domingo, 7 de julio de 2019

El feedback de los "amigos" de las Redes.

En la actividad cotidiana, es normal que nos encontremos con infinidad de frases, casi 
lapidarias, que se han incorporado sin darnos cuenta a nuestro léxico aunque, en el fondo, ni 
nos preguntemos su origen o razones de fondo para que alguien las “inventara” y se difundan. 
Una de ellas, sin duda, es aquella de que Hay tres clases de mentiras: Mentiras, Malditas 
mentiras y estadística. No se sabe con certeza quién la dijo, aunque se suele atribuir al 
aristócrata y escritor británico, que fue Primer Ministro del Reino Unido Benjamin Disraeli; 
otras fuentes hablan del escritor y humorista estadounidense Mark Twain e incluso del político 
y académico británico Leonard Courtney. 
 
 
Imagen relacionada
Genial, como siempre, Forges.
 
Sea de quien sea, expresa muy bien el problema que hay a la hora de sacar un pedazo de realidad a través de la estadística. La cuestión es muy sencilla de entender, y voy a poner unos cuantos ejemplos típicos de problemas en los que podemos caer cuando interpretamos según cómo datos estadísticos, empezando por la conocidísima “estadística del medio pollo”.

Mi amigo se ha comido un pollo enterito y yo ni lo he catado. Según la estadística, los dos hemos cenado razonablemente bien al consumir medio pollo cada uno, pero en realidad, ninguno cenamos bien, el comió demasiado y yo demasiado poco

Según los datos estadísticos de la DGT, el alcohol es la causa del 30% de los accidentes mortales en la carretera. Por lo tanto, el 70% han sido causados por personas sobrias… luego, estadísticamente hablando, es mucho más peligroso conducir sobrio.

Y podríamos continuar con este tipo de conclusiones con el número de coches por habitante, tasa de natalidad, etc. Muchos atribuyen estos problemas de interpretación a las propias estadísticas, pero, en realidad, no son problemas de los datos estadísticos, sino del mal uso que hacemos de la lógica. De la misma forma que necesitamos lógica para interpretar y sacar conclusiones de los datos, necesitamos inteligencia para utilizar la lógica. Y si no somos cuidadosos utilizando los datos ni sabemos utilizar la lógica... ni somos muy inteligentes, nos encontraremos con que estamos medio embarazados/as, tenemos media piscina, estamos un cuarto de licenciados en derecho y tenemos dos coches en la puerta de una casa que, en realidad, tampoco tenemos. 
 
Yo, por ejemplo, aplicando la lógica, he llegado a la conclusión de que soy presidente de los EE.UU.
-Todos los presidentes de EE.UU. tienen dos piernas.
-Yo tengo dos piernas.
-Luego soy el presidente.

Si no se está conforme con estas lógicas estadísticas o con que yo sea el presidente de EE.UU., siempre nos quedará salir a la calle y exclamar: “¡Mentiras, malditas mentiras y estadísticas!”.



Resultado de imagen de estadistica forges


Pero, realmente, la estadística (la forma femenina del término alemán Statistik, derivado a su vez del italiano statista, "hombre de Estado") es algo serio, pues, en puridad, es la rama de las matemáticas que estudia la variabilidad, así como el proceso aleatorio que la genera siguiendo leyes de probabilidad. La estadística es útil para una amplia variedad de ciencias, desde la física hasta las ciencias sociales, desde las ciencias de la salud hasta el control de calidad. Además, se usa en áreas de negocios o instituciones gubernamentales con el objetivo de describir el conjunto de datos obtenidos para la toma de decisiones, o bien para realizar generalizaciones sobre las características observadas. En la actualidad, la estadística permite estudiar una determinada población o colectivo a partir de la recopilación de información, el análisis de datos y la interpretación de resultados. Del mismo modo, también es una ciencia esencial para el estudio cuantitativo de los fenómenos de masa o colectivos.

