domingo, 28 de agosto de 2016

La música de la política

Algunos días satisface iniciar unas reflexiones en este blog confesando que son fruto de una buena noticia cercana, independientemente de que al final las reflexiones se ciñan o no a ella (es más -¿para qué engañarnos? -, lo habitual es que, por concatenación de ideas, no se ciñan). Y es el caso de hoy, ya que la hija de un buen amigo, que vive desde su aún cercana niñez por y para la música, tiene la oportunidad de darse a conocer con un recital (ella sola – con su guitarra -, ahí es nada) un día de estos. Huelga decir que todos los que hemos tenido la suerte de oírla estamos convencidos de que superará este difícil reto y que le servirá de acicate para continuar con más fuerza el no siempre grato camino de la interpretación... a la vez que se acabará el estado de nervios de los padres, más a flor de piel que los de la propia moza.

Y ya metidos, aunque sea de manera indirecta, en el tema, ¿vale la pena pensar en la música?

La música, nos acompaña siempre, consciente o inconscientemente, a lo largo de la vida. El escuchar unas notas puede activar nuestra memoria en un instante para recordar un momento feliz (o desgraciado), un episodio memorable de nuestra vida,.... La canción del primer amor, la nana que nos cantaba nuestra madre o la solemnidad del “Gaudeamus Igitur” el día de la graduación en la Universidad nos marcan. Como se suele decir, es imposible vivir sin música. Sí, vale, pero ¿qué entendemos por música? Admitamos que el concepto de música es difícil de exponer ya que es la obra de arte cuyo único factor de desarrollo es el tiempo y, por tanto, no queda ninguna constancia física de ella (salvado este escollo modernamente con las grabaciones, que permiten recuperar sonidos), no es por ejemplo como otras artes que se desarrollan en el espacio (pintura, escultura, arquitectura, etc.) que son más tangibles a la hora de poder realizar un acercamiento objetivo, y eso sin perder de vista que el "hecho sonoro" no sólo pertenece a nuestro Occidente, sino también a otras culturas muy distintas de la nuestra. Curiosamente, esta evidencia nos conduce, para intentar entender el valor cultural de la música, a situarnos obligatoriamente dentro de un paradigma que nos permita asumir y comprender otras realidades, pese a que durante la hoy conocida como época del clasicismo, se expandiera la idea (hoy vista con tintes de centralismo europeísta) de Haydn de que la música era un lenguaje universal que se entendía en todo el mundo; hoy, sin embargo, en parte debido a eso que llamamos globalización, podemos ver que el universalismo de la música no es tal ya que existen diferentes sistemas musicales que no son compatibles entre sí, conceptos variados en cuanto a la rítmica y la estructuración de las piezas musicales, etc. que tampoco se pueden considerar universales sino ligados a las diferentes culturas.

O sea, que en el mundo en que nos encontramos conviven formas y conceptos de música, incluso dentro de la que identificamos como de clasificación occidental, tan variopinta y diferente que va desde la música tribal a la música circense, pasando por música infantil, clásica, improvisadora, etc., a lo que habría que añadir el hecho de que cada uno, cuando trata de analizar lo que es la música siempre lo asocia y compara con los propios patrones musicales a la hora de establecer juicios1. Por tanto, si nos empeñamos en intentar elaborar una definición de lo que es la música no debemos olvidar que tendremos que tener en cuenta la distinta consideración estética que ocupan los distintos elementos que tiene la música en sí (las alturas, afinaciones, forma de pulsación en los instrumentos y los distintos timbres) y su diferente uso por cada cultura.

Pero, componente cultural aparte, de lo que no hay duda en ninguna cultura es de que, sobre todo, la música es un enorme generador de emociones. Frecuentemente, la melodía, la letra, la armonía o el ritmo saben arañar en nuestra fibra sentimientos que guían nuestras acciones. Nos predisponen a estados emocionales que tienen mucha importancia en nuestra conducta. La música amansa las fieras, se suele decir.

Y es por ese factor, por el de ser potencial generador de emociones, por el que la música se viene utilizando con múltiples finalidades, y no me refiero al uso consciente de cada uno, buscando escuchar lo que le apetece en cada momento, sino al uso intencionado que hace que la música o sus sucedáneos adquieran presencia (inadvertida a veces) en todos nuestros actos cotidianos: los centros de trabajo (quien esto suscribe confiesa que suele estar ante el teclado con música de fondo previamente seleccionada), las galerías comerciales y tiendas, las clínicas, los ascensores (esta música ha creado el vocablo "muzak" para identificarla), las salas de vela de los sepelios,...por no hablar de los actos públicos de cualquier índole, deportiva, religiosa,... incluso política. Naturalmente, la música que se nos hace oír en cada uno de estos lugares está cuidadosamente seleccionada para "tocar" aquella fibra sensible cuya reacción se busca.
Resultado de imagen de marilyn monroe visits troops in korea
Queda fuera del análisis eso que se conoce como música militar, ceñida a ese ámbito, y de la que hay numerosos expertos que considera esta expresión como un oxímoron2. Y algo de eso puede que haya cuando se recuerda la definición que hizo nada menos que Napoleón Bonaparte de que “La música es el más bello de los ruidos... pero ruido al fin.”
Y si antes hemos intentado definir la música, llegados a este punto es conveniente que nos preguntemos ¿qué entendemos por ruido?, más que nada porque veremos que, en ciertas ocasiones, se nos ofrece como música lo que, efectivamente, no es sino ruido para provocar en nosotros la reacción sentimental que desean. Y convendremos en que ruido es, en general, un sonido no deseado o que interfiere (intencionadamente o no) con alguna actividad o con el descanso. Por definición, el negativo del sonido musical es el ruido. Ruido es una señal sonora indeseable. El ruido para serlo, no tiene que ser necesariamente muy intenso, porque, por ejemplo el ruido de las millones de gotas que forman la lluvia es mucho más intenso que el zumbido de un mosquito junto a la oreja, y sin embargo es menos molesto y en muchos casos hasta placentero o sedante.

