domingo, 21 de marzo de 2021

Jaén de ultramar.


Se ve que eso de descubrir de golpe que hay otras ciudades en el mundo que, por diferentes 
razones, se llaman como la nuestra, pica la curiosidad al más pintado. Es lo que ha pasado 
recientemente cuando, con motivo de un hallazgo casual de un viejo libro de Noel Clarasó en 
el mercado del libro de ocasión del Mercat de Sant Antoni, de Barcelona, dedicábamos una 
entrada de este blog, sobre la base de la información de ese libro, a recordar las Barcelonas 
que hay desperdigadas por ahí afuera. Pues bien, al cabo de unos días, un mensaje de una 
amable “jiennense militante” se interesaba por saber si con Jaén pasaba algo parecido, aparte, 
naturalmente, del Jaén del Sur de España que destaca especialmente por el cultivo del olivar y 
por el aceite de oliva.

 
Antes, un inciso real aunque, seguramente, incómodo. En nuestra sociedad (aplicable a todas 
las latitudes) sólo existen las grandes urbes y lo demás resulta indiferente, hasta llegar al 
extremo de que, entre nosotros, haga fortuna como reclamo turístico un grito reivindicativo 
como “Teruel existe”. En el caso de Jaén, gran desconocida pese a sus acertadas campañas 
en las que, bajo el slogan de “paraíso interior”, se pretende dar a conocer su riqueza de todo 
tipo, olivares aparte, sigue siendo hoy la “hermana menor” de las provincias andaluzas, a las 
que nada tiene que envidiar. Así, con ese criterio y sin referencias “grandilocuentes”, no es de 
extrañar que sus homónimas en el ancho mundo sean escasas, concretamente dos (salvo 
error), una en Filipinas y la otra en Perú y, además, han vivido su historia ignorándose las 
unas a las otras; pese a compartir el nombre de Jaén y, por ello, tener una cierta raíz común, 
han vivido de espaldas. 

 
Sin embargo, esa parquedad nos permite un acercamiento a cada una de esas ciudades que 
en el caso de las decenas de Barcelonas desperdigadas por el mundo que recordamos hace 
unos días era imposible. Empecemos por la Jaén de Filipinas, municipio formado por 27 
barrios, ubicado en la provincia de Nueva Écija (otra que tal; se llama así en honor a la ciudad 
de Écija en la provincia de Sevilla en España. En Filipinas hay Zaragoza – también en Nueva 
Écija -, Mérida, Cádiz, Almería, Murcia, Pamplona,...), principal productor de arroz filipino, en 
la parte ancha de la isla de Luzón, en el que habitan actualmente cerca de 65.000 personas. 
Aunque formaba parte inicialmente del municipio de Gapan, Jaén se segregó en tiempo 
relativamente cercano y nació como ciudad en el año 1865; su nombre es homenaje póstumo 
al antiguo gobernador y capitán general español de Filipinas  (1837 – 1838) Andrés García 
Camba1 que, aunque gallego, había residido en la Jaén española y, al parecer, había quedado 
enamorado.

 
Iglesia de San Agustín en la Jaén filipina.

Y poca cosa más hay que decir aquí de la Jaén filipina, si no es, a propósito de ella y también 
de la Jaén peruana, resaltar que aquí en España, quizá por esa manía de sólo mirarnos el 
ombligo, es “normal” no advertir que ciudades de igual nombre tienen gran relevancia entre 
ellas. Aquí en el Jaén de España, como se afirma desde la asociación jiennense Iuventa, “no  
se tiene conciencia del Jaén de Perú o del de Filipinas, al nivel que ellos sí lo tienen de aquí 
porque su población está más concienciada y siente ese origen del nombre de su ciudad en 
el Jaén de España, algo que es muy importante”.

 
En cuanto a la ciudad de Jaén peruana, que tiene la denominación oficial de Jaén de 
Bracamoros2 y es la capital de la provincia homónima de Jaén, situada en la región de 
Cajamarca, dentro de la selva del Norte de este país sudamericano, casi en la frontera con 
Ecuador, tiene más “chicha”. La ciudad fue creada tras la conquista española del Perú. El 
capitán Diego Palomino3 fundó en 1549, en la orilla del río Chinchipe, una villa a la que se le 
dio el nombre de Jaén por su parecido orográfico y climático con la ciudad española de este 
mismo nombre. Un dato curioso es que la Jaén peruana es la más grande que existe hoy con 
ese nombre en el mundo, ya que posee unos 170.000 habitantes, 55.000 más que su 
homónima española. La ciudad se ha convertido en un importante centro agrícola dedicado 
especialmente a la venta de arroz y café, y su gentilicio es “jaeno” o “jaenés”.

