miércoles, 27 de septiembre de 2017

Los números y el imperio de la ley

Joseph Goebbels, ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich entre 1933 y 1945 y uno de los colaboradores más cercanos de Adolf Hitler, pasará a la pequeña historia por ser el autor de la conocida frase “Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad”, que viene al pelo (olvidando desde este momento al personaje, su régimen político y la época histórica que representa, por favor) para analizar algunos mantras que oímos recurrentemente desde hace algún tiempo, referidos particularmente a compensar ante terceros la demostrada incapacidad de nuestros gobernantes en negociar ese conflicto que según afirman es el primer problema de España y cuyo final no se adivina precisamente satisfactorio.

Sin que se sepa bien a ciencia cierta (la información sesgada en este tema es indisimulable) qué es lo que se pide, por qué, y cómo ha evolucionado el asunto en los últimos 6 años por unos y otros para estar en la espiral en la que estamos, todo ello para poder opinar y argumentar con objetividad y criterio formado, lo cierto es que lo que más se oye es el mensaje del Ejecutivo de que, como estamos en una democracia sujeta al imperio de la Ley, lo que se pide es ilegal pues no está contemplado directamente por ninguna ley y debe ser considerado como delito, porque la Ley está para cumplirse en democracia.

Y, claro, a fuerza de repetirlo una y otra vez sin que los medios "críticos y objetivos" se atrevan a cuestionar ni una coma...

Estas afirmaciones, ideologías partidistas aparte, merecen analizarse objetivamente porque, juntas, denotan un desconocimiento preocupante de los principios de la Política (con mayúsculas). Únicamente, antes de entrar en un análisis objetivo, resulta insoslayable notar la incoherencia de la premisa: ¿cómo puede decir (y que los buenos periodistas criticos, que los hay, no señalen la contradicción) quien incumple reiteradamente leyes vigentes, como la de Memoria Histórica entre otras, por poner un ejemplo, por no recordar Directivas europeas, que la Ley está para cumplirse? ¿O es que sólo se han de cumplir las que interesan a una parte?

Pero vayamos al plano teórico; cuando, en el primer curso de Ciencias Políticas, se estudian las formas de gobierno, encontramos estas definiciones (que aquí nos hemos tomado la libertad de citar las del DRAE para evitar cualquier sesgo partidista de los autores):

Dictadura.-
Régimen político que, por la fuerza o violencia, concentra todo el poder en una persona o en un grupo u organización y reprime los derechos humanos y las libertades individuales. (continuando con el DRAE, el término "violencia" no se limita a la física)
Democracia.-
1. f. Forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos.
2. f. País cuya forma de gobierno es una democracia.
3. f. Doctrina política según la cual la soberanía reside en el pueblo, que ejerce el poder directamente o por medio de representantes.
4. f. Forma de sociedad que practica la igualdad de derechos individuales, con independencia de etnias, sexos, credos religiosos, etc.
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Y el imperio de la ley es un concepto jurídico-político de definición formal que generalmente se entiende en el sentido de la primacía de la ley sobre cualquier otro principio gubernativo. En cierto sentido, el concepto de imperio de la ley es similar al concepto anglosajón rule of law, pero no debe confundirse con otros, como los germánicos Rechtsstaat —Estado de derecho1— y Verfassungsstaat —Estado constitucional de derecho—, con el principio de legalidad o con los conceptos de legitimidad, legalidad, cultura de la legalidad, gobernanza, etc.


