domingo, 30 de mayo de 2021

Bienvenidas sean las rutinas.

 


Puestos a buscar, resulta que es mentalmente muy saludable llegar a determinar si todo lo que estamos pasando con esta pandemia nos ha dejado
a la postre, si no algo positivo, algo que no sea del todo tan negativo como lo vemos todo, y para ello nada mejor que trasladarse mentalmente al más duro de los escenarios, a esos días confusos y difíciles de confinamiento estricto con todo el día (y todos los días, uno tras otro) por delante sin saber realmente qué hacer. En esa época pudimos calibrar la importancia en nuestras vidas de las rutinas, tan denostadas por otra parte. Etimológicamente, la palabra rutina procede del vocablo francés route y este del latín rupta o camino abierto en el bosque, ya que cuando se abre un camino y es recorrido muchas veces se convierte en una ruta, en un camino trillado, en una rutina y tener una rutinas marcadas ayudan a reorganizar el cerebro y a liberar trabas para aquellos procesos más creativos. Automatizar actos cotidianos, como hubo que hacer durante el confinamiento más duro, libera espacio mental para dedicarlo a asuntos más relevantes o creativos. Este es uno de los mucho beneficios de los hábitos (si no queremos utilizar el vocablo “rutinas”), en especial en personas desorganizadas.

 Decía el psicólogo William James, hermano mayor del escritor Henry James (ya sabéis, el de Otra vuelta de tuerca, su obra maestra) y reconocido como el padre de la psicología en Estados Unidos a la vez que como una de esas personas que lo dejan todo para más tarde por padecer indecisión crónica y llevar una vida caótica, que “Cuando más desordenada es una persona y más desconcertante es la situación exterior, más necesarias son las rutinas para conjurar “la tiranía de los estados de ánimo”, por lo que intentó aplicarse a sí mismo “hábitos de orden” y cuando no conseguía los efectos buscados, tomaba cloroformo para poder dormir. “Cuantos más detalles de nuestra vida cotidiana podamos entregar a la fluida custodia del automatismo, más libres quedarán las facultades superiores de la mente”, disertó James en una conferencia que impartió en 1892 en la Universidad de Harvard, donde era profesor de psicología. 


V
ale que de las rutinas a las manías sólo va un paso, y si no, que se lo digan a Franz Kafka, que tenía por costumbre ejercitarse diez minutos al atardecer desnudo frente a una ventana abierta antes de lanzarse a escribir, o a Ludwig Van Beethoven, que preparaba rutinariamente nada más salir el sol una cafetera en la que tenía que haber sesenta granos por taza, que a menudo contaba uno a uno hasta obtener la dosis exacta, o a Benjamin Franklin, que seguía una rutina de 13 semanas para alcanzar la “perfección moral” y cada semana la dedicaba a cultivar una cualidad (templanza, limpieza de espíritu, moderación, etc.), ya que pensaba que si mantenía su devoción por una virtud en concreto durante siete días seguidos, esta se convertiría en hábito, o a…, pero no es menos cierto que automatizar algunos actos cotidianos permite canalizar la energía hacia asuntos de mayor enjundia, como descubrieron en su día pintores, músicos, poetas, escritores, médicos, psicólogos y científicos; tal vez por ello, Arquímedes gritó ¡Eureka! mientras estaba sumergido en la bañera, al igual que a otras personas les vienen a la cabeza buenas ideas en la ducha o en los viajes largos en coche, como si tuviéramos un buscador silencioso que sigue indagando en ideas al ejecutar actos rutinarios, ofreciéndonos nuevas conexiones. 

Las rutinas nos aportan coherencia y dan sentido a nuestra vida pues más del 40% de lo que hacemos cada día es habitual. Crear rutinas, no solamente favorece la salud mental, sino que también puede contribuir a mejorar el sueño y a revertir hábitos poco saludables, teniendo en cuenta, además, que estructurar el día, reduce el nivel de estrés, por lo que las rutinas proporcionan, por decirlo de alguna forma, más espacio mental al liberar la corteza prefrontal, donde se ubican funciones ejecutivas como planificar, organizar, pensar en abstracto, etc. En cambio, cuando no tenemos rutinas, el cerebro se sobrecalienta y hay menos “ancho de banda” disponible para reconocer sutilezas y desarrollar ideas creativas y, por si fuera poco, las rutinas no solamente ordenan la vida, sino que, además, producen placer al completarlas, seguramente por infundir confianza.Pero, cuidado, el cerebro no diferencia entre buenas y malas rutinas, es lo mismo repantigarse en el sillón de casa al acabar de trabajar que salir a correr o ir al gimnasio, ambas son rutinas. Cada persona desarrolla rutinas personales e intransferibles, aunque, siguiendo las ideas del psiquiatra estadounidense, Daniel J. Siegel, la rutina fantástica podría consistir en tener un automatismo para conectar con uno mismo y reflexionar internamente, así como otra rutina para conectar con los demás. A su vez, es recomendable instaurar otro automatismo para conectar con el cuerpo y reservar algunos momentos del día a caminar, correr, hacer estiramientos en momentos puntuales para darse una pausa del trabajo, etc. También debería haber una rutina para relajarse y no hacer nada sin sentirse culpable. Finalmente, instaurar una rutina para el sueño ayuda a consolidar los aprendizajes.