La gran diferencia entre ruido y sonido musical es que el primero molesta y es desagradable3. Sin embargo es curioso que no a todas las personas nos parecen desagradables los mismos sonidos; es decir, que un sonido puede ser ruido o sonido musical en función del contexto en que se produzca. Esta frontera sobre lo que es Música y lo que es Ruido estaría marcada también por cuestiones generacionales; por ejemplo ante un grupo de música heavy, una persona de ochenta años posiblemente opine que eso no es más que ruido, aunque también juegan un papel importante los gustos musicales que tenemos cada uno. Así lo que para unos será música para otros será despreciado como ruido, como algo molesto y por tanto todo dependerá del cristal con que se mire…

De la milicia y sus “ruidos” a la política. La relación entre música y política ha tenido numerosos episodios y tiene varias dimensiones a tener en cuenta. Esa relación incluso está caricaturizada en la famosa frase del cineasta Woody Allen al referirse a los gustos musicales de Adolf Hitler y del Tercer Reich: “cuando oigo a Wagner, me entran ganas de invadir Polonia”, pues, a decir de los expertos. la utilización de la música en la política (sobre todo en campaña electoral), ayuda a la conexión emocional con el ciudadano, a la identificación de un partido, de un candidato,.. de manera muy efectiva.”. Desde los sentimientos que puede generar un himno nacional al uso político de la música, hay un gran espacio para estas relaciones y se ha comprobado que desde la comunicación política existen numerosos ejemplos del uso de la música para conseguir convencer y movilizar al electorado.

Los anuncios electorales han sido uno de los campos en que la música ha desplegado toda su efectividad. Los anuncios que han apelado al miedo, han usado notas discordantes, sintonías que han subido en intensidad buscando la tensión en el receptor y no han dudado en utilizar sirenas, llantos o gritos. En las campañas electorales, el uso de esos sonidos lúgubres suelen conseguir la buscada e inconsciente sensación de miedo y tensión en el receptor.

Decía Darwin que la música despierta en nosotros diversas emociones, pero no las más terribles, sino más bien los sentimientos dulces de ternura y amor., luego los responsables de comunicación de los partidos saben que la música también tiene importancia para generar las emociones adversas a las descritas anteriormente de la ciudadanía ante sus rivales.. Optimismo, alegría o ilusión le deben mucho al uso de las melodías.

Por salir de nuestra baqueteada electoralmente España, en Estados Unidos, spots como los de Ronald Reagan en su campaña de reelección en 1984, titulados “It’s morning again in America”(Amanece de nuevo en América), combinaban a la perfección lenguaje verbal, el uso de imágenes y colores y, sobretodo, el recurso musical. Las fanfarrias, con toques militares en este caso (no olvidemos que en los Estados Unidos el Presidente del gobierno es también el Jefe Supremo de las fuerzas armadas), son un modo muy eficiente de dar solemnidad e importancia a un mensaje, especialmente cuando el que lo hace es precisamente el comandante en jefe. Pero no sólo existe esta relación en los spots, las campañas electorales norteamericanas suelen tener una canción de campaña4 que va más allá de crear una relación emocional, pues también adquiere un auténtico significado.

Barack Obama recurrió a los músicos irlandeses U2 para hacer de su “City of blinding lights” su tema de campaña. La canción, compuesta en homenaje a la ciudad de Nueva York tras los atentados del 11 de septiembre, era una auténtica declaración de intenciones del ahora presidente al elegir una canción que quería marcar la reconstrucción, el rearme del país de optimismo para encarar el futuro tras un negro pasado, que coincidía con lo que él mismo defendía para el país entero tras los ocho años anteriores de presidencia republicana.

En España, fruto del azar o del descuido –que en el fondo viene a ser lo mismo en política-, las casualidades han dado pie en ocasiones a una cierta ironía en el uso de la música. En una campaña pasada, uno de nuestros partidos utilizó en uno de los eventos una big band que tocó varios temas que sirvieron de marco para las apariciones de los primeros espadas, temas musicales entre los que sorprenden dos: Waterloo de ABBA para recibir al responsable del programa económico y Mack the knife para la "plana mayor".Si la primera, la canción con la que los suecos ganaron Eurovisión y se lanzaron al estrellato mundial, evoca a la mítica derrota de Napoleón que supuso el inicio de su final, la segunda habla de las vicisitudes de un asesino. La derrota, el colapso y la violencia como elementos referenciales. Pues vaya...