Como ya se habrá observado también se incluye en los elementos a analizar el de dictadura y esto es así porque se ha de tener en cuenta que un Estado tiene que amoldarse al Derecho Común (o terminar con él para imponerse), que en modo alguno es un concepto estático, sino dinámico, como ya fue puesto de manifiesto en el siglo I por el jurista del emperador Trajano Javoleno Prisco, que en su Epistulae nos dice que "En Derecho de las personas, toda definición es peligrosa, pues es difícil que no tenga que ser alterada". Por definición, una dictadura obliga a cumplir SUS leyes, con independencia de que hayan recogido la evolución social, mientras que una auténtica democracia es sensible a esta evolución para ir modificando la normativa, en el bien entendido de que una evolución no ha de ser uniforme, y puede afectar sólo a un segmento de la ciudadanía; cobra valor, en ese sentido, la definición de la democracia como forma de gobierno, a la luz de la progresiva adecuación de las leyes en los países modernos a la Declaración de los Derechos Humanos: "Democracia es el sistema de gobierno en el que las decisiones de la mayoría escuchan y atienden las necesidades de las minorías".
Con sólo lo detallado hasta ahora, ya es notable la ensalada mental que exhiben muchos integrantes de nuestra clase política en el uso a diestro y siniestro de consignas que mezclan conceptos contrapuestos, chirriantes en la aplicación indiscriminada a un roto o a un descosido. Esto, que pueden parecer meras teorías políticas, tiene más sentido común (que ya dijo el Nobel George Bernard Shaw que es el menos común de los sentidos) del que cabe pensar, y para intentar mostrarlo, acudiremos a un campo alejado y no contaminado por la política como el (apasionante por otra parte) mundo de los números.
Estamos familiarizados a convivir con los números para muchas aplicaciones de nuestra vida cotidiana, tenemos asumido casi sin pensarlo su valor y su expresión gráfica, y por confort o por pereza mental, estamos a gusto pensando que ha sido así desde el origen de las civilizaciones y que perdurará así, como nosotros lo conocemos, in sæcula sæculorum (es lo que  también pasa con los territorios, por cierto, que creemos inconscientemente que siempre han sido, y serán, como nosotros los hemos conocido). 
Pues no, y de su evolución también podemos extraer enseñanzas. Situémonos en el Imperio Romano, tan poderoso que había creado su propia notación numérica, ya sabéis, esa de I, V, X, L, C, D y M para 1, 5, 10, 50, 100, 500 y 1.000. Muy bonitos, sí, pero algo farragosos a la hora de hacer cálculos con ellos, como se quejaban los astrónomos, astrólogos, matemáticos y comerciantes de la época, que anhelaban un sistema que les permitiera llegar con facilidad a resultados y registrar las cifras importantes, lo que hizo que los abaquistas (que eran capaces de realizar cálculos con el ábaco con rapidez y fiabilidad) se hicieran de oro. Sin embargo, hacia el año 500, la India ya disponía de los tres elementos cruciales para el desarrollo del sistema decimal: diez dígitos diferentes, valor posicional de cada uno de ellos en cualquier cifra ¡y el concepto del cero! Por su descubierta facilidad de uso, el método fue acogido y usado con entusiasmo por el mundo islámico (de ahí que los números se conozcan, erróneamente, como arábigos) y se dice que fue Leonardo Fibonacci, un matemático de Pisa asentado en la actual Argelia, quien introdujo el método en Europa hacia el año 1200. Pero, si bien el método fue recibido con aplausos por el público culto y tuvo un impacto profundo en el pensamiento matemático europeo, nunca llueve a gusto de todos, y los abaquistas profesionales se sintieron amenazados porque fueron los primeros en advertir que el nuevo método ponía al alcance de todos la realización de cálculos; para colmo, el conocimiento del nuevo método coincidió con la época de las cruzadas contra el islam y el clero (depositario del conocimiento) recelaba de cuanto oliera a árabe.
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Así las cosas, en 1299, la floreciente Florencia prohibió y situó fuera de la ley, sujeto a castigo, el uso de los números arábigos sólo porque sus sinuosos símbolos eran más fáciles de falsificar (un 0 podía convertirse con facilidad en un 6 o un 9, un 1 podía transformarse en un 7, etc.) que las sólidas I o V romanas. Como consecuencia, los números arábigos no acabaron de ser aceptados en Europa hasta el siglo XVII, aunque es notorio desde entonces que hoy se ha dado la vuelta a la tortilla y los números romanos han quedado relegados a los casos en que no hace falta calcular nada: numeración de documentos legales, capítulos de libros, notación de los siglos, etc.
Pero nos queda la constatación de cómo un poder público decide alegremente tachar de ilegal (o al revés, según sea el caso), a su conveniencia, cualquier actividad, aunque sea beneficiosa para sus gobernados. Y como las meigas gallegas, ejemplos, haberlos, haylos.
Sigamos con los números. Estamos tranquilos porque dominamos con soltura (está bien, unos con más soltura que otros) el sistema numérico decimal en todo lo que hacemos y tendemos a creer que es el único y el mejor; dejemos aparte lo de que sea o no el mejor, que eso va a gustos según para qué se aplica, pero, desde luego, sistema único, no.
Desde que la persona tuvo la necesidad de contar cosas, los sistemas de numeración ensayados han sido variados, empezando, quizá, por los que usaban por ejemplo los dedos de la mano para representar la cantidad cinco y después se hablaba de cuántas manos se tenía o en los que se usaba cuerdas con nudos para representar cantidad. De forma genérica, son los que hoy llamamos sistemas no posicionales, y entre ellos están los sistemas del antiguo Egipto, el sistema de numeración romana, y los usados en Mesoamérica por mayas, aztecas y otros pueblos. Un paso adelante fue el invento de los sistemas posicionales, en los que el número de símbolos permitidos para representar una cifra se conoce como base del sistema de numeración. Si un sistema de numeración posicional tiene base n significa que disponemos de n símbolos diferentes para escribir los números, y que n unidades forman una unidad de orden superior. De estos sistemas, aparte del decimal que conocemos (que está basado en el número de dedos de ambas manos), existen con base 2, 8, 12, 16, 20 y 60 como más estudiados. De ellos diremos que el que está identificado por los expertos matemáticos como más perfecto para usarse en cálculos, es el docenal, o de base 12, entre otras cosas porque 12 es divisible entre 2, 3, 4 y 6 (mientras 10 sólo entre 2 y 5), lo que confiere más exactitud en las fracciones.
El sistema sexagesimal o de base 60, es un sistema de numeración posicional que se conoce como babilónico ya que tuvo su origen en la antigua Mesopotamia, en la civilización sumeria, aunque también fue empleado por los árabes durante el califato omeya. En realidad, por lo complicado que resultaba el manejo de 60 números, el sistema sexagesimal se empleaba sólo formalmente en cálculos numéricos, si bien se mantiene aún hoy como unidad de medida en algunas cosas.
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Medallón de Leibniz con el sistema binario.
Respecto al sistema de numeración de base 2, o binario, que es el que se usa en los ordenadores, que nadie piense que nació en la era de la informática; al contrario, es uno de los más antiguos. Ya a finales del siglo XVIII, el sistema tuvo como defensor al científico, filósofo y estadista alemán Gottfried Leibniz, conocido como "El último genio universal", que estaba convencido de que el sistema binario aunaba relevancia práctica/matemática y religiosa, representada ésta por la correspondencia 1=ser, 0=no-ser. La convicción de Leibniz se trocó en devoción cuando conoció los hexagramas binarios contenidos en I Ching, libro oracular chino de 1200 a.C. que contiene los escritos del emperador Fu-Hsi, de 2400 a.C., de quien se dice que inventó la escritura. El hecho de que un sistema de numeración concebido en origen con una espesa pátina religiosa sea hoy la base para los cálculos en las computadoras fue definido por el matemático ruso-estadounidense Tobías Dantzig de la siguiente manera: "¡Ay! Lo que una vez fue aclamado como un monumento al monoteísmo ha terminado en las tripas de un robot"
Hoy día, ya se sabe, estamos rodeados por el sistema decimal, muy mayoritario, pero nadie discute el valor de las aportaciones de otros sistemas, hoy minoritarios: los meses del año o las horas del día en el sistema docenal, los minutos, segundos y ángulos en el sexagesimal, etc. Del mismo modo que en la aritmética, la mejor manera de gestionar una minoría es la de saber integrar sus aportaciones dentro de la estructura global en un proyecto compartido.
Claro, que para llevar esa idea a buen puerto hace falta, como para entender los números, un mínimo de inteligencia que supere la de los primates, que sólo llega a resultados de vencedores y vencidos.

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1En el lenguaje común entendemos "Estado de Derecho" como la garantía de nuestros derechos individuales, igualdad ante la Ley (isonomía) y seguridad jurídica. El Estado de derecho se impone con la Revolución Francesa y se consolida en el siglo XIX con la formulación del Rechsstaat alemán hasta lo que tenemos actualmente. Es un concepto que se contrapone al de Imperio de la Ley, lo que los ingleses entienden como "Common Law". En el Estado de Derecho, y su desarrollo en la Teoría Pura del Derecho de Kelsen, toda creación legislativa se reduce a que cumpla formalmente con la jerarquía legal que deriva de la hipotética norma materializada en las Constituciones de las que emanan el resto de leyes. El resultado es un modelo centralizado y artificial que puede derivar en cualquier forma legal de acuerdo al procedimiento y es, de acuerdo con no pocos politólogos, la puerta de entrada legal de las dictaduras. En la práctica, en muchas ocasiones termina imponiéndose el llamado Estado de derecho, ya que tiene la fuerza de su lado. No es casual que Estado, así, se defina como monopolio, sin dejar lugar a que nada ni nadie le haga sombra.

domingo, 17 de septiembre de 2017

El fin de la literatura epistolar

Visto lo visto estos primeros días post vacacionales, en los que se confirma que decir que nos espera un otoño caliente es quedarse corto, es saludable dosificar las lecturas de las páginas de política de los diarios para hacer caso a nuestro cardiólogo y evitar sobresaltos y crispaciones, que pueden resultar fatales (por cierto, en algún sitio he leído últimamente que algunos sociólogos están estudiando el protagonismo de las estrategias del PP en la sensación global de crispación ya que, como hoy nadie discute, la alentaban cuando estaban en la oposición y, al parecer, la siguen utilizando en el gobierno). Esa decisión de rebajar las lecturas sobre política nos conduce a incrementar nuestro consumo de páginas de deportes, economía, cultura, etc. Prescindimos de la primera, para evitar polémicas estériles, de la segunda, por tener un alto contenido político, y nos decantamos por dedicar más tiempo a la tercera, aunque, personalmente, sin incluir en ella ciertos festejos que oficialmente llaman cultura, e incluso arte.

Y, en esa línea, estos días hemos leído la noticia de que se han publicado en un libro monográfico las cartas que Frida Kahlo le escribió a su amante español, el catalán Josep Bartolí1. Se trata de 25 cartas de amor apasionado que van acompañadas de dibujos, fotos, frases sueltas escritas con distintas tintas y hasta en los bordes de las hojas de un amor de la artista mexicana del que se tenían referencias pero cuyo testimonio nunca se había podido concretar. El lote de cartas se subastó en 2015 por la sala Doyle de Nueva York y fue adquirido por 137.000 dólares por un millonario coleccionista que buscaba también, según sus declaraciones, las cartas de respuesta que escribió Bartolí.
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Una de las obras de Bartolí, de su paso por los campos de concentración franceses

La vida de Frida Kahlo, con casi 40 años de edad cuando conoce a Bartolí, discurría cuesta arriba. Recordemos de su historia, suficientemente divulgada, que de niña había sufrido una poliomielitis, que le dejó la pierna derecha más delgada que la izquierda. Y que, a los 18 años, un accidente en autobús deshizo la salud que le quedaba: el golpe quebró su columna y un hierro le atravesó la vagina. En estas condiciones, que la obligaron a someterse a un total de 32 operaciones quirúrgicas a lo largo de su vida, Frida había acudido en una ocasión a un centro médico neoyorquino, en Manhattan, para una de esas operaciones y en ese espacio de dolor, conoció, de la mano de Cristina, su hermana menor, a Bartolí, y surgió el idilio. Era junio de 1946 y Frida, en aquel momento casada por segunda vez con el muralista mexicano Diego Rivera, no le puso límites a aquel idilio. Frida le dice a Bartolí que se está recuperando en la Casa Azul, en Coyoacán, México, y que su hermana Cristina, que fue quien los presentó, acude a cuidarla, sugiriendo que él pueda pasar a visitarla. La primera carta de amor es la que le envía el 29 de agosto, después de "nuestra primera tarde solos" en México. "Anoche sentía como si muchas alas me acariciaran toda, como si en las yemas de tus dedos hubiera bocas que me besaran la piel. Los átomos de mi cuerpo son los tuyos y vibran juntos para querernos. Quiero vivir y ser fuerte, para amarte con toda la ternura que te mereces, para entregarte todo lo que de bueno haya en mí (...) Te escribiría horas y horas, aprenderé historias para contarte, inventaré nuevas palabras para decirte en todas que te quiero como a nadie".

A lo largo de las 100 páginas del libro que componen este archivo inédito desfila sin tapujos la pasión profunda y casi adolescente que la artista mexicana, un icono transgresor y feminista, sintió por Bartolí. Las cartas las firmaba como Mara (posible diminutivo del apelativo cariñoso Maravillosa) y las enviaba a la casa de Brooklyn de una confidente y amiga. Como medida de seguridad, Frida le pidió a su amado que firmase como Sonja. La estratagema iba destinada a evitar los celos de su marido, ya que Rivera, mujeriego empedernido por otra parte, toleró el amor de Frida y sus aventuras con las mujeres2, pero era tremendamente celoso de sus relaciones con los hombres.

La lectura de las misivas permite poner el ojo en la cerradura y ver en primera fila el volcán sentimental al que se lanzaron los amantes. La propia Frida admite que siente por Bartolí algo que jamás ha experimentado. Hay pasión, pero también la soledad que caracterizó a la pintora y que, por obra del amor, se tornó en espera, pero, junto a los meandros de la pasión, las cartas ofrecen nuevas claves sobre su trabajo artístico. Frida gestó un mundo de gran complejidad; sus cuadros forman un espejo de su atormentada existencia, de su lucha constante contra el dolor, de la superación de los prejuicios. En ellos, la artista también abre las puertas al crisol cultural mexicano. En esta urdimbre participa ella casi constantemente, con el ejercicio del autorretrato y también el cultivo de una imagen, cambiante y transgresora, que aún genera una atracción universal. Entre sus obras punteras figura el doble autorretrato Árbol de la esperanza, un compendio de sus demonios personales pintado, precisamente, durante el romance con Bartolí. Un periodo donde el dolor apenas la dejaba trabajar. "Me acordé de tus últimas palabras y empecé a pintar. Trabajé toda la mañana y después de comer hasta que no hubo más luz. Pero luego me sentí extenuada y todo me dolía (...) Por ti he vuelto a pintar, a vivir, a ser feliz. Eres mi árbol de la esperanza".
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"El árbol de la esperanza", de Frida Kahlo

Las cartas fueron escritas, claro, a escondidas de Diego Rivera, cuya presencia aparece una y otra vez en los textos como una sombra oscura, opresiva. En ese ambiente de soledad, el declive físico de la artista avanza. En enero de 1949 le cuenta que la depresión le empuja a beber. La angustia la cerca. “No te olvides de mí. No me dejes sola”. Bartolí ha dejado de escribirla. Ella lo sigue intentando. “Pinto poco, apenas tengo fuerzas para vivir”. En la última misiva, escrita desde la cama, Frida Kahlo, enferma, lanza una desesperada llamada: “Aún soy tu Mara, tu compañera. Tu amor es mi árbol de la esperanza. Te esperaré siempre. ¿Volverás?”

Las respuestas de Bartolí, definitivamente, no han sido halladas. Posiblemente, la pintora las destruyó. No se conoce, por tanto, su contenido, sin embargo, en una que él envió a un amigo le comentó: "Frida (que maldigo no haberla conocido antes) es una de las mujeres más inteligentes, leales, sensibles y valientes que he visto en mi vida", pero las 25 cartas de ella, las que ahora se publican, fueron guardadas amorosamente por Bartolí dentro de sus sobres, junto con los pequeños objetos y fotos que jalonaron tres años de relación (1946-1949). La causa del fin de la misma se desconoce. La distancia y el deterioro de la salud de Frida, seguramente jugaron su baza. La artista, con una pierna amputada e incontables intentos de suicidio, murió el 13 de julio de 1954.
Josep Bartolí, con extraña fidelidad, nunca hizo exhibición de este amor. Calló incluso cuando algunos biógrafos consideraron que él era tan solo uno más en el florido árbol de relaciones de la pintora. Muerto en 1995, su secreto pasó, en perfecto estado, a sus familiares. Ahora, ese vínculo entre dos seres que ya solo viven en el pasado ha quedado expuesto a la luz.

Cae por su peso que, del estudio de un personaje tan poliédrico3 como Frida Kahlo, se pueden obtener múltiples enseñanzas y anti-enseñanzas que orbitarían en lo trágico de su vida, su voluntad de vivir, la opresión de su entorno, las pasiones que despertó pese a todo, el arte que la rodeaba, etc., en un recorrido que siempre resultaría incompleto acerca de los detalles que pueden captar nuestra atención. Pero no es menos cierto que cualquier conclusión en este caso vendría condicionada por la fuerza del personaje, difícil de aislar en un análisis, aún somero y, en general, adquirirían un tinte trágico o, cuando menos, trascendente.