 
En el fondo, la cotidianidad también se encuentra plagada de rutinas, incluso en ese extraño 2020. Durante el confinamiento, con la economía en hibernación, el ámbito relacional se vio severamente restringido. Muchos, los más afortunados, dejaron de acudir a su lugar de trabajo pudiendo desempeñar su labor desde casa, cesaron los encuentros en los bares, los partidos de futbol dominicales, las visitas familiares, los eventos religiosos, las fiestas y celebraciones populares, las representaciones teatrales y las proyecciones de cine, entre otros y, entre la diversidad de elementos comunes que presentan estas acciones podríamos señalar, precisamente, su marcado carácter ritual y/o rutinario, porque el ser humano es una especie social; su supervivencia material está basada, de manera fundamental, en su relación con los demás. Los rituales y símbolos permiten a la humanidad construir la realidad que le envuelve, cambiando y adaptando sus dinámicas sociales de manera dialéctica a la transformación del mundo. Bajo el confinamiento, los ritos no desaparecieron sino que se vieron, por así decirlo, reprogramados a diferente escala y con enormes cotas de desigualdad; pasamos de ocupar calles y equipamientos públicos y privados a celebrar nuestros rituales entre las cuatro paredes de nuestras casas y a esperar cada día las palabras de Fernando Simón.

 El pensador surcoreano afincado en Alemania Byung-Chul Han, una de las mentes más preclaras en la crítica de la sociedad actual, advierte que trabajar en solitario (teletrabajo) cansa más que hacerlo acompañado, con un agravante: el teletrabajo tiende a eliminar los horarios regulares, los almuerzos compartidos y las actividades presenciales con otras personas. El virus acelera la desaparición de los rituales; el coronavirus ha eliminado rituales como ir al fútbol, asistir a un concierto o comer en un restaurante. Además, el teletrabajo está acortando la duración de las comidas principales y los minutos de descanso para facilitar a los empleados ponerse a trabajar un poco antes y así aumentar su productividad. El consejo alineado con la salud mental es salvaguardar, tan pronto como se pueda, los rituales sociales, las costumbres compartidas y las rutinas para no caer de forma inconsciente en las auto-exigencias de optimización que impone la egocéntrica y narcisista sociedad digital.


 
Por estar, con esto de la pandemia, inmersos en una encrucijada que dificulta saber qué dirección tomar, sustituir las antiguas rutinas por otras nuevas ha pasado a formar parte de la hoja de ruta de los psicólogos, que afirman que cuando hay discrepancias entre las expectativas y la realidad, se disparan en el cerebro toda clase de señales de angustia. No importa si se trata de un ritual festivo como ir a cenar los viernes con los amigos o de un hábito más mundano: si no es posible hacerlo como se hacía “normalmente”, estamos diseñados biológicamente para molestarnos y estresarnos. Alterar una rutina, presupone hacer nuevas predicciones sobre el mundo que nos rodea, reunir información, considerar todas las opciones posibles y tomar decisiones. Y eso tiene un coste metabólico importante. Las rutinas son, como nos ha enseñado el confinamiento, especialmente importantes en niños, ya que les hacen ser más autónomos y les permiten auto-regularse mejor en sus comportamientos. Lo mismo cabe decir de las personas de edad avanzada, a quienes los automatismos les devuelven seguridad. Ahora bien, las rutinas pueden convertirse en un pozo sin fondo, como prueba lo mal que lo pasan ciertas personas tras retirarse de trabajos muy rutinarios; aunque, por ejemplo, jubilarse viene de júbilo, es habitual entrar en una fase negativa en caso de no crearse rutinas alternativas. 

El problema es que el cerebro no diferencia entre buenas y malas rutinas. En la práctica, no hay rutinas mejores que otras, sino que cada cual ha de dar con las suyas. Por esta razón, cambiar de hábitos o rutinas es tan complicado. Curiosamente, algunos estudios señalan que quienes han sufrido un infarto de miocardio (o padecido alguna enfermedad grave) cambian de estilo de vida y llegan a vivir más tiempo, incluso, que quienes no padecen un trastorno de este tipo; es decir, “ver las orejas al lobo” puede acabar facilitando adquirir rutinas que ayuden a lidiar con el caos exterior, al ofrecer un andamiaje interno desde el cual empezar a construir lo que nos aguarda a la vuelta de la esquina. Pero, la clave no reside tanto en la rutina en sí, como en la regularidad y aunque es imposible vaticinar qué sucederá mañana, es posible auspiciar rutinas diarias que den a la vida un ritmo más predecible. A partir de ahí, se trata de instaurar rutinas a prueba de pandemia como telefonear cada tarde a un amigo que viva en otra ciudad, cuidar de la tomatera del balcón o dar un paseo en compañía de la pareja cada domingo después de desayunar. Se trata de administrarse uno mismo situaciones gratificantes y pequeños refuerzos que nos hagan sentir bien. A modo de curiosidad, algunos estudios refuerzan la idea de que el mejor día para establecer una nueva rutina es el lunes. Al respecto, un estudio desarrollado por la Universidad John Hopkins de Baltimore (Estados Unidos), de referencia en el estudio y seguimiento de todo lo que tiene que ver con el coronavirus Covid-19, vincula a este día con los hábitos saludables.

 Pero eso forma parte de otras reflexiones.

domingo, 23 de mayo de 2021

“La “y” que repudió Cajal”.


Les Luthiers es un afamado grupo cómico-musical (lo de “es” es un piadoso eufemismo porque 
el grupo nunca será el que fue, tras la muerte de Daniel Rabinovich primero y de Marcos 
Mundstock después, dos de los personajes más emblemáticos de la formación, pese a que 
fueron sustituidos), de origen argentino aunque en 2012 se les concedió también la ciudadanía 
española por carta de naturaleza, una concesión especial a personas de particulares méritos; 
además, en 2017, coincidiendo con sus 50 años de carrera, ganan el Premio Princesa de 
Asturias de Comunicación y Humanidades. Les Luthiers, nacido como "I Musicisti" para unas 
minorías cultas, dejó de ser un secreto bien guardado en la década de los 70 del siglo pasado 
y ya hacia la década de los 80 les llegó el éxito popular, convirtiéndose en un clásico viviente 
del humor. Nacieron con ellos personajes entrañables como el maestro Johann Sebastian 
Mastropiero, al que nos referiremos, y los juegos de palabras dieron vida a piezas como 
Dilema de Amor (cumbia epistemológica) o a conversaciones delirantes como la que antecede 
a El negro quiere bailar (Pas de merengue). Esto sumado a la invención de instrumentos, que 
llamaron “informales” e interpretación del género musical que se les viniera en gana. 

