miércoles, 26 de septiembre de 2012

"Efectos colaterales" de Eurovegas

Dentro del sainete en el que se está convirtiendo el proyecto de instalar en España la "sucursal europea" del complejo de Las Vegas Sand, el alborozo provocado en Madrid por el anuncio de la elección del entorno de la capital por el Sr. Adelson y la previsible lucha entre Alcorcón, Paracuellos y algún otro por captar finalmente la inversión (?) para su municipio, llama la atención la aparente sordina con que se ha tratado una de las exigencias que plantea el citado Sr. Adelson para consolidar su proyecto.
Se ha aireado su petición de no aplicar la Ley antitabaco, la adecuación/adaptación de las leyes fiscales que afectan a las ganancias del juego y otras minucias, de la misma forma que se ha alertado sobre el peligro latente de que, al rebufo del complejo de juego, crezca la delincuencia, la prostitución... y el blanqueo de capitales. Y ahí queríamos llegar, porque seguramente no ha tenido la conveniente difusión la petición de los promotores de Eurovegas de "suavizar" las exigencias a los casinos en la lucha contra el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo.
Entendemos que este punto merece una pequeña reflexión: los casinos, como sujetos obligados al cumplimiento de la Ley 10/2010 (bancos, cajas de ahorros, aseguradoras, notarios, abogados, promotores inmobiliarios, joyeros y casinos, entre otros), deben comunicar a las autoridades (al SEPBLAC, como se sabe) cualquier operación razonablemente sospechosa, aún en grado de tentativa, de estar vinculada al blanqueo de capitales y la Ley es la transposición al ordenamiento jurídico español de una Directiva europea, con lo que, al margen de que no se deba, no parece que se pueda hacerse excepción.


Hay que recordar que España aprueba con nota la aplicación de las 40 recomendaciones del GAFI; otra cosa es que se insista continuamente en el cumplimiento efectivo.Ciertamente, la opinión del sector del juego en España es que la Ley es más restrictiva que la Directiva, pero eso abunda precisamente la conveniencia de no excepcionar ya que si efectivamente es más restrictiva, cuesta creer que de las casi 3.000 operaciones sospechosas comunicadas por los sujetos obligados en 2011, solamente 2 (DOS) lo han sido por casinos, aún admitiendo que los controles exigidos por la Ley desalientan a muchos  posibles blanqueadores.

viernes, 21 de septiembre de 2012

A Dios rogando....

Moneyval es el organismo del Consejo de Europa que tiene como objetivo supervisar las medidas contra el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo, con capacidad para efectuar recomendaciones a los estados bajo su supervisión.

La Santa Sede, cuyas operaciones financieras se encuentran bajo sospecha desde hace años [El Banco Vaticano se ha visto sacudido en los últimos tiempos por varios escándalos, desde la investigación judicial por sospechas de blanqueo en una operación de 2010 por valor de 23 M. € hasta la fulminante destitución en mayo pasado de su presidente, Ettore Gotti Tedeschi, quien durante los dos años que ejerció como "banquero de Dios" recopiló datos de operaciones financieras sospechosas que hoy se encuentran en manos de la fiscalía de Roma], pidió en la primavera de 2011 ser evaluada por Moneyval y un equipo de este organismo se ha encargado de visitar el Vaticano para mantener reuniones de evaluación con diferentes responsables del IOR y observar sobre el terreno el modo de operar de la institución.Posteriormente, esos expertos elaboraron un informe que el pasado 4 de julio fue aprobado en una reunión plenaria de Moneyval y que fue divulgado el 18 de julio.

En él se pone de manifiesto que la Santa Sede ha efectuado importantes avances en poco tiempo pero tiene aún importantes cuestiones por resolver para demostrar la efectividad del sistema que está implementando en la lucha contra el blanqueo de dinero y la financiación del terrorismo en su banca, concretamente se echa en falta una supervisión independiente y una definición clara de las personas que pueden mantener cuentas en el Instituto de Obras para la Religión (IOR), comúnmente conocido como Banco Vaticano. El informe indica que de las 45 (en realidad son 49, pero dadas las características particulares de la Santa Sede sólo le son aplicables 45) recomendaciones de Moneyval que la Santa Sede debería observar, no cumple o cumple solo parcialmente 23 (el 51%), mientras que 22 (el 49%) las cumple completa o ampliamente.
De ellas, hay 16 que se consideran fundamentales a la hora de medir el compromiso de un Estado en la lucha contra el blanqueo de capitales y a favor de la transparencia financiera, de las que "aprueba" 9 y "suspende" 7, entre las que se encuentran operaciones sospechosas de blanqueo.

