martes, 10 de enero de 2012

Todas las comparaciones son.... comparaciones

Aharon Appelfeld es un escritor judío nacido en Rumania, actual profesor de literatura hebrea en la Universidad Ben Gurion de Jerusalén, cuya obra se estructura alrededor de sus recuerdos, de una época dura y difícil (el holocausto), de los que hace el eje narrativo-pedagógico en un ejercicio que se fundamenta, tal como afirma, en la idea de que "nuestra memoria es escurridiza y selectiva, conserva lo que tiene a bien conservar. Al igual que el sueño, toma de la densa corriente de acontecimientos ciertos detalles y, a veces, pequeñas cosas sin importancia; los atesora para, en un momento dado, hacerlos resurgir".
Algo parecido a lo que dice Appelfeld nos ocurre cuando analizamos esta situación apocalíptica de crisis que nos rodea; dicho de otra forma: si uno acude a la memoria y, sobre todo, a las hemerotecas (memoria escrita), puede percatarse que lo que nos está pasando no es nuevo y que "cosas peores se han visto". Claro, que hay que tener la perspicacia de acudir a aquellas facetas de la memoria que nos puedan ayudar y no otras.
Aharon Appelfeld

Seguramente, las nuevas hornadas de profesionales, encargados de llevar a buen puerto esta nave zozobrante en la que vamos no se sabe bien hacia dónde, no lo han vivido, pero en la transición (ya historia) de finales de los años 70 del pasado siglo, España tenía una inflación galopante, una evolución de la cifras de parados descomunal, unos desequilibrios alarmantes, unos recursos limitados y una situación política, digamos que delicada. Y se superó con una cosa que se llamó "los pactos de la Moncloa", es decir, un acuerdo de arrimar todos el hombro dejando para mejor ocasión los dimes, diretes, pajas en el ojo propio o viga en el ajeno.
¿Os suena el escenario? Cambia la situación política, hoy más estable, cambian las herramientas de que se dispone para combatir la inflación, hoy supeditadas a Europa, y cambia la cantidad y variedad de recursos de que se disponen.
Sin embargo, la gran diferencia es que en el recientemente acabado siglo, mediante la política se enderezaba la economía mientras que actualmente, las decisiones políticas (la globalización esa, ya sabéis) están absolutamente dependientes de la economía.
Hay que confiar ciegamente que superaremos el impasse, cada vez se impone con más fuerza que el protagonismo será del sector privado pero, puestos a comparar....

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