miércoles, 26 de junio de 2019

Refugiados: el hoy.

Hace una semana escasa, con motivo de la conmemoración (que no “celebración”, no 
confundamos) del Día Mundial de los Refugiados, la ONU proclamaba que 
 
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En torno a 70,8 millones de personas en todo el mundo se han visto obligadas a huir de sus 
hogares. Sin duda una cifra sin precedentes. Entre ellas hay casi 25,9 millones de personas 
refugiadas, más de la mitad menores de 18 años.

Además, se estima que hay 10 millones de personas apátridas a quienes se les ha negado 
una nacionalidad y acceso a derechos básicos como educación, salud, empleo y libertad de 
movimiento.

En la actualidad, en todo el mundo, cada dos segundos una persona se ve obligada a 
desplazarse como resultado de los conflictos y la persecución. 

En el Día Mundial de los Refugiados, que se celebra cada 20 de junio, conmemoramos su 
fuerza, valor y perseverancia. Esta celebración nos brinda la oportunidad de mostrar nuestro 
apoyo a las familias que se han visto obligadas a huir.

En junio de 2016, ACNUR, el organismo de las Naciones Unidas para los refugiados, lanzó 
la campaña #ConLosRefugiados para pedir a los gobiernos que colaboraran y cumplieran 
con su deber en relación a las millones de personas que precisaban ser acogidas.
… 
 
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Pero, como dice el refrán, una cosa es predicar y otra dar trigo, y con estos mimbres, resulta, 
cuando menos, preocupantemente llamativo que, menos de una semana después de esta 
declaración, ayer, 25 de junio, en la sede del Consejo General de la Abogacía Española, en 
el Paseo de Recoletos, en Madrid, tuviera lugar la presentación del informe con el impactante 
nombre de La vida en la necrofrontera elaborado por el colectivo Caminando Fronteras1, que, 
aparte de su crudeza, desmonta algunos lugares comunes usados como arma política para 
crear opiniones y reacciones interesadas. El uso del término “necrofronteras” (que se extiende 
a “necropoder” y otros en el documento) ya es todo un catálogo de intenciones habida cuenta 
de que el prefijo necro, que no es una palabra castellana, tiene etimológicamente origen griego 
bajo denominación «νεκρο» (nekro), significa “muerto” y abarca a todas las palabras y 
expresiones relacionados con muerto, cadáver, difunto, fiambre, exánime o fallecido, cualquier 
cuerpo muerto o también en estado o condición de descomposición, sea cualquier ser vivo en 
particular. Es un elemento radical que es usado en palabras compuestas, como necropsia, 
necrología, necrofilia, necromancia, etc.

La lectura de algunos extractos del Prólogo del informe ya nos proporcionan elementos de
reflexión, empezando por la de que los testimonios recogidos son reales, no fruto de una 
novela de ficción:

En este momento, decenas, cientos, miles de personas están intentando atravesar alguna 
frontera. Van con sus niños y niñas a cuestas, con su impulso de vida, con la determinación de 
encontrar nuevos motivos para mantener la esperanza. Mientras ello ocurre, el necrocapitalismo 
está poniendo en marcha toda su maquinaria de muerte para apresarles, esclavizarles y 
convertirles en mercancías.

En las fronteras resulta evidente la complicidad y articulación con la que actúan los gobiernos 
europeos y el poder corporativo -legal e ilegal- para alimentar e incrementar las ganancias 
millonarias que resultan de controlar a las personas migrantes. Como el informe detalla, toda 
una industria de violencia y muerte se beneficia de vigilar, detener, encarcelar y deportar, 
traficar y esclavizar e incluso rescatar y asistir a quienes intentan atravesarlas. En las 
fronteras se hace evidente la renuncia de los Estados a su obligación de garantizar los 
derechos humanos no importa cuántos tratados se hayan firmado, ni cuantos acuerdos se 
logren en Naciones Unidas..

En las fronteras, el neoliberalismo avanza velozmente, externalizando, privatizando, 
recortando presupuestos a los servicios públicos. En ellas ocurre lo que luego se generaliza 
en todos los territorios, gobiernos e instituciones. Los derechos de los que son despojados 
las personas migrantes son los mismos que poco a poco van siendo arrebatados al resto de 
la población. Porque la voracidad del necrocapitalismo no tiene ningún límite, ni pretende 
respetar ningún pacto que haga posible unos mínimos de justicia social. En las fronteras se 
hace visible el debilitamiento de la democracia y el retroceso autoritario. 

El uso del sistema de justicia para levantar falsas acusaciones contra activistas con la 
finalidad de restringir su derecho a defender los derechos humanos es una acción cada vez 
más común por parte de gobiernos que presumen de gozar de una democracia y estado de 
derecho sólidos. 

Migrar siendo pobre, mujer, negra, trans, indígena, migrar sin papeles, sin el permiso y 
beneplácito de quienes controlan el poder, es transgredir el orden establecido y desafiar al 
necrocapitalismo. El derecho inalienable al libre tránsito, la determinación de buscar mejores 
condiciones de vida y la lucha por la libertad es más fuerte que todas las fronteras con sus 
violencias. 
 
 
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(pen)Última imagen de hoy mismo, ahogados al intentar entrar en territorio estadounidense ¿Son o no son necrofronteras?
 
Las personas migrantes y sus familias constituyen la base de la resistencia al necropoder”, 
ellas son las portavoces legítimas de su propia situación, quienes saben cuales son las 
soluciones y están alzando la voz por quienes desaparecen o mueren en medio del mar y 
constituyen un movimiento global que ha desenmascarado la impunidad, complicidad y falta 
de humanidad de gobiernos y grupos criminales en muchas parte del mundo. Superando un 
indescriptible dolor y con todo el sistema en su contra buscan justicia, dignifican la memoria 
y exigen narrativas que pongan el énfasis en los perpetradores y dejen de exhibir a las 
víctimas.

Todas las personas hemos sido migrantes o hemos tenido familiares migrantes, y estamos 
vivas hoy gracias a que alguien nos ha procurado cuidados durante esas experiencias de 
tránsito y movilidad. Que no se nos olvide nunca, que esa experiencia colectiva grabada en la 
memoria de nuestros ancestros sea una fuerza que nos ayude a terminar con esta política 
de muerte que pretende arrebatarnos la esperanza.