Hay que recordar que la primera Ley contra el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo del Vaticano data del 1 de abril de 2011 pero a raíz de la primera visita de los evaluadores de Moneyval fue rápidamente revisada para incluir sus recomendaciones. Esta Ley revisada entró en vigor el 25 de enero de 2012 y sus cambios se han tenido en cuenta para la calificación que otorga el informe.

Resumen del Informe
Como se ha apuntado, se reconoce de entrada que la Santa Sede ha recorrido mucho camino en un período muy corto de tiempo y muchos de los pilares del sistema PBC/FT están ahora formalmente implantados aunque faltan resolver otros temas importantes demostrativos de que el sistema es efectivo
  • No se ha realizado una evaluación PBC/FT hasta que los evaluadores han identificado en el sistema factores de riesgo.
  •  Falta claridad sobre el papel, la responsabilidad, la autoridad, los poderes y la independencia de la Autoridad de Inteligencia Financiera (AIF), como supervisor. No se han realizado visitas de inspección in situ y no se han revisado muestras de fichas o expedientes de clientes. Ante ello, se recomienda encarecidamente  que el IOR sea supervisado ya en el futuro inmediato por un supervisor independiente y que se apliquen criterios de idoneidad en los puestos de dirección.
  • El blanqueo se ha tipificado penalmente siguiendo los estándares del GAFI, pero su efectividad práctica está por demostrar. También se ha tipificado penalmente la financiación del terrorismo si bien se ha prescindido de indicaciones de Convenciones relevantes de la ONU en esta materia, lo que provoca contradicción con algunas disposiciones normativas de la Ley para congelar fondos siguiendo el contenido de las correspondientes resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.
  • LA AIF ejerce las funciones de Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) en la recepción y análisis de las comunicaciones de operaciones sospechosas, cuyo número, por cierto, ha sido escaso. LA UIF tiene los recursos adecuados aunque capacidad limitada para la obtención de información adicional sobre operaciones sospechosas.
  • La Ley revisada incluye medidas de diligencia debida y conservación de documentos adecuadas aunque se detectan importantes deficiencias técnicas para una implementación efectiva. Hay que tener en cuenta que el IOR llevó a cabo un proceso, previo a la implementación del sistema PBC/FT, para revisar e identificar su base clientes.Las conclusiones al respecto de Moneyval son que se considere seriamente la inclusión de una disposición estatutaria clara acerca del perfil admisible para mantener cuentas en la institución. 
  • En general, hay acuerdos adecuados para la cooperación nacional e internacional. Se valora positivamente la decisión de la Santa Sede (en enero de 2012) de convertirse en miembro pleno de las Convenciones de Viena y Palermo y de las Convenciones de la ONU sobre financiación del terrorismo. Se demuestra, en general, un seguimiento satisfactorio en la cooperación judicial internacional.
  • Dentro del Estado Vaticano operan una cincuentena de Organizaciones sin ánimo de lucro, sobre las que se debería obtener mayor información para controlar el riesgo potencial de este sector, especialmente sensible a ser utilizado en operaciones de blanqueo de capitales. 


Moneyval efectuará seguimiento de la implementación de sus Recomendaciones en el sistema de PBC/FT del IOR por medio de los procedimientos habituales, lo que exige que la Santa Sede presente un informe de progreso en el plazo de un año.

