miércoles, 10 de abril de 2024

Ay, la censura...



Alrededor de 1880, el cargo de compositor de capilla en Italia estaba a punto de desaparecer pues, el recién nacido Estado italiano había venido desmantelando las organizaciones musicales eclesiásticas y transfiriendo sus tradicionales cometidos docentes a los nuevos conservatorios laicos. Sin embargo, y como es propio de la historia de algunas transformaciones de la humanidad, ambas instituciones se comportaron de manera suficientemente sabia como para convivir un tiempo en perfecta armonía, por lo que no es de extrañar que el compositor Amilcare Ponchielli (1834-1886) se desempeñara como maestro di capella y también como profesor de composición, contando entre sus alumnos a Giacomo Puccini y Pietro Mascagni. El catálogo de obras de Ponchielli incluye ballets, cantatas, música coral y sobre todo numerosas óperas, el género que le procuró su gran éxito, en la Italia de su época sólo inferior al de Giuseppe Verdi. Sin embargo, para la mayoría de la gente, el nombre de Ponchielli está ligado a una sola ópera, La Gioconda, drama lírico en cuatro actos con libreto basado en una obra en prosa de Victor Hugo, que compuso sobre un libreto de Arrigo Boito, el libretista de las óperas más exitosas de Verdi; más aún: a un número de esa ópera: La Danza de las Horas, con un tema principal muy pegadizo que seguramente ha contribuido de manera notable a su popularidad aunque otro gran impulso a la fama de ese fragmento fue su inclusión en la película de animación de Disney, Fantasía. Sin hacerle mucho caso a las ideas del libretista -que imaginaba doce bailarinas danzando en círculo (simulando las horas en el reloj) y dos bailarines en el centro (las manecillas)- en ese filme tenemos como protagonista de ese episodio a avestruces, hipopótamos, elefantes y cocodrilos. Los reptiles son los únicos que no calzan zapatillas de ballet, aunque en cambio llevan unas elegantes capas. Por su parte, los paquidermos flotan en el aire con gran ligereza, exhibiendo, en el caso de los hipopótamos, unos delicados tutús. Popular en su época, es la única gran ópera italiana, aparte de Aida de Verdi, que ha permanecido en el repertorio. Además, la Danza de las Horas se destaca como el único ballet operístico de este género que ha establecido una vida propia tanto dentro de la sala de conciertos como en la cultura pop. Aunque es una deliciosa y encantadora pieza musical, los dramáticos eventos que rodean al ballet en la ópera son bastante tumultuosos, presentando todos los asesinatos, lujuria, falsas muertes y suicidios que uno podría esperar en la gran ópera. En la actualidad, los compases cómicos de la música conjuran imágenes más ligeras. Con todo, la obra recogía el último aliento de un universo musical en retirada ante el avance del estilo que se conocerá como verismo, que va a dar al traste con los héroes mitológicos y las ambientaciones fantásticas, y que liderarán precisamente sus pupilos Mascagni y Puccini. La audiencia de 1880, es cierto, ya comenzaba a cansarse de obras no exentas de cierta vulgaridad a las que por lo mismo había que adicionar algún elemento extra al desarrollo de la historia dramática, haciendo participar a los actores y cantantes en plan de público de algún espectáculo que ocurría, con más o menos artificio, en el plano de realidad de la historia contada.


P. S. - El video que se acompaña, grabado de una actuación en el Liceu de Barcelona, queda la duda de si se podrá ver porque Youtube lo ha catalogado como solo para adultos, así que en teoría solo se puede ver allí. De todos modos, para los amantes del ballet, vale muchísimo la pena.

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