martes, 6 de junio de 2023

La memoria de los gatos.




Andrew Lloyd Webber es un compositor y productor británico, realizador de numerosas obras de teatro musical de finales del siglo XX. Conocido entre nosotros, sobre todo, por Jesuschrist Superstar, Evita o El fantasma de la ópera, tiene también en su haber Cats (inspirado en el libro de poemas no publicados en vida del autor Old Possum’s Book of Practical Cats, publicado aquí en 2001 como El libro de los gatos habilidosos, del premio Nobel de Literatura estadounidense Thomas S. Eliot. Cats no fue concebido como musical sino como un concierto antológico, que Webber comenzó a planear en 1977, en homenaje, dijo, a uno de los libros de poemas que más le habían impactado en su infancia, razón por la que la crítica lamentó, cuando se estrenó la obra, la falta de una clara trama argumental.Andrew Lloyd Webber se había quedado fascinado con aquella trágica historia, olvidada en un viejo montón de papeles que la viuda de Thomas S. Eliot conservaba en el deshabitado escritorio del poeta), estrenado en Londres en 1981 y que se convirtió en el musical de más larga duración en la historia de esa ciudad, interpretándose durante 21 años (en Broadway se presentó durante 18 años, y en Madrid se estrenó en 2003). En él, la canción "Memory" es el clímax y, con mucho, su canción más conocida, habiendo logrado un gran éxito fuera del musical, según algunas estimaciones la canción más exitosa de un musical, una de las producciones inmortales en la historia del teatro musical, que prácticamente no necesita presentación y que ha sido grabada por más de 150 artistas, entre los se encuentran Barbra Streisand (posiblemente la versión más conocida entre nosotros), Barry Manilow, Josep Carreras, Johnny Mathis y Liberace. En Cats, la canción es cantada principalmente por el personaje de Grizabella (interpretada por Eliane Page, primera voz de la canción), una antigua "gata glamorosa" que ha atravesado momentos difíciles y ahora es sólo un caparazón de su antiguo yo. Durante la mayor parte del musical, Grizabella es condenada al ostracismo por sus compañeros gatos. Memory es una reflexión sobre la vejez, y cuando la gente la ve, reflexiona sobre lo que significa envejecer y cómo deberíamos recibir la segunda mitad de la vida..Eliot describía en sus poemas un carácter intenso con una poderosa resonancia humana, al tiempo que introducía los temas de la mortalidad y el pasado, que se repetían en varios de ellos. Aunque Webber ya había creado el tema hacía años para una posible adaptación al teatro de Sunset Boulevard, obra maestra del cineasta Billy Wilder, hacía tiempo que el artista temía haber plagiado a algún otro autor; probablemente, Puccini. Vacilante y presa de los nervios, Andrew decidió salir de dudas preguntándole a su padre, quien durante años había sido director del Royal College of Music de Londres. Tras interpretarla en el piano, Andrew preguntó exaltado: “¿No te suena a algo que ya hayas escuchado?”. Muy a su pesar, este asintió rotundamente y Andrew no sabía cómo reaccionar; sus mayores temores acababan de hacerse realidad. Aquella pieza reflexiva y melancólica, quizás uno de las mejores melodías que jamás había puesto sobre papel, no era más que una imitación de lo que otro ya había concebido años –si no, siglos- atrás. Poco esperaba en ese momento la contestación que su padre estaba a punto de darle: “Hijo mío, esto suena a diez millones de dólares”. En aquel instante, cualquier atisbo de inseguridad en su obra se disipó por completo y se dio cuenta de que la partitura estaba lista para que ser puesta a prueba. Había llegado la hora de averiguar si aquellos versos infantiles que habían pasado de puntillas por la Historia de la Literatura se convertirían en reclamo para miles de espectadores en las bulliciosas calles de Covent Garden. Y, en el estreno, una vez más, la crítica –que había asegurado que se trataba de un espectáculo vulgar, sin argumento y ninguna carga intelectual- se volvió a equivocar a la hora de predecir el éxito del musical; y con ella, los prejuicios de que los británicos no eran capaces de crear buenos musicales habían llegado a su fin. Quizás Cats no era el producto que los más asiduos al teatro estaban dispuestos a consumir, pero sí el show por el que montañas de espectadores pagarían por verlo una y otra vez. Cats, por lo visto, era algo que no le gustaba a nadie,... salvo al público.


 

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