 
Les Luthiers presentaron en reiteradas ocasiones como eje de sus sketchs o incluso de 
algunos de sus espectáculos, como se ha puntado, a un personaje prototípico: Johann 
Sebastian Mastropiero1. compositor musical ficticio, una sátira de los compositores clásicos, 
tomando los nombres del popular Johann Sebastian Bach y el apellido de un antiguo personaje 
inventado por Marcos Mundstock, llamado Freddy Mastropiero. Este “compositor” surgió a 
comienzos de la década de 1960 en un manuscrito que Marcos Mundstock dictó a Horacio 
López (conocido como Tato López, periodista y escritor uruguayo) en un bar, aunque apareció 
por primera vez al público en el año 1968, en el programa televisivo Todos somos mala gente
En la presentación del personaje, el Bolero de Mastropiero, Ernesto Acher, uno de los históricos 
componente de Les Luthiers, deslizó en su monólogo "La vida es el constante fluir de los 
opuestos... odio y amor... placer y dolor... Ortega y Gasset", dando a entender una única 
interpretación del uso de la conjunción copulativa “y” como separadora de grupos de palabras 
y/o conceptos, por lo que resulta jocoso el resultado, pero, bien mirado, ¿qué pinta la “y” entre 
los apellidos de una persona?; es más, ¿por qué Felipe González Márquez junto a Francisco 
Tomás y Valiente, pongamos por caso?

 

La verdad es que h
ay una cierta confusión sobre si los españoles debemos/podemos separar 
nuestros dos apellidos con la partícula «y» (ya no conjunción) y se cuestiona si es sólo por 
esnobismo o si realmente existe alguna disposición legal al respecto, pero las propias 
autoridades echan su granito de arena a la confusión, ya que, en España, en el Registro Civil 
el primer y el segundo apellidos necesariamente se inscribían intercalando la "y", dado que 
era un requisito legal para diferenciarlos. Este requisito se ha perdido con la modificación de 
este artículo en el año 20002.El origen de esta duda se debe, pues, a lo que disponía el 
Registro Civil al determinar que en todas las inscripciones los apellidos se expresarán 
intercalando la copulativa ”y”; el motivo de esta disposición se debió, en realidad, a una 
cuestión práctica ya que desde 1861 se había legislado por la Administración española que en 
los instrumentos públicos los individuos debían figurar con sus apellidos paterno y materno y, 
como señala un manual legislativo de ese mismo año, no debe omitirse nunca la consonante 
«y» entre el apellido paterno y materno, porque en España son muy frecuentes los apellidos 
dobles. El Registro Civil sigue esta misma recomendación por su evidente utilidad, pero el 
hecho es que ninguna norma ha establecido nunca que los españoles deben usar dos 
apellidos separados por una “y”. Es decir, desde el XIX se ha empleado esta solución en los 
documentos administrativos para que se distinga claramente cual es el primer y el segundo 
apellido de cada persona. Por si quedasen dudas, pero para aumentar el mareo del personal,  
desde el año 2000 se ha eliminado el segundo párrafo del artículo donde se recogía esta 
práctica de separar con una “y” los apellidos en las anotaciones del Registro (ver Nota al Pie 1).
La reforma suprime el párrafo pero no alude, obviamente, a que desde ese año los españoles 
deban dejar de usar la “y” entre apellidos ya que ni fue ese el objetivo en su inicio ni ahora se 
pretende suprimir.

 
¿Por qué históricamente algunas personas han separado sus apellidos con una “y”? Hasta el 
siglo XIX, en el que se fue fijando lo que hoy consideramos normal, esto es, el uso de dos y 
solo dos apellidos, paterno y materno, las personas decidían con cuantos apellidos querían ser 
conocidos y, dentro de esa libertad, estaba el uso de la partícula “y” para separarlos, pero no 
formaba parte de éstos. En algunos casos, además, se trataba de apellidos que iban 
precedidos por la partícula «de», por lo se quería evitar una reiteración cacofónica; era más 
apropiado decir Lope de Vega y Carpio que Lope de Vega de Carpio, o Miguel de Cervantes y 
Saavedra en vez de Miguel de Cervantes de Saavedra. Curiosamente, de los citados, ninguno 
incluía la separación “y” en su rúbrica, como se puede comprobar en los documentos que se 
conservan. Y, ¿Por qué hay personas que usan “y” actualmente entre sus apellidos?  La 
partícula es usada de forma personal, que no oficial, por dos motivos; por una parte, se utiliza 
en las personas cuyo primer apellido puede ser también un nombre de pila, para evitar 
confusiones (entre los casos más conocidos podemos citar al científico Santiago Ramón y 
Cajal, al escritor José María Gabriel y Galán o al jurista Francisco Tomás y Valiente). También 
es útil, como en tiempos pasados, para que no se produzca la reiteración de la partícula «de» 
cuando ésta precede a los dos apellidos, por ejemplo, Felipe de Borbón y Grecia o José María 
de Oriol y Urquijo. Teniendo en cuenta que actualmente muy pocos apellidos españoles 
empiezan por «de», la coincidencia de ambos muy rara vez se produce. Salvo estos dos 
supuestos, el uso de la partícula “y” que hacen algunas personas al indicar/separar sus 
apellidos es algo meramente estético, sin ningún otro fundamento oficial, y que cada cual lo 
califique, en cada caso, de esnobismo, presunción o simple coquetería…

 

P
recisamente del citado Santiago Ramón y Cajal, hace mucho tiempo leí un artículo del que, lo 
siento, no recuerdo el autor, con el nombre de “La y que repudió Cajal”, centrado en la 
personalidad de nuestro Nobel y en su aversión a determinados signos externos de clase  
social, como podría interpretarse de la dichosa partícula, de modo que el nombre que él mismo 
usaba era "Santiago Ramón Cajal" (sin la “y”), y muy esporádicamente, por ejemplo en su libro 
"Recuerdos de mi vida", usaba "Santiago Ramón y Cajal", añadiendo la "y" entre los dos 
apellidos. Pese a ser nacido en una localidad navarra, toda su familia se trasladó a Zaragoza 
siendo él muy joven y, por lo que respecta al nombre, este modo de nombrar tiene tradición en 
Aragón y evita malentendidos, ya que su primer apellido también es un nombre de pila (en 
muchos círculos extranjeros se le nombra solo por su segundo apellido, "Cajal") Para acabar 
de liarlo, su segundo nombre de pila era Felipe, y su nombre completo era, por tanto, Santiago 
Felipe Ramón Cajal. 