Sin embargo, la interpretación de los resultados, como hemos visto, es totalmente manipulable, y no nos referimos a lo que nos “venden” esos políticos que, después de sufrir, por ejemplo, el mayor descalabro electoral de su historia son capaces de presentar ese resultado como un triunfo, sonriendo de oreja a oreja. Algunos estudios contradicen resultados obtenidos previamente por otros y la población comienza a dudar en la veracidad de tales estudios. Se podría leer que un estudio dice (por ejemplo) que «hacer X reduce la presión sanguínea», seguido por un estudio que dice que «hacer X no afecta la presión sanguínea», seguido por otro que dice que «hacer X incrementa la presión sanguínea». A menudo los estudios se hacen siguiendo diferentes metodologías, pero muchos lectores no notan tales diferencias, y los medios de comunicación simplifican (a veces de forma interesada) la información alrededor del estudio, y la desconfianza del público comienza a crecer.

A veces hay una percepción de que el conocimiento estadístico es mal usado, encontrando maneras de interpretar los datos que sean favorables al presentador. El popular libro How to lie with statistics (Cómo mentir con las estadísticas) del escritor estadounidense Darrell Huff discute muchos casos de mal uso de la estadística, con énfasis en gráficas malinterpretadas. Lawrence Lowell (decano de la Universidad de Harvard) escribió que las estadísticas, «como algunos pasteles, son buenas si se sabe quién las hizo y se está seguro de los ingredientes». Por este motivo es fundamental que el análisis estadístico de datos sea realizado por profesionales cualificados, 
 
Todos estos prolegómenos sobre las estadísticas vienen a cuento por las reflexiones que me suscitan, alrededor de ese tema, las propiedades técnicas de este propio blog. Como es bien sabido, y a efectos de posible control, todo weblog incorpora una pestaña con datos estadísticos no interpretables del mismo, principalmente en cuanto a entradas publicadas y borradores por un lado, y por otro el número de visitas recibidas en períodos determinados de tiempo, qué páginas son visitadas, los comentarios recibidos, por qué sistema informático o desde qué fuente (Facebook, Blogger, buscadores,…) se accede al blog y país donde se ubica el PC del visitante (asombra ver no sólo que hay más lectores de fuera de nuestras fronteras que de dentro de ellas, sino también los países desde donde se nos visita recurrentemente).


Resultado de imagen de estadisticas redes sociales


No acostumbro a devanarme los sesos con esos datos y su interpretación (salvo los de los comentarios de los lectores, por puro respeto a quien, no sólo lee, sino que dedica un tiempo a comentar su acuerdo o discrepancia) y los miro de pasada, de vez en cuando. No hace mucho tiempo, sin embargo, un detalle en la estadística de las fuentes de acceso resultó llamativo; suelo informar en mi página de Facebook de la publicación de cada nueva entrada del blog, particularmente para facilitar su eventual lectura a algún “amigo” interesado, y el caso es que, como verifiqué tras recibir aviso de Blogger, se pueden contar con los dedos de una oreja los accesos vía Facebook a la mayoría de entradas, publicitadas y accesibles precisamente por esa Red.

Nada que decir, por supuesto; sería poco menos que ridículo pretender que se tenga que leer lo que uno decide hacer público (y, ya puestos, que se aplauda) pero, si esa es una actitud generalizada en las Redes, concede absoluta vigencia al temor ya expresado hace más de veinte años por el sociólogo Manuel Castells de que la facilidad de contactar con otros por Internet conllevaba el peligro del aislamiento y, más allá del caso concreto de este blog (concebido casi en exclusiva con fines terapéuticos y, aún así, es muy de agradecer los registros de acceso y lectura que ofrece), nos permite reflexionar sobre algunas carencias en el uso cotidiano de las Redes. 
 
Para empezar, hemos de partir de la base de que nuestra participación en cualquier Red social, la publicación de un blog, etc., al igual que la tradicional relación “en directo” entre personas físicas, no son sino diferentes formas del fenómeno de la comunicación y obedecen, con matices, a unos mismos criterios actitudinales. Y, a título de recordatorio genérico, los elementos que constituyen cualquier proceso de comunicación son los siguientes:

