domingo, 26 de junio de 2022

...ligero de equipaje... (Antonio Machado)


Nacemos sólos, vivimos sólos, morimos sólos. sólo con nuestro amor y nuestra amistad podemos crear la ilusión del momento de que no estamos sólos.” es una frase del cineasta Orson Welles repetida hasta la saciedad durante los últimos cincuenta años en poemas, novelas, canciones, películas o cualquier otra forma de expresión imaginable. Cuanto más rico, económicamente rico, es un país o una cultura, más legitimado se siente el individuo -la gente, nosotros- para repetir y repetir ese fácil estribillo: "Nacemos sólos, vivimos sólos y morimos sólos" y preguntarnos ¿por qué se supone que uno deba pasar toda la vida trabajando, sudando, luchando?, o ¿por qué ni los amigos, ni la pareja, ni tareas sobre la conjugación del pluscuamperfecto, ni la determinación de la raíz cuadrada de la hipotenusa, pongamos por caso, ayudarán a evitar ese destino? Realmente, desde los albores de la historia han nacido unos 110,000 millones de seres humanos y ninguno ha sobrevivido. Actualmente hay unos 7.000 millones de personas en el mundo y mueren alrededor de 160,000 por día. ¿Todos sólos?


La frase
de marras, de apariencia limpia e ingeniosa, en el fondo encierra una patente de corso, un derecho al egoísmo absoluto, a mirarse el propio ombligo y despreciar por completo el ombligo de cualquier otro ser humano, porque allá él, que como ha nacido sólo, vive sólo y morirá sólo o se busca la vida -como creemos con toda sinceridad y estupidez- o se le pisa con la misma indiferencia que si fuese una carretera, una acera, un trozo de tierra, un pedazo de suelo. Basta detenerse a pensar un sólo minuto, un pequeño y breve minuto, para desmontar la frase, para comprender que a pesar de que suena bien -repetir "sólo" tres veces logra una aliteración encantadora- es una falacia, una mentira e incluso un absurdo. ¿Conocéis a alguien que haya nacido sólo? ¿que su madre, al menos su madre, no estuviese con él? Ni siquiera en el hipotético caso de un bebé-probeta puro, un producto de laboratorio, existiría esa soledad pues habría un médico o científico encargado de supervisar el proceso. El ser humano, además, es tan frágil que no sólo no nace sólo, sino que durante los primeros y bastante largos años de su vida moriría en muy poco tiempo si no hubiese otros que le cuidasen, atendiesen, diesen su tiempo y energía para alimentarle, ayudarle y enseñarle.


Que no vivimos sólos es tan evidente que apenas merece la pena dedicar una línea a rebatirlo; vivimos rodeados de otras personas, mejores o peores, interactuamos constante y voluntaria
sólo involuntariamente con ellos. Si estuviera sólo en el mundo, el sastre no tendría comida, el campesino carecería de ropa, el mecánico de gasolina, el lector de libros. Jamás estamos sólos y es un simple juego mental, imaginación pura y decadente, el considerar que sí lo estamos porque ello justifica comportamientos no solidarios, egoístas, miserables. No podemos ser indiferentes y apáticos a la vida y a todas las cosas maravillosas que esto nos puede traer, pues la felicidad es algo que siempre debemos cuidar y estar atentos de ella. Definitivamente el amor y la familia son motores que nos impelen y robustecen nuestra actitud de superación para hacer las cosas y para terminar lo empezado. Contrariamente a lo que apunta la frase de Welles, los verdaderos sentimientos no son ilusión.


