lunes, 21 de enero de 2019

Estrés inducido y estrés real


Dice el refranero, que nunca nos cansaremos de repetir que es muy sabio (aunque discutible, por supuesto, en alguna de sus sentencias), que tras la tempestad llega la calma, tras los excesos, la contención y que, como las plagas bíblicas, aunque con otro sentido, las épocas de bonanza y de depresión se van alternando en la vida, de forma que eso que se dice que precisamos reposar y tomar fuerzas en los cambios de época para lograr un cierto equilibrio global y personal es una verdad como un templo.

Viene esto a cuento porque ya se pueden dar por acabadas la fiestas (?) alrededor de la celebración de la Navidad, el cambio de año y la venida de los Reyes Magos, y tras la vorágine comercial insensata en la que se han convertido estos días llega la “cuesta de enero”, el sosiego que nos permite examinar con calma las acciones impensadas e inducidas a las que hemos sucumbido (y sus facturas) y declarar “firmemente” el propósito de no volver a caer en esa trampa saducea… hasta el año que viene. Porque íntimamente estamos convencidos de que este fenómeno nos supera y de nada vale luchar contra él pues, cuando se presenta (cada año por las mismas fechas) es como un fuerte episodio de estrés ya asumido. ¿Es eso? ¿Es estresante la Navidad?


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Vayamos por partes. ¿Qué es estrés? El estrés es una reacción fisiológica del organismo en el que entran en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante o de demanda incrementada, o sea, que en tanto es respuesta a un factor tal como una condición ambiental o un estímulo, puede afirmarse que el estrés1 es el modo de un cuerpo de reaccionar a un desafío. Y fijémonos en que el refranero se cumple, toda vez que debido a que el cuerpo no puede mantener este estado durante largos períodos de tiempo, el sistema nervioso tiene tendencia a hacer regresar al cuerpo a condiciones fisiológicas más normales.

Pero, en principio, no habría por qué preocuparse; todo el mundo se siente estresado de vez en cuando y no todo el estrés es malo. Sin ir más lejos todos los animales tienen una respuesta a situaciones que podríamos definir como de estrés, y puede salvarles las vidas. El estrés es emocionante y fascinante en pequeñas dosis, pero cuando es demasiado resulta agotador, hasta el punto que si el estrés se hace crónico puede causar daño tanto físico como mental. Por sus causas, hay por lo menos tres diferentes tipos de estrés:
Estrés rutinario o cotidiano, relacionado a la presión del trabajo, la familia y otras responsabilidades diarias
Estrés provocado por un cambio negativo repentino, como la pérdida de un trabajo, el divorcio o la aparición de una enfermedad
Hay pocas dudas para los psicólogos de que ese estado que propician estas fiestas puede encuadrarse en el apartado de estrés provocado, y su manejo puede resultar complicado y confuso porque, por otra parte, existen diferentes tipos de estrés, sean cuales sean sus causas: estrés agudo y estrés crónico, y cada uno cuenta con sus propias características, síntomas, duración y enfoques.


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Con estos mimbres, si cuando uno se da cuenta de que ha empezado el bombardeo publicitario de perfumes de nombre impronunciable, de juguetes y pasatiempos al alcance económico sólo de unos elegidos o de cosas que obedecen al último grito (algunas son realmente “el último rebuzno”) de la moda en su sector, nota que empiezan los sudores fríos, las prisas y, en definitiva, unos síntomas que se pueden resumir en:

Agonía emocional, combinación de enojo o irritabilidad, ansiedad y depresión.
Problemas musculares que pueden incluir dolores de cabeza, de espalda, de mandíbula y tensiones musculares.
Problemas estomacales e intestinales como acidez, flatulencia, diarrea, estreñimiento y síndrome de intestino irritable;
Sobreexcitación pasajera que deriva en elevación de la presión sanguínea, ritmo cardíaco acelerado, transpiración de las palmas de las manos, palpitaciones, mareos, migrañas, manos o pies fríos, dificultad para respirar, y dolor en el pecho.

Si eso o algo parecido pasa, hay pocas dudas de que la persona sufre los efectos de una crisis por estrés agudo y fríamente, la mayoría de las personas los reconocen y, como está asumido que le puede pasar a cualquiera, se considera muy manejable (y lo es). Otra cosa es que el estrés agudo (y no digamos si está originado por causas serias como una enfermedad grave, un divorcio, la pérdida de un ser querido,… ) afecte a personas cuyas vidas son tan desordenadas que son estudios de caos y crisis y no pueden organizar la cantidad de exigencias autoimpuestas ni las presiones del entorno que reclaman su atención. Desde un punto de vista meramente psicológico, estas personas pueden ser sumamente resistentes al cambio y, a menudo, el estilo de vida y los rasgos de personalidad están tan arraigados y son habituales en ellas que no ven nada malo en la forma cómo conducen sus vidas, y con frecuencia, ven su estilo de vida, sus patrones de interacción con los demás y sus formas de percibir el mundo como parte integral de lo que son y lo que hacen.

