jueves, 15 de marzo de 2018

Amigos, conocidos y saludados

Tomo prestada para el título de esta entrada la definición que hizo el genial aunque hoy semidesconocido escritor ampurdanés Josep Pla1 de los diferentes niveles de relación con las personas con las que tratamos en nuestra vida cotidiana: amigos, conocidos y saludados, con el propósito de reflexionar, muy brevemente, sobre la influencia de la generalización del uso de las Redes Sociales en conceptos que creíamos afianzados.

Las personas somos, generalmente, animales racionales sociales (unos más animales que otros, según el dicho popular y según el esfuerzo visiblemente desarrollado por algunas en demostrarlo continuamente con sus actitudes o acciones) a los que nos gusta relacionarnos entre nosotros. Por cierto, por puro sentido común y salud mental, salvo que alguien parta de la base de que el mundo está para rendirle pleitesía, es importante plantearnos alguna vez cuál es nuestro papel hacia los demás. Pero eso forma parte de otro escenario en el que no entraremos hoy.

Antes de entrar en el fondo del análisis de los cambios observados en la definición de Pla, quizá convenga preguntarse ¿cómo son estas relaciones sociales? Obviamente, cada persona es un mundo y no se debe generalizar, porque cada cual siente sus relaciones hacia los demás como le han enseñado, como ha interpretado por su cuenta o como buenamente puede. Sería como intentar explicar como experimentamos cada uno de nosotros la alegría o la tristeza… Lo importante en el campo relacional (y no digamos si lo que se intenta es mejorarlo) de verdad, es poder llegar a entender y respetar como las sienten los demás. Otro error muy común es querer etiquetar a las personas que nos rodean: “¡Esta persona es amigo, esta no!” y actuar sólo conforme a esa etiqueta. En la vida, quien menos te esperas, aparece entre la multitud (como Simón Cirineo en la subida de Jesús al Gólgota) para ayudar desinteresadamente y sin conocernos a cargar con nuestra pesada cruz… en cambio, personas en quien realmente confiabas, van a desaparecer de tu lado cuando estés a punto de caer al suelo derrotado…
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Josep Pla en su imagen característica.
Técnicamente, antes de llegar a la clasificación de Pla, hemos de partir de la evidencia de que nuestra relación hacia el resto de humanos la podemos separar en dos grandes grupos: los no conocidos, que son la gran masa de personas de todo el planeta de la que desconocemos totalmente su existencia, ya que nunca hemos visto u oído hablar de ellos aunque pueden vivir en la casa contigua a la nuestra o en Australia, y los conocidos, que son el grupo de humanos que, como mínimo, conocemos de vista u oído, y que podemos dividir en diferentes niveles de relación entre los que se pueden incluir los "saludados" de Pla: simples conocidos, compañeros, pseudoamigos, amigos y amados. Y dentro de los simples conocidos podemos ubicar a los saludados, esas personas con las que el reconocimiento puede ser mutuo, pudiendo incluso coincidir en determinados lugares de forma más o menos habitual (por ejemplo, cada mañana, en la parada del autobús), pero no existir con ellas ningún otro tipo de relación.
Si queremos ampliar la visión en esta división propuesta, los compañeros son el grupo de personas con las que ya mantenemos algún tipo de relación conjunta, por ejemplo: de trabajo, de estudio, deportiva, política, etc., los pseudoamigos (colegas, amiguetes, etc.) pueden ser también compañeros pero, con ellos ya compartimos los momentos de ocio y recreo (como ir al teatro, de bares, a un concierto, a bailar...), el amigo es la persona con quien mantenemos una relación de amistad, ese sentimiento difícil de explicar y fácilmente confundible por otros más banales y, por último, el amado, que es la persona con/por la que sentimos el súmum de todos las emociones humanas: ¡el amor! Si ya decimos que es difícil explicar la amistad, más difícil es definir el amor, que sobrepasa los objetivos de esta entrada y en el que, por tanto, no entraremos.

