lunes, 8 de agosto de 2016

Las serpientes de verano

Que los viajes son una indiscutible fuente de enseñanzas a poco que uno vaya con los sentidos abiertos y predispuesto a aprender, nadie lo discute hoy, más allá del disfrute y la evasión meramente turísticos.

En mi primer viaje a la isla de Menorca, hace muchos años, lo que viví (como en todos los viajes, por otra parte) me permite aún hoy reflexionar sobre algunos aspectos de alguna de esas vivencias que no han perdido actualidad. No se trata de ponderar la belleza de la isla, realmente un museo al aire libre, entonces con una incipiente industria turística para divulgarlo, ni de la hospitalidad de sus gentes, ni de lo extrañas que nos sonaban las expresiones en su lengua (con un léxico coloquial trufado de anglicismos fruto del reciente siglo de dominación británica de la isla tras el Tratado entre Gran Bretaña y España de 1715, de los conocidos como de La Paz de Utrecht, y con una personalidad propia en la pronunciación del catalán/menorquín que te dejaba descolocado cuando oías "Mó" o "Aló" al referirse a Mahó o a Alaior respectivamente), ni de....

Había enseñanzas paralelas, como por ejemplo el compaginar en un mismo día la asistencia a la perpetración de un desaguisado urbanístico (por fortuna desechada su continuidad tras la construcción de un primer -y horrible- bloque, de los varios previstos) en la playa de Son Bou, la más extensa de la isla, al sur, con la visita a unas cercanas ruinas de una basílica paleocristiana... convertida en redil para el ganado, o la contemplación de unas, también cercanas, cuevas trogloditas con vistas al mar, habitadas por una comuna de hippies ¡en pelotas!

Sin embargo, lo que hoy me hace rememorar ese viaje es un detalle aparentemente pueril: lo hicimos en el mes de mayo, fuera del clásico período vacacional, que entonces estaba casi religiosamente concentrado en el mes de agosto. Ese hecho provocó que fuéramos los únicos huéspedes españoles del hotel (ocupado, por lo que recuerdo, por estadounidenses y canadienses) y que, en una excursión que se montó (entonces se organizaban in situ, no formaban parte de ningún pack contratado en origen) al Santuario de Monte Toro, la montaña más alta de la isla, fuéramos gentilmente invitados por la comunidad religiosa, creo que franciscana, que administraba el Santuario a compartir su mesa para comer o que el director del hotel acabara haciéndonos compañía durante las sobremesas, en las que solía mostrar su secreto anhelo de que España dejara de concentrar las vacaciones en un solo mes, lo que, en su opinión de entonces, moderaría su dependencia del visitante extranjero y permitiría un mejor servicio, sin agobios, al visitante nacional.

Hoy, con los cambios sociales pero, sobre todo, con el flagelo de la crisis, lo cierto es que las vacaciones (para quien tiene trabajo y, además, tiene unos ingresos que le permiten hacerlas) se han desestacionalizado algo, aunque no es menos cierto que agosto sigue siendo el rey de la inactividad (empezando por la las instituciones u organismos oficiales), bien sea porque está todo cerrado o porque se organizan con horarios, digamos, laxos. De entrada, si hay niños, hay que decidir qué semanas de agosto, y parte de septiembre se dejan con unos abuelos y qué semanas con los otros, ya que resulta que solo hay actividades en el mes de julio para tenerlos distraídos. Y si se tienen que hacer gestiones administrativas, se trabaja y se piensan hacer por la tarde, ¡imposible! ya que Hacienda, Seguridad Social, Inem, etc. solo trabajan por la mañana (circunstancia que no suele ceñirse a agosto, sino que se alarga de junio a septiembre).

Y una consecuencia conocida de le existencia de ese período de tiempo en que los comerciantes, los talleres de reparación de coches, los restaurantes de ciudad (aún recuerdo el vía crucis que había que organizar hace un tiempo para buscar una panadería, frutería, colmado cafetería, etc. abiertas), los periodistas, los médicos, los políticos (hay quien sostiene que las vacaciones deben estar limitadas a las personas que trabajan, y que los políticos... pero no entraremos en ese jardín) desaparecen es que el nivel de "producción" de noticias desciende, y hubo un tiempo en que tomaron fuerza las llamadas "serpientes de verano".