 
Ya que hablamos de territorios diferentes dentro de las Españas ¿Por qué en Cataluña se ha 
extendido la separación entre apellidos mediante la «i»? No es una simple traducción de la “y”  
y la historia es diferente aunque la consecuencia actual de uso sea similar; la actual ley 
catalana permite registrar y usar entre los dos apellidos una «i», algo que se ha convertido, 
muy curiosamente, en una cierta señal de identidad catalana. En realidad el sistema tradicional 
de apellidos en Cataluña era parecido al de otros países europeos donde la mujer perdía su 
apellido al casarse, adoptando el del marido, de modo que se solía usar un único apellido 
común para los esposos, el del varón. Excepcionalmente, y no en todos los casos, si casaba 
un hereu3 y una pubilla (heredero, por lo general, primogénito, y heredera de sus respectivas 
familias) el hijo de ambos podía usar ambos apellidos separados por una «i», para denotar su 
doble herencia de progenitores de abolengo a un mismo nivel, uso que decaía en las siguientes 
generaciones. Por influencia de la normativa del resto de España, comenzaron las casadas 
catalanas a mantener su apellido, de forma secundaria en un principio y plena después. En el 
siglo XIX se generalizaría en toda España, Cataluña incluida, el uso del doble apellido paterno 
y materno, surgiendo la citada norma administrativa española de separarlos mediante “y” en 
los documentos oficiales . De este modo, el uso de la «i» entre apellidos lo que hace aparente 
y oficialmente es adaptar a la lengua catalana un uso español que posteriormente se reguló 
para una mejor identificación de los individuos ante la Administración, prescindiendo del 
diferente origen histórico de ambos casos. 
 
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1El personaje de Mastropiero es, cuando menos, ambiguo, y los recursos del lenguaje, con o sin él, envidiables. La columna vertebral de la ponencia de Marcos Mundstocken el Congreso Internacional de la Lengua Española, ejemplifica muy bien esos juegos de palabras con la exuberancia y las ambigüedades del idioma. Lo que se dice va más allá del significado exacto de las palabras y cobran sentido dentro del contexto. Y lo mismo sucede con las continuas invenciones de expresiones o neologismo respecto de Mastropiero que tanto caracterizaron la trayectoria del grupo: “Siento por Mastropiero una relación amor-odio, una relación Amorroidal”, sentenció Daniel Rabinovich en alguna presentación.

2En la anterior versión del art. 194 del Reglamento del Registro Civil español (1958): Apellido paterno es el primero del padre; materno, el primero de los personales de la madre aunque sea extranjera. En el Registro, uno y otro, se expresarán intercalando la copulativa "y".

3La verdad es que la figura del “hereu” trasciende el concepto de “heredero” en el resto de España. El hereu es la persona designada para recibir una herencia, siendo propio el otorgar los bienes familiares al hijo mayor. La figura surge en la Edad Media por la necesidad de evitar la división del patrimonio familiar y mantener la economía familiar, basada entonces en la agricultura. De acuerdo con el Código Civil de Cataluña (antes Código de sucesiones), para la validez de un testamento es imprescindible que contenga la designación de un heredero (o más de uno) La figura del heredero elegido para que la casa perviviera, frente al resto de los hijos, ha evolucionado como la sociedad, aunque los perjudicados no entendían que se mantuviera por la supervivencia del patrimonio mientras en otras zonas de España se repartía la herencia a partes iguales entre los hijos.

 

domingo, 16 de mayo de 2021

Del respeto a la ley y viceversa.


Por un quítame allá esas pajas entre vecinos de una comunidad a cuenta de un asuntillo de un 
aparato de aire acondicionado instalado de tal forma con un espeso muro-cortina levantado 
para ocultarlo que, no es que invada el campo visual, sino que, con evidente desprecio de la 
opinión de los perjudicados, se pretende convertir en molestia (opinión personal) lo que, en el 
fondo, no es sino un flagrante incumplimiento de las Ordenanzas Municipales del ramo o de la 
normativa oficial. Y eso conduce a la reflexión acerca de que es bien triste la evidencia de que 
lo que deberían ser relaciones personales basadas en el respeto tengan que estar regidas por 
ordenanzas, normas legales o leyes para limar asperezas. En términos técnicos, las relaciones 
de vecindad constituyen un sector normativo donde se produce la delimitación de los derechos 
(particularmente los inherentes a la propiedad), a partir de la contigüidad o vecindad que se 
produce entre propietarios cuyos inmuebles poseen cercanía y por ende son susceptibles de 
inevitables roces, teniendo como función primordial la esfera del derecho que se ocupa, 
precisamente, de las relaciones de vecindad, establecer el contenido y regular el ejercicio de 
los propietarios vecinos, a fin de que sus respectivos derechos se puedan realizar de la manera 
mas plena y satisfactoria posible, sin ocasionarse afectaciones reciprocas, sino en el plano 
legitimo de igualdad.