Hacer morir y dejar morir”, afirma el informe, una denuncia, en definitiva, contra “toda una 
industria de violencia y muerte que se beneficia de vigilar, detener, encarcelar y deportar, 
traficar y esclavizar e incluso rescatar y asistir a quienes quieren atravesarlas”.

La contundencia de sus cifras echa por tierra todo intento de disfrazar de éxito estas políticas: 
1.020 víctimas entre 2018 y el primer cuatrimestre de 2019. Resultado de 70 naufragios y de 
12 embarcaciones desaparecidas, en tres rutas distintas: la del Estrecho, la del Mar de 
Alborán y la ruta de las Canarias.La zodiac no era buena, pero subimos. De repente empezó a perder aire. La noche era tan 
oscura y hacía tanto frío que no puedo decir cuándo caía la gente al agua. Pedíamos socorro, 
pero no llegaban. Iban cayendo y yo pensaba que sería la próxima. Me abrazaba a mi bebé. 
No recuerdo el rescate, solo el hospital. Las familias llamaban y nos preguntaban quiénes 
estábamos vivos y por qué habían muerto. Yo les decía ‘los mató la frontera’, porque si no 
hubiésemos estado ahogándonos en una frontera, hubiesen venido a salvarnos. A mí me ha 
llevado años aprender lo que significan las fronteras en nuestras vidas migrantes”, explica la 
camerunesa F.S. 
 
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Para el Comité Internacional de Cruz Roja, “debe presumirse que las personas desaparecidas 
siguen con vida hasta que se determine la suerte que han corrido”, y tienen el derecho a ser 
buscadas por las autoridades pertinentes y a que se investiguen las circunstancias de su 
desaparición. Es lo que se denomina “pérdida ambigua”. No hay un cuerpo y por ende no hay 
un funeral, ni ritos que ayudan a aceptar la pérdida permanente. “Así la pérdida puede 
prolongarse indefinidamente, agota a las personas física y emocionalmente, sufren una 
confusión generalizada, viven con la ilusión de que un día aparezcan con vida”.A veces se recurre a los marabús, a nuestras creencias ancestrales. Estos dicen que les ven 
en algún lugar, en islas, pero con vida. Puede parecer una locura, y creeréis los europeos que 
tal vez lo decimos por estar “retrasados”, pero es una forma de proteger a la familia y a la 
comunidad de esa pérdida tan dolorosa”, cuenta el líder comunitario S.P.

El informe se centra en poner voz a las supervivientes y sus familias y que sean ellas, sus 
palabras y sentires las que sirvan de hilo conductor para contar los efectos de la frontera en 
sus vidas, y las resistencias que crean para luchar contra esas zonas de excepción 
democrática.

El primero en acuñar el término de “necropolítica” fue el pensador camerunés Achille Mbembe, 
quien se refirió a regímenes políticos actuales que “obedecen al esquema de hacer morir y 
dejar vivir a cuerpos concebidos como mercancías susceptibles de ser desechadas”. Y es 
Andrés Fabián Henao Castro, quien enmarca el término en los contextos fronterizos.Pensaba que la frontera era una línea, pero era mucho más: son los bandidos, los policías, 
los militares, los perros, las vallas, la moto mafia, las armas. También es el miedo, el corazón 
que se acelera, el cuerpo que tiembla, los ojos que se cierran, la voz que se apaga. En ese 
momento tu cuerpo está a merced de todo. La primera vez fue de Mali a Argelia. Por mi cuerpo 
pasaron varios militares, eso era la frontera. Pasaron, follaron y dejaron un bebé dentro. Mi 
bebé de frontera. Después fue la de Argelia y Marruecos. Los perros de los militares argelinos 
me mordieron las piernas y me partí un brazo al caer en la zanja”, relata F.S.

Empresas que se lucran, el negocio del armamento, la militarización de las fronteras y la 
externalización del control de movimiento forman parte de esta necropolítica a la que resisten 
las vidas migrantes. “Se nos rompieron los zapatos de tanto correr aquella noche. Es así como 
empezaron las redadas más grandes en Marruecos. Nunca había visto tantos militares juntos, 
ni tantas esposas para atarnos, ni tantos autobuses. Para hacer detenciones tan masivas hay 
que hacer una gran inversión de material”, destaca el camerunés C.G.

Su compatriota, S.M. vivió una experiencia similar en Libia. “Nos rescataron los guardacostas 
libios. No sé cómo calificar la palabra “rescate”, porque cuando llegas a la orilla, llegas vivo, 
pero en la mayoría de las ocasiones, esclavo. Estuve en uno de esos centros que han creado 
para encerrarnos. Llamaron a mi familia para enviar dinero de la liberación que eran unos 200 
euros y como no les pareció suficiente me vendieron como esclavo. Durante cinco meses 
trabajé en la construcción siendo esclavo, literalmente, y un día, cuando ya no podía trabajar 
más y no rendía como antes, me soltaron”, detalla.

El guineano L.S. logró saltar la valla, pero otra vez “la ley” en la frontera operó en forma de 
devolución en caliente. “Habíamos entrado por la valla. Muchos estábamos ensangrentados, 
pero no sentíamos dolor. Es pensar que dejas atrás tanto sufrimiento. Fue todo muy rápido, 
como una película. El corazón va a mil, es entrar o morir. Sabes que es peligroso, pero debes 
seguir adelante. No sé cómo explicarlo, tú no puedes entenderlo porque no estás en mi piel, en 
mi sangre. Había traductores, pero solo de francés y yo no hablo bien francés, así que no 
entendía nada. Lo que allí estaba pasando no estaba hecho para protegernos, estaba hecho 
para hacernos daño. Eso se notaba, no comprendía lo que firmaba, pero sabía que lo firmaba 
con dolor. Estaba en un gran shock. Me vi en el lado marroquí de nuevo. Después, en la cárcel 
y deportado al sur”, recuerda. 
 
 
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Marruecos hace parte del trabajo sucio con dinero de la Unión Europea. Para ello, son 
fundamentales los discursos de odio: hablar de efecto llamada, invasiones u oleadas, de la 
“lucha contra las mafias”, “contra el terrorismo” o la “trata de seres humanos”, termina 
justificando y normalizando, incluso, hechos como los sucedidos el 6 de febrero de 2014 en 
la playa ceutí de El Tarajal.

