martes, 19 de noviembre de 2013

¿Puede ser bueno el banco malo?

Contrariamente a lo que pueda parecer, el título de esta entrada no pretende ser un fácil juego de palabras sino una invitación a reflexionar sobre el impacto que pueda tener en el largo proceso de la anhelada salida de la crisis el llamado "banco malo" (Sareb para los conocidos), esa institución sugerida por Bruselas para ayudar a salir del marasmo en que se había metido la banca española tras un período no demasiado lejano de hacer barbaridades con el fin último de que se volviera a abrir el grifo del crédito a la sociedad. Algo chirría, no obstante cuando se constata que los bancos, receptores de generosos fondos europeos, los han destinado a la compra de deuda pública y no a financiar particulares ni pymes. Así lo advierte la propia Comisión Europea, que calcula un incremento de deuda pública en manos de los bancos en un 10 % en el mismo período en el que la financiación a proyectos solventes ha caído el mismo porcentaje, es decir, que "se constata la inversión en deuda pública por las entidades con fondos obtenidos del eurosistema para obtener una importante fuente de ingresos a costa de alejarse de su cometido de financiar la economía real".

Volviendo al "banco malo", de entrada, no parece que nos encontremos ante un camino de rosas ya que la filosofía era la de que el "banco malo" pasaba a ser gestor de los activos tóxicos del sector inmobiliario que estaban en manos de la banca, eso sí, a un precio sensiblemente inferior para poderlos colocar en el mercado con cierta facilidad. Sin embargo, si tenemos en cuenta que solo en los últimos doce meses ha bajado más de un diez por ciento el precio de la vivienda, (y no ha tocado fondo, según los expertos), se nos antoja que las dificultades de optimizar los resultados de la Sareb son de mayor calado que las previstas, toda vez que, con ese escenario, las ventas no alcanzan ni de lejos lo esperado.

El sistema contempla que la Sareb pueda variar su plan estratégico a primeros de cada año, y ese puede ser un aliciente para poder pensar que podrá reorientarse la actividad. Hay, además, algunos factores a tener en cuenta en todo este embrollo, algunos de los cuales se trataron con sonora sordina en el momento de poner en marcha la Sareb:
- La Sareb está participada por bancos que, naturalmente, disponen de su propia cartera de inmuebles que desean realizar, por lo que se convierten, de facto, en competidores del "banco malo" en el que participan.
- El sistema de venta adoptado por la Sareb es el de aliarse con inversores que "colocan" los inmuebles  y se parten los beneficios con el "banco malo", si bien hasta el momento de la venta, los inmuebles están en el balance de la Sareb.
- Los bancos que necesitan vender su stock de inmuebles recurren. a mayor abundamiento, a políticas agresivas para hacerlo, redundando en lo que apuntábamos más arriba de la feroz competencia con la Sareb, que debe vender los inmuebles que le han adjudicado esos bancos que dificultan su venta.

Un lío que esperemos que pueda resolverse para evitar que la economía española siga ad eternum  anclada al ladrillo y sin perspectivas oficiales de recambio

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