En cuanto a la muerte es el único punto de esa frase que a veces sí que es verdad y en el que se apoyan los dos primeros y falsos "s
ólos". A veces alguien muere en accidente, o se suicida, o carece de compañía en el preciso momento en el que una enfermedad le da el último zarpazo. Pero aún en ese momento esa soledad es relativa pues está mitigada por la huella, buena o mala, que hayamos dejado durante los años que nos haya tocado vivir; y ya sin vida visible siempre hay "alguien" que se encarga de enterrar, quemar o velar su cadáver. No nacemos sólos, no vivimos sólos, no morimos sólos. Somos parte de una especie, mínimas partes de una especie. La soledad es poesía o literatura o sueño. Un pretexto mezquino para no amar y cuidar a quienes nos rodean: nuestros iguales; los otros.


Cosa muy diferente es la creciente conciencia, a medida que pasan los días y se acerca el final (que, con toda seguridad, llegará), de que en el temido y anunciado momento el proceso sólo le afectará a la persona, y se cumplirá eso,
ahora sí, de que uno muere sólo, sin otras personas… y sin ninguna de esas cosas que quizá hayan dado forma a una vida porque todos somos propensos a desarrollar eso que llamamos apego material en algún momento de la vida. Después de todo, en la sociedad moderna suele suponerse que, cuanto más cosas tiene una persona, mayores serán sus probabilidades de ser feliz, el apego o las dependencias emocionales que todos los humanos sufrimos en mayor o menor medida. Cuando asumimos erróneamente que la acumulación de objetos (a veces innecesarios) nos conducirá a la felicidad absoluta, nos condenamos a expectativas imposibles de alcanzar. En lugar de pensar en los aspectos materiales de la vida como “fórmulas mágicas” para la plenitud, los expertos recomiendan enfocar la riqueza material como “señales del éxito” que hemos construido con los años. Dejamos que el apego a las cosas materiales nos consuma cuando olvidamos que la vida está llena de pequeños detalles que pueden hacernos sentir mucho más plenos que una visita al centro comercial, o un televisor gigante. El psicólogo Walter Riso se ha dedicado a estudiar este concepto de apego transmutado en adicción que, según él, significa el principal motivo de sufrimiento de la humanidad, hasta el punto que cree que se deberían hacer campañas de prevención durante el ciclo educativo: desde primaria hasta los doctorados. El psicólogo tiene claro que si consideras que algo o alguien en tu vida es indispensable para tu felicidad, tienes un grave problema porque “estás a la sombra de tu amo”.Riso señala las necesidades secundarias de las cuales podríamos prescindir para nuestra supervivencia emocional y proporciona claves para enfrentarnos a nuestros apegos. Para el psicólogo, “crear una relación dependiente significa entregar el alma a cambio de obtener un falso placer y seguridad. En términos budistas, somos muy ignorantes. Las cosas cambian, se transforman, y eso lo saben bien en las sociedades orientales. Nosotros tenemos muy claro este concepto sólo mentalmente, pero simplemente lo tenemos incorporado automáticamente. En los países orientales te educan con la ley de la impermanencia, de que las cosas no son para siempre, y hay que estar listos para la pérdida. ¿La felicidad está en obtener las cosas, o en necesitar lo menos posible? Tenemos que llegar hasta la felicidad de una manera más armoniosa, más relajada. Así que nuestra sociedad es ignorante en el sentido de que no aceptamos la pérdida ni la desesperanza”.


