domingo, 11 de julio de 2021

De efemérides.


Hay fechas aniversario de hechos históricos que han quedado en el imaginario 
colectivo como con una capa de ambigüedad difusa, rodeados de muchas incógnitas y 
destinados, al parecer, al olvido. Eso es lo que pasa con la conmemoración de hoy: en 
la mañana de tal día como hoy, 11 de julio, de 2002, un grupo de marinos marroquíes 
al mando de un suboficial perteneciente a la dotación de un patrullero desembarcaron 
en la isla de Perejil y colocaron dos banderas de Marruecos. Una patrullera de la 
Guardia Civil se percató de los hechos y decidió acercarse para investigar pero los 
marinos marroquíes espetaron a los agentes españoles: «Marchaos de aquí, esto no 
es tierra española». La razón formal esgrimida por los marroquíes para su actuación 
fue la participación en una operación antidroga ya que la isla fue utilizada durante 
algunos años como refugio de piratas y contrabandistas. Desde Rabat (capital de 
Marruecos) se informó esa misma noche que el islote no sería abandonado, puesto que 
«pertenece a Marruecos». 

 
Tras unos días de tenso tira y afloja con Marruecos, el día 17 de julio se procedió al 
desalojo de la isla de Perejil mediante la Operación Romeo-Sierra (nombre en clave que 
se ha interpretado, en sus iniciales, como Operación Restaurar la Soberanía aunque 
también como Operación Respuesta Segura) para devolver la isla a su estatus anterior. 
Hay que decir que el desalojo constituyó el primer incidente armado que involucró a 
España tras el retorno de la democracia, la primera vez que entraron en combate 
fuerzas españolas después de las operaciones de paz en la antigua Yugoslavia y la 
primera intervención desde la unificación de los tres ejércitos librada en el siglo XXI. 
Ese día, componentes del Mando de Operaciones Especiales del Ejército de Tierra 
tomaron tierra en el islote y detuvieron a las tropas marroquíes, entregándolas a las 
tropas de operaciones especiales de la Armada Española. Al día siguiente llegaron 
legionarios desde la cercana Ceuta e impidieron que descendieran a tierra algunos 
marroquíes que trataban de llegar a la isla con al menos una pequeña embarcación 
particular. Finalmente, pocos días después, el día 21, se firmó un acuerdo entre España 
y Marruecos, por el que se decidió volver al statu quo anterior. Las tropas españolas 
abandonaron el islote, que quedó deshabitado de nuevo, como ya lo estaba antes del 
incidente.

 

El respaldo internacional a España no fue unánime: Estados Unidos prefirió mantenerse 
al margen; Francia volvió a ponerse del lado de Marruecos; en cambio, Italia dio su 
apoyo total al gobierno español; el resto de la Unión Europea dudó en un primer 
momento, pero la presidencia danesa de ese momento, el día 14, se alineó 
enérgicamente con la postura española y el Presidente del Consejo de Europa cambió 
parcialmente su discurso sobre la naturaleza interna del conflicto entre las dos 
naciones por el que defendía la necesidad de volver al statu quo anterior. Lecciones de 
unidad en la Unión Europea también en esto…pero eso es otra historia.

 
En honor a la verdad, la mayor parte de las población, tanto española como marroquí, 
ignoraban la mera existencia de la isla hasta que ocurrió lo de la ocupación del 11 de 
julio de 2002, en que, como se ha dicho, un grupo de seis gendarmes marroquíes 
instalaron tiendas de campaña en una pequeña explanada situada entre las escarpadas 
paredes de roca de la isla, según Marruecos, para usarla como observatorio contra la 
inmigración ilegal y el tráfico de drogas. Este hecho provocó el incidente antes descrito 
ante el que España exigió la vuelta al statu quo anterior a la ocupación marroquí. Y es 
que la isla de Perejil (en árabe, Laila) es un islote deshabitado de forma triangular, de 
unos 500 metros en su cota más larga y unos 300 de ancho, situado en el estrecho de 
Gibraltar (a caballo entre el mar Mediterráneo y el océano Atlántico) en las afueras de 
Ben Younesh, aldea de pescadores al oeste de Ceuta, isla habitada esporádicamente 
por cabras que llevan allí en pateras, a unos 200 metros de la costa continental 
marroquí de África y a unos 9 kilómetros al noroeste del núcleo urbano de la ciudad 
española de Ceuta, en disputa territorial entre España y Marruecos, que puede dar 
cobijo a pequeñas embarcaciones, y ha sido utilizado tanto por pescadores, que en mal 
tiempo buscaban su protección, como por contrabandistas1, que encontraban 
resguardo ante la belicosidad de los habitantes cercanos. La soberanía sobre el islote 
es reclamada tanto por España como por Marruecos; uno de los argumentos legales 
españoles para dar fe de que la isla es española se basa en que el proyecto de 
autonomía de Ceuta de 1987 incluía el islote Perejil dentro del término municipal de la 
ciudad, pero esto no quedó recogido en el texto definitivo de 1994 del Estatuto de 
autonomía de la ciudad.

