miércoles, 11 de marzo de 2015

Boletín nº 45/2 - "Paraísos" de andar por casa



Parece conveniente hacer un inciso en la exposición acerca de nuestros paraísos "domesticos" ya que, coincidiendo con la elaboración de este boletín, la organización Intermon Oxfam ha presentado un informe con el sugerente título de "La ilusión fiscal", elaborado tras dos años de investigación, en el que denuncia, precisamente, que las grandes empresas están utilizando todo tipo de estratagemas, entre las que destaca el uso de paraísos fiscales, para pagar menos impuestos, lo que reduce los ingresos del Estado para poder realizar inversiones sociales. Según los datos de la ONG, las empresas del Ibex 35 han aumentado el número de sus filiales en paraísos fiscales en un 44%, pasando de 561 en 2012 a 810 en 2013. De hecho, el flujo hacia paraísos fiscales representa el 24% del total de las inversiones de España en el extranjero y más del 26% de la inversión que realizan las grandes empresas en el exterior son préstamos entre filiales del propio grupo.

El ranking de entidades españolas con filiales en paraísos fiscales está encabezado por el Banco Santander, con 182, seguido de la constructora ACS, con 119, la compañía eléctrica Iberdrola con 66, la empresa tecnológica Abengoa con 63 y el BBVA con 52.

Todo ello contrasta con la enorme caída de la recaudación del impuesto de sociedades que ha bajado un 56% entre 2007 y 2014, lo que representa 25.000 millones de euros menos para las arcas del Estado, según denuncia la ONG. "Durante ese mismo período de tiempo, la población española en riesgo de pobreza y exclusión creció en dos millones, pasando del 23,3% de la población en 2007 al 27,3% en 2013", reza el informe, que indica que "las grandes empresas pagan muy pocos impuestos en España en relación con su volumen de actividad, y su esfuerzo fiscal (lo que pagan en relación a sus beneficios) queda muy lejos del que realizan las pymes o el resto de ciudadanos, que conjuntamente aportan el 90% de la recaudación total a las arcas públicas".

De hecho, argumenta, si las grandes compañías hubiesen soportado en 2012 una presión fiscal similar a las de las pymes y grupos no consolidados en el Impuesto de Sociedades, del 17% en lugar del 5,3%, se hubiesen podido recaudar 8.227 millones de euros adicionales. Y todo ello, en general, implementando una “ingeniería fiscal” en sus organizaciones para trasladar artificialmente los beneficios hacia jurisdicciones de baja tributación.

Lo grave de esta situación es que, en la mayoría de los casos, las empresas no están cometiendo ilegalidades, sino utilizando mecanismos legales[1] que están a su alcance para no pagar impuestos. Pero no es posible seguir hablando de la responsabilidad social sin tener en cuenta su responsabilidad fiscal. Los privilegios de unos pocos son sacrificios para el resto de la ciudadanía"

Y el análisis de los datos que han dado lugar al informe ha detectado que las empresas del IBEX35 han aumentado en un 44% su presencia especialmente en Delaware (Estados Unidos), Holanda y Luxemburgo.

Fuera ya del informe de Intermon Oxfam, la querencia de las personas físicas españolas que utilizan refugios financieros, suele obedecer a otras razones, encabezada por la búsqueda de un territorio donde depositar su dinero, más o menos a mano, en el que la fiscalidad es un tema secundario, y en el que la Hacienda española no lo sepa nunca, lo que abre el abanico a otros destinos, que “suenan” más en función de episodios divulgados y protagonizados por personajes ahora conocidos de sobras o menos conocidos pero incluidos en la famosa lista Falciani o similares: Suiza, Liechtenstein, Luxemburgo. Andorra en algún caso, etc.

Capítulo aparte merece en este acercamiento a nuestros paraísos, los casos de las Haciendas Forales, permanentemente en el punto de mira de las autoridades europeas en un continuado deshoje de margarita de si son o no son paraísos fiscales, y los casos de las Sicav[2] y su escandalosamente favorable régimen tributario en comparación con la tasa media de las personas físicas.