Las “recetas” contra los efectos del estrés agudo en la persona, que las hay, quedan fuera de estas líneas (parafraseando al Michael Ende en su La historia interminable, “… ésa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión”), pero nos permitiremos reflexionar sobre lo fácil que es crear sin pensarlo conscientemente situaciones estresantes, y para ello nos basaremos, precisamente,en un icono de estos días pasados, cual son los Reyes Magos y sus regalos. No nos meteremos en camisa de once varas y no entraremos en quiénes eran realmente (sólo aparecen como de pasada en uno de los cuatro relatos evangélicos, sin definir sus nombres ni que fueran tres y fue en el siglo III cuando se estableció que pudieran ser reyes), ni mucho menos cuestionaremos su existencia hoy ni si piden ayuda a los padres de los niños para el reparto de regalos, no. Simplemente recordaremos que en España, a partir del siglo XIX, se inició la tradición de convertir la noche de Reyes (noche anterior a la celebración religiosa de la Epifanía) en una fiesta infantil con regalos para los niños, a imitación de lo que se hacía en otros países cristianos el día de Navidad, en homenaje al santo oriental San Nicolás. Pero, paralelamente, en Estados Unidos nace en 1931, fruto de una campaña comercial, el Papa Noel que conocemos ahora (aunque heredero de San Nicolás y de los protestantes holandeses que primero poblaron Norteamérica, está casi desprovisto de connotación religiosa y se inspira en los mitos del solsticio anteriores al cristianismo) y que se identifica rápidamente en todo el mundo con el american way of life, con toda la carga de modelo social que eso representa.

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En España, la imparable irrupción de Papa Noel en detrimento de los Reyes Magos supuso, por un lado, el añadido de un nuevo factor estresante, pues ahora había dos fechas marcadas ya que para los niños tan especial es uno como los otros y nadie pensaba en reivindicar sólo una de las fechas, para regocijo de los comerciantes de juguetes y similares (un inciso: no deja de ser curioso que se eche mano de la tradición para justificar “espectáculos” públicos de tortura a animales que dicen que son arte y cultura y no para reivindicar a los Reyes Magos frente a Papa Noel o la representación de Don Juan Tenorio frente al Halloween, por ejemplo; pero eso es otra cosa). De otro lado, esta circunstancia deja al descubierto que, en materia de cómo educamos a nuestras criaturas, hay camino por recorrer. Me explico: en esa “lucha comercial” entre Papa Noel y los Reyes Magos se esgrime como casi único (y falso) motivo de disputa que los niños pueden disfrutar más de los regalos del primero por tener por delante más días de vacaciones. Ya. Como si los regalos se volatilizaran con la vuelta al colegio.

¿Y si buscamos remedio a la creación de factores estresantes, por empezar por algún sitio? ¿No será cosa de gestionar la educación? A ver...Seamos coherentes: ¿no decimos hasta la saciedad que los Reyes o Papa Noel (para esta reflexión es igual quien sea) traen sus regalos “a quien se haya portado bien todo el año”? ¿A santo de qué que se acostumbre a tener una inundación de regalos por Navidad, por Año Nuevo, por inicio de curso, por final de curso, por el santo, por el cumpleaños, por carnavales, por eso del Halloween,… ? ¿Dónde quedan las enseñanzas de la cultura del esfuerzo (no sólo académico a fin de reducir tanto cafre con título que pulula por ahí), el respeto hacia los demás, la actitud,… ? Seguramente enseñándoles esos valores se les enseña también a valorar que cada regalo debe costar de conseguir, que les debe durar todo el año y que, en ese contexto, el que “se lo traiga” Papa Noel o los Reyes Magos obedece a razones diferentes a la presión del estrés comercial inducido.

Pero volvamos al estrés. De aquí a convertir ese estrés de estos días, que ya hemos apuntado que puede ser emocionante y fascinante, en estrés crónico, que en modo alguno lo es, un paso, con independencia de la personalidad de a quién afecta. Es el estrés de la pobreza, las familias disfuncionales, de verse atrapados en un empleo o carrera que no da para vivir, que desgasta a las personas día tras día, año tras año, el que hace estragos mediante ese desgaste a largo plazo, el que destruye al cuerpo, la mente y la misma vida, pues el estrés crónico mata a través del suicidio, la violencia, el ataque al corazón, la apoplejía e incluso el cáncer. Las personas se desgastan hasta llegar a una crisis nerviosa final y fatal. El estrés crónico surge cuando una persona nunca ve una salida a una situación deprimente. Es el estrés de las exigencias y presiones implacables durante períodos aparentemente interminables. Sin esperanzas, la persona abandona la búsqueda de soluciones.

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Por ello, el peor aspecto del estrés crónico es que las personas que lo sufren se acostumbran a él, se olvidan que está allí. Si bien las personas toman conciencia de inmediato del estrés agudo porque es nuevo; ignoran al estrés crónico porque es algo viejo, familiar y a veces hasta casi resulta “cómodo”.