Especial violencia se ejerce en las fronteras contra las mujeres migrantes, que pese a todo 
encuentran estrategias para sobrevivir y cuidar, aún a costa de su cuerpo. “Me duele el pecho, 
más cuando no sé qué dar de comer a mis dos hijas. A veces me prostituyo por dos euros para 
prepararles el Cerealac de las mañanas. Muchas mujeres lo hacen. No sé quién es el padre de 
una de mis hijas porque me violaron entre cuatro al cruzar la frontera de Argelia. La segunda 
es de un maliense al que me entregué para un matrimonio del camino”, desgrana. Un “marido” 
que algunas mujeres buscan para sobrevivir. La violencia de un solo hombre, que protege de 
la violencia de otros muchos.

Una violencia que no cesa de este lado de la valla. “Cuando intenté montar en otra zodiac, no 
pude hacerlo, me detuvieron en mitad de la playa. Mi hermana iba con mi hijo y ella se quedó 
dentro de la embarcación que arrancó sin nosotras. Se lo quitaron al llegar. Llegué a España 
cansada, pero solo pensando en él. A cualquier persona blanca que me encontraba le decía 
que buscaba a mi hijo. A la policía le decía que lo buscaba, ellos solo me preguntaban cosas 
de la embarcación, y de las veces que había cruzado y que a quién había llamado. Solo les 
decía que dónde estaba mi hijo. Me llevaban de un lugar a otro, nos ponían en fila. Yo era una 
madre desesperada, pero ellos no me entendían. Me dieron la ropa, me interrogaron, pero no 
les interesaba escucharme. Así que lo que hice fue llorar y llorar. No sé, si lloraba mucho tal 
vez me escuchasen… Me sentí como una negra, con todo lo que eso significa. A veces era la 
pobrecita negra, otras simplemente la negra”, narra la camerunesa R.G.

La necrofrontera se extiende a todo un sistema de acogida en el que se crean nuevos tipos de 
centros que reproducen viejas prácticas en las que imperan criterios de control. Cuerpos 
cosificados, que nada más llegar se convierten en un número, que no tienen más derechos que 
a un reparto “en función de su situación de vulnerabilidad y victimización”.Había sufrido al principio del verano los desplazamientos al sur tras las redadas en Tánger, y 
ahora veía los desplazamientos al norte de España. No soy tonto, seré inmigrante pero tonto
 no. Al final, que Marruecos nos desplace al sur da dinero y que España nos desplazara al 
norte también les daba dinero. ¿O es que España no recibe dinero de la UE? ¿Es que todo 
esto no es un negocio?”, pregunta el guineano A.B. En efecto, si un hecho marcó la situación 
migratoria en 2018 fue el desplazamiento —y abandono— de centenares de personas desde 
las ciudades del sur hacia tres destinos fundamentales: Madrid, Barcelona y Bilbao. Un 
sistema de acogida organizado como un país de tránsito. Una especie de huida hacia 
adelante justificada, otra vez, por el relato hegemónico de que “todos se quieren ir”. Difícil 
querer quedarse cuando es imposible tener un espacio donde descansar y pensar en rehacer 
sus vidas.Cogimos un autobús y llegamos a Málaga, pero no había nadie esperando. Dormimos en la 
estación y le mandamos un vídeo a Helena (de Caminando Fronteras). Cuando lo lanzó por 
Facebook, la Cruz Roja nos recogió y nos llevó a un sitio donde nos pudimos duchar. Nos 
dieron 80 euros y nos dijeron que nos fuéramos. Me vine abajo porque arriesgué mi vida por 
venir aquí y me vi en esa situación, donde no podía estar en ningún sitio”, cuenta el marfileño 
R.O., y agrega que una vez devuelto de Francia conoció “a gente de una red ciudadana que 
estaba ayudando a las personas migrantes como yo. Pude tranquilizarme, me explicaron, me 
ayudaron… Pensé que en Irún estaba bien y decidí pedir asilo. Ahora vivo aquí en Hondarribia, 
ayudo en la red a otra gente en las mismas circunstancias, Mi percepción de Europa ha 
cambiado desde que estoy aquí, he encontrado mi sitio”, concluye.

Las redes que plantan cara al necropoder y que tienen a las propias personas migrantes y sus 
familias como las primeras defensoras de sus derechos, lo hacen a través de lazos comunitarios 
creados en los países de origen, tránsito y destino. 
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Paralelamente, y de forma complementaria, otro informe imprescindible, el del Comité Español 
de Ayuda al Refugiado (CEAR) que, por cierto, cumple 40 años, y fue creado de forma 
unitaria (PP-PSOE-IU-CCOO-UGT-USO-Cáritas, en una muestra de que hubo una época en 
la que los políticos no se dedicaban a sembrar crispación y llegaban a consensos en temas 
de bien común, ideologías aparte) para tratar de forma colectiva los asuntos del asilo y el 
refugio de personas; dice que 100.000 expedientes de solicitudes de asilo se acumularon el 
año pasado y que el “Mare Mortum” se tragó en 2018 2.299 personas.

En lo que va de año 7.839 personas han llegado a las islas griegas y 2.513 han cruzado la 
frontera desde Turquía. A tres años del tratado de la UE con Turquía, 72.000 personas 
permanecen atrapadas en campamentos en Grecia. 35.597 era la cifra horrorosa y creciente 
de las personas ahogadas en el Mediterráneo. Era porque ayer morían otras 22 personas en 
el mar de Alborán, pese a los avisos de los activistas. Y este año ha continuado en el control 
y la limitación de Salvamento Marítimo, el proyecto de expulsión de miles de personas en 
situación irregular o de deportación de la infancia migrante, el bloqueo del barco Open Arms 
y Aita Mari mientras siguen muriendo decenas o centenares de personas en el Mediterráneo, 
la continuidad sin vergüenza de las devoluciones en caliente, entre otras vulneraciones.

300 activistas se encuentran encausados en Europa por ayudar a migrantes. 15 de ellos en 
nuestro país. Bomberos, defensores de derechos humanos, o gente del común que no quiere 
dejar morir mirando para otro lado.

