sábado, 9 de agosto de 2014

Más en fraudes, sobornos y otras lindezas



El delito económico sigue siendo la principal preocupación de pymes y grandes corporaciones, ya sea bajo la figura de malversación de activos, delitos informáticos, soborno y corrupción, o violación de propiedad intelectual.
En la “Encuesta global de delitos económicos 2014”, dada a conocer por la consultora PWC, se muestra la realidad de este fenómeno global al cual las empresas están expuestas.

Con 5.128 encuestados en todo el mundo, se pudo determinar que hubo un aumento del 13% en casos de soborno y corrupción respecto a los informados en la encuesta de 2011, y que a más de la mitad de los empresarios les preocupa concretamente el soborno y la corrupción, es decir, más que en años anteriores.
El soborno y corrupción, ubicadas en el tercer lugar de los delitos en opinión de los empresarios, adquieren mayor importancia debido a que impactan los diversos procesos empresariales, incluso más que la malversación y el delito informático, que ocupan los dos primeros lugares. Estos actos delictivos erosionan la integridad de los empleados y afectan su reputación. En definitiva, los delitos económicos “sistémicos” -tales como soborno y corrupción, blanqueo de capitales y prácticas anticompetitivas- son los más investigados por los entes reguladores, y a su vez representan un mayor riesgo para las organizaciones que los fraudes “casuales”. Las empresas por lo general solo entienden el verdadero impacto financiero de un delito económico después que este ha ocurrido, y a veces puede pasar desapercibido.

PWC afirma que para erradicar la corrupción se debe aplicar una “política de tolerancia cero”, aunque añade que, en la práctica, no hay incentivos suficientes para que eso ocurra.
Todo se resume en un factor cultural; el simple hecho de que alguien pueda “comprar”, en cualquiera de sus variantes, el que no se le multe, es una señal de que la corrupción mínima actúa y es igual de dañina
Los procedimientos básicos de las corporaciones, como distribución de bienes, captación de capital financiero, uso de propiedad intelectual, selección de socios comerciales, información de resultados financieros, cumplimiento regulatorio y gestión de la marca, dependen del intercambio de efectivo u otra contraprestación con terceros y “estos puntos de contacto generalmente crean vulnerabilidades, donde el soborno y la corrupción pueden ser amenazas”

La encuesta subraya que es alto el costo de fraude, en términos financieros y no financieros.
En la presentación de la encuesta, Fernando Fernández, de la firma Baker & Mckenzie, indicó que la corrupción sigue la fórmula de Robert Klitgaard[1], que es C=M+D-T. (Corrupción es igual a monopolio más discrecionalidad menos transparencia) agregándole la I, de impunidad ya que, dice, “Se hallará corrupción cuando alguien tiene un poder de monopolio sobre un bien o un servicio, posee la discrecionalidad para decidir quién lo va a recibir o no y en qué medida, y falta la transparencia, más la impunidad, o la mirada a otro lado de las autoridades
Una de las conclusiones del informe de PWC es que las altas cifras reportadas de soborno y corrupción pueden ser la tendencia más notoria de la movilización de la riqueza desde las economías de los países en vías de desarrollo hacia las economías emergentes y de rápido crecimiento porque algunos cuentan con menos regulaciones y aplicación menos consistente de las normas; estas condiciones crean un perfil de riesgo en este tipo de delito económico.

Los encuestados globales de este año reseñan que 55% de los casos fueron puestos al descubierto por controles internos, preventivos o de detección, en comparación con los datos arrojados en 2011, que concluyeron en 50%.
En el procedimiento habitual de una empresa ante un crimen, las denuncias ante la policía al detectar a un perpetrador interno se elevan a 42% en el global, en comparación al estudio de 2011 que reflejaba 40%. Pero aún con este incremento, sigue siendo una tendencia baja porque sigue siendo más factible que las empresas desvinculen al empleado involucrado en un delito a través de un despido, que denunciarlo ante la policía, salvo casos extremos.

En el informe global se señala que una de cada tres organizaciones, es decir 37% de la muestra, afirma haber sido víctima del delito económico. Para detectar irregularidades y prevenirlas, son primordiales los procesos básicos de revisión, control y cultura para anticipar o denunciar el crimen.
Los expertos añadieron que, al preguntar en 2011 sobre cómo se detectó el fraude, muchos empresarios contestaron “no sé”. Actualmente ese panorama ha cambiado y los empresarios tienen mayor conciencia sobre cómo se pueden detectar los fraudes para ayudar a las empresas a adaptar sus procesos y lograr mayor efectividad aunque sólo el 40% de los encuestados dice haberse enterado de estos por los procesos de control.

Cabe agregar que en el informe, desde el punto de vista técnico, se observa cómo la “selección del proveedor” es el principal proceso afectado por el fraude en las adquisiciones con 67%. El mayor porcentaje de ocurrencia del fraude en el proceso está en “adjudicación del vendedor o mantenimiento” con 54% y en el “proceso de pago” 51%. En cuarto lugar queda el “proceso de licitación/cotización”, con 39%.
En líneas generales, según el informe, cuando una empresa participa en un proceso de licitación pública o privada, o desea adquirir bienes y servicios, aumenta la probabilidad de fraude en la contratación.

Los empresarios perciben el fraude en la contratación pública en una doble vertiente: victimiza a las empresas en la adquisición de bienes y servicios, y evita que las empresas compitan limpia y exitosamente por oportunidades de negocio sujetas a procesos de licitación comerciales o públicos.
Ante esta nueva categoría del crimen, el Banco Mundial ha tenido una participación más activa contra el fraude en general, con 79 casos abiertos en 2012 porque “En la medida que el Banco Mundial financia proyectos de infraestructura en países en desarrollo, también realiza un escrutinio a los procesos de contratación pública”

Y para finalizar, es bueno conocer lo que nos afecta para poder luchar contra ello o, al menos, denunciarlo y, en ese sentido, propongo la lectura de los datos del informe relativos a España sin hacer ningún comentario, con el fin de que cada uno llegue a sus propias conclusiones. Puede accederse al informe clicando aquí.


[1] Robert Klitgaard es Decano y profesor de Desarrollo y Seguridad Internacionales en la Escuela de Postgrado RAND (Santa Mónica, California) y autor de numerosos artículos y libros sobre corrupción.

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