Hay, sin embargo, una forma de desdramatizar que es fácilmente extrapolable a otros supuestos, y es ejercitarse, cuando es necesario, en desbrozar y sacarle la punta a los hechos intentando prescindir de identificarlos (aunque sea de lejos) con sus protagonistas. Por ejemplo, fijémonos en el pequeño detalle que representa que el propietario de las cartas que escribió Frida tenía la aspiración de publicarlas junto con las que escribió Bartolí, caso de haberse encontrado. Si hubiera podido ser así, ¿hubiéramos conocido mejor los pensamientos y sentimientos de la artista mejicana? Es difícil afirmarlo, tanto en sentido afirmativo como negativo, pero cabe pensar que posiblemente no hubiera ampliado el abanico de nuestro conocimiento sobre ella reflejado en sus propias cartas. Y eso es así porque en la rica, antigua y variada tradición de la literatura epistolar (en la que cabe incluir ¿por qué no? a estos efectos las Epístolas contenidas en la Biblia), se conjugan dos premisas fundamentales: tener algo que decir y saber expresarlo, y no tanto las posibles matizaciones del destinatario en sus respuestas, salvo si lo que se está valorando es la postura de ambos interlocutores sobre un tema concreto4 y su evolución con los aportes en cada misiva.
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Ciertamente, las nuevas tecnologías casi que se puede afirmar que están acabando con esta rama literaria, particularmente por la popularización del uso de mensajes cortos. Y es que si encontramos mensajes del tipo "Luis, sé fuerte" o "Hacemos lo que podemos", por citar ejemplos conocidos, es de todo punto imposible conocer su significado exacto si no se sabe a qué contesta. Eso parece confirmar la sospecha de que los avances en las tecnologías de la comunicación personal no conllevan per se una mejora en la expresión del pensamiento. Desde el punto de vista estrictamente literario, los mensajes cortos no dan ninguna pista acerca de los pensamientos o sentimientos del emisor ya que, realmente son una secuencia de transacciones, quasi comerciales; tampoco permite presuponer lo que tiene por decir (si lo tiene) el emisor ni si sabe comunicarlo adecuadamente. 

Pero eso es salir del tema que nos ha inspirado Frida Kahlo.

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1Josep Bartolí i Guiu , pintor, escenógrafo, dibujante y escritor barcelonés (con parte de su obra, particularmente la realizada a su paso por los campos de concentración, donada al Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona) nacido en 1910, de espíritu libertario, muy joven comenzó a trabajar como dibujante en la prensa y se implicó en el sindicalismo de la Barcelona de la época; durante la Guerra civil se comprometió con los comité revolucionarios y alternó su paso por el frente con sus viajes a Barcelona donde colaboraba con el Sindicat de Dibuixants Professionals. Fue de los últimos en pasar la frontera en febrero de 1939 y acabó en los campos de concentración del Rosellón. A lo largo de dos años, pasaría por siete campos de concentración, el último de ellos el de Bram, de donde se evadió. Detenido por la Gestapo, fue enviado al campo de Dachau, pero en el camino huyó saltando del tren y, tras un largo periplo siguiendo una de las "rutas de los exiliados republicanos", llegó a México vía París y Casablanca. Allí, en México, retomó su actividad pictórica, y entró en contacto con el entorno de Diego Rivera y Frida Kahlo. En 1946 se establece en Estados Unidos, donde encontrará cierta estabilidad con la creación de escenografías y como ilustrador de la nueva revista Holiday. No volvió a Catalunya hasta 1977 y no quiso quedarse aunque se empadronó en Terrassa. Volvió a los Estados Unidos, donde murió, en New York, en 1995. Las cartas de Frida pasaron, a su muerte, a un familiar, que fue quien las subastó en 2015 pese a que en el 2000 Sotheby's ya vendió varios objetos (libros, un reloj, dibujos) que le había regalado Frida

2Es famosa la relación de Frida Kahlo y la conocida cantante costarricense-mexicana Chavela Vargas; durante el tiempo que pasaron juntas, se amaron, se desearon, se necesitaron a su manera. En más de una oportunidad, Chavela reveló que amaba a la mujer y no a la artista: “Frida esparcía ternura como flores, sí, como flores. Una gran ternura, una ternura infinita.” En el año 2012, antes de su muerte a los 93 años, Chavela recordaba su vida junto a Frida. Decía que se la habían presentado como la noche de los sueños, y como el premio más grande que le había dado la vida: tan hermosa, que nadie ha podido pintarla como realmente era; contaba que le cantaba al oído mientras Frida estaba postrada en una cama, invadida por dolores, haciendo a la artista ser parte de sus canciones para siempre, en donde su lujuria por la vida permearon la nuestra. Una de sus frases más célebres dice así: “¿Adiós? No, nunca se dice adiós. Se dice ‘te amo’.”

3Confieso que el uso aquí de esta palabra encierra un reconocimiento a las ideas, que comparto, de mi buena amiga psicóloga Susi, que mantiene que a veces una expresión o palabra "se pone de moda", vete a saber por qué (¿son articulistas de lectura endogámica y se van copiando unos  a otros?), y te la encuentras en los medios hasta en la sopa, venga o no a cuento, como pasa ahora con el dichoso poliédrico. Y, repito, coincido.

4Quizá no esté de más, con la que nos está cayendo, poner en valor la literatura epistolar auténtica y recordar que entre 1900 y 1911, año de la muerte del poeta catalán, Joan Maragall y Miguel de Unamuno se intercambiaron cartas, libros, ideas y afecto (Unamuno y Maragall - Epistolario y escritos complementarios, Distribuciones Catalonia, Barcelona, 1976). En sus cartas debatieron sobre lengua, cultura y sobre un aspecto hoy apenas existente en el diálogo (¿existe?) entre Catalunya y Castilla/España: la búsqueda de un espacio para transitar unidos hacia un futuro, si es posible, común. Si Maragall y Unamuno, tan antagónicos, pudieron hablar e intercambiarse libros, poemas, ejemplares de periódicos, notas en revistas y direcciones de escritores a los que admiraban por igual, esto demuestra que comunicarse no debe ser tan difícil: si un catalanista como Maragall podía encontrar firmes y afectuosos espacios comunes con el centralista y conservador Unamuno, entonces el problema no es tan gravísimo, ni antes ni ahora. Unamuno y Maragall compartían no el estar afectados por lo que se anunciaba de manera apocalíptica como la ruptura del estado, sino estar francamente decepcionado por lo mal que lo hace el personal en todas partes. En ese aspecto, las cartas de ambos escritores se leen como el desahogo o confesión de cada uno sobre un hombro amigo de la frustración por ver cómo, por un lado, aún hay demasiadas actitudes trogloditas que condenan al pueblo a un retraso en la llegada del estadio más avanzado de la civilización/pensamiento, alejado de la perniciosa visceralidad , y cómo por el otro se tiende hacia el egoísmo en lugar de apostar por la colaboración y la hermandad, que tan beneficiosa suele resultar. Unamuno se ganó el respeto de Maragall,entre otras cosas, al leer el catalán casi tan bien como leía el inglés y el alemán, hasta el punto de traducir al castellano La vaca cega. Maragall, entonces, comprendió que no había una España hostil, sino españoles cretinos sueltos, como siempre. Lo que es aplicable en ambos sentidos y en todos los ámbitos.

domingo, 10 de septiembre de 2017

¿Por qué se extingue una lengua?