 
Históricamente se ha identificado a la isla de Perejil con la mitológica isla "Ogigia", 
donde, según Homero, Calipso2 retuvo a Ulises. La isla fue dependencia portuguesa al 
ocupar éstos Ceuta en 1415 y, al parecer, en ella había restos de fortificaciones 
portuguesas (probablemente una torre de vigilancia). La mayoría de los defensores de 
la españolidad de esta isla, basan en esta tesis sus razones: al ser portuguesa y 
dependiente de Ceuta, y al pasar Ceuta a España (recordemos que por elección libre 
de sus habitantes), esta isla, automáticamente, pasó también a ser parte de España. 
España pensó, desde la anexión de Portugal en 1580, en varias ocasiones artillar la isla, 
abandonándose siempre el proyecto por ser sumamente costoso. La primera ocupación 
efectiva y permanente de la isla de la que se tiene constancia documental se produjo 
en 1808 (en plena guerra de la Independencia); por consejo de Inglaterra, y se ocupó la 
isla con soldados de la guarnición de Ceuta con el fin de vigilar el paso de buques 
franceses por el Estrecho.

 
Estados Unidos se interesó por la isla del Perejil en 1835, para la instalación en ella de 
una estación carbonera, pero se abandonó la idea ante las presiones inglesas, que no 
deseaban ver a nadie establecido enfrente de ellos, en Gibraltar. En 1887, España 
intentó establecer un pequeño faro en la isla y el Ministro de Fomento envió una 
pequeña expedición que estudió el emplazamiento y colocó unos piquetes con los 
colores nacionales. Ante el alboroto suscitado por las autoridades de Tánger, un grupo 
de marroquíes arrancó los piquetes ante la pasividad de las autoridades españolas, 
acontecimiento que fue motivo de debate político en España; llegando a afirmar el 
diputado Moret que esa isla pertenecía al Imperio de Marruecos. Varios diputados 
como el Marqués de Villamagna y García Alix afirmaron tajantemente que dicha isla 
era propiedad de España, pues así aparecía en la Guía General Marítima de 1883 
aprobada mediante una Real Orden. 
 


El primer problema respecto a la soberanía de la isla de Perejil surge tras la paz de 
Uad-Ras en 1860, ya que hasta ese momento no existe constancia de que las 
autoridades de lo que hoy es Marruecos protestaran de forma alguna por la repetida 
presencia de los topógrafos e ingenieros españoles que dibujaron las fortificaciones 
para la isla, ni tampoco de la permanencia por más de 15 años de una guarnición 
permanente española en la isla. En el Tratado de Tetuán de 1860, el trazado que se 
efectuó de la frontera de Ceuta no correspondía con el texto del tratado. Contrariamente 
a lo que hoy afirman las autoridades marroquíes, nada se dice en el tratado de 1912, 
que crea el protectorado en Marruecos, sobre la isla. Con el fin del Protectorado en 
1956, tampoco se hizo alusión alguna a ella, ni siquiera en la declaración 
hispano-marroquí del 7 de abril de 1956, entendiéndose, pues, que ambos países, 
Marruecos y España, daban por hecho su soberanía española. Sin embargo, en las 
declaraciones realizadas por dirigentes marroquíes, afirman que tras la independencia 
en 1956, la isla quedó "liberada" y pasó a soberanía marroquí. Ello, como hemos visto, 
es falso, e incluye una grave contradicción de las autoridades marroquíes, ya que no 
pueden afirmar que Perejil no era suya antes del protectorado y después sí, puesto que 
el protectorado no alteró el territorio marroquí anterior a 1912; la prueba está en que 
Ceuta, Melilla y los demás territorios españoles del Norte de África no pertenecían a 
Marruecos antes del protectorado y tampoco le pertenecen en la actualidad.

 
España actuó durante cinco siglos como soberana del islote, pero esta posesión no 
quedó clara en ningún documento internacional. Perejil no tiene dueño. Ni un solo 
documento histórico aclara fehacientemente a qué país pertenece. Si España o 
Marruecos la reclaman basándose en tratados internacionales, están haciendo una 
lectura de conveniencia, perfectamente rebatible por la otra parte en disputa. Pero sí 
consta que la historia de Perejil es española. En 1580 Portugal cede el islote a la corona 
de España, y no es hasta 1860 cuando Marruecos (o sus autoridades equivalentes 
entonces) muestran algún interés por el enclave. La soberanía que España ejerció de 
hecho entre los siglos XVI y XX no ha quedado confirmada en ningún tratado, por 
desinterés, porque «no merecía la pena». España, siempre bañada en la arrogancia. 
Hasta que pasa lo que pasó. 