 
La Jaén de Bracamoros peruana.

Dicen las crónicas de la época que con anterioridad, antes de los sangrientos enfrentamientos 
entre Francisco Pizarro y Diego de Almagro, ya se había intentado colonizar la tierra de los 
Bracamoros pero sin mucho éxito por lo que Palomino y los suyos pasaron a explorar las 
regiones más altas de Silla y Chacainga y en donde, debido a su buen clima, fundó la ciudad 
de Jaén de Bracamoros sin que pueda saberse el día exacto, a fines de julio o inicios de 
agosto, de 1549. Al respecto, Palomino escribiría al Pacificador Pedro de La Gasca y éste 
informaría al Consejo de Indias el 21 de septiembre de 1549 “En veinte y dos [de agosto] 
recebí cartas de Diego Palomino, que es el que ha ido a poblar los Bracamoros, en que dice 
que ha poblado un pueblo que intitula Jahen, y que es buena tierra y fértil la de su comarca, y 
en que hay muestra de mina de oro y de plata, pero porque no ha tenido tiempo para hacer 
ensayo, no me escribía lo que es”. 

 
Hoy, la ciudad peruana de Jaén, como la española, es la capital de la provincia de igual 
nombre, es boyante y bien comunicada, con Hospital Regional, Universidad Pública, 
Aeropuerto, e infraestructura y equipamiento en Salud y Educación. Las principales actividades 
económicas que se desarrollan en la ciudad son el comercio, la agricultura y ganadería, siendo 
punteros la actividad comercial y los servicios así como la pequeña y mediana industria, 
dispone de bandera, escudo e himno propios. Pues, a pesar de esas connotaciones, algunas 
comunes con el Jaén de aquí, es un hecho el desconocimiento, incluso, de la existencia de 
otras realidades que, ya queda dicho, presentan numerosas diferencias con el Jaén español, 
pero con el que, curiosamente, también comparten significativas semejanzas, por las que, 
sobre el papel, estamos tan unidos.


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1Andrés García Camba de las Heras (1793 – 1861) fue un militar, político, escritor, nacido en Monforte de Lemos (Lugo), que conoció una gran celebridad aunque hoy está olvidado. Tras combatir en la Guerra de Independencia contra los franceses, fue enviado a América en 1815 y participó en 1824 en la batalla de Ayacucho, que acabó con el dominio español en Perú. Participó en las negociaciones de la independencia y le ofrecieron un alto cargo militar en el nuevo Estado, pero él rehusó. Después escribió un libro sobre la guerra de emancipación del Perú que está considerado como un modelo de rigor y seriedad y ha sido reeditado varias veces en Sudamérica y Estados Unidos. Estuvo también como capitán general en Puerto Rico y Filipinas y escribió varias obras sobre estos países. En España ocupó numerosos cargos: capitán general, senador, diputado, gobernador del Banco de San Fernando, ministro de la Guerra... Fue muy amigo del general Espartero, el gran caudillo liberal, y militó siempre en el Partido Progresista, aunque al final de su vida se volvió más bien de centro, que diríamos hoy. Fue liberal y masón, pero también una persona muy religiosa, muy amante de su familia y del honor. Sus ideas le costaron algunas represalias debido a los vaivenes políticos de su época. Además de trabajar intensamente en los muchos cargos que ocupó en su vida, García Camba siempre se dedicó a estudiar y escribir, aprovechando para ello todas las ocasiones que tenía. Fue una persona muy culta y hablaba inglés, francés, portugués y tagalo. Publicó obras históricas que aún hoy tienen mucho valor, pero también tradujo algunos libros, como las Máximas de guerra de Napoleón y las Cartas a su hijo , del conde de Chesterfield.