Con todo cuanto se ha visto en este repaso rápido, resulta evidente que la lucha contra los negativos efectos de la actividad ligada a los paraísos fiscales no puede (no debe) quedarse en grandilocuentes proclamas mediáticas y hay que abordarla seriamente. Pero ¿cómo? Es obvio que, para la buena marcha de una economía mundial dirigida a las personas y no a los territorios o estados[3], el objetivo final sería que esas jurisdicciones se prestaran a armonizar sus condiciones fiscales y sus leyes secretistas, pero también resulta obvio que esa medida no se puede ni proponer a territorios, nos guste o no, soberanos, sin entrar a dilucidar si no cambiarían sus leyes porque no quieren (desaparecería el atractivo para el inversor extranjero)…. o porque no pueden, porque, al tratarse de territorios, en general pequeños, no tenga medios para luchar contra el crimen organizado que, sin duda, está aprovechando esta situación[4].

Más efectivo inicialmente es negociar tratados o convenios de intercambio de información con estos países, de forma que, a través de esta información, se llegue a conocer la identidad de los titulares de cuentas que escapan al conocimiento (y tributación) nacional, lo que facilita en gran manera la acción inspectora y tributaria pertinente. No es fácil, no obstante, esta negociación, y, además, debe puntualizarse que está sujeta al cumplimiento de las leyes de ambos países y que, por lo tanto, una petición de información (no vale pedir, por ejemplo, la lista de TODOS los clientes de una entidad) debe estar argumentada por la investigación y seguimiento de delitos que también lo sean en el territorio que ha de facilitar la información[5], pero evidentemente es un primer paso importante (y eficaz) y las acciones de la mayoría de los países que luchan contra los paraísos llevan esa tendencia.



[1] Factores como este deberían hacer reflexionar a los adalides del “imperio de la ley” (que no el de la justicia) enrocados en él sin mostrar facultad de análisis, revisión si conviene y adecuación de las leyes, como un Registrador de la Propiedad, que sólo inscribe o no actos en el Registro obedeciendo estrictamente una norma rígida, sin capacidad de cambiarla.

[2] Una sicav (sociedad de inversión de capital variable) es un instrumento financiero que permite invertir dinero y diferir el pago  de impuestos a través de la creación de una sociedad anónima cuyo objeto social es invertir en activos financieros. Los accionistas de la sicav tributan por las plusvalías una vez se materialicen estas, Gozan de las mismas ventajas fiscales que los fondos de inversión tributando los rendimientos y plusvalías de la sociedad al 1%, y entre el 21% y el 27% las ganancias patrimoniales de los socios derivadas de la venta de participaciones o del pago de dividendos.

[3] En el citado informe “La ilusión fiscal”, la organización Intermon Oxfam propone, al menos en España, que los partidos políticos incluyan en sus programas, como prioridad, la lucha contra la evasión y la elusión fiscal de las grandes compañías para poder financiar más políticas sociales y de desarrollo, teniendo en cuenta que la caída de la recaudación en nuestro país atribuida a fraude fiscal se sitúa en torno a los 60.000 millones de euros.

[4] Existen antecedentes de que algún estado ya forma parte de los bienes patrimoniales del crimen organizado: la isla de Aruba, con sus 105 kilómetros cuadrados, sus verdes colinas y su arena dorada es el paraíso turístico (y fiscal) para miles de norteamericanos y argentinos básicamente, pero también el primer estado independiente que fue comprado por la Mafia. En 1993, Aruba fue comprada y pagada en efectivo por la familia mafiosa más poderosa del mundo, los hermanos Paolo y Pasquale Cuntrera, residentes en Sicilia y Venezuela respectivamente que, durante sus veinticinco años como grandes cerebros de la mafia norteamericana habían amasado una fortuna de miles de millones de dólares. Desde Venezuela, ubicada a tan sólo 23 kilómetros de la isla de Aruba, utilizaron su dinero para comprar todo lo importante de la isla: hoteles, casinos, bancos, policía, aduanas, el primer ministro y los partidos de gobierno y la oposición.

[5] Este factor de respetar las leyes de cada país, que puede parecer discutible, y que, dicho sea de paso se airea por determinados medios cuando la eventual respuesta negativa del “paraíso” de turno se fundamenta en ella, es jurídicamente impecable y respetada en todo el mundo. Por ejemplo, si EEUU reclama a España la extradición de una persona para juzgarla por un delito por el que la justicia estadounidense puede condenarlo a muerte, es bastante probable que España la deniegue ya que en el ordenamiento jurídico español no se contempla tal pena. Y EEUU lo respeta.

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