Desmontando ese tópico falaz de que la rica Europa carga con la mayoría de refugiados y se 
tiene que "defender", las cifras evidencian que la mayoría de ellos optan por quedarse en 
territorios limítrofes con el suyo, y que, de nuestro entorno, Turquía sigue siendo el primer 
país de acogida de refugiados en términos absolutos, con una población de 3,5 millones de 
personas, principalmente sirios, en tanto que Líbano acoge el mayor número de refugiados 
respecto al tamaño de su población nacional. 
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¿Seguimos? Pero, hablemos de personas, no de números. 
 
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1Precisamente estos días se publica el carpetazo a la persecución judicial sobre Helena Maleno, fundadora e integrante del colectivo Caminando Frontera (en un caso parecido al de Oscar Camps, de Open Arms, los bomberos sevillanos y otros) ya que, siete años después de comenzar a ser investigada por la policía española, de ser acusada por un juzgado de Tánger de un "delito de tráfico de seres humanos y favorecimiento de la inmigración" irregular, se acaba la pesadilla porque la justicia marroquí archiva definitivamente la causa abierta contra la defensora de derechos humanos al no encontrar ningún indicio de delito y queda acreditado que su labor de auxilio de inmigrantes en dificultades a bordo de pateras no supone ningún acto ilegal
Llamar a Salvamento Marítimo o la Marina Marroquí para dar aviso de una patera en dificultades no es delito ni en España ni en Marruecos, ni favorece de ninguna manera que la gente se eche al mar. Se acabó la coartada policial de algunos mandos de los cuerpos de seguridad españoles que durante 7 años ha perseguido a esta defensora de los de derechos de los migrantes. El Tribunal de Tánger, que desde 2017 investigaba a Helena Maleno por su labor en la ayuda a las personas que le pedían auxilio en El Estrecho, ha archivado definitivamente el procedimiento.

martes, 18 de junio de 2019

La actualidad de Saramago.

Hoy, 18 de junio de 2019, hace exactamente 9 años que nos dejó, y algo más de veinte años 
que fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura (octubre de 1998, “por volver 
comprensible una realidad huidiza”), el escritor portugués José Saramago, día, pues, para 
hacer un pequeño ejercicio de memoria sobre él y su obra.

 
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Para empezar, “Saramago” era el apodo de su familia y, al parecer, el funcionario del Registro 
lo inscribió así como broma, en lugar del José de Sousa que le correspondía por ser su apellido 
real. De una familia de campesinos y obreros, no pudo finalizar sus estudios porque sus padres 
no pudieron pagarle la escuela, por lo que para mantener a su familia trabajó en diferentes 
ocupaciones antes de empezar a hacerlo como crítico literario y comentarista cultural 
(totalmente autodidacta) de la revista lisboeta Seara Nova. 

Afiliado al entonces clandestino Partido Comunista, sufre censura y persecución, y en 1974 
se suma a la llamada "Revolución de los Claveles", que el famoso 25 de abril de 1975 llevó la 
democracia a Portugal acabando con la dictadura de Salazar. Esta época lo marcó a él y a su 
obra, como lo atestigua lo que declaró, después de serle concedido el Nobel, en una 
entrevista a la cadena británica BBC : "Soy un comunista hormonal, mi cuerpo contiene 
hormonas que hacen crecer mi barba y otras que me hacen comunista". Y debe ser por eso 
que aún hoy, muerto hace años, sigue siendo una bestia negra para ciertos círculos 
intransigentes de la derecha recalcitrante. Y muestra de ese espíritu eran obras como  
Ensayo sobre la ceguera, que lo acercó al gran público, o El evangelio según Jesucristo, que 
provocó un escándalo en la Iglesia e hizo que tuviera que cambiar su país natal de residencia 
por el nuestro, la isla de Lanzarote. Los ánimos eclesiásticos no se calmaron, ni siquiera 
después de muerto. La esquela dedicada por el Vaticano un día tras su fallecimiento por 
leucemia con complicaciones multiorgánicas hoy hace nueve años lo definía como un 
"populista extremista" de ideología antirreligiosa. Esta animadversión no era nueva y fue 
cultivada por ambas partes: "Gente popular que conocí, engañada por una Iglesia tan 
cómplice como beneficiaria del poder del Estado y de los terratenientes latifundistas, gente 
permanentemente vigilada por la policía, gente, cuántas y cuántas veces, víctima inocente de 
las arbitrariedades de una justicia falsa", criticaba el autor ante la Academia Sueca que le 
concedió el Nobel.  
 
 
 
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Rememoremos el momento, ayudados por las imágenes que se conservan: Saramago, de 76 
años, originario de una familia de pastores analfabetos, sin estudios universitarios y sin poder 
comprar un libro hasta los 19, leyó ante la Academia Sueca su discurso como nuevo premio 
Nobel de Literatura, el primero en lengua portuguesa. Saramago entró al salón noble vestido 
con un traje azul oscuro y camisa blanca ante la atenta mirada de los allí presentes. Los cerca 
de trescientos asistentes al acto se pusieron en pie y le aplaudieron. Su esposa, la sevillana 
Pilar del Río, con un traje de chaqueta negro, se quedó atrás, observando la imagen, para 
pasar después a su asiento reservado. Sin embargo, a pesar de lo ornamental de la cita, el 
novelista aprovechó la ocasión para poner el foco en un lugar alejado de las grandes estrellas 
literarias. En su disertación, José Saramago relató cómo él mismo se ha convertido a lo largo 
de toda su obra en aprendiz, voz y eco de sus personajes, a través de los cuales ha expresado 
sus preocupaciones, sus inquietudes y sus más profundas obsesiones. Entre ellas destacan 
la "infame" vida de los campesinos, el dominio absoluto de los valores del poder económico, 
la complicidad de la Iglesia o las humillaciones que padece diariamente la dignidad humana. 
"El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir", 
comenzaba su discurso el escritor, que esperó a estar en lo más alto para centrarse en lo 
más bajo: sus raíces. Se refería a su abuelo materno, Jerónimo Melrinho, un pastor 
analfabeto, criador de cerdos y contador de historias, con quien vivió hasta avanzada su 
adolescencia. Años después, escribiendo sobre él y su abuela Josefa, tuvo conciencia de que 
estaba transformando las personas comunes que habían sido sus personajes en maestros y 
voz de todo aquello que quería transmitir."Se llamaban Jerónimo Melrinho y Josefa Caixinha 
esos abuelos, y eran analfabetos uno y otro. En el invierno, cuando el frío de la noche 
apretaba hasta el punto de que el agua de los cántaros se helaba dentro de la casa, recogían 
de las pocilgas a los lechones más débiles y se los llevaban a su cama".