Para acceder a los documentos (en inglés) de informe y sus anexos, pinchar aquí

martes, 18 de septiembre de 2012

Boletín nº 16.- El mercado de trabajo




… Y ESTADÍSTICAS

Se inicia un nuevo curso y se produce, casi instintivamente, la revisión de las materias que conforman los programas de estudio. Seguramente por deformación profesional, uno se fija con más detenimiento en todo aquello que tiene que ver con la economía y la gestión, y, como quien no quiere la cosa, vuelve a percatarse de que se sigue manteniendo, metida con calzador en los programas una materia que se llama “Estadística” o similar dentro del bloque de las ciencias exactas. Misterio. ¿Ciencia exacta la estadística?
Vale la pena recordar que la estadística es formalmente una ciencia centrada en la recolección, análisis e interpretación de datos necesarios para la toma de decisiones, la herramienta en que se apoya la investigación científica y la rama que ayuda a explicar las condiciones regulares o irregulares de algún fenómeno o estudio aplicado, ya sobrevengan de forma aleatoria o condicional.
Quedémonos con el término que hemos resaltado, eso de la interpretación, ya que sin él (y su adecuada aplicación, naturalmente), la estadística no tiene absolutamente ninguna validez.
Hay múltiples ejemplos que confirman esta afirmación, y podemos empezar por el archisabido de que si tú te comes un pollo y yo estoy en ayunas, estadísticamente hemos comido medio pollo cada uno, lo cual es radicalmente falso, a no ser que se introduzcan parámetros de interpretación del resultado que conduzcan a conclusiones válidas.
Aún así, los parámetros que se elijan para la interpretación no aseguran que la conclusión sea la correcta, y el ejemplo mas recurrente de ello es el análisis estadístico de los resultados de, en general, cualquier votación política. Es curioso que, en general, una vez publicados los resultados, TODOS los partidos lanzan las campanas al vuelo, incluso aquellos que, de tener mayoría absoluta han visto reducida su presencia en el hemiciclo, pongamos por caso, a un escaño situado detrás de una columna desde donde ni se ve la tribuna de oradores. Cosas de la política…. y de la estadística.
                 
Ya tenia razón Mark Twain (seudónimo, como se sabe, de Samuel Langhorne Clemens) cuando afirmaba que hay “mentiras, malditas mentiras y estadísticas” ("Lies are of three kinds: lies, damned lies & statistics"). E incluso eso no es seguro, ya que no está probado estadísticamente que la frase sea de Twain, sino que formaría parte de un tributo de éste, en su Characters of my autobiography, de 1909, al primer ministro británico Benjamín Disraelí quien, al parecer, tampoco la pronunció. Por lo que se ve, la frasecita de marras hay que rastrearla en los escritos de 1895 del radical Henry Du Pré, críticos con la forma de utilizar los datos por los políticos, si bien, al final, debe citarse a la doctora Cornelia Hewitt, que, en 1892, en la publicación de la Philadelphia County Medical Society, se refería al hecho proverbial de los estadios de la mentira, que acababan en la estadística ("the proverbial kinds of falsehoods, 'lies, damned lies, and statistics”). O sea, que ni Twain, ni Disraelí, ni Du Pré. Sentido común.

En definitiva, según lo visto, una asignatura que se echa de menos en los programas de economía y gestión, pero también en los de ciencias aplicadas y humanidades, debería de ser algo parecido a “Cómo identificar los parámetros válidos para pasar de una recolección de datos a un instrumento de ayuda en la toma de decisiones admisibles para la mejora del bien común”. Largo, pero imprescindible, dentro de la confusión generalizada en la que estamos inmersos.

Acerca del “mercado” de trabajo

Uno de las peores formas de utilización de datos estadísticos es la de, por desconocimiento, incompetencia o manipulación, reducirlos a su mero significado numérico y extraer únicamente conclusiones de “cifras” sin detenerse a analizar lo que hay detrás de ellas y cuáles son los agregados que las conforman.
Desgraciadamente, esta tendencia se viene observando con total frialdad en muchas de las medidas que se están tomando para hacer frente a la crisis, medidas que, además de impopulares, acaban siendo dañinas para la misma convivencia y, desde luego, para conseguir los fines que se dicen perseguir.
Como muestra de ello podemos parar la atención en el tratamiento que está mereciendo eso que, globalmente, se llama trabajo (o, especialmente la falta del mismo), tanto en su inexistente promoción como en los pasos que se dan para paliar su carencia.
Sólo con el ánimo de sentar las bases, parece oportuno recordar el artículo 35.1 de nuestra Constitución, que dice literalmente que “Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo”. Sin que estas líneas adquieran tomo de crítica política, lo que es evidente es que, si se proclama el respeto a la Constitución y su observancia por los poderes públicos, el objetivo de los gobernantes ha de ser recuperar el cumplimiento de ese artículo que en estos momentos, no se está cumpliendo: ni hay trabajo para todos, ni puede elegirse, ni implica promoción, y la remuneración dista mucho (con excepciones clamorosas, por otra parte) de ser suficiente para satisfacer las necesidades familiares.