Lo dramático para la sociedad y radicalmente obsceno es que se ve y se sabe con datos empíricos que la bacanal de consumismo salvaje en que se han convertido estas fiestas alrededor de la Navidad, favorece y potencia geométricamente la aparición de más casos de ese estrés insano. Y nadie parece hacer nada para remediarlo porque a nadie parece importarle, pues (eso es lo trágico a futuro) se considera “normal”.

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1Para quien sienta curiosidad por el origen de la palabra y algo de lo que la rodea, en la década de 1930, el médico y fisiólogo austríaco Hans Selye descubrió que pacientes con variedad de dolencias manifestaban muchos síntomas similares como fatiga, pérdida del apetito, bajada de peso y astenia, entre otras posibles sintomatologías, que podían ser atribuidos a los esfuerzos del organismo para responder al propio hecho de estar enfermo. Él llamó a esta colección de síntomas Síndrome del estrés, o Síndrome de Adaptación General. En 1950 publicó la que sería su investigación más famosa: Estrés. Un estudio sobre la ansiedad. El término estrés proviene de la física y hace referencia a la presión que ejerce un cuerpo sobre otro (la fatiga de materiales), siendo aquel que más presión recibe el que puede destrozarse- y fue adoptado por la psicología, pasando a denominar el conjunto de síntomas psicofisiológicos antes mencionado. Los estudios de Selye con posterioridad llevaron a plantear que el estrés es la respuesta inespecífica a cualquier demanda a la que sea sometido, es decir que el estrés puede presentarse también, por ejemplo, cuando se da un beso apasionado.
Las reacciones psicológicas que causa el estrés tienen tres componentes: emocional, cognitivo y de comportamiento. El estrés y las emociones tienen muchísima relación, hasta el punto de que hasta la definición son similares. Las emociones se pueden definir como un estado de ánimo que aparece como reacción a un estímulo. Lo que hace pensar que el estrés es una emoción ya que tiene sus características. Algunas respuestas de tipo emocional que se presentan en personas afectadas por el estrés son las siguientes: abatimiento, tristeza, irritabilidad, apatía, indiferencia, inestabilidad emocional, etc. Se dice que los agentes estresoresllegan por medio de los órganos de los sentidos (vista, oído, tacto, gusto, olfato), que después llegan las emociones. Entonces después del estrés vienen las emociones y viceversa.
Los llamados estresores o factores estresantes son las situaciones desencadenantes del estrés y pueden ser cualquier estímulo, externo o interno (tanto físico, químico, acústico o somático como sociocultural) que, de manera directa o indirecta, propicie la desestabilización en el equilibrio dinámico del organismo

sábado, 5 de enero de 2019

Eulogio Muñoa Navarrete, otra mutilación interesada de un testimonio vivo.

De John Lennon1, a quien el paso del tiempo está revelando como algo más que un cantante melenudo 
en un grupo de música pop, nos ha llegado una parte de su ideario y su filosofía en forma de frases 
cortas y lapidarias, sentencias impactantes que hacen pensar, como aquella, de las más conocidas, que 
asegura que “la vida es lo que te va ocurriendo mientras tú te dedicas a hacer planes”. De hecho, 
este aserto es una variante de lo que en matemáticas y física se conoce como Teoría del caos o Efecto 
mariposa, ya sabéis, esa que, dicho en lenguaje coloquial,  explica que las casualidades y los pequeños 
detalles no calculados pueden mandar a hacer gárgaras en uun santiamén la previsión de resultados del 
plan mejor diseñado.

Una de las múltiples variantes de la aplicación práctica de esta teoría se asocia al fenómeno de las 
fechas señaladas, en las que se llega a considerar anómalo que suceda algo diferente de lo natural y 
programado para esa fecha, a la que se ha asignado oficial y obligatoriamente una actitud o sensaciones 
determinadas. 
 
Una de las contadas imágenes que de Muñoa se conserva.
 
Y eso pasó en La Carolina tal día como hoy hace 17 años, el 5 de enero de 2002; en esta fecha, 
dominada en el calendario en exclusiva por el ajetreo de los mayores y el nervioso alborozo de los 
pequeños esperando ansiosamente la visita, esa misma noche, de los Reyes Magos para obsequiarles 
con los esperados regalos, coincidió con la llegada al final de sus días, en la residencia geriátrica pública 
Los Olivares, ubicada en un lugar integrado en la pequeña historia del pueblo, en donde estuvo en su día 
el hospital de beneficencia "de las monjas" y frente a lo que más recientemente fue el internado para 
estudiantes San Carlos Borromeo, y a falta de cinco días para que cumpliera 96 años, de un anciano, 
sólo y olvidado, residente hacía años en la institución. La verdad es que eso por sí sólo, lo aceptemos así 
o no, no es noticia; es moneda corriente que cuando alguien adquiere la categoría de estorbo, sea por 
edad o por otros motivos, se le procure arrumbar para que no moleste en un sitio como ése y se le  
abandone al único calor humano de los cuidadores del centro hasta el final de sus días. Y más si no se le 
conoce familia o entorno directos en el pueblo. Pero, cuando el fallecido ahora y aquí respondía en vida 
al nombre de Eulogio Muñoa Navarrete, algo chirría. ¿Desconocido? ¿Olvidado? ¿En La Carolina? El 
caso merece una reflexión, sin más motivo que reivindicar su figura en el aniversario de su pérdida.