 
¡Qué lío,¿no?! Mejor buscar otra efemérides del día aunque no sea histórica (¿o sí?) 
pese a que si las cosas hubieran ido de otra forma recientemente con eso de la 
Eurocopa de fútbol, otro gallo cantaría hoy. Pero queda la efemérides del día y es que 
este mismo día (ya es casualidad), pero del 2010, la selección española de fútbol (la 
“roja”) se proclama campeona del Mundial de fútbol de Sudáfrica, venciendo 0-1 a la 
selección de Países Bajos con un gol anotado en el minuto 116 por el entonces 
barcelonista Andrés Iniesta. Que cada cual se quede con el aniversario hoy que quiera. 
Contra gustos... 
 
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1En la película El Niño, dirigida en 2014 por Daniel Monzón, aparece el islote y en concreto su cueva como lugar elegido por los dos contrabandistas protagonistas para ocultarse de la Guardia Civil.[

2Reproducimos, íntegro, el artículo publicado por Miguel de Unamuno el 27de junio de 1902 en la revista Alrededor del mundo: España-Perejil y la isla de Calipso -

De este de que el islote del Perejil sea, según Bérard, la isla de Calipso, es de lo que dió cuenta el señor Baquero; pero queda otra cosa más sorprendente aún y es que, según el mismo ingenioso investigador, la tal isla es la que ha dado a España su nombre. No quiere decirse que España haya de llamarse Perejil, sino que el nombre de Hispania o Spania fue aplicado en un principio a ese islote y de él se corrió a la península toda.

Tal es, según Bérard, la isla de Calipso, es decir, del "escondrijo", derivando Calipso del verbo griego Kalypto ocultar o esconder. Según la Odisea había en ella perejil, de donde procede su nombre actual. Veamos ahora cómo este islote ha dado nombre a España, según Bérard siempre.

Dice éste: "He aquí, pues, la Isla del Escondrijo, la Isla de Kalypso, la isla de arbustos, sembrada de perejil y de violetas, alzándose sobre las ondas como un 'ombligo' sobre el escudo homérico y conteniendo dos mesetas, dos planicies, cubiertas de monte y de yerba. Que hayan conocido y frecuentado este refugio los primeros navegantes del Estrecho; que hayan adoptado esta maravillosa estación de pesca, de comercio y de piratería los tirios o cartagineses en su cabotaje por la costa africana, es cosa que podemos afirmar a priori. Con la rada al abrigo de todos los vientos que deja entre sí y la costa; con su caverna accesible a los marinos e inaccesible a los terrestres, fácil de descubrir cuando se viene del Este, imposible de ver de todos los demás tuntos, con su alta atalaya que domina el mar de Levante y de Poniente; a la entrada del Estrecho, he aquí la mejor emboscada y el mejor depósito, la verdadera escala de las barcas primitivas. Sólo la topografía nos permite imaginar cómo tuvieron en este punto los primeros exploradores de las Columnas de Hércules unas de sus etapas y después uno de sus puntos de apoyo para el descubrimiento y explotación del mar occidental. Perejil fue la Isla, el Algeciras de los primeros marinos. Pero además de los datos topográficos tenemos, según creo, un nombre de lugar o más bien un doblete".

Y entra luego el erudito francés en lo más sorprendente y curioso de su trabajo, esto es, en establecer que el nombre Calipso -nombre del islote personificado en la encantadora- es la traducción del nombre primitivo de Perejil, que debió de ser I-spania. "Un doblete greco-semítico que va a llevarnos a la comprensión más exacta de este vocablo que empleamos sin comprenderlo, porque aplicamos al presente a toda la península ibérica o española el antiguo nombre que los primeros navegantes semíticos dieron a Perejil: España, I-spania, la Isla del Escondrijo".

No es cosa de ponderar el descubrimiento de M. Bérard, que se pondera por sí solo. No faltará lector descontentadizo y difícil que no vea claro cómo pudo extenderse el antiguo nombre de la Isla del Perejil a toda España, pero con sólo reflexionar en que aquel nombre significaba Isla del Escondrijo, se le resolverán las dudas. Por mi parte la única dificultad que encuentro para admitir el brillante invento M. Berárd es que, según algunos paisanos míos, el nombre España deriva del vascuence ezpaña, labio, aludiendo a la posición que tiene nuestra península en Europa, etimología muy racional y justa, ya que saca el actual nombre de España (no Hispania) del actual nombre del labio en vascuence, pues siempre debe uno atenerse a actualidades, que es lo real, sin ir a buscar la forma antigua de nombre España y del nombre vasco ezpaña, y por otra parte es sabido que los que dieron nombre a la península tenían a la vista constantemente un mapa de Europa. Más una vez salvado este escrúpulo, no tengo inconveniente en aceptar la brillante explicación de M. Bérard. Y ¡qué prestigio no adquiere Perejil! ¡Cuán insondables son las vías de la Providencia y qué inescrutables sus designios! En ese hasta hoy humildísimo y casi olvidado islote del Estrecho, frente al ominoso y agorero Gibraltar, tenemos al padre putativo de España, al que le dio nombre y con él individualidad entre las naciones. Bien podemos llamar a nuestra Isla del Escondrijo, a nuestra emperejilada Ispania, a nuestro gran Calipso, la Península del Perejil.

 

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