Pero el relato de Saramago ante la Academia no era una entrañable historia de amor familiar, 
sino la defensa de una forma de vida basada en la humildad y alejada de las altas esferas. 
Una forma en la que "debajo de las mantas ásperas, el calor de los humanos libraba a los 
animalillos de una muerte cierta". "Ahora soy capaz de ver con claridad quiénes fueron mis 
maestros de vida, los que más intensamente me enseñaron el duro oficio de vivir, esas 
decenas de personajes de novela y de teatro que en este momento veo desfilar ante mis ojos".  
 
 
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Llegó así la confesión pública de las claves de algunas de sus obras. "De esos maestros", 
añadió, "el primero fue, sin duda, un mediocre pintor de retratos que designé simplemente 
por la letra h", el protagonista del Manual de pintura y caligrafía, quien le enseñó "la honradez 
elemental de reconocer y acatar, sin resentimientos ni frustraciones, sus propios límites".
Llegaron después los hombres y mujeres del feudo comunista del Alentejo en su novela  
Alzado del suelo, "campesinos rudos obligados a alquilar la fuerza de sus brazos a cambio 
de un salario y de unas condiciones de trabajo que sólo merecerían el nombre de infames". 
Poco a poco fue repasando en el discurso su vida y su carrera. El público escuchaba en total 
silencio, acompañado sólo por el sonido del papel, el paso de cada folio del discurso, que la 
mayoría de los asistentes seguía a través de las traducciones al sueco, el inglés y el francés, 
y un miembro de la Academia explicaba después que los factores de la concesión de este 
galardón al escritor comunista confeso habían sido, entre otros, la dignidad con que siempre 
había afrontado su carrera literaria y el hecho de que su obra simbolizara las ansiedades del 
hombre actual.

Repasaba también su obra La balsa de piedra, una fábula sobre la Península Ibérica que se 
separa de Europa buscando "el encuentro cultural de los pueblos peninsulares del otro lado 
del Atlántico, desafiando así el dominio sofocante que los Estados Unidos de la América del 
Norte vienen ejerciendo en aquellos parajes". Una Europa que, a su juicio, debe trasladarse 
hacia el Sur, ayudando a equilibrar el mundo. Recordando el Ensayo sobre la ceguera
Saramago denunció cómo la dignidad humana es "insultada todos los días por los poderosos 
de nuestro mundo", cómo "la mentira universal ocupa el lugar de las verdades plurales" y 
cómo "el hombre dejó de respetarse a sí mismo cuando perdió el respeto que debía a su 
semejante". El texto del discurso acaba así: "Perdóneseme si les pareció poco esto, que para 
mí es todo". Pero Saramago no pudo contenerse y gritó: "¡Viva la literatura! ¡Viva el Nobel!". 
Se escucharon muchos "bravos" en la sala (comprobable en las muchas grabaciones que se 
conservan).

Saramago también pasará a la pequeña historia como protagonista involuntario de la 
polémica creada alrededor de si Esperanza Aguirre, cuando era Ministra de Cultura en un 
gobierno del PP y coincidió la concesión del Nobel al escritor, dijo o no que valoraba muy 
positivamente que el Nobel hubiera recaído en una mujer, Sara Mago. Unas fuentes aseguran 
que la anécdota es parte del programa televisivo de humor de la época “Caiga quien caiga”,
 mientras otras juran y perjuran habérselo oído de veras a la Sra. Aguirre. Se non é vero, é 
ben trovato. 
 
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Nadie crea, para acabar este recuerdo/homenaje, que la obra de Saramago sea de fácil 
lectura, que no lo es; no admite lecturas “en diagonal” como la de otros (no es una crítica 
para nadie, ojo) sino que obliga a “masticar” casi cada línea para, a veces, acabar de captar 
el sentido de lo que se está leyendo. Sin embargo, su discurso de aceptación del Nobel es 
totalmente diáfano en su contenido y significado. Quedémonos con él.

domingo, 16 de junio de 2019

La manipulación con cuescos.

Decía Fellini1, a propósito de unas feroces críticas a su película Giulietta degli spiriti, a la que 
acusaban de inmoral, que “la obscenidad no está en lo que se ve, sino en los ojos de quien 
mira”, dando pie a admitir que las reflexiones en torno a lo que se ve (o lo que se puede ver 
o no, lo que se hace ver, etc.) están cargadas de equívocos  porque es normal que se plantee 
una dialéctica que traduce la incompatibilidad entre lo que se quiere ver (que siempre es una 
ilusión, o bien algo que ilusiona) y lo que uno prefiere no ver (lo real, curiosamente) pero cuya 
negativa –“no me lo muestres, no quiero saber nada de eso”– uno se niega a reconocer como 
tal, de tal modo que la reacción ante lo real no se nos aparece como tal negación sino como 
afirmación: esto que me muestras es obsceno. El considerar, con frecuencia, algo como 
obsceno expresa el rechazo a ver lo real, al tiempo que es la afirmación de que algo nunca 
figura en la escena porque está fuera del campo de la mirada; o bien que toda mirada 
productora de una escena es la ocultación de eso real que, quien mira, no quiere ver. Lo 
obsceno, así, es el producto de una determinada manera de ver, nunca una entidad en sí 
misma. (Damos vueltas en torno a un asunto que no podemos/queremos/sabemos ver; y, si 
lo vemos, lo rechazamos por obsceno.) 
 
 
Esto lo saben bien los manipuladores, que usan todos los medios y técnicas imaginables 
para que veamos o interpretemos algo precisamente como a ellos les interesa. Para crear un 
marco común de reflexión, definamos a qué nos referimos: una persona manipuladora es 
aquella que intenta recrear todo a su alrededor a su gusto y semejanza, o sea, que quiere 
que su visión del mundo, que se desvive en imponer como sea a los demás, sea la única 
aceptable. Esa es la persona más manipuladora que te puedes encontrar, pero por supuesto 
también hay muchos grados de manipulación. Es cierto que todos nos comportamos de 
manera manipuladora en algún punto de nuestras vidas, pero también lo es que lo que 
definimos como una persona manipuladora ha hecho de este comportamiento un hábito, una 
parte sustancial de su carácter.

