no entedemos ha hecho que hoy seamos como somos (pese a que, ocasionalmente, seguimos sin entenderlo, pero eso es otra cosa). Los recuerdos y las personas asociadas a ellos, pues, hay que respetarlos, hay que reservarles su adecuado lugar en la memoria, pero nunca aferrarse a ellos para condicionar un futuro, necesariamente, sin ellos.

Para acabar estas reflexiones, parece oportuno recordar la canción Hier encore2 (Ayer todavía), compuesta por Charles Aznavour en septiembre de 1964, cuando él contaba 40 años de edad, y que, rápidamente, se convirtió en un hit en todo el mundo, tanto por su agradable melodía como por el mensaje que transmite lo que dice, cruzando el charco a EEUU, primero como Only yesterday (Sólo ayer) y, después, con una nueva letra en inglés del periodista y letrista Herbert Kretzmer, con el nombre con que hoy es conocida, Yesterday, when I was young (Ayer, cuando era joven), que habla de un hombre que reflexiona sobre su vida pasada recordando y siendo consciente de cómo había desperdiciado su juventud en actividades egocéntricas e insensatas, y que, ahora que es mayor, no puede sino lamentarse de que no podrá hacer todo lo que había planeado. Para esta ocasión propongo escuchar la versión en inglés del instrumentista estadounidense, actor y cantante especializado en música country Roy Clark grabada en enero de 1969 (pese a que en Youtube indica 1967). Esta versión está considerada por la critica, y por el mismo Aznavour, como la mejor de todas las que se han hecho. Vaya en recuerdo de las enseñanzas de Séneca y en homenaje a todos los "Jesús" que han formado parte de nuestras vivencias de un pasado, quizá, lejano.


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1El estoicismo es la concepción ética de la escuela filosófica griega y grecorromana según la cual el bien no está en los objetos externos, sino en la sabiduría y dominio del alma, que permite liberarse de las pasiones y deseos que perturban la vida. La escuela fue fundada por las ideas de Zenón de Citio en el siglo IV a. C.y, en ella, el estoicismo consideraba la filosofía dividida en tres partes: la lógica, la física y la ética.

2Según la revista musical especializada Billboard, la canción, en inglés o francés, registraba más de 90 versiones ya en 1972, entre las que destacaban las de Bing Crosby, Shirley Bassey, Dusty Springfield, Roy Clark, Mel Torme, Lena Horne, Andy Williams, Jimmy Durante, Bobby Bare, Al Martino, The Peanuts, Glen Campbell, Eddy Mitchell, Dean Reed, Johnny Mathis, Marc Almond, Patricia Kaas, Nora Aunor, etc. (todo un catálogo de artistas), lo que no excluye versiones posteriores, como la de Patrick Bruel, Amanda Lear en 2001 o Elton John en 2008.
En español hay, entre otras menos conocidas, la de Los Catinos, la de Dyango o, incluso, Julio Iglesias, que también la ejecuta.

2 comentarios:

  1. Tras leer el relato en tres ocasiones, emocionarme y estremecerme. No sé bien el cómo pero no tengo otra opción qué escribir un comentario referido a este relato “El futuro en el pasado” el cual se centra en el pensamiento ideológico de Séneca (máximo represente del estoicismo) y la evocación versus homenaje a Jesús.
    Qué emoción leer sobre vuestro tiempo escolar en el que cursabais el Bachillerato de antaño, de cuántos alumnos empezásteis y aquellos que acabásteis formando el grupo de los 13 ( curioso número), las complicidades de la adolescencia, la separación al acabar el ciclo formativo con destino a un futuro, vuestra reencuentro fortuito y, por supuesto, qué satisfacción leer el afecto y bonito recuerdo que emanas con tus palabras hacia Jesús.
    Jesús es mi padre, no sé si ha sido coincidencia, pero en sus últimos años su pensamiento se semejaba bastante a la ideología de Séneca, cuánto nos enseñó en su último período respecto a la forma de vivir, amar a sus seres queridos, disfrutar del momento presente, desestimar lo material, combatir la enfermedad y, por qué no decirlo, morir con dignidad. Nunca imaginé en mi juventud qué me pudiera enseñar tanto. Sobretodo a darme un gran ejemplo a pesar de las inclemencias de sus últimos años. No lo digo por qué en nuestra infancia/adolescencia/pronta juventud no aprendiéramos de él pero las responsabilidades familiares y laborales conllevan a saturar el tiempo de los progenitores, vivir el día a día con otra actitud y dirigir la educación más bien hacia otras enseñanzas más básicas. Aunque si hay que decirlo siempre tuvo una declinación hacia la filosofía o poesía. Cabe bien destacar que muchos de sus aprendizajes, actitudes y forma de vivir de estos últimos años se los debemos a Mellyta, qué cómo decimos mi hermano y yo ha sido un ángel caído que nos envió mi madre desde algún lugar remoto que no conseguimos identificar. Algunas madres, incluso ya inexistentes en esta vida, aún siguen salvarguandado a sus seres queridos, mi madre es de estas.
    Sin olvidar la afectación del infortunio d mi madre que como él contaba fue un crack en el transcurso de su vida que le hizo cambiar la forma de vivir.
    Mellyta ha estado presente en la última etapa de Jesús haciéndolo feliz en cada momento vivido, volviendo a sus raíces andaluzas qué tanto adoraba, disfrutando del arte, filosofía y naturaleza, viviendo un nuevo amor, ofreciendo siempre armonía, alegría, entereza y esperanza, dando tanto qué no lograría nombrar ni recordar. No hay palabras para tantas gracias.
    Cuánto hemos aprendido de él y cuánto somos de él. Sobretodo aquellos que hemos pasado tantos momentos, días y años a su vera.
    Qué alegría y estremecimiento leer qué a pesar de los que le recordamos en nuestro día a día hay gente que lo recuerda con tanto cariño y le dedica unas palabras. No sé cómo agradecerlo, igual estas palabras que me ha costado tanto redactar son pobres para mostrar mi gratitud, cuánto me gustaría tomar ese café aunque no sea el
    mismo café, conocerte, agradecerte y escuchar de vuestros tiempos juntos. Cuánto me ha tocado al alma tus evocaciones Miguel.
    Para acabar este escrito, me gustaría hacerlo con una frase de su fiolósofo predilecto Echkart Tolle: “Nada de lo que sucedió en el pasado te puede impedir estar en el presente, y si el pasado no puede evitar que estés en el presente ahora. Qué poder tiene?”
    GRACIAS PAPI POR TANTO.
    Hija de Jesús.

