miércoles, 15 de febrero de 2023

Música y teatro.



El personaje de Peer Gynt es un pícaro descarado, cuya máxima aspiración es ser rico y poderoso, sus vecinos se quejan constantemente de su mal comportamiento, para disgusto de su madre, Ase. Al acudir a una boda, conoce a Solveig, una hermosa joven que le rechaza, lo que produce el enfado de Peer, que decide secuestrar a la novia, Ingrid -dubitativa frente a la idea del enlace-, para abandonarla después en unas montañas. Tras abandonar a Ingrid, Peer seduce a la hija del rey de la montaña y los troles le obligan a casarse con ella. Peer despierta en los brazos de la joven Solveig, quien ha huido al bosque a vivir con él, desterrado debido al crimen cometido al secuestrar a Ingrid pero, tras este breve momento de felicidad, Ingrid aparece nuevamente en escena, con el hijo de ambos, un ser monstruoso.
Tras la muerte de su madre, Peer decide marchar a África, donde se convierte en tratante de esclavos y hace una pequeña fortuna. Tomado por profeta, un jeque lo acoge en su séquito, pero él secuestra a su hija Anitra, quien finalmente escapa, dejándole a su suerte en el desierto. Poco después, Peer decide volver a su país, pero una tormenta hunde su barco y su regreso se demora aún más. Después de pasar 20 años vagando, Peer se encuentra con la Sombra, un personaje que, de alguna manera, siempre ha estado presente en su vida. La Sombra le muestra que su felicidad se encuentra al lado de su enamorada, Solveig. Así, en la escena final, Peer regresa y encuentra la redención en los brazos de su amada, quien lo mece en su regazo mientras le canta una hermosa melodía. Cuando el poeta y dramaturgo noruego Henrik Ibsen encargó a Edvard Grieg la musicalización de su obra teatral Peer Gynt consiguió fundir en una única creación toda la tradición nacionalista noruega, gracias a la perfecta conjunción que se produjo entre el escritor y el músico, dos de las figuras más relevantes de la cultura del país de todos los tiempos. Aunque en principio la colaboración musical pretendía cubrir algunos huecos que tenía la obra en los cambios de escena, Ibsen se vio obligado a admitir que parte del éxito cosechado se debió, precisamente, a esos números musicales. Grieg admiraba al literato profundamente y temía no estar a la altura del encargo, así que tuvo que superar numerosos inconvenientes hasta conseguir una música que se adaptase completamente al texto. Ante la gran acogida que tuvo por parte del público, de los veintitrés números escritos, Grieg escogió cuatro en 1888 para una primera suite de orquesta y cinco en 1891 para la segunda, pero la última pieza fue finalmente desechada. No obstante, como suele ocurrir con las suites, la música incidental original ha quedado olvidada, debido a la dificultad de su ejecución fuera del entorno teatral. Las suites se encuentran entre las obras más populares de la llamada música clásica. De una gran belleza e inspiración, son parte del patrimonio cultural noruego y representan a este país tanto como pueden hacerlo los fiordos o la literatura ibseniana. Sin embargo, como es habitual con las suites, la obra original, superior en todos los aspectos (por lo que proponemos encarecidamente escuchara íntegra), ha quedado eclipsada, como decimos, dada la dificultad que supone ejecutarla fuera del ámbito teatral, y la mayor parte del público ignora su existencia.



 

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