Más allá del concepto en las imágenes y de Fellini, otras formas como el uso del lenguaje 
como arma de manipulación es, probablemente, tan antiguo como el ser humano. Y en la 
actualidad, debido al impacto mediático que se necesita para mantener el poder, es una 
estrategia imprescindible. En nuestro tiempo, en ejemplos de todos conocidos, los "de arriba" 
llaman “indemnización en diferido” a una nómina que se sigue pagando a un tesorero 
despedido que amenaza con contar secretos; “tiquet moderador sanitario” a pagar por ir al 
médico de la sanidad pública; “cese temporal de la convivencia” a un divorcio en la familia 
real; “desaceleración” a una crisis económica brutal; “medidas excepcionales para incentivar 
la tributación de rentas no declaradas” a las amnistías fiscales para los ricos; “Ministerio de 
Defensa” al que se encarga de mandar al ejército a otros países y “devaluación competitiva 
de los salarios” a las bajadas de sueldo. La elección de las palabras sigue siendo decisiva: 
los que nombran la realidad controlan cómo entendemos el mundo.
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No sólo es el ámbito de la política. En los ámbitos intelectuales, por ejemplo, se usa mucho lo 
que el gran Cantinflas denominaba “inflación palabraria”, es decir, el lenguaje pomposo como 
forma de mantener estatus. El físico y matemático estadounidense Alan David Sokal ideó a 
finales del siglo pasado un experimento de campo para demostrar el efecto persuasor de 
este tipo de léxico absurdo. Escribió un artículo para la revista norteamericana Social Test 
con un título memorable que ha pasado a la historia de la pedantería: «Transgressing the 
boundaries: Toward a transformative hermeneutics of quantum gravity» («Transgredir los 
límites: Hacia una hermenéutica transformadora de la gravedad cuántica»). En él pontificaba 
con lenguaje críptico acerca de todo lo que se venía a la cabeza: psicología, sociología, 
antropología,... A pesar de que se trataba de un pastiche sin sentido alguno, copiado y 
pegado de textos que hablaban de temas diferentes, el artículo pasó la criba del Comité de 
Selección. Recibió críticas muy elogiosas de los lectores, que alababan, entre otras cosas, 
su “claridad de expresión”. Sólo tras ser publicado, Sokal reveló el engaño en otra publicación 
(Lingua Franca), citando, entre otros, al lingüista Noam Chomsky para plantear que las 
ciencias sociales no siempre basan sus trabajos en la razón. 

Casos reales así nos hacen pensar en la otra cara de la moneda, en que el manipulado lo es 
porque (¿por desidia o comodidad mental?) quiere serlo porque, en muchas ocasiones, la 
manipulación a través del lenguaje implica ignorancia de quien recibe el mensaje acerca del 
significado real de lo que le están transmitiendo acompañado de la nula voluntad de conocerlo; 
es lo que pasa cuando los políticos repiten hasta la saciedad amplificado por sus medios 
afines vocablos y conceptos en los que quieren imponer como único válido el significado e 
interpretación que a ellos les interesa2: golpista, democracia, ley, nazi3, supremacista, etc. 
Pero no dramaticemos; a veces la voluntad de ignorar da lugar a episodios, simplemente, 
chuscos. Supongamos que alguien publica que “en casa de X (que cada quien identifique esta 
X a su gusto) nunca falta a la mesa un recipiente para los cuescos”; si algún lector se siente 
asqueado al sentirse herido en su sensibilidad por esta muestra de mal gusto protagonizada 
por flatulencias es porque no sabe, ni tal vez quiera saber que cuesco es el nombre que 
reciben los huesos de la fruta como el de la ciruela, la cereza, la nectarina,... aunque también 
se llama de este modo a la ventosidad (pedo) ruidosa, debido a que esa flatulencia recuerda 
al sonido de uno o varios huesos caer al suelo y ese nombre, etimológicamente, es la 
onomatopeya. 
 
 
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El uso con el significado de “hueso” (que es la primera acepción de las siete que contempla el 
DRAE para la palabra) lo encontramos incluso en Cervantes:

Oyendo lo cual Altisidora, mostrando enojarse y alterarse, le dijo:¡Vive el Señor, don bacallao, alma de almirez, cuesco de dátil, más terco y duro que villano 
rogado cuando tiene la suya sobre el hito, que si arremeto a vos, que os tengo de sacar los 
ojos! ¿Pensáis por ventura, don vencido y don molido a palos,que yo me he muerto por vos? 
Todo lo que habéis visto esta noche ha sido fingido; que no soy yo mujer que por semejantes 
camellos había de dejar que me doliese un negro de la uña, cuanto más morirme.
(Miguel de Cervantes – Don Quijote de la Mancha, 2ª parte, capítulo 70)

y en un libro actual mexicano de cocina, podemos leer, a propósito de la preparación del 
guacamole:

« Según la sabiduría popular, el guacamole se conserva verde si se introduce en él un cuesco 
de aguacate. McGee pensó que era una tontería, y puso manos a la obra. Descubrió que, con 
o sin cuesco, el aguacate machacado tarda unos 90 minutos en adquirir un color gris poco 
apetitoso, y sin embargo conserva bajo el cuesco su color verde. »

Otra cosa es la reacción que quiera provocar en el lector el redactor de la noticia, jugando y 
manipulando con el vocablo. El psiquiatra escocés James Alexander Campbell Brown, en su 
libro Técnicas de persuasión: de la propaganda al lavado de cerebro afirma que “los intentos 
de cambiar las opiniones de los demás son más antiguos que la historia y se originaron, debe 
suponerse, con el desarrollo del lenguaje. Antes de que los hombres hablaran no parece 
probable que tuvieran opinión alguna que cambiar. Los pensamientos se crean y modifican 
fundamentalmente a través de la palabra hablada o escrita, aunque en el llamado lavado de 
cerebro las palabras pueden ser suplidas por malos tratos físicos y en la publicidad comercial 
por música o imágenes agradables, es evidente que, incluso en estos casos, las principales 
armas son de naturaleza verbal, o en cualquier caso simbólica, y que los resultados 
perseguidos son de índole psicológica”. 
 