Emisor es la persona, grupo, (o máquina, cada vez más frecuente) que codifica unas ideas, percepciones y experiencias, que transmite a otro.
Receptor es la persona que recibe el mensaje, lo descodifica y lo interpreta.
Mensaje son las informaciones que el emisor transmite al receptor.
Código es el conjunto de signos y de reglas que, combinados de forma adecuada, se utilizan para construir el mensaje.
Canal es el medio físico por el que se transmite el mensaje
Contexto: conjunto de factores espaciales, temporales, sociales, lingüísticos, e incluso personales, en medio de los cuales se desarrolla la comunicación.
Ruido: de forma amplia es cualquier interferencia o perturbación no prevista en el acto comunicativo, que altera, o incluso destruye, la información.
Retroalimentación o feedback (la auténtica madre del cordero) es cuando el receptor envía una señal de respuesta del mensaje al emisor y este lo interpreta. Es la condición necesaria para la interactividad del proceso comunicativo. Gracias a la retroalimentación se cierra el circuito comunicativo, ya que el emisor puede comprobar qué efecto ha tenido su mensaje en el receptor. El concepto de feedback proviene del ámbito de la cibernética y surge para expresar la idea de interacción entre efecto y causa. Posteriores estudios demostraron que, en todo proceso y sistema social, hay un intercambio circular de información entre al menos dos partes, que ayuda a organizar el sistema. En el ámbito de la comunicación, se entiende por feedback la respuesta que transmite un receptor al emisor, basándose en el mensaje recibido, aumentando así la eficiencia del proceso de relación. Se trata de la cualidad que permite mantener la comunicación activa, favoreciendo que el emisor modifique o no su mensaje en función de las respuestas que le envía el receptor. De esta forma, se está dando una comunicación bidireccional o, dicho de otra manera, una comunicación de calidad. La retroalimentación nos permite afrontar y superar tres situaciones que dificultan la comunicación:
– La falta de comprensión entre emisor y receptor.
– La falta de atención durante la comunicación.
– La mala interpretación del mensaje transmitido.

Imagen relacionada


Cuando la relación (y el tratamiento del mensaje) tiene lugar “cara a cara”, eso que conocemos como habilidades sociales ayuda a gestionarlo, entendiendo por habilidades sociales el conjunto de conductas emitidas por cada uno en un contexto interpersonal, que expresa sus sentimientos, actitudes, deseos, opiniones o derechos, de un modo adecuado a la situación, respetando esas conductas en los demás y que, generalmente, resuelve los problemas inmediatos de la situación, mientras minimiza la probabilidad de futuros problemas1 Las habilidades sociales son, pues, un tipo de aptitudes o destrezas que a los seres humanos nos permiten relacionarnos de manera más eficiente con otros individuos de nuestro entorno, incluyendo en la reacción rasgos impensados de la personalidad como la expresión facial, mirada, gestos, movimientos como tocarse el pelo o la nariz, proximidad, orientación, tono postural, volumen de voz, inflexiones, tono, claridad, ritmo, fluidez y perturbaciones del habla, etc., que a la postre contribuyen poderosamente a definir la calidad de la retroalimentación que se proporciona al emisor.

Todos estos matices, en la comunicación a través de Internet, se pierden y sólo queda el feedback como “herramienta técnico-informática” y, pese a que ya dijo el mismísimo Bill Gates que «Todos necesitamos a personas que nos ofrezcan un adecuado feedback. Es el único modo en que podemos mejorar», la expresión “adecuado” es clave, pues los expertos en psicología motivacional saben que pocas cosas pueden ser más aterradoras que alguien dando un mal feedback. O, simplemente, que este feedback no exista. Los efectos de un mal refuerzo o de un refuerzo incompleto o poco útil pueden ser desastrosos en las relaciones. Lo saben por ejemplo los empleados de una organización con un líder ineficaz e incluso los sabemos nosotros mismos con nuestras relaciones afectivas.

Imagen relacionada



Porque el feedback o la retroalimentación es por encima de todo una competencia. En un marco normal de comunicación designa la hábil capacidad de un emisor para recoger información sobre alguien y emitirla de tal modo que el receptor la reciba con positividad e inspiración. .Para concluir; es evidente que ahora mismo nos viene a la cabeza más de una situación que conocemos en que alguien dio un mal feedback o un buen feedback. Esta competencia, a pesar de que parta del mundo empresarial, nutre en realidad infinitos escenarios sociales. Ser hábiles a la hora de usarla, sentirnos capacitados para permitir que otros aprendan o se abran a otros puntos de vista es algo que todos deberíamos saber aplicar con efectividad.

Pero todo empieza leyendo los mensajes. Y esa es otra que, seguramente, quedará reflejada (o no) nuevamente en la estadística.

--------------------------------------

1Definición propuesta por Vicente E. Caballo, doctor en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid y, en la actualidad, catedrático de Psicopatología en la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario