miércoles, 30 de mayo de 2012

El alcance del efecto mariposa

Es conocida la representación del "efecto mariposa" como la de que el aleteo de una mariposa en Canadá puede desencadenar un maremoto en Japón. En la misma línea se sitúa, ya en términos geopolíticos, aquel dicho de que Breznev estornuda y se resfría todo el planeta (se puede cambiar, naturalmente, el nombre del personaje en aras de la actualidad). Ahondando algo más se llega a la teoría del caos, que estudia el impacto de la ocurrencia de factores no previstos en la evolución y resultado del hecho analizado. De esa teoría saben mucho, por ejemplo. los meteorólogos, que sufren como nadie el error de pronóstico cuando el anticiclón de las Azores cambia de rumbo por una corriente imprevista de vientos alisios, pongamos por caso.
Pero una cosa es la teoría matemática del caos y otra muy distinta el caos cotidiano en el que todo indica que no parezca que nos dejen salir. Y, en ese sentido, hay días en los que la sucesión de "perlas" de unos y otros resultan antológicos.
Bankia.
En veinticuatro horas, a la sombra de la mayor debacle de una entidad financiera en nuestro país, se han producidos algunas declaraciones sonadas entre las que es necesario destacar, por la importancia de quien la emite la del presidente del gobierno afirmando que la escalada de la prima de riesgo que hemos de pagar todos es ajena al affaire Bankia. Si nadie se desdice de lo que se nos ha ido diciendo hasta ahora, la prima de riesgo es una cuestión de confianza de los mercados y, como es lógico, si yo fuera un inversor al que se le propone prestar unos miles de milloncejos al país, me merecería plena confianza un gobierno al que le han engañado unos gestores de una entidad que hay que rescatar (se declaraban beneficios cuando una somera auditoría destapó la minucia de 3.000 millones de euros de pérdidas) y a los que, además, nadie pide explicaciones. Yo, como inversor, sí que sé que en otros países ese "irse de rositas" es impensable, pero, claro, Spain is different.
Si yo, como inversor, tengo la manía de analizar el pasado para prever el futuro inmediato, la reciente historia del conglomerado que es Bankia, junto con otras pequeñas historias de otras entidades me deja muy, pero muy tranquilo, sobre todo cuando el gobierno ha dicho hasta la saciedad que no aportará dinero público para rescatar entidades y ahora... ¡Esa memoria....!
Menos mal que, para arreglarlo, el ministro de economía nos ha instruido de que la culpable del incremento de la prima de riesgo no es, como inocentes de nosotros habíamos entendido, esa confianza citada, sino la incertidumbre acerca del resultado en las elecciones griegas. ¡Claro, hombre, cómo no habíamos caído!

Dejémoslo ahí. Nos remitimos al principio: el aluvión de noticias es asfixiante, pero si al menos las declaraciones de quienes manejan el cotarro tienen un mínimo de claridad, transparencia, coherencia y sinceridad, el estado de ánimo sería otro sin duda. No puedo acabar hoy sin traer a colación esa máxima, cuyo autor no recuerdo, que afirma que el dinero no se crea ni se destruye; simplemente cambia de manos. Si eso es así, no estaría de más intentar (solo intentar) saber a qué manos ha ido a parar la millonada que ahora se nos exige a todos.

lunes, 28 de mayo de 2012

Más sobre la declaración tributaria especial

Después de unos días de alejamiento del mundanal ruido, uno se encuentra a la vuelta con que el mundo ha seguido andando, pero la obligada discontinuidad de fechas permite analizar la actualidad con una decalaje temporal que ofrece importantes elementos de reflexión.
Así se observan cosillas sin importancia sucedidas estos días como la tozudez de algún dirigente político que no tiene empacho en declarar que "los decretos los redacta el gobierno y después solo falta que sean aprobados por la mayoría parlamentaria (del partido del gobierno casualmente)" en una clara exhibición de desconocimiento de los principios de ese sistema de gobierno que se llama democracia que, por si desconocen la etimología, es el gobierno del pueblo y no del parlamento.
También llama la atención la actitud de algunos dirigentes que actúan como bomberos pirómanos aprovechando eventos que no deben sobrepasar los límites deportivos para inflamar el ambiente con augures que, si se cumplen, malo, y si no se cumplen, peor.
O las declaraciones de los dirigentes espirituales planteando lo que en otros ámbitos podría entenderse como chantaje emocional de poner en una balanza la voluntad asistencial pregonada y la obligación fiscal relativa a algunos de sus bienes temporales.
O lo de Bankia.
Pero, acudiendo a temas menos mediáticos (y no por ello menos importantes) hay que retomar la última entrada de este mismo blog en lo referido a la tinta que se está vertiendo sobre lo que ya puede definirse como medida poco meditada que es la declaración tributaria especial. En un documento fechado el día 7 de mayo y publicado el 21 del mismo mes, el Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda (GESTHA) se congratula de la voluntad de luchar contra el fraude fiscal, de disminuir el tamaño de la economía sumergida en nuestro país y, a pesar de ser crítico con las medidas de la declaración tributaria especial, propone una serie de 62 medidas agrupadas en seis apartados:
• Propuestas técnicas contra el fraude.
- Propuestas de sensibilización fiscal y de la eficiencia del gasto público de los ciudadanos.
• Propuestas organizativas y de gestión de las personas en el ámbito de la AEAT y del MINHAP.
• Propuestas de modificaciones tributarias.
• Propuestas de mejora del control y de la eficiencia del gasto público y de las subvenciones.
• Propuestas para reducir el coste de la Deuda Pública y la especulación financiera


No todas ellas sería de aplicación inmediata, y alguna incluso excede el ámbito nacional pero, a nuestro entender,  sería bueno tener en cuenta la opinión de este colectivo que, si de algo se preocupa, es precisamente de la lucha contra el fraude fiscal.
El documento íntegro podrás encontrarlo pinchando aquí

jueves, 17 de mayo de 2012

Declaración tributaria especial y blanqueo de capitales

Siempre hemos mantenido la necesidad de coherencia en todos aquellos aspectos normativos que, por su importancia, se han de mantener alejados de discusiones e interpretaciones interesadas que dificultan su aplicación,  En materia de blanqueo de capitales y de financiación del terrorismo, el legislador ha de ser extremadamente prudente con el fin de no dar lugar a trabas por indefinición de marcos de actuación, exigencias u obligaciones. Pues bien, a raíz de la ya conocida como "amnistía fiscal" promulgada en Decreto Ley por el Gobierno, el Ministerio de Economía, a través de la Comisión para la prevención del blanqueo de capitales e infracciones monetarias, ha considerado oportuno publicar una nota interpretativa que pretende delimitar la conexión de esa "amnistía" con el blanqueo de capital de origen delictivo.
El texto de la nota lo podéis encontrar aquí, y prescindimos de mayores comentarios.


Sería deseable, no obstante, una reflexión profunda acerca de las continuas lagunas de interpretación que ofrecen las sucesivas leyes que se han ido publicando sobre el particular, bien que esas lagunas ya se suelen encontrar en las sucesivas Directivas de las que emanan las transposiciones a nuestro ordenamiento jurídico.

Boletín número 13 - Repensando el liderazgo


Imitación a la vida

A finales de la década de los cincuenta del siglo pasado tuvo lugar el estreno de la película “Imitación a la vida”, basada en la novela homónima de Fannie Hurst y dirigida por el siempre magnífico Douglas Sirk. La película es un drama de aquellos que saben tocar la fibra sensible del espectador, a lo que contribuye poderosamente la actuación de unos Lana Turner, John Gavin, Sandra Dee y Juanita Moore impecables en sus papeles.

Sin embargo, más allá de la crítica de la película, lo que recalcamos en estas líneas es que, por extensión, el cine podría definirse en sí como una imitación a la vida real; es natural que sea así ya que, cuanto más se identifique el espectador con el personaje de la pantalla (o cuanto más se aparte de su cotidianeidad, por el contrario), mayor será la aceptación de la película, partiendo de la base de que la interpretación, la técnica, el montaje y demás aspectos complementarios son los adecuados. 