Pero, vayamos por partes: ¿qué es el trabajo?
Para poder llegar a una definición válida, se hace necesario considerar los diferentes enfoques sobre el mismo.

Desde el punto de vista de la doctrina social de la Iglesia, más allá de la consideración del trabajo como una maldición bíblica y, consecuentemente, como un deber (“Ganarás el pan con el sudor de tu frente”, en el Génesis), lo cierto es que se observa una evolución manifiesta, cuando ya en la Edad Media se establecía que hubieran los oratores (que rezaban en beneficio de la comunidad), los bellatores (que guerreaban en defensa de la misma) y los aratores (que trabajaban la tierra), a los que se unieron los burgenses (los hombres de la ciudad, comerciantes especialmente), es decir, que se diferenciaban diferentes clases de trabajo en función del servicio al interés general, hasta  llegar a las nuevas escuelas sociales, basadas en que trabajar es un deber y un derecho, mediante el cual la persona colabora con Dios Creador en el mantenimiento de la Creación de forma que,  trabajando con empeño y competencia, la persona actualiza las capacidades inscritas en su naturaleza, procura su sustento y el de su familia y sirve a la comunidad humana. En palabras de Juan Pablo II en su encíclica Laborem Exercens, “el trabajo es una de las características que distinguen al hombre del resto de las criaturas, cuya actividad, relacionada con el mantenimiento de la vida, no puede llamarse trabajo; solamente el hombre es capaz de trabajar, solamente él puede llevarlo a cabo, llenando a la vez con el trabajo su existencia sobre la tierra. De este modo el trabajo lleva en sí un signo particular del hombre y de la humanidad, el signo de la persona activa en medio de una comunidad de personas; este signo determina su característica interior y constituye en cierto sentido su misma naturaleza”

Por otra parte, desde el punto de vista antropológico y social, el trabajo es una actividad humana que puede identificarse como una de las categorías centrales de la sociología y puede definirse como la ejecución de tareas que implican un esfuerzo físico o mental y que tienen como objetivo la producción de bienes y servicios para atender las necesidades humanas. El trabajo es por tanto, según esa definición, la actividad a través de la cual el hombre obtiene sus medios de subsistencia por lo que o bien trabaja para vivir o vive del trabajo de los demás.

Finalmente, para la Economía, el trabajo es simplemente uno de los tres factores clásicos de producción, junto con la tierra y el capital y representa la medida del esfuerzo hecho por seres humanos. Conviene recordar que históricamente la forma predominante de trabajo fue la esclavitud, pero desde mediados del Siglo XIX, la esclavitud ha ido disminuyendo (aunque sin desaparecer del todo) para ser reemplazada por el trabajo asalariado como forma dominante. Es en ese contexto de economía en el que nace el concepto de “mercado de trabajo” como contraposición al marxista de “fuerza de trabajo”.
Nacen así aberraciones lingüísticas tales como “capital humano”, expresión tan ambigua que vale tanto para referirse al necesario talento de las personas en un proceso de desarrollo personal, profesional y empresarial como al coste meramente contable que significa la adscripción de una persona a una determinada organización.

Simplificando, para los apóstoles de las teorías economicistas[1] a ultranza, el trabajo es un simple agente mercantil de la producción que debe enfocarse como un coste y gestionarse estadísticamente sin considerar otros aspectos y considerando también sólo como un coste prescindible el de las prestaciones que ayudan eventualmente a paliar la falta de ingresos en situación de desempleo, o sea de no-trabajo.

