martes, 9 de abril de 2024

Mi sufrir...



El 10 de octubre de 1963, ha hecho
60 años, la música despedía a una de las grandes voces y un 'gigante' de la canción francesa desconocida para las nuevas generaciones; Edith Piaf fallecía con tan solo 47 años en la aldea de Plascassier, localizada en plena Costa Azul, donde la intérprete había adquirido una mansión, la inigualable cantante francesa nacida en un barrio humilde que puso al mundo de pie. De voz sin igual, potente, tan soberbia como dolida, su talento y carácter la ayudaron a vencer cada obstáculo excepto los fantasmas de su mente y las adicciones. Lejos de ser color de rosa, su vida trascendió los tiempos y aún se la canta en el aire de París. Tras una vida llena de éxitos y excesos, Francia decía adiós a quien dejó un himno de la música parisina: 'La vie en Rose’, un tema que ha sido versionado por múltiples artistas y, que a día de hoy, continúa siendo una de las canciones más escuchadas de las distintas plataformas digitales. Nacida como Édith Giovanna Gassion en las calles de París en 1915. en plena Primera Guerra Mundial, su vida estuvo marcada por la adversidad desde el principio; criada en una familia humilde, Edith encontró refugio en la música desde temprana edad, cantando en las calles de París para sobrevivir. Su apodo "La Môme Piaf" (El Gorrión) se convirtió en su nombre artístico, y su talento vocal pronto llamó la atención de los amantes de la música y de la escena nocturna parisina. En la década de los cuarenta Piaf ya era toda una artista consagrada en el mundo de la música y, concretamente, del género de la chanson française, que es una forma de canción francesa caracterizada por sus letras poéticas y a menudo emotivas. Fue en 1946 cuando lanza 'La vie en rose', la estrella de todo su repertorio y uno de los temas musicales más versionados por otros artistas a nivel mundial. Además de ser una de las cantantes más relevantes de la música francesa, fue una de las ciudadanas que asistió a la ocupación nazi de la ciudad de Paris durante la II Guerra Mundial. En una ocasión, Piaf fue convocada para cantar en una fiesta privada para oficiales alemanes de alto rango. Aparentemente, aceptó la invitación, pero con un giro sorprendente pues, en medio de la actuación, Edith Piaf comenzó a cantar "La Marsellesa", desafiando abiertamente a los ocupantes nazis. Esta audaz muestra de resistencia se convirtió en un acto simbólico de la lucha francesa contra la ocupación alemana y la hizo aún más querida por su pueblo. En 1950, Edith Piaf escribió "Hymne à l'Amour" para la memoria de su gran amor. No lo soportó. El dolor cada vez más intenso en su cuerpo (que comenzaba a enfermar) fue mínimo comparado al que sentía con la pérdida. La muerte de un ser amado la golpeaba. La depresión se apoderó de su poca salud, Édith apenas podía mantenerse en pie y lo hacía con altas dosis de morfina, a la que se hizo adicta. Tuvo nuevos amantes. Los buscaba y los mantenía hasta cuándo y dónde quería: Marlon Brando, Yves Montand, Charles Aznavour y Georges Moustaki fueron algunos. Fue sometida a un sinfín de intervenciones quirúrgicas y quizás presagiando su final quiso dejar sus pertenencias a alguien. Tenía 46 años. Estaba cansada, enferma, agotada y su salud empeoraba con los días. Su dependencia a altas dosis de morfina era constante... Su muerte fue anunciada y su amigo Jean Cocteau dijo: “El barco se acaba de hundir. Este es mi último día en esta tierra. Nunca he conocido un ser más desprendido de su alma. Ella no la reservaba, ella la regalaba, la prodigaba, tirando el oro por las ventanas". Su cuerpo fue embalsamado y enterrado en el cementerio de Père Lachaise, en París, con el homenaje de una multitud de admiradores. Pese a su fe cristiana, la Iglesia de Francia prohibió que se le hicieran exequias religiosas por ser una mujer divorciada y L’Osservatore Romano, el periódico del Vaticano, aseguró que Piaf vivía “en pecado público” y que era un “ídolo de la felicidad prefabricada”. Pese a eso, el capellán bendijo su tumba. Para recordarla hoy, no acudiremos a la chanson francaise sino a una interpretación de 1960 ¿premonitoria? en directo poco conocida de una canción de 1936, de Ángel Cabral, muy nuestra: Que nadie sepa mi sufrir (La foule), popularizada años después entre nosotros por María Dolores Pradera.


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