En términos matemáticos, esta sería una verdad que no necesita demostración, y como prueba queda para la historia la utilización que se ha hecho y se sigue haciendo del séptimo arte como instrumento de información, divulgación de consignas político/sociales e incluso manipulación de voluntades, en momentos concretos. No es casual la proliferación de superhéroes en el celuloide en épocas de atonía o depresión generalizada, el cuidadoso diseño de imaginarios colectivos en los que se fabrican héroes o antihéroes individuales o no, capaces de superar todos los obstáculos que se interponen en el logro de su objetivo. El propio objetivo también se presenta cambiante, centrado en la satisfacción personal o en el bien común, con lo que, según convenga, se enfatiza en la figura del líder solitario o en la del equipo cohesionado.

En todas las situaciones sin excepción hay una travesía del desierto en la que se asume la necesidad de un grado de sacrificio (que a la postre, en ocasiones, ha de ser supremo) y una cierta incomprensión alrededor.

Todas las situaciones tienen su reflejo en la pantalla, desde el héroe solitario y anónimo, pasando por el superhéroe claramente de ficción, hasta el líder que es capaz de aglutinar voluntades y actitudes en torno a un propósito común. Vienen a la memoria de estos últimos, entre otros muchos ejemplos, dos películas significativas y de fácil asimilación: Doce del patíbulo (The dirty dozen, Robert Aldrich), en la que se asiste a un cursillo acelerado de psicología aplicada por el personaje que encarna Lee Marvin para aprovechar la motivación íntima de cada uno de los peones elegidos en la determinación de su rol en el grupo y Los siete magníficos (The magnificent seven, John Sturges, basada en Los siete Samurais, de Akira Kurosawa) en el que uno de los siete personajes elegidos presta su colaboración únicamente por el carisma del líder, sin entender ni un pimiento del objetivo real de la acción.

Pues bien, en esta imitación a la vida que es el cine, ¿cuántos de los líderes que hemos visto serían efectivos (o, sin más, convenientes) en la situación de crisis actual? Y, lo que es más importante, ¿qué tipo de líder queremos para que nos ayude a salir de ella?

Repensando el liderazgo

Vivimos tiempos de confusión en los que, además, los paradigmas y las referencias conductuales cambian a velocidad de vértigo siguiendo la estela de las continuas modificaciones de escenario según evoluciona lo que se va dando a conocer con cuentagotas relativo al mundo de la economía, la política y, en general, la sociedad. Lo que valía ayer, basado en la información de ayer, ya no vale hoy con las novedades diariamente incorporadas y, posiblemente lo que se presenta como razonable hoy haya que desecharlo mañana. Se instala, por otra parte, entre los portavoces de los poderes lo que ya empieza a ser costumbre, el divulgar “profecías” poco menos que apocalípticas con el fin declarado de que las medidas restrictivas promulgadas inmediatamente después sean asumidas como el “mal menor” y se vaya mermando la capacidad de análisis mediante el bombardeo continuado de mensajes amenazadores, conscientes o inconscientes.

No es novedad constatar, pues, que hay un cierto grado de hartazgo originado por la falta de soluciones prácticas al problema global y por el cada vez mayor divorcio entre la clase política y el ciudadano al que dicen representar. Existe el convencimiento, que se va instalando con lentitud, pero de manera inexorable, de que lo que no funciona es el sistema y que no bastan con parches para llegar a soluciones duraderas, parches que, además contienen frecuentemente contradicciones difíciles de explicar[1].

No cabe duda de que todos queremos ver cuanto antes la luz al final del túnel y, seguramente ayudaría a combatir comprensibles desánimos y a optimizar esfuerzos el tener referencias válidas de conducta, de actitud y de acción, es decir, en definitiva, necesitamos líderes en los que vernos reflejados. Pero esta búsqueda de liderazgo, en realidad representa un vuelco en la identificación del rol y en lo que se busca/exige del líder. Ya no valen las concepciones ñoñas (que aún se pueden leer en escritos recientes de pseudos gurús que siguen anclados en dogmas caducos e inservibles hoy) que muestran al líder como caballero de una Arcadia feliz en la que sólo ha de perseguir la satisfacción y la felicidad de sus eventuales equipos; posiblemente (no lo discutiremos aquí) este concepto era válido cuando todo era válido y se confundía el rol de líder con el de mero gestor de proyectos en los que lo que mandaba eran los resultados en términos de rentabilidad.