Sin que estas líneas pretendan erigirse en paladines del sentido humanístico del trabajo, parece obvio que en todo lo que se refiere a él, y particularmente, a las personas que trabajan (o no trabajan), deben tenerse en cuenta otras consideraciones, además de las estrictamente numéricas, para gestionarlo. Puede recordarse en este punto, por ejemplo, el lema del MIT (Massachusetts Institute of Technology) de la diferencia entre datos, información y conocimiento, lo que resulta evidente incluso sin pertenecer al MIT. ¿Es necesario recordar que la estadística maneja únicamente datos y que la toma de decisiones ha de basarse en el conocimiento?

Por citar un ejemplo real, es difícilmente entendible que se pretenda suprimir una determinada ayuda al colectivo de parados de larga duración (compuesto, lógicamente, por personas de vulnerabilidad creciente) argumentando que se estableció paralelamente a medidas formativas de reinserción laboral que, a la postre, se han revelado inútiles y que, en consecuencia, la ayuda también se ha revelado inútil (?). ¿No será más lógico revisar esas medidas de formación para la reinserción manteniendo la ayuda si es que, paralelamente, se constata que el número de ofertas de trabajo ha disminuido drásticamente? En caso  contrario, la supresión de la ayuda en una exhibición de ignorancia acerca del colectivo y su entorno así como una sacralización insensata de unos datos estadísticos incompletos.

Pero hay muchas más razones que aconsejan extremar la prudencia al aplicar los principios estadísticos a la gestión de algo tan sensible como el trabajo.
Además de todo lo dicho, no cabe duda de que el concepto “trabajo” excede del de mero instrumento para ganarse la vida y se ha de referir con otras connotaciones entretejidas con el ser de la persona. No es una afirmación gratuita la de que una persona, hoy, y parafraseando a Ortega es ella y su trabajo, en una comunión difícilmente disociable, hasta el punto de que se admite la identificación de quien ha perdido su trabajo como excluido social porque ha perdido el nexo de unión con lo que se llama sociedad real. Ante esta evidencia, el nivel de estrés personal que contempla esa exclusión excede con mucho el propio de la situación económica adversa que se deriva, rayando a veces en patologías de complejo tratamiento.

Hay diversos indicadores que confirman esta realidad y podemos detenernos, para certificarlo, en algo tan usual hoy día como las redes sociales de Internet. Sabido es que, de forma general, y ciñéndonos a las redes llamadas “de y para profesionales”, que una de las características de su utilización eficaz es la definición de los llamados “círculos” de “amigos” en los que se comparten experiencias, inquietudes, información, etc. todo ello entre personas afines y relacionadas por lazos de profesión, amistad u otros. Pues bien, basta echar un vistazo a la mayoría de los círculos de amigos que pueden observarse libremente para constatar que los más numerosos, con diferencia, son los de profesionales de la gestión y selección de RRHH. Este hecho nos confirma dos puntos: la validez de un networking potente en tiempos de crisis para ayudar en situaciones personales difíciles, pero también el pánico que existe ante la posibilidad de que, por circunstancias de mercado laboral, afecte la temida exclusión sin haber tejido la más amplia (habrá que reflexionar paralelamente si coincide la amplitud con la eficacia) red de contactos posible dentro del “mundo activo”.

Otro punto ajeno a la estadística es el que parece indicar que la totalidad del mercado laboral se divide en quien tiene trabajo y quien no lo tiene y esto, que en sí es una perogrullada, condiciona sobremanera la forma de gestionar las  oportunidades; por razones que escapan de estas líneas, los responsables de reclutamiento y selección de personal acuden en primera instancia a personas en activo para cubrir una necesidad, entrando en una espiral perversa en la que se llega a excluir sin más a un candidato perfectamente válido por el simple hecho de que permanece sin encontrar acomodo laboral durante un plazo de tiempo excesivo, que en la realidad se concentra en 6 (¡seis!) meses.

Con toda la prudencia que requiere analizar este espinoso aspecto, quien así actúa exhibe una preocupante ignorancia de la realidad social a la que, en teoría, encamina sus esfuerzos.