Las relaciones humanas son complejas y, obviamente, mucha gente le dice amigo a personas que no pasarían de pseudoamigos, compañeros o, incluso, simples conocidos en la anterior clasificación... como siempre, se puede hacer una mala interpretación de los sentimientos. Muchas personas proclaman y presumen de que tienen “muchos amigos”... ¿seguro que lo son? Tener simples conocidos es normal si vivimos en sociedad; tener compañeros o pseudoamigos también es una cuestión relativamente fácil si nos relacionamos… pero tener un verdadero amigo es ya más difícil (seguramente se pueden contar con los dedos de una mano... y quizá sobren).
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Simón de Cirene (Tiziano): ayudar a alguien sin conocerlo.
Con todo lo visto, ya puede definirse la clasificación que hacía Josep Pla, entre amigos, conocidos y saludados como de lo más acertada ya que en muchas ocasiones utilizamos la palabra amistad de una forma mal entendida englobando en ella a todo tipo de relaciones. Incluimos a aquellos con los que vamos a tomar unas copas y poco más, aquellos con los que solemos charlar pero cuyas conversaciones son banales y superfluas, y a unos pocos, en realidad, muy poquitos, a los cuales si podemos darles el apelativo de amigos. Son aquellos que, pase lo que pase, el tiempo que pase, y como pase, siempre los tendremos ahí. Son aquellos que no desaparecen en las situaciones difíciles de nuestra vida, y que ante éstas, no se escabullen o diluyen como el agua, y que nos brindan su ayuda (física o emocional) y no una palmadita en la espalda con la típica frase de "todo saldrá bien” mientras cogen la chaqueta para salir corriendo por la puerta antes que les puedas pedir algún tipo de favor o ayuda. Esos son los verdaderos amigos, y es en situaciones complicadas, difíciles, y en ocasiones, traumáticas, cuando descubres a quien puedes llamar amigo. Y es en estas circunstancias, cuando te puedes llevar una grata sorpresa al descubrir que alguno de los que considerabas como conocido o saludado está a tu lado, sin esperar nada, sin exigir nada a cambio.

En conclusión, amigos tenemos habitualmente muy pocos, conocidos muchos y saludados muchos más y siempre debe tenerse en cuenta que en ningún caso se tratan de compartimentos estancos donde están localizados unos y otros, sino que, contrariamente, las amistades, como muchos otros aspectos de la condición humana, nacen y mueren.

Sí, sí, todo eso ya se sabía, pero ¿qué pueden variar en este tinglado las Redes Sociales?

La palabra amistad2 la podemos definir, según el DRAE, como el afecto personal, puro y desinteresado compartido con otra persona que nace y se fortalece con el trato. Sin embargo, a diario interactuamos con muchas personas a las que llamamos "amigos", en una relación que consiste, a lo sumo, en saber de su vida por lo que publica en sus Redes Sociales, compartir sus comentarios y darle un "me gusta" a las fotos y video que difunde. Incluso hay quienes llaman "amigos" a las personas que son "contactos" virtuales y que jamás han visto cara a cara ya que una característica de las Redes Sociales es la de solicitar (y, habitualmente, conceder) "amistad" a personas que no conocemos de nada. Frente a esta realidad, ¿es preciso actualizar el concepto de amistad? ¿Las personas con las cuales hablamos exclusivamente a través de las Redes pueden ser tan amigas como aquellas con quienes compartimos momentos de la vida real?
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¿Son esas las relaciones que se buscan?
Afirman los psicólogos que el significado y el valor que se le atribuye a la amistad sigue siendo el de siempre, toda vez que un amigo se define como un par con el cual uno se identifica, se comparten las mismas características y valores independientemente de raza, color, creencias, ideas políticas, etc., incluso independientemente de distancia física. Además, se espera que esté presente ante las necesidades o problemas, como así también que destinen tiempo a la construcción de la amistad.

Con ello se pone de manifiesto la idea de que los "amigos virtuales" son tan importantes como los de la vida real. Y eso es así porque el significado que uno le otorga a la amistad tiene que ver con la autopercepción, o sea que si una persona cree que la otra está cuando lo necesita, es escuchado y acompañado -más allá del medio en que se desarrolle esta amistad- será una amistad verdadera como la de "amigos físicos tradicionales" pese a saberse que la mayoría de los mensajes relacionales no se dan a través del lenguaje, sino a través de la comunicación no verbal, como los gestos, la postura, el tono y el ritmo de la voz, entre otros. "Decimos "te quiero" mucho más con la cara y el sonido de la voz que con el lenguaje. Por ejemplo, uno construye la relación con los hijos a través de miradas, caricias, sonrisas. Después se puede mantener el contacto, claro, a través del teléfono o las redes sociales, pero ninguno de estos medios per se proporciona toda la variedad de mensajes que tiene el estar cara a cara con el otro.

Según el psicólogo evolucionista británico Robin Dunbar, un individuo puede tener solo una o dos personas que funcionen como amigos íntimos, con las cuales hay interacción a diario. En otro nivel se encuentran los individuos con los que uno interactúa por afinidad y siente aprecio por ellos. Más abajo se encuentra el resto de los amigos, en los cuales se invierte menos tiempo en la relación, la conexión es más superficial y el contacto no es constante.