Los mundurucú (formal y oficialmente, Wuy-jugu) son una tribu indígena de Brasil, que habita en las tierras vecinas a las de los más conocidos yanomami, concretamente en el valle del río Tapajós, afluente del Amazonas, región que era conocida precisamente como Mundurucânia. Si a alguien que esté leyendo estas líneas le entra el gusanillo de viajar a la prehistoria moderna haciendo turismo para conocerlos, lo tiene fácil: toma un avión desde Río de Janeiro o Sao Paulo a Santarem, una ciudad a ochocientos kilómetros del Atlántico, Amazonas arriba; desde allí, una travesía en ferry de unos trescientos kilómetros remontando el río Tapajós le lleva hasta Itaituba (pueblo nacido de la fiebre del oro) y, como última etapa teórica, trescientos kilómetros más de soportar baches por lo que fue orgullosa autopista Transamazónica (insensata infraestructura nacionalista, se podría decir que antecesora de nuestras radiales de Madrid) hasta Jacareacanga, pequeño asentamiento ya al borde del territorio mundurucú... donde hay que esperar si llegan algunos indígenas (que pueden coincidir el día siguiente o tardar semanas) y negociar con ellos para que lo lleven en canoa a alguno de sus poblados. Algo más que el macropuente de la Constitución, vamos, sólo para llegar.

Los mundurucú viven principalmente de la agricultura, la pesca, la caza y la recolección de productos silvestres, y hoy también producen cestas y otras artesanías. Se les conoce desde la segunda mitad del siglo XVIII y, a partir de mediados de siglo XIX, comenzaron a tener problemas con su territorio ya que la fiebre del caucho provocó su desplazamiento hacia las áreas caucheras en la ribera de los ríos. Actualmente (apoyados, entre otros, por Greenpeace), luchan para preservar su territorio tradicional frente a la minería, la construcción de represas hidroeléctricas e hidrovias. El gobierno de Brasil planea construir más de cuarenta presas en la cuenca del río Tapajós, parece que como preludio a una gran vía fluvial navegable para el transporte de mercancías. Sólo el más grande de estos proyectos dejaría bajo las aguas una superficie de territorio similar a la ciudad de Nueva York (729 km²), destruiría 14 lagos permanentes y estacionales, más de 7.000 hectáreas de formaciones rocosas y 320 islas fluviales. Los principales afectados, claro, no son los terratenientes, sino los indígenas que llevan habitando la cuenca del río Tapajós desde hace miles de años, y todavía viven en la región más de 12.000 miembros, la mayoría asentados en las riberas del río. Sus comunidades dependen del río para su alimentación, como medio de transporte y como forma de expresión cultural y espiritual. La pérdida del río supondrá el fin de su forma de vida.
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El "progreso" destrozando el habitat mundurucú
La mayoría de los mundurucú todavía viven relativamente aislados, pero al igual que muchos otros grupos indios con un largo historial de contactos, tienden a vestir ya ropa occidental como camisetas y pantalones cortos. Inevitablemente, otras características de la vida moderna terminarán entrando en su mundo, como la electricidad y la televisión. Así es como el progreso mal entendido y peor gestionado ha acabado siempre con las culturas. ¿Y el idioma? ¿Se pierde?

Hablan el idioma mundurucú, que es una de las lenguas tupi1,con unas características peculiares para nosotros además de su fonética particular: no tiene tiempos verbales, ni plurales, ni palabras para los números mayores de cinco2, lo cual, dicho sea de paso y paradójicamente, les confiere toda una pátina de sofisticación lingüística si pensamos que aún hay lenguas amazónicas en las que los numerales son "uno – dos - muchos". Los muy curiosos (o que se planteen, como hemos apuntado, una escapada turística), en Internet encontrarán una página donde pueden consultar el diccionario mundurucú-portugués-español-inglés de un vocabulario básico. Pero, en realidad, algunos mundurucú, especialmente los que viven en poblados situados en la periferia de su territorio, han aprendido portugués y son bilingües. Este es el primer paso para la desaparición del mundurucú, como lengua minoritaria, pues, como afirma la Unesco en su informe Vitalidad y peligro de desaparición de las lenguas, publicado en 2003, La lengua no dominante pierde terreno. Los padres empiezan a utilizar la lengua dominante en su trato cotidiano con los hijos en el hogar, y los niños pasan a ser semihablantes de su lengua materna (bilingües pasivos). Los padres y los mayores de la comunidad tienden a ser bilingües activos en las lenguas dominante y vernácula: entienden y hablan las dos y puede haber niños ya bilingües (por la influencia del entorno) en familias donde se utilice activamente la lengua vernácula. Por esta inercia de erosión "natural", la Unesco avisa en el citado informe de que se estima que hoy hay en el mundo unas cinco mil lenguas vivas amenazadas de desaparición3, pese a que recuerda que la diversidad lingüística es esencial en el patrimonio de la humanidad. Cada lengua encarna la sabiduría cultural única de un pueblo. Por consiguiente, la pérdida de cualquier lengua es una pérdida para toda la humanidad. Pero así ha pasado y seguirá pasando4. ¿Quién de nosotros recuerda haber oído hablar de lenguas como el tartésico, el árabe andalusí, el cántabro prerromano, el guanche y otras, hoy muertas pero muy vivas en su día en lo que hoy es España?
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Sin embargo, lo dramático es que, como dice el repetido informe, a veces el peligro no está en esa erosión sino que el peligro de desaparición de una lengua puede ser el resultado de fuerzas externas, tales como el sojuzgamiento militar, económico, religioso, cultural o educativo. La perversión no es sólo la prohibición del uso de la lengua minoritaria, sino que puede ser mucho más sutil (como ha pasado en nuestro país, por ejemplo, con el acento andaluz, que se ha identificado machaconamente de manera miserablemente arrogante con la falta de cultura, y eso con la vergonzosa aquiescencia cómplice, todo hay que decirlo, de las instituciones andaluzas) para "castigar" su uso, de manera que muchos pueblos, asociando su condición social desfavorecida con su cultura, han llegado a creer que no merece la pena salvaguardar sus lenguas. Abandonan su lengua y su cultura con la esperanza de vencer la discriminación, asegurarse un medio de vida y mejorar su movilidad social o integrarse en el mercado mundial.

La actitud de atacar o menospreciar directamente, como algunos suelen hacer sin tapujos, una lengua minoritaria buscando sin disimulos su extinción, además de ser un grave delito (impune, todo sea dicho) a la mismísima condición humana, representa un exponente de la ruindad y la maldad ignorante de algunos especímenes de la especie humana. Porque, vamos a ver, volviendo a la lengua mundurucú, hablada por unas 12.000 personas, hay que pensar que es, como todas las lenguas para cada persona, la que recibió de sus padres para descubrir la vida, el vehículo para aprender lo que necesite saber, el instrumento con el que se relaciona con los demás, la lengua con la que aman y rezan (profesan, por cierto el catolicismo predicado en su día por misioneros franciscanos junto a mitos heredados de su cultura antigua a través de sus chamanes). ¿Quién soy yo para atacarla aunque tenga sometido a su pueblo, sólo porque mi lengua la hablan 300 millones de personas, cifra muy superior a los 12.000 de la suya? ¿Acaso me da algún derecho sobre la persona del indígena el hecho de que haya más gente en el mundo que hable mi lengua y no la suya? Es la nefasta herencia del espíritu conquistador (¿aniquilador?) de algunos pueblos, en este caso como exponente de ese desatino histórico/político de "un país, una lengua" como muestra de dominación que conduce a la incultura, en clara contraposición con la pujanza de otros países más modernos como los Estados Unidos de América, en los que ni tan siquiera hay lengua oficial, y donde basan su, sin discusión, acendrado sentido del patriotismo, cohesión social y progreso en todos los campos en otros aspectos, quizá más alineados con lo que dice la frase atribuída a Voltaire de que uno es de donde se siente feliz y libre, y ¿cómo sentirte libre y feliz donde se coarta, dificulta y hasta se prohibe o impide el uso normal de la lengua heredada con el amor de los padres?.