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Una de las funciones del lenguaje es la persuasión: hablamos o escribimos, en muchas 
ocasiones, para convencer a los demás de nuestras teorías. Y es muy fácil que esa necesidad 
acabe acaparando nuestro discurso y haciéndonos olvidar otras funciones importantes, como 
la de trasmitir información o la de empatizar con el otro. Es en ese momento cuando el lenguaje 
se convierte en un arma de manipulación. Por eso es importante estar en alerta y saber 
cuándo estamos escuchando o leyendo a una persona cuya mayor motivación es 
hacer cambiar nuestras ideas. Tener presentes algunos rasgos del lenguaje manipulador 
puede ayudarnos a despertar nuestra mente en esos momentos.

Si hemos de resaltar aspectos característicos de ese tipo de comunicación maquiavélica, 
algunos (sin ser exhaustivo) serían:

- Esconde los hechos. Se trata de una jerigonza en la que la realidad desaparece. A veces, 
el efecto se logra usando tecnicismos que hacen desaparecer el acto en sí: los ejércitos y los 
grupos terroristas, por ejemplo, suelen llamar “bajas colaterales” a los asesinatos de 
inocentes que cometen. En otras ocasiones se acude a variaciones que llevan las palabras 
polémicas a lugares donde apenas se perciben. Un ejemplo clásico es la importancia de 
poner delante lo aceptable y en segundo término lo que queremos ocultar, en una actitud 
que ya sabemos y usamos desde niños: tenemos más posibilidades de éxito si le 
preguntamos a nuestros padres “¿Puedo estudiar mientras como chuches?” que si la 
pregunta es “¿Puedo comer chuches mientras estudio?”. Y sigue funcionando: en el 
referéndum de 1986 para la permanencia de España en la OTAN el gobierno jugó con la 
estrategia de “Lo bueno delante” logrando dar un vuelco a la opinión pública.

 
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- Convierte todos los temas en viscerales. Decía el escritor y filósofo inglés Aldous Huxley 
que las palabras pueden ser como Rayos X, ya que si se usan apropiadamente lo atraviesan 
todo. Para lograr este efecto, es necesario que tengan connotaciones emocionales. La 
neurocientífica, fisióloga y filósofa inglesa Kathleen Taylor nos recuerda  en su libro  
Brainwashing: La Ciencia de Control del Pensamiento (uno de los libros clásicos sobre lavado 
de cerebro) que “cuando algo provoca una reacción emocional, el cerebro se moviliza para 
lidiar con ella, dedicando muy pocos recursos a la reflexión”. El lenguaje manipulador está 
preñado de emociones. Un ejemplo es el abuso de palabras como libertad, independencia, 
creatividad: los anuncios de ropa juvenil, los medios de comunicación y los libros de 
autoayuda están poblados de frases que utilizan estos vocablos en cualquier contexto porque 
son muy efectivos a la hora de activar nuestras emociones y acercarnos a quienes las 
pronuncian. Aunque parezca paradójico que los que quieren convencernos de algo apelen a 
nuestra creatividad, libertad o independencia, si estamos sintiendo (y no pensando) nos 
pueden convencer de ello.

- Dispone de un metalenguaje propio. Escuchar nuestras propias palabras nos hace 
ponernos en marcha… aunque no sepamos para qué. Y eso es lo que busca el manipulador: 
los adeptos son aquellos que redoblan los esfuerzos aunque hayan olvidado el objetivo. Por 
eso todos los grupos utilizan un léxico propio que los distingue, una jerga que sólo usan los 
miembros del grupo y prueba su fidelidad a él. Además, esas palabras tienen que ayudar a 
dividir el mundo en los otros, los malos, los de fuera, y nosotros, los buenos, los de dentro. 
Por ejemplo: todos los subgrupos juveniles tienen palabras que definen a los que no son 
como ellos. Aprenden a llamar a los demás “pijos, guarros, frikis, perroflautas” o “empollones” 
ayuda a crear camaradería y sentimiento de pertenencia. No importa que el manipulado no 
sepa explicar por qué esos nombres van asociados con ciertos conceptos negativos: lo 
importante es su uso como activador de la conducta del grupo. A partir de esas etiquetas, se 
rompe la posibilidad de empatía y se consigue convencer a la persona de que los malos son 
siempre los demás.

- El mensaje carece realmente de contenido. Sólo hay una manera de no ser criticado: 
hablar sin decir nada. Por eso, el lenguaje manipulador recurre frecuentemente a frases 
humo, expresiones vacuas que parecen afirmar algo pero en la que ninguno de los receptores 
entiende lo mismo. Asociaciones de palabras bonitas del tipo “siempre he intentado que mi 
forma de actuar no sea simplemente vivir día a día. Mis actos se han guiado siempre por 
valores éticos que son importantes para el ser humano” son ejemplos de frases así, que 
pueden ser suscritas tranquilamente por asesinos en serie, políticos corruptos o 
maltratadores. Su ambigüedad permite que el que la escucha crea estar de acuerdo aunque 
en realidad no comparta nada con el que emite el mensaje. En esta categoría entran 
también las expresiones no refutables, que tienen la ventaja de ser irrebatibles. Por ejemplo: 
“El mundo se encuentra dominado por poderes ocultos” es una frase utilizada, en diferentes 
versiones, por todos aquellos que buscan manipular. Pase lo que pase es imposible rebatir 
esa idea conspirativa. Y eso les permite a aquellos que intentan imponer miedo pedirnos que 
dejemos de hacer cosas aunque no sepamos cuál es la amenaza real. Esta estrategia es la 
que utilizan, por ejemplo, muchos padres de hijos adolescentes: “estás rodeado de gente 
que te quiere convencer para que vayas por el mal camino”, les dicen para justificar muchas 
de sus prohibiciones.