C
laro, que una cosa es la teoría y otra llevarla a la práctica. Es cierto que alguien dominado por el apego material es emocionalmente inmaduro, tiene baja tolerancia al dolor, no lo soporta, muy poca tolerancia a la frustración, le horroriza que las cosas no sean como quiere que sean y tiene una ilusión de permanencia, piensa que hay cosas que pueden durar para siempre, y una gran vulnerabilidad hacia el placer que hace que no tengan autocontrol, pero conviene examinar los motivos emocionales ocultos detrás del apego material, aplicando también la fórmula a todos los objetos a los que se ha desarrollado apego; siempre hay un motivo emocional detrás que posiblemente se remonte a tu infancia. Posiblemente el primer y principal escollo sea asumir, no ya que nos iremos, sino que lo haremos realmente sólos, sin nada ni nadie, y que la vida seguirá para los demás, una vida que no es la nuestra porque aquel disco cuya audición en directo tanto nos marcó, aquel libro que nos trajeron unos amigos del extranjero escondido porque aquí estaba prohibidísimo,…no es lo que se tiene, sino lo que se piensa de lo que se tiene, tantas cosas que han dado forma a nuestra vida, en un momento pasan a ser molestos elementos en unos anaqueles, de los que se ha de prescindir, luego entonces, desapegarse de algo (o de alguien) es asumir serenamente que el dolor será inevitable y la persona cambiará un sufrimiento inútil por un sufrimiento útil, que es el de la pérdida asumida. Por cierto, la pandemia y la crisis económica actual nos servirán para que nos demos cuenta de la energía que estamos perdiendo con cosas superfluas. Las crisis muestran lo superfluo, lo inútil y las necesidades que te habías creado y de las cuales puedes prescindir. Aprender a prescindir de algo o de alguien es muy importante; cuando lo haces, estás con un pie en la liberación. La crisis puede ser un gran terapeuta sin anestesia para los desapegos. Una crisis implica un cambio de valores y hace que las personas aprendan a desprenderse de muchas cosas por las malas dándole prioridad a los buenos momentos vividos y recuerdos intangibles. Serán lo único que importe al final del viaje.

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domingo, 19 de junio de 2022

La censura, válgame Dios, cuánta incultura (La Trinca).


Fue el dramaturgo alemán Bertolt Brecht quien a uno de sus poemas le dio el nombre de “Malos tiempos para la lírica”, una frase hecha en el contexto del ascenso al poder de los nazis en Alemania, pero que salvando las distancias podemos aplicar a las consecuencias más inmediatas de todo lo que estamos padeciendo. No son momentos para jugar al despiste, para pretender que somos o no somos o para tratar de retorcer la verdad. Lo creamos o no, todos, de todos los colores, nos encontramos en una situación de profunda crisis, económica, sanitaria, educativa y también de valores. Queremos que nos salven no sólo de la pandemia, sino también de la caída libre de la económica, de la pérdida de miles, quizás de cientos de miles de empleos, pero nos aferramos a fórmulas caducas en las que “vestir al muñeco” es más importante que la transparencia, la claridad... o, simplemente, la honestidad. La Trinca era un trío, un grupo de música y espectáculo catalán, con actuaciones en castellano y catalán, uno de los fenómenos musicales y escenográficos más populares de la década de los setenta y primeros años ochenta del siglo pasado en los Països Catalans y en los que su propuesta artística se basaba en la crítica social y política siempre con humor, haciendo parodia, y con atrevidas puestas en escena. En marzo del año 1981 editó el disco Nou de Trinca (juego de palabras con el nombre del grupo. Aunque formalmente podría ser “El nuevo de La Trinca”, la expresión “nou de trinca” significa “flamante, sin estrenar”), que incluía una canción elaborada a toda prisa con el título La dansa del sabre (La danza del sable) y con la música de la célebre composición homónima, parte del ballet Gayaneh, de Aram Ilich Jachaturián, en la que ofrecían su versión del muy reciente golpe de estado del 23-F, quizás una de las más honestas que se han podido dar a lo largo de estos más de cuarenta años. La canción recuerda cómo la noche del golpe se pasó "con serenidad, pero con el culo apretat" e incide escépticamente en que al día siguiente el efecto final había sido gritar "Viva España i viva la Constitución... mira per on! ...i visca el rei... ves quin remei". (Viva España y viva la Constitución… mira por donde… y viva el rey,… qué remedio) Lo que parece el engaño colectivo de que Juan Carlos había salvado la democracia ya hacía fruncir el ceño entonces, pero ahora parece que no avergüenza a nadie tras lo investigado y publicado estos años sobre el tema, aunque hoy los medios vuelven a hacer un ejercicio de pleitesía y vasallaje tragándose una vez más punto por punto la postura oficial a partir de los contenidos de los discursos del hijo de Juan Carlos, Felipe VI, que son un intento de blanquear la monarquía y su dudoso papel ante el golpe de Estado perpetrado por altos mandos del ejército y de la Guardia Civil.