Hay que reconocer, lamentablemente, que el espíritu castellano de la sociedad española ha propiciado, por su arrogancia, auténticas barbaridades con la destrucción de la cultura, historia y lengua del oponente político o del sojuzgado promoviendo eso que llaman la "historia común", que no es sino la del bando vencedor amplificada (como sucede en la mayoría de países, por otra parte). La lástima es que para verificarlo no es necesario retroceder a los años de Reconquista o a los de la Conquista de América, no; en cuestión de desapariciones de lenguas en España, el proceso parece que sea continuo. Baste citar (sin olvidar el "pecado" de hablar el castellano con un acento distinto al definido como oficial) como lenguas o variedades dialectales extinguidas o en proceso de extinción el guanche canario, el bable astur-leonés, la fabla aragonesa, el castúo extremeño, el panocho murciano, el dialecto riojano (con expresiones del euskera), etc., incluso el romaní gitano. Debe puntualizarse que, aunque no aparezcan en esta relación, la Unesco considera también lenguas amenazadas en España, a diferente nivel, el euskera, el gallego y el catalán/valenciano/mallorquín, pese a tener el status de cooficiales.
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El "tiro de salida" del castúo con ese nombre
De todas estas lenguas, seriamente amenazadas o simplemente desaparecidas entre nosotros, vale la pena detenerse por sus especiales características en el caso del castúo que, como tal denominación de lengua nació en época reciente con la intención de dignificar el habla rural extremeña. El nombre "castúo" se debe al poeta extremeño Luis Chamizo Trigueros, popularizado cuando en 1921 publicó su libro de poemas El Miajón de los Castúos en el habla rural, y que definió como "castizo, mantenedor de la casta de labradores que cultivaron sus propias tierras". En poco tiempo, el término "castúo" se extendió y aglutinó todas las formas del extremeño (estremeñu), desde las cercanas al cántabro-montañés o al astur-leonés hasta las hablas castellanas meridionales extremeñas, en tránsito hacia el leonés. Pronto dio lugar a la aparición de obras literarias en castúo, del propio Chamizo, pero, sobre todo, del más conocido José María Gabriel y Galán, de forma que el castúo o extremeño tradicional se ha plasmado en textos escritos, configurando realmente una literatura vernácula; donde cada vez son más los nuevos poetas y escritores que se interesan en utilizar esta lengua como vehículo de cultura. Para muestra y definición de los motivos que subyacen en la lengua, un botón:

Me trompecé el’otro día
con un forasteru,
mu compuestu y mu finu,
que se llegó ende la capitá,
y decía que semus lus extremeñus
incurtos y de mu mal jablá.

No soy yo una jembra
de mucha gramática
ni tampoco mu estudiá,
pero asina jablaba mi madre,
asina jablaba mi agüela,
asina jablaban lus de mucho más pa’trás,
y asina jablo yo,
pá que no se me olvide nunca ni una letra
de la que jablan también
nuestrus más grandes poetas.

Sepa usté, señó mío,
que cuandu un extremeñu jilvana
toas y ca una de las letras,
empalma comu una melodía tras otra
lo que no es otra cosa
que la lengua que se jabla
en nuestra tierra.

Sepa usté, forasteru,
qu’en cá lugá se jabla una lengua.
Y si no,
aviente, aviente usté una mirá
por lus jondones de la jistoria
a vé si se da cuenta
que no semus lus extremeñus
más incurtos que lus que nacierun
ajuera de la nuestra Extremaura.

Sepa usté, forasteru,
que sabemus mu requetebien leé y escrebí
lus extremeñus.
Pa eso, cuandu eramus zagalinas,
un maestro mu resabio,
y mu letrau,
nus enseñó en la escuela.
Y pa encandilá lus nuestrus pensares
no nus jacen falta
ni las eses, ni las jerres.

Y ya, pa terminá,
si tiene una miajina de vagá, aviente usté
una ojeá por lus librus
de Luis Chamizo ó
de Gabriel y Galán
a ve si encuentra usté, señó mío,
arguna incurtura en su pluma desgarrá.

(Maria José Mateos Pombero – "Sepa usté, forasteru ...")

Pues bien, a pesar del loable esfuerzo por parte de unos pocos por mantener viva SU lengua, aunque no sea lengua oficial, hace pocos meses un extremeño "de pro" me despotricaba en las Redes acerca del castúo a la que despreciaba, precisamente porque no es oficial y es minoritaria y con "nombre artificial inventado" en un alarde de desdén imperialista en lugar de considerarla como lo que es, un factor cultural identitario a proteger (sea cual sea su nombre), además, me decía "porque no la entiendo. ¿no pueden hablar español, como todo el mundo?"

Acabáramos. O sea, tapar ignorancia con arrogancia. Destrozar cultura ajena por incapacidad propia. Sin comentarios.

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1Las lenguas tupíes o macro-tupí son una familia de unas 80 lenguas indígenas de América habladas por los pueblos tupíes. Es la familia de mayor extensión geográfica en América del Sur, extendiéndose dispersamente tanto en la Amazonía como en la Cuenca del Plata. Comprende 10 subfamilias, de las cuales las más extendidas tanto geográfica como demográficamente son las lenguas tupí-guaraníes, en los territorios limítrofes con los delidioma español..

2Un inciso sobre este punto: nadie lo sabe con certeza, pero probablemente los números no tengan más de diez mil años de historia, referido ello a un sistema básico de palabras y símbolos para designar los números. Una de las teorías es que esta práctica surgió junto con la agricultura y el trueque, pues los números eran una herramienta indispensable para hacer inventario y asegurarte de que no te estafaban. Si, como los mundurucú, solo se cultiva lo necesario para subsistir, y el dinero ha empezado a circular por sus aldeas recientemente, no se desarrollan las aptitudes para contar. No obstante, hace decenas de miles de años, mucho antes de la llegada de los números, nuestros ancestros debían de poseer cierta perspicacia para las cantidades. Debían de ser capaces de distinguir un mamut de dos mamuts, y ser conscientes de que una noche no es lo mismo que dos noches. Sin embargo, el salto intelectual desde la idea concreta de dos cosas hasta la invención de un símbolo o palabra para la idea abstracta de «dos» tardó muchos siglos en producirse. En definitiva, los números son tan corrientes en nuestra vida que es difícil imaginar cómo hay gente que puede sobrevivir sin ellos.

