domingo, 1 de diciembre de 2013

La decencia en caida libre

De todos es sabido que las entidades financieras españolas, las tradicionales y, particularmente, aquellas que entraron en una obscena huida hacia adelante en el momento en que se advirtió que esto de la crisis iba en serio (lo que no se tradujo, como también es sabido, en moderación de las actitudes personales, sino todo lo contrario, en la demostración palmaria de que las ratas son las primeras que abandonan del barco, después, eso sí, de esquilmarlo todo lo posible, sin que hasta hoy nadie les haya pedido responsabilidades, y, mucho menos devolución del saqueo, más allá de algunos escarceos cosméticos), no son un modelo de valores éticos, pero las declaraciones de unos y otros (i)rresponsables (in)competentes intentando demostrar que:
- "pasaban por allí" cuando sucedió lo que sucedió en la entidad que corresponda
- la sociedad en pleno está equivocada si dudan de su honorabilidad pese a las abrumadoras pruebas
- no tienen ni la más mínima intención de devolver las cuantiosas ayudas públicas (tuyas y mías, querido lector, a cambio de soportar tú y yo más de un recorte en nuestros derechos) que han recibido como "premio" a su nefasta gestión.Y hay que apuntar que ésto lo declaran con total desfachatez, amparada por la lenidad de unos poderes públicos absolutamente desnortados.
- sus objetivos declarados y asumidos son contentar a "los mercados" y obtener como sea el insano (en general) porcentaje de beneficios que les permita tranquilizar a sus socios y a los voraces consejos de administración, cuyos bonus están referenciados a variables como el beneficio
- etc. ¿para qué seguir?

Ha sido noticia, entre otras en el ramo, que esa hidra nacida artificialmente como resultado de una vergonzosa lucha política por el poder que podía ejercerse a su través y que consiguió aglutinar unas cuantas entidades, a cuál peor en gestión, con el nombre de Bankia, esa entidad que acapara el mayor volumen de ayudas públicas para intentar lo imposible económicamente, planteó hace unos meses lo que presentó como un plan de reestructuración merced al cual, volvería en tiempo record a la añorada senda de los beneficios, sin que nadie pidiera responsabilidades de la gestión que originó el desastre, corriendo una espesa cortina de humo sobre el espinoso tema del timo y estafa de las participaciones preferentes, y alguna que otra minucia.
Aparte de que sólo una mente MUY crédula financieramente puede creer que se cumpla el plan de reestructuración presentado, la primera consecuencia del mismo es el cierre de un número importante de oficinas, lo que representa que varios miles de empleados pasan a engrosar las listas del paro.

Pues bien, en ese escenario, este fin de semana se ha prodigado la aparición en diferentes medios generalistas y de la prensa económica en particular de Goirigolzarri, a la sazón nuevo gestor (que culpa, por cierto, a la herencia recibida de la situación de las entidad) de Bankia, sacando pecho de la perspectiva ante la que se encuentra actualmente. Lo llamativo es que, en ninguna de las declaraciones ha destinado ni una sola palabra a esos miles de empleados a los que ha despedido, empleados que, sin hacer demagogia barata, le han permitido estar donde está, empleados que en tiempos confusos han lidiado lo imposible con la clientela (sí, esa de las que se vana Goirigolzarri, que se ha mantenido fiel a la entidad ¿por él, o por el empleado que ha sudado sangre y lágrimas para conseguirlo pese a la mala imagen de la marca?), empleados que han sido ejemplo de integridad en entidades en la que la podredumbre rezuma, ...


No es privativo de Goirigolzarri, tomado como simple ejemplo oportuno, y ese es el drama. Cuando después de dar un paso (el que sea) para "contentar a los mercados", la persona se revela como simple carne de cañón con la que se puede jugar impunemente sin importar las consecuencias, el sistema, no es que haga aguas, es que está alentando la formación de un polvorín cuyo estallido es imprevisible.

Y en esas estamos, Y, como todas las burbujas que se han ido sucediendo (las punto.com, las tecnológicas, la inmobiliaria, etc.), todo el mundo las veía venir pero nadie hizo nada para combatirlas.

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