Llegados a este punto, debo manifestar, sin falsa modestia, que cuanto haya en estas líneas de 
criticable o erróneo es, por supuesto, plena responsabilidad mía; por el contrario, en lo que se considere 
correcto y apropiado, el mérito debe ser compartido con mi buen amigo y carolinense de pro en la 
distancia Andrés Trapero, por la información aportada y por la participación en los debates previos 
acerca de algunos extremos del contenido. 
 
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Para empezar a situarnos, ¿quien fue Eulogio Muñoa Navarrete y qué vinculación tenía con La 
Carolina? En cuanto al personaje, todo parece indicar que nos encontramos ante un poeta que lo fue 
por auténtica vocación, sin que conste en su biografía preparación académica específica en letras (de 
ahí que él siempre se considerara de la Generación del 28, ya que la pertenencia, decía, a la Generación 
del 27 estaba reservada a poetas que habían ido a la universidad). Nació en 1906 en La Carolina 
(contemporáneo, pues, con sus paisanos también escritores Manuel Andújar y Juan Pérez Creus), dentro 
de una familia almeriense con ascendencia vasca en la que el padre trabajaba en la mina, oficio al que él 
también parecía destinado, puesto que, con sólo 12 años, ya tenía que trabajar acarreando mineral en la 
explotación minera “Araceli”; buscando progresar como persona y económicamente, y huyendo de la 
miseria y el riesgo que lo rodeaba, con sólo 15 años se trasladó a Madrid, donde en principio se ganaba 
la vida como albañil (se cuenta que su primer trabajo, a escondidas por ser menor de edad, fue el de 
ayudante de sepulturero), antes de entrar a trabajar como empleado de tendidos y cableado en la recién 
creada Compañía Telefónica (experiencia ésta que le serviría en su posterior exilio argentino) y 
empezar sus estudios, sin ninguna relación con las letras aunque empezando a colaborar publicando sus 
poemas en el periódico La Libertad. De convicciones republicanas y socialista (pero no de Indalecio 
Prieto ni de Largo Caballero, sino del fundador del PSOE Pablo Iglesias, le gustaba puntualizar), 
cuando acababa la guerra (in)civil se vió forzado a un exilio (que, en sus propias palabras, “durante y 
después de la guerra civil, convirtió a esta nación en un páramo desierto”) él sólo, dejando a Rosa, su 
segunda mujer, con la que se había casado justo un año antes de empezar la guerra, con los padres de 
ella. Había tenido una primera esposa, con la que se casó joven y de la que se divorció tras ocho años 
de matrimonio. El exilio empezó en el norte de África al ser él una de las últimas 2.638 personas que 
pudieron embarcar (sobrepasando con creces la capacidad "oficial" de carga) en el buque carbonero 
británico Stanbrook (“el barco de la derrota” por ser el último en el que se pudo escapar del bando 
vencedor de la contienda, y eso por heroica iniciativa personal de su capitán a la vista de tanta gente 
desvalida en el puerto, y desoyendo las instrucciones del armador del barco) el 28 de marzo de 1939, 
a punto de anunciarse el fin de la guerra el siguiente 1 de  abril, desde Alicante hasta Orán (Argelia) 
sorteando el bombardeo del crucero franquista Canarias, que bloqueaba el puerto de Alicante; al pisar 
tierra fue internado, como muchos de sus compañeros de travesía, en el campo de concentración de 
Boghari en el interior del Sáhara, bajo la custodia de fusileros senegales mercenarios y destinado, como 
mano de obra gratuita, para construir el viejo proyecto colonial francés del ferrocarril Transahariano, en 
su caso, para realizar el cableado de las instalaciones, no siendo liberado hasta casi al final de la 
contienda europea; después de la liberación, se mantuvo en Argel donde conoció a André Gide, Albert 
Camus y Emmanuel Robles2, entre otros escritores, publicando él sus primeros libros de poemas, en 
francés: Chemins de Grenade y La Marie des Quatre Vents3, publicados en España en traducción al 
castellano precisamente de Emmanuel Robles,   marchando posteriormente a Casablanca (Marruecos), 
donde permaneció hasta  1948; allí se dice que cultivó la relación con Manuel Machado4, que había 
sido Director literario de La Libertad cuando Muñoa publicó en ella, y allí publicó Romancero del sur
se trasladó posteriormente a Argentina porque a través de contactos con la Embajada, si marchaba a ese 
país presionarían oficialmente al gobierno de Franco para que le concedieran el pasaporte a su esposa, 
hasta entonces denegado, como así fue, de forma que el matrimonio, tras once largos años de separación, 
se reencontró en Argentina, donde aprovechó su experiencia laboral en Telefónica en Madrid para 
trabajar en la Compañía Estándar Eléctrica y colaboró en el diario bonaerense “La Prensa” al tiempo que 
publica Sonetos de viva voz y Una voz en el destierro. Gana en 1964 el premio de poesía del Certamen 
de la Hispanidad, indaga, a través nuevamente de la Embajada que los delitos que como republicano se 
le imputaban habían prescrito, viaja, con autorización de hacerlo, a España y, definitivamente, regresó 
en 1965 para vivir en Madrid y retoma como socialista la actividad política, entonces clandestina, 
mientras escribe y publica Diferente Ulises (tras ganar el primer premio del Certamen de poesía luso-
hispana de Évora), Sonetos para pecadores, Elegía en sí, Primera luz, Antología, Romancero celeste y  
Los ríos van a la mar y otros sonetos, en una obra poética caracterizada por su elegante lirismo y por el 
gusto por la métrica y temas tradicionales y clásicos recreando en ella, al mismo tiempo, por medio de 
una expresión poética cuidada y como fruto de una interiorización del mundo que lo rodea, los más 
diversos y emotivos momentos existenciales que han determinado su trayectoria biográfica ya que  
sostiene Muñoa que la experiencia vital es el soporte ineludible de toda «recreación» literaria. 
mediados de los años 90 decide trasladarse a vivir a La Carolina, donde nació y a la que le unen fuertes 
vínculos sentimentales y en ella, como se ha apuntado, fallece el 5 de enero de 2002, curiosamente a 
300 metros escasos de la casa donde había nacido, la número 6 de la calle de Carlos III, muy cerca del 
antiguo pilar donde abrevaba el ganado.
 
La catástrofe de la mina «Araceli»
El incendio de la mina Araceli, donde trabajaba, el 5-1-1921, en el que murieron 23 mineros, influyó sin duda en la decisión de Muñoa, ya huérfano de madre y con relaciones complejas con su padre, de irse del pueblo ese mismo año. (Foto de la noticia en el ABC el 11-1-1921)
 
  
 REMEMBRANZA
(LA CAROLINA)

De los bellos recuerdos de la infancia
vienen a veces a mi pensamiento
la Sierra limpia y pura, la fragancia
de las flores silvestres, el lamento

de alguna copla triste en la distancia,
los álamos mecidos por el viento,
el fragor de las Minas, la elegancia
del águila cruzando el firmamento.

Y en el Pueblo, la Ermita, el Monumento
dedicado a Las Navas, su arrogancia.
La linda Plaza del Ayuntamiento.

Y en el Paseo del Molino de Viento,
la niña rubia de doña Constancia
con su sonrisa y su mirar atento.

(Los ríos van a la mar y otros sonetos)

El amor de Muñoa por su terruño, influido, entre otras vivencias, por el hecho de que en él está enterrada 
su adorada madre, muerta de parto de su sexto hijo (sobrevivieron cuatro) cuando él contaba cinco años 
de edad, está presente más de una vez en su obra, teñida ocasionalmente de nostalgia, una nostalgia no 
ñoña sino plagada de lucidez  ante los auténticos penares pasados5, por lo que resulta difícil analizar 
buscando la ecuanimidad la otra cara de la moneda, la relación cambiante y voluble entre el pueblo y el 
poeta, especialmente desde el momento en el que toma la decisión, y la lleva a cabo, de regresar a La 
Carolina para pasar en ella, ya sólo, sus últimos años. Estamos de acuerdo en que el escritor no es 
considerado una figura literaria de primera fila (pese a que su obra es claramente elogiada en ambientes 
literarios como lo hace, por ejemplo, otro ilustre escritor republicano como Antonio Buero Vallejo6), 
por lo reducido de su obra, por ser socialmente minoritario el gusto por la poesía, por su larga ausencia 
del país y consecuente desconocimiento general de su existencia/obra, por ser republicano (este aspecto, 
aunque parezca increíble, pesa aún hoy negativamente en lugares como La Carolina; basta ver 
determinados mensajes en las Redes Sociales, algunos ampliamente reproducidos, de algunos 
"carolinenses de toda la vida" para verificarlo; cosas, seguramente, atribuibles a la "educación" recibida, 
según la hipótesis del reputado fiósofo y politólogo Sami Naïr, casualmente nacido en Argelia y profesor 
de la Universidad sevillana Pablo de Olavide), en una dinámica que excede el ámbito del pueblo, como, 
por ejemplo, que haya diferencia, según las fuentes consultadas, en la fecha de su muerte (2002 o 2005), 
hasta el extremo de que un “prestigioso” portal digital literario (cuyo nombre no citaremos por pudor) 
lo considera poeta vivo, pero de aquí a la indiferencia sobre él va un trecho. 