Por último en este apresurado repaso a la concepción del trabajo y su tratamiento, debe tenerse en cuenta que es difícilmente cuantificable porque también es difícil establecer parámetros válidos para ello el coste social de una inadecuada gestión de ese “mercado” del trabajo, refiriéndonos en este punto al altísimo coste emocional (a veces traducido en coste clínico) que comporta la separación de la actividad, la pertenencia al mundo real visible y el paso a ese mundo en el que de golpe, el trabajador se vuelve invisible. Incluso en el caso de que logre esquivarse el impacto económico que significa la pérdida de empleo, la permanencia en situación de desempleo, particularmente si ésta se alarga en el tiempo, resulta demoledora para la dignidad de la persona y para su propia autoestima porque se adquiere la evidencia de que el pretendido control de la vida que proporcionaba confort emocional es una ficción y que uno pasa a ser como una marioneta que se mueve mediante unos hilos que manejan otros de una manera en la que uno no tiene ninguna influencia. Y no digamos si, además, concurre la angustia económica. Si que hay estudios que demuestran que el paro de larga duración provoca ansiedad psicológica que puede llegar a la depresión.

En definitiva, en una situación de crisis como la actual, es indudable que una de las prioridades es racionalizar los gastos (lo cual, dicho sea de paso, no siempre debe traducirse en recortar), otra revisar el cumplimiento de los ingresos y otra analizar la situación del mercado laboral, incluyendo posiblemente el marco regulatorio en su entorno, pero sabiendo que ese llamado mercado del trabajo trasciende con mucho la mera estadística de cifras y contiene intangibles que obligan a extremar el respeto y la prudencia en su tratamiento, sin dejarse llevar por tentaciones frívolas o banales. Los poderes han de ponderar que, pongamos por caso, el anuncio de que se reduce un X % determinada prestación y se acorta su duración en T meses para lograr un ajuste de un D % en el déficit, se traduce en que una cifra de Y personas  en el plazo máximo anunciado de T meses no tendrán ingresos, posiblemente para una subsistencia medianamente digna.

En caso contrario, la sentencia inicial de Twain cobrará cada vez mayor sentido.




[1] De acuerdo con la definición de la RAE, “el que analiza los fenómenos sociales primando para ello  los aspectos económicos”

lunes, 17 de septiembre de 2012

¿Jugando al escondite?

Como siempre, la contraposición de actuaciones y declaraciones de nuestros gestores públicos nos ofrecen motivos para el crecimiento de una cierta perplejidad, en este caso con referencia a las medidas, actuaciones y declaraciones en torno a un tema tan importante como el aumento de ingresos aparejada a la lucha contra el fraude fiscal.
Por un lado, el tan cacareado (y criticado por todos los sectores sociales, desde los sindicatos hasta los propios inspectores fiscales) plan, bendecido por la inefable mayoría absoluta del congreso, para aflorar miles de millones que reposan en paraísos fiscales, se ha revelado como un verdadero fiasco, con unas cifras ridículas que refleja, cuando menos, la incompetencia de sus defensores en el diseño y su arrogancia en la tramitación.
Por otro lado, se vuelve a poner encima de la mesa la Tasa Tobin con alguna particularidad lexicológica:: en lo que parece ser "marca de la casa" de este gobierno (el rescate no es rescate, los recortes no son recortes, etc.) la tasa se conoce con el nombre de "tasa sobre las transacciones financieras". Sin embargo, su gestión parece que forme parte del juego del escondite ya que en el plazo de una semana ha batido numerosos records: se implanta, se aplaza, se descarta y se recupera bautizándola con el nuevo nombre.



Perplejidad para el mero espectador, inquietud para los agentes afectados, merma de confianza para los famosos mercados que nos vigilan.... y, en la más benévola de las consideraciones, absoluta incoherencia para los autores de la norma.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