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  2. Que puedo decir yo después de estas preciosas palabras de mi hermana, que consiguen que mis lágrimas resbalen por mis mejillas. Palabras que suscribo en su integridad.

    Lo primero, agradecerte Miguel tu recuerdo a mi padre tras haber conocido la noticia de su fallecimiento. Y además el haberlo hecho en el marco de un texto tan bonito, con Séneca y sus reflexiones acerca de la vida como referente, y con una carga filosófica que hubiera encantado a mi padre. Reflexiones que, como dice mi hermana, no sé si habra sido casualidad, pero que estuvieron muy presentes en el pensamiento de mi padre en sus últimos años de vida. Aunque es cierto que, su referente filosófico fue Eckhart Tolle. Pero tanto Tolle como Séneca, hacen reflexiones muy similares acerca del papel del pasado, presente y futuro.

    Mi padre reflexiono y filosofó mucho acerca de la vida en sus últimos años en este mundo. Tengo muy presentes sus contantes referencias al “momento presente”. Es cierto que mi padre siempre tuvo un punto filosófico, pero creo que Mely, ese angel caído del cielo, le llevó un paso más allá.
    El pensamiento filosófico estaba en su día a día, y fue fundamental en sus últimos años para afrontar una grave enfermedad y la muerte, siendo ejemplo de entereza, serenidad y dignidad.

    He aprendido mucho de mi padre, pero sobretodo en estos últimos años. Diría incluso que me ha cambiado la vida. Sí, la veo de manera muy distinta a como la veía antes de haber compartido estos últimos tiempos junto a él. Ahora, enfoco mi pensamiento en vivir el “momento presente” mucho más que antes. El pasado y el futuro tienen mucho menos espacio en mi mente que antes, aunque también es cierto que creo que aún tendrían que tener menos. Pierdo también, mucho menos tiempo que antes en esas banalidades, discusiones, cosas sin importancia, a las que hace referencia Séneca también.
    También hay una reflexión que, me ha marcado mucho y llevo muy presente en mi vida. Y que me lo ha recordado la alusión que hace Séneca cuando dice que “ en el balance último nos daremos cuenta del tiempo que perdimos...” . Nos la transmitió mi padre a mi y a mi hermana, pero la hizo mi madre en alguno de los momentos finales de su enfermedad, según nos contó mi padre. Le dijo, " ahora me he dado cuenta de que solo existen los sentimientos “. Pues sí, todo lo demás, es paja, creo que lo más grande que tiene el ser humano es esa capacidad de sentir y emocionarse. Como por ejemplo hemos hecho nosotros a través de tu texto, Miguel.
    El legado espiritual que nos dejó mi padre, es inmenso.
    Gracias Miguel por emocionarnos con tus palabras y hacernos sentir, una vez más, gratitud hacia todo aquello que nos enseñó nuestro padre. Me pondré en contacto contigo, para ver si algún día podemos tomar un café y charlar, me gustaría mucho escuchar los recuerdos que puedas conservad de esa época juvenil que compartiste con mi padre.

    No quiero acabar este comentario sin hacer una mención a Mely, ese ángel caído del cielo en la vida de mi padre. No hay palabras de gratitud, todo lo que pudiera decir sería poco, muy poco. Alguien te puso en el camino de mi padre, y nada hubiera sido tan mágico y bonito sin ti. Te queremos mucho Melyta.

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