Hoy no. La situación es otra y debe diferenciarse escrupulosamente la figura del gestor de proyecto, de la de gestor de equipos humanos y de la de líder.
Si admitimos que es necesaria una nueva orientación en las prioridades, un nuevo enfoque actitudinal, un nuevo paradigma social, estamos admitiendo tácitamente  la necesidad de guías válidas en las que reflejarnos, precisamente porque demasiado tiempo se han confundido alegremente los términos.

Y es de aquí de donde nace la definición del líder que precisamos, que precisa cada puesto de trabajo, cada proyecto, cada organización y, por extensión, cada territorio, ya que hace falta alguien que sea capaz de influir en los demás hasta conseguir, si es necesario, un cambio positivo de actitud. Sin embargo, casi de forma automática a esta definición de urgencia, surge la primera gran controversia: si el líder es alguien capaz de influir en los demás, es evidente que esta influencia puede ser de diferentes tipos, de forma que alguien puede llegar a la convicción de que Luther King era un líder en el que reflejarse mientras otro puede pensar que su idea de líder coincide más con Hitler. Es por eso que la primera componente de peso en la definición de los rasgos que buscamos como identificativos del líder necesario hoy es la ética. En efecto, cualquiera otra de las cualidades que podemos ir desgranando a través de estas líneas (carisma, entusiasmo, fortaleza, sentido de anticipación, …) pasa a un segundo término ante ella. Curiosamente no se puede obviar que, en tiempos de bonanza, en los que parecen estar definidos de forma automática e inmutable los roles y en los que el ejercicio de responsabilidad funciona casi por inercia, nadie suele cuestionar la ética, pero cuando los tiempos son otros, cuando se exige DE VERDAD esfuerzo y sacrificio, es cuando caen muchas caretas y se descubre la impostura de muchos lideres de salón, que únicamente acreditaban un liderazgo apegado al cargo o, lo que es peor, a la tarjeta en relieve donde ponía su nombre[2], pese a que algunos de ellos, aún se permiten impartir unas teorías cuya práctica desmiente.

Para buscar entonces ese perfil válido de líder ético, proponemos un camino inverso, es decir, verificando (simplemente recordando realidades recientes) qué NO debe ser un líder, podremos ir dibujando las características que SÍ lo conforman.

Qué NO ES (no debe ser) y qué ES (debe ser) un líder

La figura que buscamos como referente de conducta, como modelo ético en tiempos convulsos, trasciende la cuestión de si nace o se hace; efectivamente, tan válido es el modelo espontáneo (lo que no quiere decir simple o fácil) como el modelo fruto del esfuerzo voluntario. En cualquiera de los casos, cae por su propio peso que permite deslindar determinadas actitudes como nocivas y contraproducentes desde el punto de vista ético que, en definitiva, corresponderían más a la figura del antilíder o líder tóxico que a la de líder integro que pretendemos.

Conviene tener en cuenta que ya en estos aspectos se observa la diferencia entre lo que se ha querido definir como liderazgo y el auténtico: sin más profundidad de análisis, por ejemplo al pseudo líder que era mero gestor de proyectos, lo que se le requería era el cumplimiento de objetivos casi siempre crematísticos sin parar mientes demasiado en si los instrumentos que utilizaba escapaban o no a la ética o si lo que se le imbuía era, de alguna forma, la técnica necesaria para manipular a su equipo y orientarlo sin más al resultado que se le exigía A ÉL. Por duras que suenen ambas cosas, hay, por desgracia, sobrados ejemplos de que eran moneda corriente; si durante mucho tiempo se ha jugado con la definición del liderazgo, basa una pequeña reflexión para desmontar tópicos recurrentes. Acudiendo a la actualidad reciente, supongamos que una entidad financiera necesita incrementar sus fondos propios y acude, entre otros instrumentos para hacerlo, a una emisión de participaciones preferentes, de forma que, una vez diseñado el producto, designa a un líder del proyecto de su comercialización. En algo tan habitual como eso se han producido dos graves confusiones con respecto a la figura auténtica del líder: lo que la entidad ha hecho es nombrar un gestor de proyecto, pero en absoluto un líder (al menos no del líder que buscamos como modelo de conducta), entre otras cosas porque el objetivo del gestor (a diferencia de los objetivos del auténtico líder) beneficia sólo a una parte, no busca un interés general y queda incluso la duda de si no perjudica a sabiendas a otra parte implicada.

No siempre es tan fácil analizar las diferencias que identifican el auténtico líder  modelo de conducta del mero gestor o coordinador ya que, por ejemplo, una de las características irrenunciables del líder es la convicción en sus ideas, que puede quedar a un paso de la soberbia que caracteriza al líder tóxico, o la auténtica y necesaria visión de futuro como capacidad de anticipación frente a la actitud de “iluminado” que pierde de vista la realidad, o la imprescindible prudencia en los planteamientos frente a la aversión al riesgo del antilíder, o….

Hay, con todo, una característica que define al líder nocivo por encima de otras, que podría entenderse como la creación de su entorno. Mientras el auténtico líder de conductas no requiere detallar la responsabilidad de nadie que quiera reflejarse en él porque lo que se transmite es, precisamente, la conducta y no la función a desempeñar, el gestor necesita identificar persona = rol para delimitar responsabilidades y funciones. De algo tan simple como eso se concluye que, generalmente, sólo los mejores son capaces de seguir al líder, mientras que el gestor, inseguro de su ascendencia, necesita sentirse superior a los demás y en consecuencia se rodea de personas que no le “hagan sombra”. El líder no necesita dirigir; el gestor necesita mandar.

No quiere decir todo ello que deba abominarse de la figura del gestor; en absoluto. El gestor cumple una función necesaria, pero un líder es otra cosa. Acudiendo nuevamente a temas de actualidad, y dando por sentado que los políticos sean líderes (no entraremos en esa discusión en estas líneas), hemos asistido en más de una ocasión a situaciones complejas de ingobernabilidad en las que los políticos/líderes de opinión han de dejar paso a funcionarios tecnócratas (reconozcamos que casi siempre se oye la expresión con un cierto retintín desdeñoso) que sean capaces, aún sin perfil de líder, de sacar del atolladero al territorio en cuestión.

Es evidente que la dificultad de los tiempos que nos tocan vivir ha permitido que durante mucho tiempo no haya sido necesario distinguir con precisión qué es el auténtico liderazgo de conducta y se haya alentado la confusión merced, precisamente, a una característica del líder, como es la atención a los pequeños detalles que, sumados, multiplican exponencialmente su importancia (“la arena es un puñadito, pero hay montañas de arena”, que dice el poeta popular). De ahí a dar por buena la sustitución de la parte por el todo, va un pequeño trecho, y así hemos visto sesudos masters y post-grados en liderazgo que no eran sino desarrollo de herramientas más o menos standards de gestión de personas y conflictos. Afortunadamente para todos, las grandes escuelas de negocio están advirtiendo la dimensión de los cambios, y que éstos van mucho más allá de  una cuestión puramente semántica, de forma que, según se desprende un reciente informe, el 80 % de las escuelas de negocios de todo el mundo incluyen dentro de los citados masters de herramientas para el desarrollo del liderazgo materias hasta ahora poco menos que impensables, como la ética o la responsabilidad social.

El líder cercano

Con todo lo visto hasta ahora, cabría preguntarse que si, tal como se desprende, el líder de conducta no coincide exactamente con la figura del gestor de proyectos, gestor de personas, coordinador, etc. sino que está por encima de ellos y deviene una figura utópica e inalcanzable, ¿no existen modelos de conducta cercanos, referencias tangibles?
La respuesta obvia es que, naturalmente que hay referencias válidas, en las que, no todo es SÓLO técnica ni todo es SÓLO carisma. Es, salvando las distancias, como si se planteara si existen principios de macroeconomía aplicables en las economías domésticas para llegar a la conclusión de que sí que los hay, pero no todos ni de la misma manera que se aplican en macroeconomía.