Lo azaroso y atípico de la relación formal con el pueblo se observa en pequeños detalles: la reedición (en 
plena dictadura, aunque ya en 1974) en la colección “La Peñuela. Cuadernos de poesía”, en La Carolina, 
de su Romancero del Sur, escrito en su exilio norteafricano, y la edición directa en La Carolina de  
Primera luz (Cabria) y Antología (1942-1982) (La Peñuela), cuando Muñoa ya había regresado a España 
y vivía en Madrid, lo que hace pensar en la sensatez y la sensibilidad de las “fuerzas vivas culturales 
municipales” de entonces, por encima de las evidentes diferencias en las ideas políticas. 
 
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Es razonable barruntar que con su regreso definitivo al pueblo se utilice su figura como “florero” de 
prestigio cultural; así puede interpretarse de que en el VII Congreso histórico sobre nuevas poblaciones, 
celebrado en 1996, Muñoa figure el último de la lista (¿de relleno?) en la Comisión organizadora formada 
por 17 personas, de ellos, 12 del ámbito político (para un congreso histórico, no lo olvidemos). Más 
indicativo resulta ver que en la presentación de la publicación, ese mismo año de 1996, de las Actas del 
IV Congreso del Centro de estudios sobre Nuevas Poblaciones “Miguel Avilés”, se cita textualmente que 
La solución a nuestros problemas ha llegado cuando menos lo esperábamos y de la mano y la generosidad 
de un miembro de nuestra asociación, el laureado poeta carolinense EULOGIO MUÑOA NAVARRETE, 
que ha sufragado los gastos de la edición con una contribución generosa que tanto le agradecemos y que 
tanto le honra. De la biografía y obra de este ilustre carolinense, Premio de la Fundación a las Artes, las 
Letras y la Cultura de 1992, hablamos en otro lugar (casualmente, no en el documento de la presentación). 
Aquí quede, de nuevo, nuestra gratitud por este gesto en pro de la cultura de las Nuevas Poblaciones. 
 
¿Y cuánto dura la gratitud? ¿Para morir tan sólo 6 años después, olvidado por todos en un asilo (su mujer, 
Rosa, a la que había dedicado el sentido poema Mi esposa - "... Siempre me acompañó sin un lamento, / 
con ternura sin par, con dulce acento..." -, había fallecido en 1996) ?

En fin, estoy dispuesto, Muerte amiga.
No necesito rezos ni mortaja.
Mi corazón te espera; está tranquilo.
Puedes venir el día que te plazca.

Y llega el día del reconocimiento formal, cuando hace dos años escasos, y también dos años después del 
fallecimiento del omnipresente “alcalde eterno”, Ramón Palacios, con su peculiar manera de hacer 
política, el Ayuntamiento de La Carolina, en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica 52/2007 de 
26 de diciembre, publicada en el BOE y de obligado cumplimiento  - esa Ley que aquellos que proclaman 
airados que “las leyes están para cumplirse” son los que siempre argumentan en este caso, una y otra vez, 
que “no es momento” de cumplirla (¿de verdad? ¿en 10 años no ha habido ningún momento?) -, decide 
cambiar el nombre con resabios franquistas de ocho calles y, aunque el cambio global no es del gusto de 
todos, uno de las variaciones firmes es que a partir de ahora se llamará calle Eulogio Muñoa Navarrete la 
que hasta ahora se conocía como Onésimo Redondo7.
Loable iniciativa, pero, a juicio de un observador externo, y hablando de detalles, es inevitable traer alguno 
a colación en estas reflexiones, lo que provoca alguna sugerencia de mejora a futuro. Es cierto que, 
tanto Muñoa como Andújar y Pérez Creus recibieron en 1991 carta del Ayuntamiento informándoles 
de la intención del Consistorio de dedicarles algún espacio público, pero mientras los dos últimos fueron 
"agraciados" con ver su nombre en sendos colegios, el tema de Muñoa (¿por no tener "padrinos"?) resultó 
aparcado hasta más de veinte años después.
 
Por ello, hoy, aún con retraso, parece conveniente
 
 1.- Divulgar en el pueblo adecuadamente (¿empezando, quizá, por los centros educativos?) la figura 
y la obra de Muñoa, y su vinculación emocional con La Carolina. Poemas como Orfandad, Aquel viejo 
maestro, Mi padre, Yo tuve una patria, El hijo, por citar algunos además de los reproducidos en estas 
líneas, deberían ser de conocimiento obligado. Si se asocia su nombre sólo al de una calle (como sus 
contemporáneos Manuel Andújar o Juan Pérez Creus se asocian sólo al nombre de un colegio, en su caso), 
es evidente que el reconocimiento y la pregonada gratitud quedan cojos.