- El manipulador no argumenta. La mejor forma de manipular a los demás es utilizar 
estrategias retóricas que permitan convencer sin dar razones para ello. Hay miles de trucos 
oratorios o escritos destinados a ese fin. Un ejemplo es la ironía. Repetir lo que ha dicho otra 
persona mientras se esboza una sonrisa sarcástica permite quitarle puntos a ese individuo 
sin necesidad de argumentar. Por escrito, tiene el mismo efecto el uso de las comillas: “El 
presidente del “gobierno” afirma que… “cuestiona la capacidad de dirigir del susodicho”, al 
igual que la afirmación “El escritor que acaba de sacar una novela…” echa por tierra las 
habilidades literarias del citado. Y todo eso sin exponer una sola razón para establecer un 
juicio crítico. El lenguaje manipulador evita el razonamiento. Por eso, en última instancia, 
cuenta siempre técnicas antiargumento por si falla todo lo anterior. Un ejemplo es el uso de 
la palabra demagógico: en el discurso maquiavélico se llama así a todo argumento con el 
que el manipulador no está de acuerdo. Usando únicamente esa palabra (“eso es 
demagógico”) se intenta desmontar lo que dice el contrario sin entrar ni siquiera a discutirlo. 
Es la última vuelta de tuerca: el lenguaje que sirve para que los otros no puedan utilizar el 
lenguaje.  
 
 
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No son teorías; en su libro LTI: La lengua del Tercer Reich, el filólogo, escritor e historiador 
alemán Víctor Klemperer (que, por ser de origen judío, solo su matrimonio con una mujer 
clasificada como «aria» le permitió sobrevivir en la Alemania nazi) analizó la importancia que 
tuvieron las palabras a la hora de imponer el nazismo en la sociedad alemana. En su texto 
da numerosos ejemplos que muestran como la elección de determinadas palabras o frases 
y su continua repetición se convirtió en una de las principales técnicas de manipulación en la 
época. La LTI (Lingua Tercii Imperii) envenenó las mentes convirtiendo gradualmente ideas 
que el imaginario colectivo consideraba repulsivas en conceptos aceptables (ver nota 2).. 
 
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1Federico Fellini (1920 - 1993) fue un director de cine y guionista italiano; considerado el cineasta de la post-guerra más importante de su país a nivel mundial. Ganador de cuatro premios Óscar por mejor película extranjera, en 1993 fue galardonado con un Óscar honorífico por su carrera.A lo largo de su carrera, Fellini dio vida a personajes y escenas que se han incorporado al imaginario colectivo cinematográfico. De sí mismo decía que era "un artesano que no tiene nada que decir, pero sabe cómo decirlo" Lo cierto es que Fellini siempre tomó inspiración de lo que vivía para su trabajo artístico.
Sus inicios fueron como guionista en tiras cómicas clásicas extranjeras de la prensa, que habían dejado de ser distribuidas en Italia, ante el bloqueo comercial impuesto por el gobierno fascista encabezado por Benito Mussolini. Curiosamente, los métodos del gobierno impulsaron al cine italiano, que ante el incremento en la demanda, comenzó a requerir profesionales en aéreas paralelas a la producción cinematográfica. Fellini fue uno de ellos, contratado para trabajar como dibujante publicitario. Ese fue el primer contacto que Fellini tuvo con el cine. Ahí conocería al cineasta Roberto Rossellini y al músico Nino Rota, quien lo acompañaría por el resto de su carrera.
Poco después, Fellini debutó en el cine con el guion de Lo vedi come sei? , de Mario Mattoli, y posteriormente, de Apparizione, de Jean de Limur, Chi l’ha visto?, de Goffredo Alessandrini, L’amore, de Rossellini y, especialmente, Roma, citta aperta, también de Rossellin, considerada como una de las máximas obras del neorrealismo italiano. La película, inspirada en la historia del sacerdote italiano Luigi Morosini, torturado y asesinado por los nazis por ayudar a la resistencia, fue reconocida por la Palma de Oro del Festival de Cine de Cannes y le dio a Fellini la confianza necesaria para llevar a la pantalla una de sus historias.
En 1951 debutó en la dirección con la sátira Lo sceicco bianco, protagonizada por Alberto Sordi y escrita en colaboración con Michelangelo Antonioni, y desde entonces, Fellini se convirtió en uno de los nombres más importantes del cine italiano y del mundo, conquistando a la prensa europea y al público con películas como La Strada, Le notti di Cabiria, La Dolce Vita, Otto e mezzo, Satyricon y Amarcord.
Giulietta degli spíriti, interpretada por su esposa, Giulietta Massina, originó cierta polémica, que se repetiría en otras películas, por el erotismo que la atraviesa y por la ironía con que se trata a sí mismo y a la sociedad italiana, especialmente la Iglesia. Películas como Roma o E la nave va marcan la posterior producción de este cineasta, dueño de un universo muy personal y de un estilo extremadamente libre. Al respecto, Fellini confesó en una de sus últimas entrevistas “Tengo la impresión de habérmelo inventado todo: infancia, personalidad, nostalgias, recuerdos, por el placer de poder contarlos

2Un ejemplo es la connotación positiva que fue ganando la palabra fanatismo. Antes de la llegada de Hitler al poder, el vocablo se usaba peyorativamente. Sin embargo, los nazis consiguieron que el fanatismo acabara resultando positivo usándolo en expresiones que sugieren audacia y compromiso. Se hablaba de “valentía fanática”, de “juramento fanático”, de “amor fanático por el pueblo”…En los últimos momentos, cuando ya la palabra había perdido fuerza, Goebbels (el ministro de Propaganda, diseñador de las técnicas de manipulación nacionalsocialistas) empezó a hablar de “fanatismo feroz” para añadirle potencia al concepto. 

3Este vocablo merece un inciso: se cumple a rajatabla la regla de Godwin o regla de analogías nazis de Godwin, que es un enunciado de interacción social propuesto por Mike Godwin en 1990 que establece que: A medida que una discusión en línea se alarga, la probabilidad de que aparezca una comparación en la que se mencione a Hitler o a los nazis tiende a uno.
Por otra parte, la Knesset, el Parlamento de Israel,, dando forma a la idea de que el nazismo no es un insulto sino un delito. estudia una nueva ley que convertirá en delito penalmente castigable llamar a alguien “nazi” con el fin de “bloquear la tendencia creciente de banalización del Holocausto” y para evitar que se usen “palabras terribles como si fueran tonterías sin entender su verdadero significado o, lo que es peor, olvidándolo”