domingo, 18 de enero de 2015

Un nuevo analfabetismo



Para los padres que se preocupan de ejercer como tales, siempre ha sido fundamental seguir de cerca las relaciones de sus hijos con sus amigos y conocidos, sobre todo en la época difícil de la adolescencia, para intentar evitar influencias negativas que podrían perjudicar la correcta evolución de los retoños.

Y para eso, no nos engañemos, la labor de "espionaje" solapado no invasivo, (por descontado, bienintencionado) ha sido utilísima: el interceptar mensajes, notas, conversaciones aisladas, … han sido herramientas de uso bastante común que, bien gestionadas, han permitido ocasionalmente encauzar alguna actitud en la que se advertía algún sesgo pernicioso. Habéis notado que afirmo “ha sido” y no “es”. Y es que los tiempos corren a una velocidad pasmosa, y desde que algún iluminado se le ocurrió divulgar el funcionamiento de esa cosa llamada SMS, antecedente en este campo de los whatsapp actuales, el mundo es otro, y la brecha generacional no hace sino aumentar día a día. Ya no basta con lograr interceptar algún mensaje: ahora hace falta, además, “traducirlo”, en un proceso en el que se invierte tiempo, sudores, nervios, impotencia y cabreo, mucho cabreo. Asombra la velocidad a que nuestros adolescentes emiten y leen mensajes en una jerigonza sólo accesible a iniciados y desarma el esfuerzo (frecuentemente inútil) que los sufridos padres destinan a intentar adivinar, siguiendo las leyes combinatorias de consonantes y vocales, qué demonios quiere decir el mensaje que nos ha llegado.

Al final, no es un tema menor: ps a q la RAE se dsvnql d alg1 mnr d st fnmn, algns invstgdrs trtn d anlzr su dmnsión sciolgk, y s q l lngwag abrviad d ls SMS y ls xts cnsttyn 1 d ls sñls d idntdd d la jvntd q a crcdo n la últ dkda.

¿Cuánto tiempo habéis invertido en averiguar lo que pone? ¿Cuanto tiempo (mucho menos, desde luego) ha invertido el retoño en escribir el mensaje? Lo hemos de admitir: la frase hecha de que a partir de cierta edad estamos fuera de las nuevas tecnologías, se refleja como una evidencia incontestable ante los nuevos usos de esta. Para más inri, en este galimatías abreviado, se insertan con normalidad anglicismos que, cuando menos, despistan al acongojado padre/madre-traductor/a. Presumo que quien ponga una academia de alfabetización en los nuevos lenguajes cortos, se forra, porque si queremos vivir de acuerdo con el tiempo y en la sociedad que nos ha tocado vivir, lo más recomendable no es prohibir a la juventud el uso de ese lenguaje jeroglífico, sino admitir su existencia y aprenderlo nosotros, con mayor o menor soltura . Al tiempo. 
Y los puristas de la lengua única y el pensamiento único tendrán que buscar nuevos argumentos para defender su intolerancia si no es que quieren proclamar que eso de "carpetovetónico" en las costumbres, sin aceptar la diferencia ni la realidad de la evolución es algo más que una idea también desfasada.

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