Revisando hoy, aunque sólo sea a través de ese último disco Nou de trinca, la obra de La Trinca, se observa fácilmente la regresión que se ha instalado en nuestra sociedad, pues alguna (la mayoría) de críticas serían impensables hoy, salvo que uno se arriesgue a ser acusado de no sé qué por expresar en ellas una idea diferente a la doctrina oficial, como ha sucedido en conocidos casos reales; temas como la lengua, el medio ambiente, el fascismo, etc., motivo de crítica entonces, permanecen (aún peor ahora) de rabiosa actualidad, con la particularidad de que, por un mal entendido patriotismo (que va calando) está mal visto, o es incluso delito, disentir sobre ellos,… y argumentarlo. Volvemos, todo lo indica, a tiempos pasados que se daban por superados, en terreno abonado para la autocensura por pura supervivencia; acudamos de nuevo a La Trinca en una de sus canciones: “Ai la censura! ai la censura! / Valga'm Déu quina tortura! / Ai la censura! ai la censura! / Valga'm Déu quina aventura! / Ai la censura! ai la censura! / Valga'm Déu quanta incultura!” (“¡Ay la censura! ¡ay la censura! / ¡Válgame Dios qué tortura! / ¡Ay la censura! ¡ay la censura! / ¡Válgame Dios qué aventura! / ¡Ay la censura! ¡ay la censura! / ¡Válgame Dios cuánta incultura!”) y convinamos en que la censura nunca se puede considerar aisladamente, sino integrada en un sistema represivo que, en el caso de la España franquista (en los inicios de La Trinca), tenía como finalidad velar por la pureza ideológica del nuevo Estado totalitario. Y en la España actual… Es evidente que el país aún no ha sido capaz de hacer frente y superar su traumática historia reciente. La Ley de la Memoria Histórica de 2007 supuso un gran paso adelante que permitió reexaminar el pasado e inició un debate sobre las consecuencias de la represión franquista. Desde un punto de vista cultural, la ley promovió la retirada de estatuas y símbolos públicos que enaltecían la dictadura, pero sin hacer referencia a otros productos culturales como los libros. El llamado pacto del olvido facilitó la transición hacia la democracia, pero entre otras muchas consecuencias impidió que se desarrollaran estrategias sistemáticas para prevenir la publicación y lectura de obras censuradas. De hecho, muchos textos han sido restaurados o traducidos de nuevo, pero estos esfuerzos muchas veces han pasado desapercibidos.


La censura sigue viva, y la circulación de textos expurgados podría incluso aumentar en el futuro. El uso de las nuevas tecnologías y el hecho de que muchos textos de los años 30 y 40 empiecen a pasar al dominio público (y por tanto estén libres de derechos), hace que sea fácil reeditar versiones digitales o en papel de los clásicos. En este sentido, la censura es uno de los legados más persistentes e invisibles del régimen franquista. Su efecto en España y otros países hispanohablantes es incalculable, ya que distorsionó las opiniones de centenares de escritores respecto a la guerra civil o temas sociales como la monarquía, el control de la natalidad, los roles de genero y la homosexualidad, por poner algunos ejemplos. La cuestión es cómo hacer frente a este complejo legado, particularmente ahora que Vox ha sugerido derogar la ley de la Memoria Histórica bajo el pueril pretexto que manipula el pasado1. Hoy se habla mucho de libertad de expresión al mismo tiempo que los poderes y los grupos de presión, ideologías de todo signo, establecen todo tipo de líneas rojas, prohibiciones, trabas y barreras sobre lo que permisible, o no, a la hora de expresarse. Por otra parte, con el tiempo, la visión de lo que se expresa, y su relación con lo social, cambia, por lo que también cambia la idea de lo que debe ser censurado. Durante siglos algunas de las manifestaciones en iglesias de los siglo VII al XII, que se realizaron siguiendo tradiciones del momento, fueron consideradas pecaminosas y muchas veces ocultadas o destruidas. Hoy las sacamos a flote, y es que, aquello que un día fue considerado inmoral, con el paso del tiempo, no mucho, puede convertirse en canon ya no sólo estético, sino en cierta medida también cultural de una determinada sociedad.