 2.- Cuidar en todos los extremos que su voluntad sea respetada; sin ir más lejos, en su tumba, en el 
cementerio de La Carolina, alguien, con la mejor de las voluntades, por supuesto, ha incluido en la lápida 
una cruz, cuando el poeta se declaraba ateo (“… un poco descreído y algo ateo...”) y pedía que, en su 
muerte, “no necesito rezos ni mortaja” porque "De tal suerte que ahora, siendo impío, / puedo decir a 
Dios: "Gracias, Dios mío / por ser gracias a Ti que soy ateo"" 8. Pero es más, parece que hay testigos 
de que Eulogio, residiendo ya en La Carolina, expresó su voluntad de que si la anunciada dedicatoria 
de un espacio público a su nombre  llegaba tras su muerte, entonces deseaba que fuera la "Plaza de los 
Jardinillos" la que recogiera su nombre (sus motivos tendría); en cualquier caso y visto qué calle le ha 
sido dedicada después de muerto, resulta evidente que no se respetó su póstumo deseo.
 
 3.- No ceder a la tentación de "edulcorar" su memoria trivializando los detalles de su ajetreada vida. 
Los hechos son los que son, no los que a veces nos cuentan y cómo lo hacen, y no vale de nada ocultarlos 
ni manipularlos, pues son tozudos y,cuando afloran, pueden tener consecuencias imprevisibles. En el caso 
de Muñoa, no "sale" de La Carolina a los quince años, como si fuera a hacer turismo, sino que tiene que 
escapar de las condiciones de trabajo infrahumanas de las explotaciones mineras de comienzos de siglo, 
en manos de concesiones a las multinacionales a las que se cede sin limitación alguna la explotación de 
 las vidas de los mineros; cuando se habla del exilio de su generación, se suele ocultar deliberadamente el 
asesinato intelectual provocado con él por el golpe de estado, pasando de puntillas sobre los motivos 
reales del exilio magnificando por contra como "normal" el regreso "del hijo pródigo", en los estertores 
del régimen que había mutilado emocional y económicamente, con la cobertura legal (el eterno problema, 
aún de actualidad, entre "legal" y "justo"9) de la Ley de Responsabilidades Políticas de Febrero del 39 
(BOE del 13-2-39), cuando no había acabado aún la guerra,  a toda una generación de librepensadores; 
siendo muy cuidadoso, en resumen, con que lo que se valora es LA PERSONA, pero sin infravalorar su 
entorno hostil que, precisamente, permite realzar mucho más su figura sencilla y del pueblo. 
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El Paseo del Molino de Viento como lo conoció Muñoa en su niñez....
 
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... y en la actualidad. Dar su luz a la memoria de Muñoa es tarea de todos.
Su ideario acerca de algunas formas de política, que sigue teniendo validez hoy, no se prodiga en su obra, 
con algunas excepciones como la que sigue, escrita en 1975, ya de regreso en España:
 
LOS DEMÓCRATAS
 
Bailaron con la música hitleriana
cuando Adolfo tenía la batuta.
No han cambiado de modos ni de ruta.
Saludan todavía "a la romana"
 
No contestan si no les da la gana.
No toleran que nadie les discuta.
Le dan al enemigo la cicuta
y ellos comen la bíblica manzana.
 
Como soy un demócrata sincero,
respeto a mi enemigo y le tolero 
que diga y haga de su capa un sayo. 

Mas no me digan, porque me hace gracia,
que son amigos de la democracia
teniendo al hitlerismo por tocayo.

Para acabar este recuerdo/homenaje a Eulogio Muñoa Navarrete, nada mejor que recurrir a lo que él dejó 
escrito para su epitafio íntegro, en el que se basa la inscripción (mutilada) de la lápida en su tumba: 

EPITAFIO
(Soneto con estrambote)

Aquí yace Muñoa Navarrete,
poeta de la bella Andalucía,
muerto de la fatal hipocondría
que le produjo tanto sonsonete.

Murió como vivió, siempre en un brete,
por mor de la acidez de su poesía;
pues en la tierra de Santa María
solo medra el venal y el alcahuete.

Muerto y bien muerto está. Como era feo,
un poco descreído y algo ateo,
bajó sin confesión a los infiernos.

Pero Luzbel lo echó con su tridente
a causa de un soneto irreverente
que dedicó a su rabo y a sus cuernos.

Subió a la tierra, pues. En ella yace.
Dejadle descansar. Descanse “in pace”.
 
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1John Lennon fue un artista, músico, cantautor, compositor, escritor, activista y actor británico que saltó a la fama como uno de los miembros fundadores de la banda inglesa de rock The Beatles, reconocida como la banda más comercialmente exitosa y críticamente aclamada en la historia de la música popular. Murió asesinado en Nueva York por un admirador desequilibrado.

2André Gide, escritor francés, Nobel de Literatura, del que la Iglesia Católica ha incluido su obra en el Índice de Libros Prohibidos. Albert Camus fue un escritor con obra muy conocida, también galardonado con el Nobel de Literatura, filósofo y periodista francés nacido en Argelia. Emmanuel Robles fue un escritor francés de origen español, nacido en Argelia, y del que Muñoa traducirá su obra para publicarla en España. 