Los factores que siempre se han considerado como virtudes del líder, como son la anticipación, el carisma personal, el ascendiente, el tesón, la resiliencia, el entusiasmo y todos los demás aspectos que han formado parte habitual de las materias a impartir en las “clases de liderazgo”, ciertamente son válidos, ya que todos ellos ayudan a esa capacidad de aglutinar esfuerzos que caracteriza al líder, sobre la base de la comunión de ideas.

Y aquí, en las ideas, empiezan a vislumbrarse las diferencias sustanciales que identifican al auténtico líder: llevado al extremo, el egoísmo marca la gran diferencia. Nadie puede aspirar a ser tenido como líder de conducta si su objetivo se centra en su propio beneficio o en el mero cumplimiento de una labor asignada, pese a que ello exija la dirección de un equipo numeroso. Si no existe la comunión de ideas, el íntimo convencimiento de que se está siguiendo al líder porque representa lo que uno mismo persigue, el ejercicio de liderazgo no tarda en convertirse en ejercicio de mando con una merma (a veces absoluta) de confianza, entusiasmo y precisión.

Es la honradez, la presencia PERMANENTE de unos elevados valores éticos, el fundamente indispensable para que el liderazgo se mantenga en el tiempo y no sea una fiebre pasajera, válida quizá para un objetivo parcial pero no espejo de conducta. La honradez, además, genera confianza en los equipos (cuando se habla de proyectos concretos) y en los seguidores (cuando se habla de forma general), porque conlleva el convencimiento de que el líder va a actuar con honradez; no hace falta recordar que una de las cosas que cuesta más recuperar en las relaciones humanas es la confianza perdida.

En definitiva, se impone en estos días de crisis tener la capacidad de separar, como decía Machado, “las voces de los ecos” y saber que, más allá de situaciones puntuales, el futuro ha de venir marcado por el sentido de la ética en todas las acciones, lo que saben muy bien los auténticos líderes.



[1] ¿Cómo conciliar la promulgación de un decreto que encierra una amnistía fiscal de ciertos depósitos en paraísos fiscales con el endurecimiento de las leyes penales relativas al fraude fiscal?
[2] Nos permitimos rememorar la vivencia, de la que se dio cuenta oportunamente en este mismo blog, de la perdurabilidad de la figura de un líder empresarial añorado, doce años después de desvincularse de la empresa, por los mismos que negociaban con él al otro lado de la mesa, precisamente por ser capaz de aplicar en momentos duros un acendrado sentido de la ética. Sus “adversarios en la lucha” de entonces organizaron recientemente, en el pasado mes de marzo, un sentido homenaje a su persona. Lamentablemente, se pone de manifiesto con este hecho insólito que no es habitual esta actuación en el mundo de los negocios y que estos eventos merecen, cuando se dan, honores de portada.

Ayudas públicas, sí, ayudas públicas, no

Tras el episodio representativo de la nefasta influencia de una cierta forma de entender la política en la economía, y nos referimos a la debacle anunciada de Bankia, uno no sabe si creer la afirmación de que no se destinará dinero público como cataplasma para la herida, no ya por el hiriente agravio comparativo con la dimensión de los recortes del presupuesto en políticas sociales sino por la confirmación de que la Administración ofrecería la imagen de que está dominada por la confusión y desconoce, más alá de discursos grandilocuentes, la magnitud real de la situación,
Las tantas veces denostadas (y, a veces, con razón) agencias de calificación nos permiten verificar en este caso cómo se ve el problema desde su punto de vista. En  ese sentido, en el número del día 14 pasado del Boletín semanal de crédito que publica Moody's (Weekly credit outlook) se dedican unas líneas al tema, de las que nos permitimos extractar algunos párrafos relevantes:
"El gobierno reconoce que serán necesarias inyecciones adicionales de fondos públicos para proporcionar una solución creíble a los problemas del sector bancario.
Hasta ahora, el gobierno confiaba que el propio sector bancario podría asumir el coste de la limpieza pero esto está cambiando con el requerimiento de provisión de capital adicional que algunos bancos serán incapaces de alcanzar. Según el gobierno, la cantidad requerida será de unos 30 mil millones de euros, manejable por no alcanzar ni el 0,3% del PIB. 