 
Que nadie piense, sin embargo, que estamos ante el producto del individualismo extremo que 
caracteriza nuestra época, pues es algo, al parecer, innato, y que se recoge en muchos 
momentos de la Historia, admitiendo que el derecho, en última instancia, es  (debe ser) el fruto 
de la sociedad; dicho de otra manera, el fenómeno social da lugar a la producción de conjuntos 
normativos jurídicos. Los juristas romanos fueron quienes trazaron la impronta de las 
relaciones de vecindad. Concebida la propiedad ya entonces con un alto matiz individualista, 
como señorío absoluto e ilimitado, el regular el derecho de vecindad significó una excepción a 
esta concepción libérrima de la propiedad, y ya en la ley se encuentran evidencias de ello, 
apareciendo en varios pasajes la prohibición de hacer cualquier cosa que pueda destruir o 
deteriorar la propiedad, salvo que quien hace (facere) o coloca (immittere) esté autorizado 
para hacerlo, concebido ésto como un concepto de gran extensión, que se utiliza para 
designar varios supuestos, en los que se materializan las molestias  de un propietario sobre 
otro.

 

La formulación de la doctrina resultante del genio jurídico romano, derivó durante la etapa 
medieval hacia otras formas de delimitar la propiedad por razón de vecindad, dando relevancia 
a la doctrina prohibitiva de aquellos actos que se realizan con ánimo de perjudicar al vecino 
(quoe alii nociet et sibi non posit). Los motivos de la generalización de esta teoría se 
fundamentan, según los juristas expertos estudiosos porque “Una sociedad poco evolucionada 
con una economía precaria, necesitaba vetar los actos inútiles y a la vez nocivos para quienes 
vivían con medios escasos y mediante su prohibición se quiere poner freno a los abusos tan 
frecuentes en aquella época, provocados por la barbarie de propietarios y señores, la  
aplicación de la doctrina contribuye a cortar abusos en la regulación de la propiedad urbana” 
pues no olvidemos que estamos en el medioevo, en una época en la que predominaba la 
economía doméstica y señorial y el artesanado, donde la disciplina gremial reglamentaba y 
limitaba la producción, los precios, los salarios etc. La doctrina elaborada por los juristas de 
derecho común viene a conjugar elementos subjetivos clásicos con el dolo o la buena fe, 
inspirados en la ética cristiana, por lo que sus formulaciones llevaron a la máxima de prohibir 
hacer lo que cause daño a otro en provecho propio.

 
Jurídicamente, para asuntos relacionados con las relaciones de vecindad, desde la Edad 
Media, se ha de dar un salto hasta la Alemania del siglo XIX, ya que allí se realizaron en la 
doctrina importantes y definitorios aportes a la formulación  de las teorías que sustentan los 
límites a imponer al propietario, buscando la  solución de los problemas vecinales cada vez 
más graves, que se estaban suscitando como consecuencia del desarrollo industrial existente 
y que evidenciaban la necesidad de hallar mecanismos regulatorios para las acciones que 
procedían de instalaciones industriales, así se recurre a la teoría de  los romanos de la  
immissio1, apareciendo importantes aportes de Ihering2, a la construcción de la materia que 
pretendía hace conciliar la idea de una adecuada calidad de vida con los avances tecnológicos. 
De esta teoría, Ihering delimitó los aspectos esenciales destacando que no solo deben 
prohibirse las influencias o injerencias directas que inician sus efectos en la esfera dominical 
del vecino, sino también las indirectas que se inician en la propiedad del titular y se propagan 
por la del vecino, por lo que ejerce sus efectos sobre el inmueble vecino, Ihering considera 
que las injerencias directas salvo casos excepcionales están siempre prohibidas por el 
derecho, por cuanto no existe aquí la necesidad de evaluar interese en conflicto , como sí 
ocurre en las indirectas. Otro aporte de Ihering es el relativo a la esfera de protección 
entendiendo que la propiedad y el propietario forman una unidad y, por ello, no solo son 
cuestionables las acciones que resulten nocivas a la finca, sino también las que molesten al 
propietario, pues en este caso existe una lesión a la propiedad, ya que se impide el ejercicio 
de este derecho al propietario. Definir la cuestión de las molestias o las incomodidades es uno 
de los aspectos más difíciles de determinar pero, en opinión del jurista, las molestias a las 
personas también pueden ser objeto de una regla, en el sentido de se ha de tolerar lo que 
pertenece a la vida ordinaria y por tanto las molestias empiezan desde que aquella se 
sobrepasa.

 
Rudolph von Ihering

En España, aún con el paréntesis de los años de guerra (in)civil, el siglo XX fue prolífico en 
disposiciones relacionadas con el tema y se dictaron un sinnúmero de ordenanzas, normas 
administrativas o civiles y leyes, generalmente relativas a la regulación de aspectos técnicos 
descubiertos con el imparable progreso tecnológico que hasta ese momento, obviamente, no 
estaban recogidos por la normativa: vistas, ruidos, humos, agresiones al medio ambiente, etc., 
todo ello sustentado por la idea de que las relaciones de vecindad son un límite en el interés 
privado al derecho de propiedad, algo así como lo que pasa, salvando las distancias, con las 
restricciones obligadas por la pandemia. Estos límites aparecen disgregados por el 
ordenamiento de forma separada, no existiendo un artículo único. Algunos ejemplos de este 
tipo de límite al derecho de propiedad en el Código Civil pueden ser: el Art. 552, que obliga a 
los predios (fincas) inferiores a recibir las aguas de los predios superiores, el Art. 569, que 
obliga al propietario de un predio a soportar que se pasen materiales para construir o reparar 
un edificio vecino, el Art. 581-585, en cuanto a luces y vistas, el Art. 590-591, en cuanto a 
construcciones y plantaciones, el Art. 592, en cuanto a las ramas y raíces de árboles que 
invaden el predio vecino, etc., sin contar las Ordenanzas de cada municipio.