3Dicen los críticos literarios que “sus poemas de evocación africana son espléndidos ejemplos de la síntesis que Muñoa logra entre la enumeración caótica — según la expresión del lingüista e hispanista Leo Spitzer — y las diversas formas de unidad que estructuran la obra”

4Manuel Machado, poeta y dramaturgo, hermano del también escritor Antonio Machado.

5Para los psicólogos queda la ardua tarea de indagar en las motivaciones de la nostalgia, e incluso el enaltecimiento, de un pasado representado por ambientes y lugares de los que, literalmente, se ha huído y que en sus propias palabras, en el poema Yo tuve una patria, de su Antologia“… Era aquella patria pequeña y lacerada / una casa de adobes recocidos, / una madre muerta, / un padre silicoso, / unos hermanos tristes, / descalzos, desnutridos / y poco más que la panza al aire...”. Quizá pueda interpretarse como una muestra más de lo defendido frecuentemente en estas mismas páginas de que el pasado hay que respetarlo y extraer enseñanzas de él pero jamás añorarlo ni mucho menos anclarse en él y empeñarse en repetirlo porque eso equivale a repetir también unos roles que son diferentes de los actuales y de los que se planean para el futuro.

6Antonio Buero Vallejo fue un dramaturgo, galardonado mucho después de la dictadura con el Premio Cervantes, republicano, que, acabada la guerra (in)civil, había estado condenado a muerte con otros compañeros por «adhesión a la rebelión». 

7Esto merece una reflexión adicional; según las normas generalmente aceptadas para la nomenclatura de los callejeros, los nombres de los espacios públicos no han de generar rechazo ni controversia política, se suelen consensuar y deben priorizarse los de personas o entidades vinculadas al lugar y/o que hayan hecho algo por él.
¿Qué hizo Onésimo Redondo por La Carolina?
Para empezar, la calle que se bautizó con su nombre pertenece a un grupo de viviendas que se construyó en los años 60, con lo que cabe pensar que el nombre impuesto obedecía a motivaciones meramente políticas del consistorio de turno.
Pero veamos el personaje: Onésimo Redondo Ortega fue un político castellano (nada que ver con La Carolina) fundador de una organización política que, junto con otras, fue embrión de lo que se conoce históricamente como “fascismo español”, y fue acribillado a balazos por un grupo de anarquistas a los que él confundió con falangistas por el color de sus banderas. Aunque sus Juntas Castellanas de Actuación Hispánica, que así se llamaba la organización que fundó, están consideradas una formación fascista, los historiadores le describen como representante del «reaccionarismo católico castellano», encuadrado también en un «fascismo agrario» y un «tradicionalismo». Se caracterizó, además, por su antisemitismo, llegando al punto de publicar en 1932 en el seminario Libertad una traducción del conocido libelo Los protocolos de los sabios de Sión (cuyo objetivo era justificar ideológicamente los pogromos que sufrían los judíos). Identificó a Hitler como una suerte de adalid del cristianismo frente al marxismo. Todo un ejemplo para el pueblo, vamos; lo triste es que alguien defienda aún hoy mantener una calle con su nombre.

8Sus convicciones personales no empecen su absoluto respeto por los creyentes y sus ritos: "...Rezaré una oración por los que en nombre / de la libertad cayeron abatidos,... "

9Entre otras muchas aberraciones jurídicas (que después tienen su influencia/reflejo en la sociedad, no se olvide), era legal con efectos retroactivos que "... quedan fuera de la Ley todos los partidos y agrupaciones políticas y sociales que, desde la convocatoria de las elecciones celebradas en dieciséis de febrero de mil novecientos treinta y seis, .. , así como los partidos y agrupaciones aliados ... por el solo hecho de serlo,...", y era legal porque se promulga/impone una ley de obligado cumplimiento que así lo dice, pero ¿era justo cuando ordenaba que "... Los Tribunales encargados de imponer las sanciones estarán compuestos por representantes del Ejército, de la Magistratura y de la Falange Española Tradicionalista y de las J. O. N. S., que darán a su actuación conjunta el tono que inspira al Movimiento Nacional.... "? Cosillas como ésta deberían hacer pensar a ciertos políticos y sus coros mediáticos antes de tachar al adversario político de "delincuente" porque incumple una ley, (prohibido hacerlo, por cierto, por la Directiva (UE) 2016/34 del Parlamento Europeo y del Consejo, - 9-3-2016 -, en vigor y también de obligado cumplimiento), y preguntarse como políticos (se entiende que seguramente los Registradores de la Propiedad, entre otros, no tengan desarrollada esa capacidad de análisis, obligados como están a seguir en su actuación unos protocolos rígidos, pero los políticos, sí deberían tenerla) ¿de qué ley se trata?¿quién y cuándo la promulgó? ¿para qué? Y no perder la sensatez.