2El término bracamoros procede del quechua pukamuru que significa “cara pintada”, nombre con el cual eran conocidas estas tribus amazónicas por los incas,. Cuando empezó el proceso de conquista de los territorios americanos, los españoles se enteraron de las riquezas de los territorios de los bracamoros e iniciaron la colonización de sus tierras, A pesar de fundar poblaciones en las tierras de los bracamoros, estas tribus continuaron oponiendo resistencia, y acosaron a los asentamientos provocando su abandono o destrucción, Finalmente, debido a la actividad minera de la zona y a la evangelización de grupos misioneros, la población de estos grupos amazónicos fue paulatinamente reduciéndose, luego varios grupos sobrantes afrontaron el proceso de mestizaje y aculturación a partir de la presencia de colonos españoles, dejando atrás solo algunos vestigios materiales como testigos de su cultura y fiereza. La resistencia ante la colonización por parte de los bracamoros (antes llamados también ‘jíbaros’) siempre será recordada en las culturas que actualmente conviven en la espesura y riqueza de la selva amazónica.

3Una hipótesis marca el origen hidalgo de los primeros Palominos, situándolo en Andújar y pasando, posteriormente, a Torredelcampo y Jaén, y deduciendo, para todo el siglo XVI y una buena parte del XVII, una enorme influencia basada no sólo en su esclarecida nobleza, sino, además en los negocios públicos. Otra hipótesis niega la pertenencia inicial de “cristianos viejos” y revela unos orígenes judíos-conversos de la familia y que hacen que durante bastantes años pleiteen e intenten protestar contra esta denominación encontrándose indicios apoyados en el origen del propio nombre que es judío y en determinados individuos de la familia procesados o sospechosos de judaísmo por la Inquisición. En realidad ello puede tener su importancia a la hora de orientar el futuro del apasionante personaje jiennense, Diego Palomino (había nacido en 1506 en Jaén) pues, de un lado, eran muchos los españoles de la época que temiendo las investigaciones de la Inquisición tuvieron motivo más que suficiente para acogerse a la emigración americana que ofrecía no sólo posibilidades de enriquecimiento, sino, además, lejanía de la “Santa” Inquisición que aún no estaba suficientemente establecida en aquellas lejanas tierras; de otro lado, su familia no debía de ser poderosa ni influyente ya que conocemos que con 20 años se embarcó como criado del Gobernador de Tierra Firme, Pedro de los Ríos. Así ¿quién fue Diego Palomino en realidad? Según unos, un aventurero más de los que triunfaron en América; según otros un conquistador leal a la monarquía y hombre ilustrado y de grandes conocimientos geográficos nada comunes en aquellos tiempos. Esta afirmación se apoya en su famosa “Relación de las provincias que hay en la conquista de Chuquimayo, que yo el capitán Diego Palomino tengo por Su Majestad y por muy ilustre señor Pedro Gasca, presidente de la Audiencia Real de estos reinos de Perú”, que fue denominada por su autor abreviadamente como “Conquista del Chuquimayo,” y que compite en sus descripciones con los más prestigiosos geógrafos, y también como cartógrafo excepcional atestiguándolo así el precioso mapa que levantó de la provincia del rio Chuquimayo que él conquistó (actualmente en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia), adelantándose cerca de trescientos años a los cartógrafos del siglo XIX, con un perfecto y científico dibujo de las montañas por medio de curvas de nivel, procedimiento desconocido hasta entonces. Fundó la ciudad de San Leandro de Jaén de los Bracamoros (era obligado anteponer a las nuevas fundaciones el santo del día de la creación) con una situación única porque inicialmente se levantó sobre una altura desde la que se apreciaba la unión de tres grandes ríos de la Amazonia, como eran el Marañón, el Chinchipe y el Chachapoyas, el 10 de abril de 1549; sin embargo, la insalubridad de los terrenos pantanosos circundantes y la abundancia de insectos hicieron que al poco tiempo de la fundación, las familias más acomodadas abandonaran el lugar (hoy aquel asentamiento muestra antiguos restos arqueológicos, denominándose el lugar “Jaén Viejo”) y se instalaron en el inmediato lugar de Tomependa, origen del traslado de Jaén a su actual emplazamiento. Pocos años después de la conquista y consolidación del territorio que él asignó, se encuentra un río denominado Palomino, que está en el departamento de Magdalena, en Colombia, donde anduvo el personaje y que recibió este nombre por haberse ahogado en él en fecha indeterminada Diego Palomino.

 

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