La importancia de la comunicación

Los buenos gestores empresariales saben que la comunicación y la fluidez y claridad de la información  (preservando el ámbito de reserva que corresponda, como es lógico) son fundamentales, no ya para el presente de las compañías, sino, y sobre todo, para articular su futuro. Hemos repetido más de una vez en estas líneas que el management empresarial puede servir, frecuentemente, de guía en la gestión de un país, y el aspecto de la comunicación es uno de los más claros de la similitud: tenemos ejemplos recientes cercanos de los resultados nefastos de pretender ocultar o disfrazar una tozuda realidad que siempre, al final se acaba imponiendo, quieran o no los gobernantes y les sea políticamente favorable o no.
Viene esto a cuento por un pequeño detalle en la comunicación del Poder con los ciudadanos: de todos es sabido que ayer tuvo lugar en Barcelona la mayor manifestación de nuestro período democrático bajo el lema de "Catalunya, un nou estat d'Europa" (Catalunya, un nuevo estado de Europa). No nos corresponde, en absoluto, entrar a valorar el acto, ni en su contenido reivindicativo, ni en sus cifras de participación ni desde ningún otro punto de vista, pero, en un blog enfocado a la gestión, siempre se sacan enseñanzas, buenas o malas, de las actuaciones de los gestores. En este caso, relativas a la información y/o comunicación, representadas, como se apunta más arriba por un pequeño detalle: mientras en el noticiario de la noche del canal de televisión pública estatal la noticia de la manifestación fue la quinta noticia en importancia, a la que se destinó menos de un minuto, en el noticiario de las 22:00 horas de la BBC fue la noticia de apertura, mereciendo similar atención en otros medios, entre los que, por cierto, resulta llamativo la cadena árabe Al-Jazeera, así como los principales diarios digitales de las publicaciones más prestigiosas.
Si un gestor de empresa colige que uno de sus socios plantea el estudio de un cambio en las relaciones, no parece oportuno que oculte tal hecho, que puede condicionar el futuro, ni al resto de sus socios ni a sus bases. ¿No parece razonable?


Pero, en cambio, parece que este sea el modus operandi de nuestros gestores: declaraciones a la prensa extranjera, comunicación de datos a parlamentos de otros países,... todo ello sin informar a la parroquia interna que se ve obligada a acudir a esa prensa extranjera para saber qué pasa en su casa. Suerte que así se mejora el dominio de idiomas en un momento de restricciones en educación...

lunes, 3 de septiembre de 2012

Una gestión abusIVA i dejatIVA

Desde primeros de este mes, entre la resignación y la indignación de la ciudadanía, todos hemos de pagar más por los bienes y servicios que adquirimos debido a la subida del impuesto sobre el valor añadido que grava estos bienes y servicios. No es este el foro adecuado para profundizar en la incoherencia de la aplicación de la medida en los tiempos que corren ni de la barbaridad de aumento para determinados servicios, pero sí de hacer algunas reflexiones superficiales sobre la misma.

Decía Mateo Alemán en su obra Guzmán de Alfarache que "Quien miente, engaña, y quien engaña, miente" y eso viene a colación porque si el aumento del IVA lo aplican los mismos a quienes se le secaba la boca proclamando a los cuatro vientos su ineficacia (cuando quien lo proponía era el adversario político, claro), o mentían entonces o mienten ahora y, en cualquiera de los supuestos, engaña. Sin más rodeos.
Acudiendo a la filosofía de la cuenta de la vieja, si lo que se necesita es incentivar la confianza del ciudadano para que repunte el consumo, no parece acertado aumentar los precios, sino todo lo contrario.
También sin más vueltas. Y hasta aquí la parte abusiva.

¿Y la dejativa? Pues en ella hay que cederle el protagonismo al Ministro de Hacienda en sus declaraciones públicas a raíz de las que se deduce dejación de responsabilidades. Veamos. Si uno de los argumentos (?) para subir el IVA es que hay importantes bolsas de fraude en su recaudación, no hay que ser muy listo para concluir en que:
1.- Su obligación (que para eso es parte del gobierno) es luchar contra ese fraude antes de hacerme pagar más a mí, que no defraudo
2.- Si sube el porcentaje de IVA bajará la recaudación, como ya ha pasado en otr5os países que han realizado la misma maniobra, ya que disminuirá el consumo y aumentará el fraude.

Mateo Alemán - Grabado de la época

Seguimos pensando que uno de los ejemplos a seguir por nuestros dirigentes que, por cierto, han admitido públicamente (y no porque lo apuntara el Financial Times sino porque lo ha declarado el Presidente de Gobierno) que su objetivo es el de volver a ganar las próximas elecciones y no el bienestar de los españoles, es el de la buena gestión empresarial. Pero, claro, la excusa de la mayoría absoluta no da tiempo para instruirse.