Cada cultura delimita la definición y el uso de lo obsceno, de lo blasfemo y de lo apropiado o inapropiado. Para poder penalizar algunas manifestaciones es necesario limitar, delimitar el derecho a la libertad de creación artística, de tal forma, que las manifestaciones susceptibles de ser consideradas como obscenas o hirientes, queden fuera del ámbito amparado por el derecho. La censura ha sido aplicada por los Estados, las religiones, los sistemas educativos, las familias, los minoristas y los grupos de presión, hacia las artes, la pintura, la escultura y la música, para la expresión periodística y casi para cualquier tipo de expresión, en un lugar o en otro del mundo2, y en la mayoría de los casos con violación de las convenciones internacionales de derechos humanos. No es casual el que los primeros casos de censura en la historia hayan coincidido con el nacimiento de la democracia y del concepto de las libertades civiles. Tampoco parece fruto del azar el que sus primeras víctimas hayan sido, precisamente, dos maestros de la palabra: el bardo y el pensador. La censura, por ejemplo, a estos dos intelectuales, Sócrates3 y Arquíloco4, filósofo y poeta, nos muestra cómo opera siempre en esa zona crepuscular que media entre la libertad y la opresión, entre la verdad y el silencio. También nos muestra cuán violenta puede ser la reacción por parte del poder cuando se siente amenazado. Ya digo, malos tiempos para todo, también para la lírica, como aseguraba Brecht.

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1Siguiendo, seguramente, el “ejemplo” de las recientes elecciones en Filipinas, donde, a pesar de haber sido condenado por evasión fiscal en 1995, el elegido nuevo presidente del país, el hijo del que fue dictador, 'Bongbong' siempre se mantuvo leal a su familia pese a los 40 casos judiciales que investigan su fortuna. El dictador padre, Ferdinand Marcos, fue acusado de expoliar unos 10.000 millones de dólares en el erario, torturar a miles de ciudadanos e incluso ejecutar a 3.257 personas y .fue expulsado en 1986 tras una revolución popular pacífica que acabó con el régimen déspota y corrupto de 21 años. Pero la campaña electoral se ha visto gravemente afectada por la operación de desinformación masiva que ha inundado las redes sociales con noticias falsas y ataques continuos entre candidatos. Una desinformación, principalmente en Facebook, de la que lleva años advirtiendo la periodista y nobel de la paz filipina, María Ressa, ha permitido reescribir el legado de Marcos e Imelda Marcos.

2 Hay actos de censura, cuando menos, llamativos: la famosa estatua del David, de Miguel Ángel, se esculpió con las “vergüenzas” al aire, y ahí está, y aunque hubo sus problemas en Florencia en su tiempo, se mantiene desnudo, actualmente expuesto en la Galería de la Academia de Florencia y una copia realizada en mármol blanco en la plaza de la Señoría de la capital toscana. Fue cuando la reina británica Victoria, en el siglo XIX recibió una réplica de regalo del David, se hizo una hoja de parra que ocultara para la reina las partes pudendas y la soberana pudiera admirar el David sin rubores..En una poco visitada bóveda del Museo londinense de Victoria y Alberto se puede apreciar una hoja de parra enorme creada especialmente para la monarca.