Acudiendo a Wikipedia, que lo sabe casi todo (pero que frecuentemente cabe revisar, seleccionar o verificar lo que nos dice), Serpiente de verano o "culebrón del verano" es una expresión que se refiere a las noticias irrelevantes o sorprendentes que publican algunos diarios para llenar sus páginas durante las vacaciones de verano, cuando la mayor parte de la sociedad está de vacaciones y no se producen sucesos ni noticias interesantes. Según algunos expertos en comunicación, el término podría provenir de Nessie, el mítico monstruo del escocés Lago Ness, "al que se hacía reaparecer a capones todos los agostos para que los diarios tuvieran algo de lo que hablar" Parece más apropiado, y más serio, llamar a tales noticias tormenta de verano, por los motivos que se acaban de apuntar, puesto que se producen y se desvanecen sin que, en definitiva, hayan tenido repercusiones dignas de recordarse.
Las temáticas que cubre este fenómeno del periodismo son variadas: la criptozoología, campo en que destacan tanto el mencionado Nessie como el Yeti o el Bigfoot de la cultura sajona, la arqueología, con el descubrimiento de algún resto que se proclama como confirmación de algún episodio bíblico; la ufología, los círculos en los cultivos que aparecieron a mediados de la década de 1970 al sur de Inglaterra; la parapsicología con, por ejemplo, el misterio de las caras de Belmez, etcétera.

A la vista de todo esto, a uno le queda la sospecha de que los periodistas "de guardia" se veían en la obligación de sacar de debajo de las piedras –si es que no inventarse– noticias para llenar las páginas de los diarios durante las vacaciones estivales, cuando toda la gente importante se largaba de vacaciones y los tenía a dos velas, sin casi nada que contar, y así salía en portada algún cerdo de dos cabezas nacido en alguna ignota aldea de Filipinas o algún abuelo de 120 años (casi siempre de una comunidad aislada en el Asia central, no sé por qué) que atribuía su longevidad a que llevaba toda la vida fumando sin parar y bebiendo litros y litros de vodka cada día. Por supuesto que todo era mentira, pero inocente. Se entretenía a la parroquia, y a correr. A fin de cuentas, “no news, good news” (la falta de noticias es una buena noticia).

Pero lo cierto es que desde hace unos años, sin embargo, vivimos en una montaña rusa y el verano se ha convertido en una jungla de noticias y acontecimientos, dignos de cualquier otra estación. Los periodistas que pueden tomarse unas semanas de asueto se van con el corazón encogido y casi a rastras y asustados porque dedicándose como se dedican a la verdad cambiante -(algunos, todo hay que decirlo), que eso es la información en definitiva, temen que en su ausencia ocurran cosas extraordinarias que hagan perder el hilo del relato. O del cuento, dado como están ahora mismo las cosas. Todo y nada es posible, más que nada por cierta inercia instintiva del lector a considerar que lo que se publica ahora, algo de serpiente de verano sí que tiene.

Y no les falta razón si miramos la evidencia de que noticias reales e importantes que merecerían despacharse en no más de cinco lineas un día se traducen en veinte editoriales a toda página ese día mas diversos pseudoanálisis en los diez días posteriores, quebrando, además, frecuentemente, una máxima del periodismo serio, cual es el confundir la información con la opinión ¿con el fin de influir interesadamente en las conclusiones del lector?

Y digo yo ¿por qué no aprovechar este tiempo en que el volumen de noticias adelgaza para ampliar la información (no la opinión) sobre noticias que han quedado en stand-by pero que volverán a cobrar rabiosa actualidad en pocas semanas en lugar de seguir rellenando páginas con las serpientes de verano típicas y tópicas?

De los variados temas que tendrían cabida en este capítulo nos atrevemos a sugerir sólo un par:

1) El embrollo del si-no-si-no-.. a la investidura para formar gobierno, evitando publicar día sí día también únicamente lo de la presión al PSOE, y ampliando la información a lo que hacen o no hacen los demás partidos, a las alternativas reales que existen, al historial de incumplimientos (en su caso, de quien corresponda) para llegar al bloqueo actual, y todo cuanto ayude a que la información sea eso, información.

2) El tema grave de lo que empezó como el arreglo de un desajuste con Catalunya y que la ignorancia/desprecio/desidia/ineptitud/arrogancia de este gobierno (no es opinión; ahí está la hemeroteca) se apresuró a convertir en una petición formal de independencia con un sentimiento creciente de la misma entre la ciudadanía. El ciudadano debe saber, y ahora puede ser buen momento, además de las comprensibles soflamas oficiales, cómo se nos ha llevado a todos a este callejón ¿sin salida?, y para ello bastaría la recopilación de hemeroteca en una crónica DE HECHOS (no de opiniones ni consignas) de unos y otros de los últimos diez años, aunque con especial atención a los cinco últimos.

 En fin, que hablando de cosas serias que nos pueden influir, nuestros políticos dicen que quizá no tengan vacaciones este año, pero es por su incapacidad de ponerse de acuerdo y repiten en agosto el desencuentro de enero. Quizá habría que modificar su relación laboral y contratarles por objetivos como a algunos deportistas (por numero de plenos, iniciativas o acuerdos) o colocarlos en un cónclave como a los cardenales de la Curia romana hasta que eligieran a un nuevo director. Como puede verse, esto también es otra serpiente de verano.

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