lunes, 1 de mayo de 2023

Antecedentes del 1 de mayo.




A finales del mes de abril de 1886, la factoría McCormick de Chicago despidió a 1.200 trabajadores que se habían solidarizado en respaldo a los obreros en huelga, para reivindicar la jornada laboral de 8 horas y se habían negado a darse de baja en las incipientes organizaciones sindicales que habían florecido en aquella ciudad estadounidense, sustituyéndoles con esquiroles reclutados en los bajos fondos de la ciudad.


El 1 de mayo de aquel mismo año, más de 40.000 obreros de la ciudad se declararon en huelga en solidaridad con sus compañeros despedidos. Sobre ellos cayeron con saña los esquiroles (o más bien matones) de McCormick. Para protestar contra estas agresiones, los obreros convocaron un mitin para el día 3, a celebrar en las inmediaciones de la propia factoría foco del conflicto. A aquella reunión acudieron también los provocadores de McCormick, que agredieron a los huelguistas, con el resultado de seis muertos y varias docenas de heridos (todos ellos huelguistas) en lo que es conocido como el incidente de Haymarket, masacre de Haymarket o revuelta de Haymarket, que tuvo lugar en Haymarket Square, Chicago, y que sucedió el día 4. Efectivamente, al día siguiente, hallándose reunidas en un nuevo mitin unas 15.000 personas, el alcalde, quien había estado presente en el acto para garantizar la seguridad de los obreros, dio por terminado este. Pero el mismo siguió con gran parte de la concurrencia (ahora ya más de 20 000 personas). El inspector de la policía, John Bonfield, consideró que habiendo terminado el acto no debía permitir que los obreros siguieran en ese lugar, y junto a 180 policías uniformados avanzó hacia el parque y empezó a reprimirlos. En medio de la confusión, el dirigente sindical Rudolph Schnaubelt lanzó una bomba​ a la policía que intentaba disolver el acto, causando algunas bajas. Enfurecidos, los agentes contraatacaron sin miramientos, causando a su vez 70 nuevas víctimas y deteniendo a todos los líderes sindicales. Se declaró el estado de sitio y el toque de queda, y en los días siguientes se detuvo a centenares de obreros, los cuales fueron golpeados y torturados, acusados del asesinato del policía. Se realizaron cantidad de allanamientos y se descubrieron arsenales de armas, municiones, escondites secretos y hasta un molde para fabricar torpedos navales.


En un juicio años después calificado de ilegítimo y deliberadamente malintencionado, éstos fueron juzgados bajo la acusación de haber lanzado el artefacto explosivo y, aunque negaron repetida y fundadamente su culpabilidad, el peso de las pruebas amañadas consiguió que fueran declarados culpables. Ocho de ellos fueron condenados a la pena capital. El 11 de noviembre de 1886 serían ejecutados cuatro de los condenados: George Engel, Adolphe Fischer, Albert Parsons y Auguste Spies. A tres más, Oscar Neebe, Samuel Fielden y Michael Schawb, se les había conmutado la pena de muerte por cárcel y trabajos forzados; mientras que el octavo condenado, Louis Ling, se suicidó ingiriendo una cápsula de mercurio. En 1889, la Segunda Internacional decidió proclamar el 1 de mayo como fecha de reivindicación obrera anual, en recuerdo de la masacre obrera de Chicago. Este carácter reivindicativo se mantendría hasta 1919, año en que sufrió una radical transformación, al convertirse oficialmente en el Día Internacional del Trabajo.



 

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