3Sócrates, filósofo griego maestro de Platón y, por ende, de Aristóteles, fue capaz de llevar su idea al plano del conocimiento, al sostener que el conocimiento es virtud y la ignorancia vicio. Su inconformismo lo impulsó a oponerse a la ignorancia popular y al conocimiento de los que se decían sabios, aunque él mismo no se consideraba un sabio.

4Arquíloco, poeta griego, pasó a la posteridad como personaje polémico por escritos de Plutarco. Las obras de Arquíloco fueron igualmente polémicas, tanto por sus ataques virulentos contra variados personajes y su habilidad para crearse enemistades como por contradecir con algunos de sus versos los valores bélicos de la época. Nietzsche lo referencia como el artista "dionisíaco" lírico de entre los poetas de la antigüedad, contrapuesto a Homero, el artista "apolíneo" épico

 

domingo, 12 de junio de 2022

Envejecimiento... y vejez.


En este blog ya se ha mencionado a veces el fenómeno del paso del tiempo en el entorno que nos influye/forma y sus efectos, tanto emocionales (recuerdos y añoranzas, básicamente) como de otro tipo, deteniéndonos en el uso, casi peyorativo, que se le da a ese paso del tiempo en las personas: tercera edad, ancianidad, vejez,… Hoy iremos un paso más allá en nuestras reflexiones para darle vueltas a los efectos del paso del tiempo en las personas, huyendo del almibaramiento con un tema, ya de por sí crudo y que solemos orillar, y es que, el envejecimiento es un fenómeno natural presente a lo largo del ciclo vital desde el mismo proceso de la concepción hasta la muerte pero que, sin embargo, a pesar de ser conocido por todos los seres humanos, es difícil de aceptar como una realidad innata del ser humano1. Cada cultura intenta encontrar su propio significado de envejecimiento, asumiendo como ciertas, concepciones basadas desde el imaginario social, lo que ha promovido interpretaciones erróneas y con esto un temor a envejecer. Como resultado de estas interpretaciones surgen los mitos y estereotipos negativos frente a lo que significa este proceso normal que hace parte del ciclo vital. Actualmente, el envejecimiento de la población es uno de los fenómenos sociales de mayor impacto de este siglo; según la Organización Mundial de la Salud - OMS, en el pasado siglo XX se produjo una revolución de la longevidad en la que la esperanza media de vida al nacer aumentó 20 años desde 1950 y llegó a 66 años de media en todo el mundo, y se prevé que para el año 2050 haya aumentado 10 años más (para el 2050, el número de personas de más 60 años aumentará a casi 2000 millones, y se prevé que el porcentaje de personas de 60 años o más se duplique, pasando de un 10% a un 21%. Ese incremento será mayor y más rápido en los países en desarrollo, donde se prevé que la población anciana se multiplique por cuatro en los próximos 50 años). Actualmente el envejecimiento se considera un problema de salud pública tanto a nivel nacional como internacional, ya que el cambio en la pirámide poblacional se ha volcado hacia el aumento de la población y desafortunadamente los gobiernos no están preparados para las consecuencias físicas, mentales, sociales y sanitarias que esto implica, motivo por el cual conviene ahondar en el conocimiento del mismo desde múltiples perspectivas. Existen numerosas definiciones del envejecimiento y muchas coinciden en tratarlo como un proceso dinámico, multifactorial e inherente a todos los seres humanos. La OMS lo define como el "Proceso fisiológico que comienza en la concepción y ocasiona cambios en las características de las especies durante todo el ciclo de la vida; esos cambios producen una limitación de la adaptabilidad del organismo en relación con el medio. Los ritmos a que estos cambios se producen en los diversos órganos de un mismo individuo o en distintos individuos no son iguales" y el diccionario de la Real Academia de la Lengua lo define como "la acción y efecto de envejecer"; es decir, hacer viejo a alguien o algo; hacerse viejo o antiguo; durar o permanecer por mucho tiempo