Nuestro análisis de la deuda soberana ha asumido hace tiempo que será necesario capital público en una cifra superior a los 50 mil millones de euros para la solución del problema. Según nuestros cálculos, existe el riesgo de que la ratio de deuda pública supere el 90 % del PIB en 2014, casi el triple de la cifra del 2007, del 36 % del PIB.Hasta ahora, el gobierno sostiene que no buscará el apoyo de los planes de asistencia que se le ofrecen como el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera y su sucesor, el Mecanismo Europeo de Estabilidad.El uso de estos esquemas para financiar específicamente un programa de recapitalización de los bancos es una opción abierta a España y a cualquier otro país miembro. Sin embargo, para ser una opción realista, las condiciones de acceso a estos esquemas, estrictamente relacionadas con la banca, probablemente tendrían que diferir significativamente de los programas concedidos a Grecia, Irlanda y Portugal, con el fin de asegurar la continuidad de acceso a los mercados de capital privado."

 Money Globe.jpg

Es decir, la posición de la agencia es nítida referida a los datos analíticos que maneja; otra cosa es que convenga informar, o esté mal gestionada la información, por parte de los poderes públicos a la ciudadanía

martes, 8 de mayo de 2012

Un final de fase previsto

Hoy merece honores destacados de portada en toda la prensa, tanto económica como generalista y, en general, en todas los medios de comunicación y sus correspondientes tertulias y mentideros, una noticia que de tal tiene bien poco. Nos referimos al final de ciclo de Rodrigo Rato y lo que eso supone en la andadura del grupo financiero que preside.
Realmente lo que asombra es que algunos tertulianos "bien informados" se muestren sorprendidos, cuando era algo que se venía cociendo desde hace tiempo, y de lo que, solo a modo de recordatorio, traeremos a colación algunos detalles recientes que abonaban este final.
Recordemos, para empezar, la lucha fratricida que se libró en Caja Madrid, germen del actual banco, y los dimes y diretes que provocaron las claras injerencias políticas en el nombramiento/mantenimiento/cese de cargos hasta llegar al nombramiento, con calzador, de Rodrigo Rato.
Recordemos después, el jolgorio no desmentido que produjo la operación de aglutinar siete entidades bajo la bandera de Caja Madrid (con Bancaja como comparsa adelantado, ciertamente) creando de esa forma una entidad que era la primera caja de España por volumen. Eso de adelantar a la Caixa "ponía" a más de uno/a, aunque fuera una operación ruinosa. Sólo tres reflexiones al respecto: ¿alguien en su sano juicio y con un mínimo conocimiento de finanzas dudaba de que esa operación, con las cifras públicas de Caja Madrid y de Bancaja, era una mera huida insensata hacia adelante dictada en términos de política y abocada al fracaso? ¿alguien pensó que incorporando unas entidades pequeñas quedaba arreglado el desbarajuste del ladrillo en las cuentas de la matriz? ¿alguien creyó que realmente se había superado a la Caixa en el ranking, excepción hecha del volumen de negocio gestionado?
Pero sigamos: dentro de la "paz social" a la que se llegó con Caja Madrid, la entidad se dotó de un Consejo de Administración con tintes políticos que, como el tiempo ha demostrado, no tenían ni idea de finanzas (tampoco).
Los pequeños episodios ligados a la entidad valenciana y el enorme agujero de las inversiones en ladrillo de todas las que conforman Bankia, aconsejaron iniciar contactos con vistas al saneamiento, evitando acudir a ayudas públicas, una vez consolidada la operación de salida a Bolsa y empezó a tomar forma alguna alianza en la que formaba parte, mira por dónde, la Caixa. Como es sabido, estas negociaciones quedaron en nada, nuevamente por cuestiones políticas y de mando, con lo que la presión de los mercados, acentuada en el momento en que Bankia no presenta las preceptivas auditorías de cuentas, ha llevado a la situación de hoy, en la que el gran enigma no es qué pasará con Bankia, porque deberá entrar en un plan de rescate (vía préstamo retornable, naturalmente) sino si el resultado se llamará "Bankiantander" "Bankiaixa" o alguno similar.