Pero, la verdad es que la música (salvo si se la considera únicamente herramienta) y el poder no han acabado de hacer buenas migas nunca. A veces la política se enfrenta con la música, generalmente por letras activistas que no les favorecen. Es eso porque algunos cantantes no ocultan lo que piensan y alzan la voz para señalar lo que está mal con la fuerza del micrófono y en pleno escenario. Basta recordar nuestra en su día boyante canción protesta, en la que muchas veces, y pese a la rìgida censura, los que se conocieron como cantautores se jugaban literalmente el físico para denunciar con su música situaciones y hechos incómodos para el poder de los que nadie en otros ámbitos se atrevía a hablar.
Resultado de imagen de music and politics

Como esto es algo que pasa en todas las latitudes y, además,no se trata de hacer publicidad (seguramente merecida, por otra parte) de los cantautores aludidos, alguno aún en activo, ni de criticar o alabar la actitud ni las obras de los artistas por su perfil ideológico, nos despediremos recordando algún desencuentro conocido, por una u otra causa, de más allá de nuestras fronteras.

- Bruce Springsteen vs Ronald Reagan 

Born in the U.S.A fue la canción utilizada durante la campaña presidencial de Ronald Reagan, aunque sin permiso del cantante quien exigió al político que dejara de utilizarla, pues él era votante demócrata.

- Beyoncé vs Mike Huckabee

El gobernador de Arkansas, Mike Huckabee, evidentemente, no es fan de los movimientos de Beyoncé y declaró que los pasos de baile de la cantante deberían quedarse en la privacidad de la habitación y sus letras eran “veneno tóxico para la mente” Beyoncé nunca respondió.

- Fher Olvera (Maná) vs Cristina Fernández

Las canciones de Maná ya no son las favoritas de Cristina Fernández después de que Fher –el cantante y líder de la banda- y la presidente de Argentina no coincidieran en algunas opiniones. “Creo que hablé mal de un candidato mexicano de izquierda que no es izquierda, definiéndolo como un caudillo como lo era Chávez. A ella no le gustó mucho que hablara así de López Obrador”. El enfrentamiento ocurrió en 2007 durante una visita a la Casa Rosada y Fher afirma que lo echaron del lugar.

- Pete Seeger vs el Gobierno de EEUU

Las canciones activistas de Pete Seeger siempre resultaron incómodas para el gobierno estadounidense. En 1951 fue condenado a 12 meses de cárcel y 17 meses de censura en los medios de comunicación

- Pussy Riot vs Vladímir Putin

Para protestar contra la reelección de Vladímir Putin, tres miembros del grupo de rock femenino Pussy Riot, acudieron a la Catedral de Cristo Salvador(de la Iglesia ortodoxa rusa) en Moscú. Las chicas hicieron la señal de la cruz y empezaron a cantar. De inmediato fueron detenidas por la policía. Las imágenes de lo ocurrido fueron utilizadas para un vídeo presentado en YouTube por el que las cantantes fueron condenadas por vandalismo
 
- Víctor Jara vs Augusto Pinochet

Victor Jara se caracterizó particularmente por sus canciones de protesta social, lo que lo llevó a ser uno de los más grande exponentes del movimiento Nueva Canción Chilena. Durante la dictadura de Augusto Pinochet, Jara fue detenido, torturado y asesinado en el Estadio de Chile, ahora conocido como Estadio Víctor Jara, en su honor.

------------------------------
1Sirva como ejemplo que en otras culturas distintas a la nuestra como es la hindú, la palabra música (sangitâ) significa “reunir el todo y decirlo”. Ese “todo”, para ellos, simboliza la unión del cuerpo, el alma y el intelecto. Así las estructuras melódicas y rítmicas de la música india tienen una arquitectura que se dice que está entre las más elaboradas del mundo. La complejidad de la polirritmia, el refinamiento de las ornamentaciones y la perfección de los microtonos hacen que su notación sea muy difícil para nosotros. 
 

2Otra cosa es que haya bellas páginas musicales inspiradas en hechos bélicos o semibélicos como la Obertura 1812, de Tchaikovsky, que contiene La Marsellesa, el Concierto nº 5, "Emperador", de Beethoven, y un largo etcétera.


3Los expertos en sonido de los partidos políticos "juegan" con este factor, de manera que buscan asociar a sus rivales con lo desagradable, con el ruido, alejado de la melodía propia.



4Las canciones de campaña en las elecciones americanas suelen ser un termómetro interesante de la verdadera aceptación popular del candidato en cuestión. En los comicios ahora en curso, Donald Trump ha recibido vetos para usarr su música en campaña de Queen, Rolling Stones, Bruce Springteen, Paul Simon, etc.

No hay comentarios:

Publicar un comentario