3Es comprensible porque alrededor del 97% de la población mundial habla aproximadamente un 4% de las lenguas del mundo; a la inversa, alrededor del 96% de las lenguas del mundo son habladas por aproximadamente un 3% de los habitantes del mundo, según la Unesco. Así pues, casi toda la heterogeneidad lingüística del mundo corresponde a un número muy pequeño de personas.

4A veces con el desinterés manifiesto por parte de la que fue lengua dominante en mantener, antes de que se pierdan irremediablemente, los nexos "familiares" que hubo entre las lenguas, como reflexionábamos acerca de la relación español – chamorro en http://management-briznas.blogspot.com.es/2017/08/corea-estados-unidos-y-la-marcaespana.html

domingo, 3 de septiembre de 2017

Aniversarios anónimos

Si acudimos a Internet, que lo sabe todo (lo que no significa que se haya de creer sin más y sin una mínima verificación todo lo que ofrece, particularmente en cuestiones cuya "eficacia" se basa en la manipulacion, a veces descarada, de voluntades y/o sentimientos como la política, la  religión, la historia, etc.), para darle realce con efemérides a una fecha, en principio, anodina, podemos informarnos fácilmente de que hoy, día 3 de septiembre, es el aniversario de la coronación en Westminster de Ricardo Corazón de León como rey de Inglaterra, o de que el estado de Chiapas (México) se declarara independiente de España, o de que se culminara el primer vuelo transoceánico entre Europa y Estados Unidos, o.... infinidad de efemérides más, o de que hoy es la fecha de cumpleaños de Alan Ladd, la Chabuca Granda, Irene Papas, etc.

Claro que los buscadores sólo citan lo referido a personajes ilustres, personas famosas, eso que se ha dado en llamar celebridades (y que abarca, ojo, desde Stephen Hawkins o Meryl Streep a Belén Esteban o el Padre Apeles, pongamos por caso), políticos y politicastros, etc. Pero ¿y las personas normales, esas que de manera anónima representan el verdadero motor de que seamos como somos? Para compensar y tratar de suplir en lo más íntimo de cada uno esa carencia, no son pocos los medios (sobre todo escritos) que ofrecen espacios para, públicamente, felicitar en fechas señaladas o en acontecimientos de importancia en su círculo (una boda, una graduación académica, etc) a personas del montón.

Pero, es normal que haya multitud de casos en los que, parafraseando lo que dice la canción de Joaquín Sabina, el diario no hablaba de ti, incluso cuando nos encontremos ante auténticos héroes, que no hace falta que sean en el sentido épico, sino en el más cotidiano al que se refería el Premio Nobel de Literatura de 1915, el francés Romain Rolland: «Un héroe es aquel que hace todo lo que puede.», esos auténticos héroes anónimos, a veces desconocidos incluso para su entorno.

Con esta premisa argumental, resulta perfectamente lícito recordar aquí que hoy, 3 de septiembre de 2017, cumpliría 110 años Cristóbal Barranco García, uno más de esos miles de héroes anónimos. Para hacer su semblanza se impone la brevedad, sobre todo si necesariamente atendemos a que, en palabras del escritor Saramago hablando de sus abuelos, a estos héroes anónimos, en verdad, lo que les preocupaba, sin sentimentalismos ni retóricas, era proteger su pan y el de los suyos de cada día, con la naturalidad de quien, para mantener la vida, no aprendió a pensar mucho más de lo que es indispensable
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La Fundición Real de Alcora

Cristóbal, hijo de Miguel y de Mª Encarnación, vino al mundo en una pedanía del municipio almeriense de Canjáyar, a unos 4 Kms. del mismo, llamada la Barriada de Alcora, compuesta por un puñado de casas dispuestas en una sola calle. Tuvo varios hermanos con los que prácticamente perdió todo contacto, especialmente en sus últimos años de vida, lejos de Almería1.Su vida joven transcurrió en aquellos parajes: Padules, Ohanes, Beires, Almócita.... hasta que decidió formar una familia en esta última, con gran esfuerzo2 de todo tipo, en un tiempo roto por los años de servicio militar en un Tabor de Regulares en lo que entonces era Protectorado Español en Marruecos, particularmente en la zona dominada por Larache y Alcazarquivir (Al-Qaṣr Al-Kabīr hoy), a medio camino entre Rabat y Tánger.

Pero el destino es cruel y lo castigó con una dolorosa tragedia personal como fue la pérdida de su esposa que, unida a la situación de pobreza extrema en que se encontraban, que le imposibilitaba mantener a los suyos, provocó que decidiera dejar su familia y terruño y saliera a buscarse lejos la vida, yendo a parar a donde en aquel tiempo se necesitaban brazos, las explotaciones mineras de plomo y plata, en plena eclosión tras nuestra guerra (in)civil. Y allí, en las minas de El Centenillo (Jaén) (que desaparecerá como tal pueblo a mediados de la década de los sesenta del pasado siglo al agotarse los filones de mineral) parece que puede empezar a sonreirle la vida, y, solventada la preocupación por el sustento diario, es hora de pensar en formar una nueva familia. Y reunificarla con la que quedó lejos. Y... 
Y nuevamente el destino tuerce los renglones en que se escriben los proyectos y los deseos: con apenas 45 años, posiblemente debido a los sobreesfuerzos físicos dentro de la mina (con unos medios de seguridad e higiene prácticamente inexistentes entonces), se le diagnostica silicosis3 en los pulmones en un grado tal que le impide realizar cualquier trabajo, lo que acarrea otro problema serio: resulta que El Centenillo era un pueblo creado alrededor del negocio de las minas y toda la gente que trabajaba en la mina tenía vivienda de la empresa, lo que quiere decir que quien no estaba en plantilla no tenía derecho a ella4. Ese factor se traduce en que Cristóbal se ve de un plumazo sin trabajo, con una enfermedad incapacitante para poder encontrar cualquier otro, con una prácticamente inexistente protección social, y sin techo donde cobijarse él y los suyos.

Última etapa: traslado forzoso a una casa en el extrarradio de la cercana La Carolina, donde, pese a todo, y sin exteriorizar, ni él ni su entorno inmediato, ni una sola queja, protesta o acusación, intenta realizar alguna actividad que ayude a superar la maltrecha situación económica (trabajos en madera con un torno artesano a pedal y ballesta, trenzado de asientos de anea,... ) que ha de ir abandonando a medida que los efectos de la silicosis avanzan, de la misma forma que los paseos cotidianos, alguno de ellos acompañado de su hijo pequeño, con trayectos cuidadosamente elegidos para que transcurran por calles lo más llanas posible, van mermando y, poco a poco, la actividad se reducirá a recibir en casa la visita de amigos, en el fondo tan desahuciados de la mina como él (Manolo Duque, Víctor, Montesinos,.. ) para hablar de política y sociedad (nunca del pasado común en la mina), escuchando en la vieja radio Telefunken lo que las interferencias dejaban oír de Radio España Independiente, la Pirenaica, eso sí, con mucha cautela porque la sintonización de emisoras así estaba prohibidísima en aquellos duros y oscuros años de larga post guerra (tan larga, que hoy, en 2017, a juzgar por numerosos mensajes en las Redes Sociales, presumiblemente de gente del bando de los vencedores, permanece intacto con total impunidad el espíritu de revancha, menosprecio y aniquilación del oponente de hace 80 años. Pero eso es otra historia) hasta que, fatalmente, su organismo no puede más y deja este mundo a la edad de 57 años.