Más allá de los comentarios que pueda suscitar el hecho analizado, lo que sí que se confirma, una vez más, es que interferir con la política en los negocios no es buen negocio a la larga (y perdón por el juego de palabras). Y cabe esperar que las insensateces de algunos/as iluminados/as no las acaben pagando ni los clientes ni los empleados de la entidad. Ni, por supuesto, la ciudadanía, por extensión.

miércoles, 2 de mayo de 2012

La transparencia: de translúcida a opaca

Se encuentra en estos días en fase de consultas a las entidades (formalmente hasta el próximo día 9 de mayo) un proyecto de Circular del Banco de España dirigida a entidades de crédito y proveedores de servicios de pago sobre Transparencia de los servicios bancarios y responsabilidad en la concesión de préstamos, cuyo objetivo declarado es, de acuerdo con lo ordenado en el anuncio del inicio del período consultivo, "configurar un nuevo código general de transparencia, claramente orientado a la protección de los clientes de los servicios bancarios, que deberá regir en lo sucesivo las relaciones entre estos y las entidades de crédito."
Loable propósito, sin duda, y oportuno tal como está el patio.
Sería prematuro efectuar ningún tipo de análisis sobre el contenido del borrador, habida cuenta de que no es descartable que se incorporen modificaciones como consecuencia de sugerencias o comentarios de las entidades afectadas.Sin embargo, sí que sería bueno recordar a la Autoridad Supervisora que está bien visto y es eficaz predicar con el ejemplo, y en una circular que aconseja/ordena transparencia chirría lo alambicado de algunos conceptos, máxime si tenemos en cuenta que son nuevos.
Digo esto porque, cuando aún muchos empleados de entidades financieras  (es triste, pero es absolutamente verificable) no han llegado a desentrañar el misterio de por qué el índice IRPH, usual de las operaciones hipotecarias, es más estable, aunque más alto que el Euribor, la circular "amenaza" de introducir un nuevo tipo de referencia, el IRS o Interest Rate Swap (permuta de intereses) que queda definido por la propia circular de manera totalmente accesible al profano usuario de los servicios bancarios como "la media simple mensual de los tipos de interés diarios de oferta a 5 años de las permutas financieras de tipos de interés negociadas en mercados descentralizados intermediados por mediadores para el euro, tal y como aparece publicado diariamente, a las doce horas del horario de Europa central (CET en sus siglas en inglés), en las pantallas de la agencia de información financiera Bloomberg."
Transparencia, decíamos... Pero, aún dando por sentado que un usuario medio es capaz de entender a la primera y sin relectura y explicación posterior por un experto qué es eso del IRS, hay un segundo problema, y es que ese índice es previsiblemente superior a los utilizados hasta ahora, pese a que, coyunturalmente sea inferior, como ocurriría actualmente.


Sin entrar, pues, repetimos, a analizar el contenido de la circular, que debe quedar pospuesto a su publicación efectiva, sí que es lícito exponer dudas acerca de la pretendida transparencia, no sea que con este índice ocurra como desgraciadamente está pasando con las lamentablemente famosas preferentes: que después de comprobarse el desastre que han producido en la confianza y en la relación con las entidades, aún hay que escuchar al director general de una entidad afectada asegurando públicamente que el producto era correcto y estaba correctamente comercializado. Pues digo yo que si un producto correctamente comercializado ha producido miles de reclamaciones que se motivan desde el abuso de confianza hasta el engaño simple o la estafa, produce escalofríos extrapolar qué puede pasar en el caso de que un producto no sea correcto o no esté correctamente comercializado (¿Os suena por un casual en este capítulo el boom del crédito barato y las hipotecas ninja?)
Quizá si el supervisor incrementa su celo de supervisión además de promulgar circulares....