Por lo tanto, es difícil que la relación de amistad pueda construirse con la misma intensidad a través de WhatsApp o Facebook ya que son medios emocionalmente más distantes aunque hay estudiosos del tema que afirman que, efectivamente, se puede mantener una "amistad verdadera" sin que haya contacto cara a cara, como alguna vez se tuvo por carta (los amigos por correspondencia, y antes también) porque, argumentan, el contacto presencial fue perdiendo su significado a través de distintas generaciones y hoy, los jóvenes miden la amistad en contacto y sostén, pero no en la manera de cómo es dicho contacto. Mientras que para los mayores puede ser inconcebible tener como amigo íntimo a alguien a quien nunca vieron en persona, esto no sucede en las más jóvenes pues no hay que olvidar que los adolescentes nacieron en la época donde las redes sociales se transformaron en un medio masivo de comunicación que estrechó los vínculos y posibilitó las nuevas formas de comunicación, generando nuevas creencias sobre los vínculos amistosos y en la manera en que estos llegan a manifestarse".

Evidentemente, no hay una verdad absoluta en torno al concepto de amistad en la era de las redes sociales. Deberá entonces, cada cual, reflexionar acerca de cuan intensas son las relaciones que uno mantiene con las personas con las cuales se comunica exclusivamente a través de los medios digitales. Lo que sí es relevante es distinguir que el significado que encierra el concepto de amistad tradicional y el de amistad virtual estándar de las Redes son muy diferentes y usar conscientemente los recursos de una u otra (o, más exactamente, los de una por otra) proporciona al observador más datos psicológicos de personalidad de los que cabría suponer.
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Para entender que el saber (el querer debe darse por descontado, si no, el escenario es muy otro) usar apropiadamente el canal correcto para no dar lugar a consecuencias en las relaciones que pueden ser catastróficas, partamos de un supuesto: supongamos una persona A, del montón, con amigos tradicionales con nexos de vivencias y sueños comunes, con un alto grado de confianza, con un conocimiento mutuo forjado durante años de relación, y con amigos virtuales (alguno coincidente con los tradicionales) en las Redes Sociales. Supongamos que A pasa un bache emocional intenso por una circunstancia irreversible, de esas que se identifican con el que "las palabras no sirven para nada" y en las que sí que es relevante el cómo se expresan esas palabras y la actitud (física o a distancia) que se percibe en quién las dice. Vamos, que parece lógico que A espere de un amigo tradicional B, a quien posiblemente le ha comunicado directamente la noticia de la desgracia, que lo acompañe en privado con auténticas muestras de apoyo en demostración de que A le interesa, como, por ejemplo, "¿Quieres hablar del tema?¿Quieres que yo hable o que sólo escuche?¿Quieres hablar de otra cosa?¿Se te ocurre que yo puedo hacer algo?..." o similares, todas ellas (no generalizables, por supuesto) demostrativas de la transparencia y confianza que se supone en la relación. Si en lugar de ello, B, también amigo en las Redes, opta sólo por un mensaje típico y tópico en abierto en éstas, ciertamente queda la constancia pública ante terceros de su mensaje, pero su sentido de la amistad auténtica que conduce a preocuparse por la situación anímica de A salta hecho añicos y resulta sugerente comprobar, desde un punto de vista de análisis psicológico, que el hecho de usar la "amistad" de las Redes (priorizando la imagen propia ante terceros) en lugar de la tradicional (priorizando la persona) puede tener iguales consecuencias devastadoras en la relación, sea consciente o inconsciente ese uso.

Volviendo al principio, a la clasificación de Josep Pla, ¿dónde cabría ubicar ahora a los B de turno que confunden (¿inconscientemente?) la gimnasia y la magnesia? Es probable, incluso, que su lugar hasta ahora pueda ser ocupado por un amigo virtual con una mayor sensibilidad.

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1Josep Pla i Casadevall (1897 - 1981), fue un escritor y periodista español en lenguas catalana y castellana. Su original y extensa obra literaria fue esencial en la modernización de la lengua catalana y en la divulgación de las costumbres y tradiciones locales. Sus artículos de opinión, sus crónicas periodísticas y sus reportajes sociales de numerosos países constituyen también un singular testimonio de la historia del siglo XX. Todo ello, le ha consagrado de forma unánime como el prosista más importante de la literatura catalana contemporánea sin desdeñar su importantísima obra en lengua castellana.

2No es casual constatar que la amistad era una divinidad alegórica entre los griegos y romanos. Las estatuas que le erigieron los unos y los otros resaltaban su atemporalidad al ponerle una corona con las palabras: "invierno" y "verano", en la franja de su túnica se leían estas otras: "La Muerte" y "La Vida" y la inscripción: "De cerca y De lejos". Pintaban también a la amistad con los pies desnudos, dando a entender con esto que no hay incomodidad por grande que sea que no venza un verdadero amigo en beneficio de otro.

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