 
Existen en la doctrina jurídica diferentes teorías en relación a la definición de los límites de las 
relaciones de vecindad: 
 	-La teoría de los actos de emulación que considera que son sólo prohibidas las 
actuaciones del propietario que no sea útiles para él y con la única intención de molestar al 
vecino.	 
 	- La teoría que considera que en las relaciones de vecindad lo que se prohíben son las 
inmisiones directas en el fundo vecino; pero esta teoría no dice nada en cuanto a las 
inmisiones indirectas. 
 	- La ya comentada teoría de Ihering, que establece que se prohíbe la inmisión directa en 
el fundo vecino, pero se permite las inmisiones indirectas siempre que no supongan superar 
la normal tolerancia. 
 	- La teoría de Bonfante3; establece como límites para considerar la actuación prohibida, 
las necesidades sociales. 
 	- Por último, la teoría del uso y destino normal del derecho, la cual trata de establecer 
como límite, para considerar la actuación como prohibida, el uso y destino normal según la 
costumbre y las relaciones sociales.

 

Las relaciones vecinales pueden provocar conflictos, que resultan más agudos en la medida 
que es mayor la proximidad física, por tanto únicamente el ámbito de aplicación por este 
concepto debe quedar ceñido a los inmueble que colindan, pero las afectaciones que se 
derivan  de la vecindad son de hecho más amplias, una agresión visual, una emanación de 
humo, ruido u hollín (típicos supuestos de inmisiones ) pueden prolongar sus efectos a 
distancia de la finca que los origina, por tanto el concepto de vecindad ha de ser interpretado 
en la actuales condiciones como de proximidad o cercanía, extendiendo de esta forma su 
aplicación a quienes se hallen en idéntica situación e conflicto  que aquellos que afectan 
colindancia. Valorar el concepto de vecindad como de zona de influencia, amplia también el 
marco de actuación de los límites contenidos en esta, y la legitimación de los sujetos afectados 
resulta extendida, cuando entra en juego la esfera represiva del derecho de vecindad. Las 
relaciones de vecindad engloban todas aquellas relaciones que se producen entre vecinos, 
sean pacificas, de buena convivencia, o  de carácter conflictivo, ocupándose sólo el derecho 
de aquellas que tiene un componente litigioso, el derecho de vecindad establece las reglas 
que van a definir los marcos de actuación vecinal, cuando se hace referencia al derecho de 
vecindad es desde el punto de vista de su regulación positiva  o normativa, en tanto el 
dispositivo jurídico señala los derechos y obligaciones de los vecinos.

 
Pero siempre es preferible el respeto antes que la aplicación de la norma.
 
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1En nuestro ordenamiento jurídico, inmisión es toda injerencia, dañosa o molesta, incorporal o de escasa corporalidad, resultante de un actuar humano, que se propaga por medios naturales, sobrepasa los limites que impone la vecindad, e invade la esfera jurídica interna del inmueble vecino, afectando los bienes, las personas relacionadas con el inmueble por cualquier título y el ambiente circundante en que se ejercita el derecho.

2Rudolph von Ihering (1818-1892) fue un jurista alemán, profesor de las universidades de Berlín, Basilea, Rostock, Kiel y Giessen, que ejerció una gran influencia en el desarrollo de las doctrinas jurídicas modernas, al considerar el derecho más como un producto social que como una elaboración doctrinal. En el campo concreto de las relaciones de vecindad, la teoría de Ihering, establece que se prohíbe la agresión directa en el fundo vecino, pero se permiten las indirectas siempre que no vulneren las normas ni supongan superar el límite de molestia o la normal tolerancia.

3Toma su nombre de Pietro Bonfante (1864-1932), jurista y académico italiano, toda una autoridad reconocida en el Derecho Romano

 

domingo, 9 de mayo de 2021

La vacunación Covid ha de ser para todos.


Una de las grandes figuras de las letras en el conocido como Siglo de Oro de la literatura 
castellana es Don Francisco de Quevedo y Villegas, identificado popularmente sólo como 
Quevedo, que cultivó todos los géneros literarios de su época, dedicándose a la poesía desde 
muy joven, y escribiendo obras satíricas y burlescas (como las numerosas “dedicadas” a su 
eterno enemigo, Don Luis de Góngora), a la vez que graves poemas en los que expuso su 
pensamiento, algo típico del Barroco. La mayor parte de la producción poética de Quevedo es 
satírica, pero con sátiras mal dirigidas y, aunque consciente de cuáles son las causas 
verdaderas de la decadencia general, la sátira es para él más un mero ejercicio de estilo que 
otra cosa y la vierte contra el pueblo bajo más que contra la nobleza. Es autor de la letrilla 
satírica Poderoso caballero es don dinero, un poema sobre el poder del dinero a la hora de 
transformar, manipular e “ igualar” a todos, y que viene como anillo al dedo para reflexionar 
sobre la pandemia, la vacuna y todo eso. Y siguiendo la tendencia de lo que algunos llaman 
periodismo (?) en lo que es más importante el titular, aunque sea tendencioso, escogido 
generalmente sólo por razones comerciales de vender más/llegar a más lectores, que todo el 
desarrollo de la noticia/entrevista, nos guiaremos en esta ocasión sólo por el título de la letrilla.

 
Si algo hemos visto meridianamente claro es que esta pandemia, en general, no es que ella 
en sí haya producido nuevos males, sino que ha mostrado descarnadamente lo que ya antes 
iba mal (y que ahora va peor, claro) pero se consideraba “normal” y no se hacía nada. ¿O no 
llamaba la atención en el campo sanitario, ya antes, que las camas de UCI en los hospitales 
de todo un país como Mozambique (30 millones de habitantes), ex-colonia portuguesa, no 
llegaran a la veintena1? ¿Se ha ”descubierto” ahora y toca poner el grito en el cielo? El 
coronavirus, primero por la propia pandemia y ahora por las vacunas, está exponiendo 
crudamente las brechas que existen entre quienes tienen y quienes no tienen, tanto dentro de 
los países como entre ellos. El virus ha encontrado un terreno favorable para avanzar en un 
momento en el que más de la mitad de la población mundial carece de servicios sanitarios 
esenciales y tiene poca o ninguna protección social. Cerca de 100 millones de personas se 
están viendo empujadas a la pobreza extrema por no poder costear una atención médica.

