miércoles, 7 de diciembre de 2022

La magia no es para todos.



Dentro del grupo de compositores llamados menores, que, por otra parte, siempre han florecido en todos los estilos y en todas las épocas, el francés Paul Dukas (1865 – 1935) se lleva la palma. Hoy es recordado por una sola obra que, además, es más conocida que él mismo. En 1888, a los 23 años, abandonó el Conservatorio de París –al que había ingresado seis años antes–, puesto que, entre otras razones, debió cumplir con el servicio militar obligatorio. Luego de servir a la patria, volvió a la vida civil como compositor y crítico. Un músico muy metódico (léase "desesperadamente lento"), muy autocrítico y que destruyó muchas de sus composiciones antes de su muerte, Dukas se consideraba un maestro que componía. Gran crítico de sí mismo, escribió muchas obras que no quiso publicar por no considerarlas suficientemente buenas, ya que su carácter de artista le hacía huir de la publicidad, realizó asimismo transcripciones y revisiones de obras de otros compositores, y realizó una importante labor como crítico musical. Unos años más tarde, componía sus dos obras orquestales más conocidas: la Sinfonía en Do mayor y el poema sinfónico El Aprendiz de Brujo ((L’apprenti sorcier, también conocido como El aprendiz de hechicero o de mago), un scherzo para orquesta que lleva como subtítulo Scherzo sobre una balada de Goethe, que le valió el reconocimiento de sus pares, basado en un poema de Johann Wolfgang von Goethe del mismo nombre (Der Zauberlehrling en el original alemán) publicado hacía cien años. Considerado su obra maestra, el poema sinfónico fue estrenado en la Sociedad Nacional de París bajo la dirección del propio compositor y el éxito fue inmediato. El poema de tono descriptivo opera con un nivel de distinción tan alto como las composiciones de rango en el género de Liszt y Strauss. Encarnación genuina de la música programática, la obra describe fielmente cada escena de la obra original de Goethe. La narración musical de la composición es notablemente gráfica, aunque para los muchos que han visto la animación de Disney en la película Fantasía, la audición de la pieza puede traer a la mente a Mickey Mouse. No importa. La música sola, sin el célebre ratón, basta para contar la historia propuesta en una balada del gran Goethe. (el fragmento de El aprendiz de brujo es tal vez uno de los más emblemáticos de la película; en este caso, el papel de aprendiz lo asume el ratón Mickey y narra de manera muy fiel la historia de la balada El aprendiz de hechicero de Goethe, a la vez que suena el poema sinfónico El aprendiz de brujo de Paul Dukas). El aprendiz de brujo nos cuenta la historia de un joven aspirante a brujo que aprovecha la ausencia de su maestro para aligerar el trabajo que éste le ha encomendado. Consigue hechizar a una escoba para que le ayude a cargar agua, labor que le ha encargado el brujo, pero el hechizo se descontrola y el pequeño aprendiz no consigue dar con las palabras mágicas para detenerlo. Nervioso, parte la escoba en dos, pero entonces cada parte de la escoba se desarrolla en una escoba completa y el acarreo de agua se duplica. Cuando la desesperación del aprendiz está llegando al límite, aparece el maestro que con unas palabras detiene todo el movimiento de las escobas y pone orden en la situación. La música de Dukas emplea algunos recursos como el ostinato (repetición continuada de una pequeña melodía musical) o el crescendo (aumento progresivo del volumen) para crear la sensación de agobio y descontrol que siente el pequeño aspirante a brujo. Cuatro rápidos acordes al final sugieren que el hechicero ha dado ese número de golpes disciplinarios al travieso aprendiz.


 

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