Mirando hacia atrás, al recuerdo de esas vivencias, uno es capaz de ver con claridad a través de ellas quienes fueron los maestros de vida, los que más intensamente nos enseñaron el duro oficio de vivir, que no son esos héroes de libro que oficialmente nos ponen delante en un altar para que los veneremos, sino gente popular que se esforzaron en levantarse cada vez que un maldito destino les hacía caer, que, en aquellos años, creyentes como eran, fueron engañados por unos políticos y por una Iglesia tan cómplice como beneficiaria del poder del Estado y de los terratenientes latifundistas, gente permanentemente vigilada por la policía, gente, cuántas y cuántas veces, víctima inocente de las arbitrariedades de una justicia falsa.

Releyendo todo el relato anterior, resulta auténticamente peculiar el caer en la cuenta de que hay un protagonista que está permanentemente en primer plano de la semblanza: la mina. Desde el nacimiento hasta la causa del final, pasando por el espejismo de ser remedio de males.

Efectivamente, en una zona como la Sierra de Gádor y la Alpujarra almeriense, llama la atención el dato de que la minería fue un importante motor económico de ella entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XX, concretamente por las minas en el municipio de Beires y por la fundición de plomo en la barriada de Alcora, perteneciente a Canjáyar, donde el sector tuvo su máximo esplendor. Precisamente, según documentos que se conservan en el Centro de Interpretación, no es descartable que la fundición de plomo de la barriada de Alcora, cuyo funcionamiento data de cuando las explotaciones de las minas eran monopolio del rey, es decir, de antes de 1825, (de ahí su nombre de Fundición Real de Alcora, fundada en 1756 durante el reinado de Carlos III) se alimentara del mineral extraído de la cercana Beires, de la más alejada de Berja, o de los excedentes del distrito minero de Linares – La Carolina. Si eso es así, el guiño trágico y morboso del augurio está servido. Sea como sea, es innegable la secuencia 1-Nacimiento en lugar relacionado con la minería > 2-El trabajo en la mina como solución a problemas económicos > 3-La mina provoca enfermedad letal > 4-Muerte en una ciudad cabecera de distrito minero posiblemente relacionado con el lugar de nacimiento, lo que cierra lo que sería un bucle sutilmente siniestro.

Parafraseando, como ya hemos hecho antes, a José Saramago, es ahora, escribiendo por primera vez sobre los ancestros familiares, cuando uno tiene conciencia de que se transforman las personas comunes que habían sido en personajes literarios y que ésa es, probablemente, la manera de no olvidarlos, dibujando y volviendo a dibujar sus rostros con el lápiz siempre cambiante del recuerdo, coloreando e iluminando la monotonía de un cotidiano opaco y sin horizontes.
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En el desarrollo del relato ,superficial pero sentido, de esta vida anónima, hemos mencionado en un par de ocasiones al escritor portugués José Saramago5 ("la escritora Sara Mago", según una insigne lideresa política, que lo dijo así en su época de ministra exhibiendo mayúscula ignorancia. Verídico. Ahí está la hemeroteca). No es casual. Y explicamos por qué. Quien sería Premio Nobel de Literatura en 1998 nació en un pueblo del Alentejo en el seno de una familia de labradores y artesanos y creció en un barrio popular de Lisboa. Su madre, pese a ser analfabeta, inculcó en él la sed de saber y le regaló su primer libro (dicen que fue O Mistério do Mohíno, la versión en portugués de The Mystery on the Moor, de Joseph Jefferson Farjeon) A los quince años abandonó los estudios por falta de medios y tuvo que ponerse a trabajar de cerrajero. De ideología, y militancia, comunista, en su extensa obra no para de preguntarse por las motivaciones de la conducta humana, qué es lo que hace que una persona haga lo que hace. En 1998 fue designado para recibir el Premio Nobel de Literatura por el conjunto de su obra como novelista, poeta, periodista y dramaturgo, y su discurso de aceptación del premio se ha convertido en, posiblemente, el discurso de Nobel más conocido y apreciado. En él habla de su obra literaria, merecedora del Nobel, claro, pero sólo después de ofrecer un sincero y sentido homenaje público a su familia y, por extensión, a todas las familias que, desde el anonimato y ejerciendo el esfuerzo y sacrificio que siempre se asumen como normales, van tejiendo el lienzo que a su vez nos da forma a nosotros.

Por ellos, por esos héroes anónimos.
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1Recuperó el contacto con su hermana María a raíz de las dramáticas inundaciones del Vallés (comarca de Barcelona), en septiembre de 1962, que provocaron alrededor de un millar de muertos (nunca se sabrá la cifra exacta ya que las riadas arrastraron, sobre todo, chabolas de inmigrantes que ni siquiera estaban censados y nadie los reclamó). Él sabía que María había emigrado a Terrassa, y cuando se divulgó la dimensión de la catástrofe, movió cielo y tierra (lo que le permitían sus medios) para saber si había resultado ilesa hasta que recibió una carta del Ayuntamiento de Terrassa confirmándoselo... y facilitándole, como prueba, su dirección.

2Como muestra de ese esfuerzo, aún pueden verse restos de una acequia que construyó él solo, en según qué tramos encaramado a los riscos de la montaña, para poder desviar alguna agua desde el cercano río Andarax a los resecos y sedientos bancales que cultivaba.

3La silicosis, conocida como la enfermedad de los mineros, es una enfermedad crónica del aparato respiratorio que se produce por haber aspirado polvo de sílice en gran cantidad. Encabeza la lista de enfermedades respiratorias de origen laboral en países en desarrollo, donde se siguen observando formas graves. La silicosis es una enfermedad fibrósica-pulmonar de carácter irreversible y considerada enfermedad profesional incapacitante en muchos países.

4Nótese la perversión que en el fondo encierra esa estrategia empresarial: cuando a alguien le alcanzaba, por ejemplo, la jubilación, se le retiraba el derecho a vivienda, y, o marchaba del pueblo, o pasaba a vivir en la de un hijo que ya trabajaba en la mina. Siempre se disponía de esa manera de mano de obra, pudiérase decir que cautiva. Como comentario al margen, duele y es triste ver la turba de defensores del actual El Centenillo como colonia de veraneo cómo exhiben insensibilidad (¿ignoracia?) de los esfuerzos y renuncias que supuso la existencia del pueblo como algo vivo, sin admitir que esa versión edulcorada a la que se aferran esconde muchos sacrificios.

5Pocos saben que Saramago es el apodo familiar de los Meirinho Sousa, su familia. Lo que ocurre es que, al inscribir al pequeño José en la escuela primaria, y pedir sus documentos identificativos para ello, se descubrió que por error se incluyó en su certificado de nacimiento el apodo Saramago como apellido, y así se quedó. De esta forma, José se convirtió en el primer Saramago "oficial" de la familia Meirinho Sousa