 

Las pandemias sacan a la luz las deficiencias de cada sociedad. La desigualdad continua y 
creciente ya estaba presente en casi todos los países, incluso antes del brote de Covid-19. 
Apenas estamos percibiendo las primeras consecuencias económicas y sociales del virus. Las 
bases de datos revelan enormes diferencias en la capacidad de preparación y respuesta de 
los países de forma que los países en desarrollo y los que están en situación de crisis sufrirán 
el mayor deterioro, junto con los grupos que ya de por sí son vulnerables en todo el mundo: las 
personas que dependen de la economía informal, las mujeres (las mujeres están 
particularmente expuestas durante las crisis de salud. Además de conformar la mayor parte del 
personal sanitario de primera línea, si trabajan desde casa, es probable que deban asumir una 
carga aún mayor de trabajo doméstico y de cuidado de los hijos, y, en muchos casos, corren 
un mayor riesgo con sus parejas. Hay cada vez más datos que indican que la violencia 
doméstica está aumentando en todo el mundo a raíz de los confinamientos), las personas con 
discapacidad, los refugiados y desplazados, y los que, por la causa que sea, padecen 
estigmatización.

 
Poderoso caballero es don dinero. O “don voto” que para el caso es lo mismo. Y si no, que se l
o digan a esa Presidenta de esa Comunidad Autónoma española (y su coro mediático, 
naturalmente) que, para atacar al Gobierno Central (que tampoco está libre de culpa, ojo, pero 
ese es otro tema), engaña en tiempos de pandemia a sus votantes prometiéndoles una vacuna 
que ni está autorizada por la Agencia Europea del Medicamento ni tiene ella competencia 
(aunque le sobre el dinero, según dice) para adquirirla, competencia que corresponde, ni 
siquiera al Gobierno español, sino a la Unión Europea (UE), que la distribuye, aunque 
ciertamente países soberanos (no regiones) pueden comprar al margen de la UE y en lugar 
de ella. ¿Brindis al sol sólo para crispar? Pero la clave, no obstante, está en el dinero. Y ahí 
está el “ejemplo” de algunos países, modelo de solidaridad, en los que no hay ningún 
problema para vacunarse, incuso eligiendo la marca de vacuna, ni tienes esperas, ni has de 
hacer colas… si lo pagas. Aquello de las desigualdades. ¿Os suena?

 

Poderoso caballero es don dinero.
Pese a las abundantes y “bien documentadas” teorías 
negacionistas que corren por ahí2, el virus existe, causa miles de muertos en todo el mundo y 
su propagación no entiende de fronteras (que es una cosa artificial, de carácter hoy, 
básicamente, administrativo, entre países o entre regiones de un mismo país), razas, credos,...
¿y clases sociales? Ya se ha visto, desde hace meses, que el virus acentúa las desigualdades, 
y que un entorno económicamente privilegiado hace más difícil la propagación de la 
enfermedad, por la sencilla razón de que puede disponer de más y mejores medios para 
evitarla, en lo que se incluye el acceso a la vacunación, único instrumento que se ha revelado 
eficaz contra la pandemia3. Somos así a nivel individual; si yo puedo costeármelo…. Pero, ¿y 
a nivel colectivo?¿También la solución es diferente?

 
Pues algo de eso se barruntaba la Organización Mundial de la Salud, OMS, cuando ya se veía 
que la investigación en la(s) vacuna(s) estaba dando sus frutos y empezaba a asomar el 
problema de la distribución.  Por ello, junto a la Comisión Europea y Francia4 lanzó una 
iniciativa de colaboración mundial con la que acelerar el desarrollo de tratamientos, pruebas y 
vacunas contra el Covid-19 llamada Covax, cuyo objetivo es "garantizar un acceso justo y 
equitativo a las vacunas para todos los países del mundo" como “única solución 
verdaderamente global para esta pandemia porque es el único esfuerzo para garantizar que 
las personas en todos los rincones del mundo tengan acceso a las vacunas Covid-19 una vez 
que estén disponibles, independientemente de su riqueza5" ya que de nada vale estar 
vacunado en un territorio si en el vecino el virus campa a sus anchas. Covax está actuando 
como una plataforma de apoyo tanto para la investigación como para el desarrollo y fabricación 
de varios candidatos a vacuna y, además, se encarga de negociar su precio para que todos los 
países participantes puedan acceder a la vacuna contra la Covid-19, independientemente de 
sus ingresos. El objetivo que se ha marcado Covax en un periodo inicial es tener 2.000 
millones de dosis de vacuna frente al Covid disponibles para finales de 2021, con lo que 
pretenden proteger, sobre todo, a las personas más vulnerables o que tengan un riesgo más 
alto, como son los profesionales sanitarios. 

 

Esa es la teoría. En la práctica, las grandes potencias tratan de buscar soluciones para 
incrementar su ritmo de vacunación y lograr proteger a su población antes de que finalice este 
año. Sin embargo, el escenario es mucho más negro para la mayor parte de los países pobres. 
Un estudio económico ha advertido que 85 estados con escasos recursos no podrán inmunizar 
de forma generalizada a su población al menos hasta el año 2023. Pero eso ya se sabía 
porque esta alianza lo único que hace es donar las vacunas a los países, cuando muchas de 
las vacunas en desarrollo necesitan de una costosa infraestructura para su aplicación, sobre 
todo debido a que se deben a mantener guardadas en temperaturas muy bajas, temperaturas 
que no pueden garantizar la mayoría de sistemas sanitarios de los países más pobres y 
poseer esta infraestructura es requisito para acceder a las vacunas. El contraste, pues, entre 
los países ricos y los más pobres es grave. Según algunos informes, la mayoría de los países 
en desarrollo no tendrán acceso generalizado a las vacunas antes de 2023 como muy pronto, 
como se ha apuntado, con el problema añadido de que algunos de estos países, en particular 
los más pobres con un perfil demográfico joven, pueden perder la motivación para distribuir 
vacunas, especialmente si la enfermedad se ha propagado ampliamente o si los costes 
asociados resultan demasiado altos. Y eso, sin contar las demoras y retrasos en la producción 
y entrega de las vacunas que, si para un país rico es eso, un incómodo retraso que le obliga a 
rehacer la planificación, para un país pobre representa la eternización del problema.

 
Ya se ve que, cuando toca la realidad, cae de bruces una de las maniobras de manipulación 
más geniales jamás realizadas, una auténtica obra maestra en el arte de manejar la 
adormecida mente de la población el poner de moda ser pobre. Y sí, “se pondrá de moda”, 
porqué en eso consiste precisamente la genialidad de esta manipulación: en vendernos la 
escasez y la precariedad como si fueran un “producto” a desear. Puede parecer algo increíble 
o incluso surrealista, pero de hecho, la maniobra ya ha empezado de forma muy sutil durante 
la pasada crisis, antes de esta pandemia, y ya está calando, gota a gota, en la mente de 
muchas personas. Y es que el mundo, con pandemia o sin ella, está entrando en una fase 
radical de transformación hacia un nuevo paradigma socio-económico, en el cual la mayoría 
de la población vivirá en una situación mucho más precaria que la vivida hasta ahora y para 
mantener el sistema en pie durante esta delicada transición, será necesario que los 
ciudadanos lo acepten de forma dócil y controlada. Es por esta razón por la que se llevará a 
cabo esta obra maestra de la manipulación mental y social de la que ya anticipábamos algo 
en una entrada reciente de este blog pues esta manipulación consiste en asociar a la pobreza 
y a la escasez de recursos una serie de valores y actitudes que impliquen algún tipo de 
prestigio social pre-fabricado; convertir la precariedad en algo “cool”, “guay”, que “mole” y 
sobre todo, asociarle un sentimiento de superioridad moral.


Pero no, ser pobre es no poder hacer nada, nada en absoluto; en el mejor de los casos es no 
poder ir a comer fuera, no poder llevar a los niños al cine, no poder comprarles juguetes o 
llevarlos al centro de la ciudad,… o no poder vacunarse ante una pandemia letal. Poderoso 
caballero es don dinero. Dinero aparte, pero siguiendo/acabando estas reflexiones con la 
no-vacunación, es inevitable detenerse y parar cuentas de la carrera de obstáculos emocional 
en que han convertido las Administraciones el programa de vacunación (aunque algo tienen 
que ver también los medios de comunicación en general y algunos determinados en particular).  
Empezando, tal vez, por el sainete de las marcas autorizadas por las autoridades médicas (de 
las de, recordemos, casi dos centenares en proceso en todo el mundo), sus diferentes 
condiciones de conservación, su precio, distinto para cada una, sus variados niveles de 
producción y suministro, su eficacia, el número de dosis que precisa para ésta, sus riesgos de 
efectos secundarios (riesgos que son debidamente magnificados por los medios,  
particularmente los negacionistas o simplemente anti-gobiernos, pues resultan ser riesgos  
menores que los de, casi, cualquier medicamento que se adquiere en la farmacia sin receta y, 
desde luego, muy inferiores a los, no secundarios, sino directos, de un posible contagio del 
virus sin vacuna, aunque no nos engañemos, a quien le toca, le toca, pese a que el porcentaje 
sea irrisorio), el confuso baile de edades y prioridades (diferentes en cada país, eso sí, 
recomendadas en todos ellos por expertos médicos), etc., todo ello no hace sino disparar la 
desconfianza, el rechazo y el miedo a recibir la vacuna. La pregunta es ¿habría esos mismos 
recelos si el problema real fuera el de no poder acceder a la vacuna, personalmente o como 
país? 
 
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1Según los datos del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo), los países desarrollados tienen 55 camas hospitalarias, más de 30 médicos y 81 enfermeros por cada 10.000 habitantes.; en los países digamos que menos adelantados, en cambio, hay siete camas, 2,5 médicos y seis enfermeros para el mismo número de habitantes. Incluso algunos elementos básicos, como el jabón y el agua limpia, son un lujo para muchísimas personas. Además, los confinamientos han hecho más evidente la brecha digital. Miles de millones de personas (el 86% de la población mundial) no tienen una conexión fiable a Internet de banda ancha, lo que limita su capacidad para trabajar, continuar con su educación o sociabilizar con sus seres queridos.

2Los negacionistas rechazan la existencia del coronavirus en diferente grado. Para algunos no existe en absoluto y para otros puede existir, pero no con la gravedad que las autoridades sanitarias le confieren. En palabras de Alexandre López-Borrull, profesor experto en fake news de la Univertitat Oberta de Catalunya (UOC), "Algunas de las teorías negacionistas que hemos visto ante la Covid-19, podían tener y han tenido un coste en vidas. De la misma forma que ocurrió en África con el SIDA, crear un estado de desconfianza hacia las evidencias científicas genera descrédito y lleva a tomar decisiones erróneas".

3Según un estudio publicado en Catalunya, la vacuna ha hecho caer ¡un 92 %! el riesgo de muerte en las residencias de la tercera edad, tanto de residentes como de empleados.

4Conviene saber que durante la administración del presidente Donald Trump, Estados Unidos boicoteó la iniciativa y no fue sino hasta enero de 2021, que la administración de su sucesor, Joe Biden, anunció que Estados Unidos se incorporaría al fondo Covax lo antes posible

5Un caso especialmente sangrante es el de la India, uno de los reconocidos primeros fabricantes mundiales de vacunas, y uno de los que no disponen de unidades para su propia población.