Cuando se hace referencia al envejecimiento como un proceso, se parte de todos aquellos cambios de orden biológico, psicológico y social por los que atraviesa cualquier persona después de los 25-30 años de edad y que de forma activa se perpetúan hasta el final de la vida. Estos cambios son inherentes a todo ser humano y diferentes para todos ellos, pero a su vez son el resultado de contextos multidimensionales como la situación económica, estilos de vida, satisfacciones personales y entornos sociales que influyen de forma directa en el proceso de envejecer. El envejecimiento también se ve influido por las enfermedades padecidas, el sufrimiento acumulado a lo largo de la vida, el tipo de vida que haya llevado la persona y los factores de riesgo y ambientales a los que ha estado sometida. Pero no solo se trata de este tipo factores, sino que los genes también tienen mucha importancia en este proceso. La vejez es una de las etapas de la vida: la última, donde el ser humano ha alcanzado su máxima expresión de relación con el mundo; ha llegado a la madurez total a través de una gran cantidad de experiencias adquiridas durante los momentos e instantes disfrutados. Se podría afirmar entonces que la vejez es un subconjunto de fenómenos y procesos que forman parte de un concepto más global: el envejecimiento: nacemos envejeciendo, vivimos envejeciendo, y así morimos.


Catalogar a una persona de anciana es un hecho muy variable, viéndolo desde el punto de vista de quien hace esta
valoración. Para entender esta afirmación es necesario definir la edad efectiva de una persona, que puede establecerse teniendo en cuenta cuatro tipos de edades: cronológica (número de años transcurridos desde el nacimiento de la persona), biológica (determinada por el grado de deterioro de los órganos), psicológica (el funcionamiento del individuo en cuanto a su competencia conductual y adaptación), y social (establece el papel individual que debe desempeñarse en la sociedad en la que el individuo se desenvuelve). Por esta razón, el proceso de envejecimiento no debe ser visto solo desde el punto de vista cronológico, sino que deben tenerse en cuenta los factores personales y ambientales que influyen en él. Es, por supuesto, una época de cambio: la apariencia física se modifica de forma progresiva, aparecen las canas, las arrugas, y cambia la distribución de la grasa corporal; también se observan modificaciones importantes en el funcionamiento de los órganos y sistemas corporales y, por otro lado, la vejez también debe verse como una etapa de desarrollo y madurez; muchos ancianos son más pacientes y tolerantes, tienen una mayor aceptación del otro, tienen mayor experiencia y esto les permite ver la vida de una manera diferente, aprecian la relatividad y comprenden que el presente tiene un pasado y un futuro. Como ya se ha recogido en anteriores entradas de este blog, a la etapa del proceso vital humano relacionado con el envejecimiento se le han dado varias denominaciones, como vejez, ancianidad, tercera edad, longevidad, discapacidad, entre otros, los cuales tienen diversas explicaciones y connotaciones, algunas percibidas como negativas. De ellas, destacaremos aquí la vejez, fase final del proceso de envejecimiento que simplemente equivale a vivir muchos años, en comparación con otras personas del mismo grupo poblacional o al estado de una persona que por razones de aumento en su edad sufre una decadencia biológica en su organismo, y al de discapacidad, que nada tiene que ver con el envejecimiento, y que se define como cualquier limitación grave que afecte a la capacidad de realizar actividades, y cuyo origen sea una deficiencia, o sea, pérdida o anomalía de un órgano o de su función.


A
l final, el envejecimiento es una construcción social, influido por múltiples factores arraigados en el contexto genético, social e histórico del desarrollo humano, cargado de afectos y sentimientos que se construyen durante el ciclo vital y están permeados por la cultura y las relaciones sociales2 de tal manera que no es claro precisar el estadio de la vida en el cual se ingresa a la vejez y cada vez la concepción de esta está más alejada de la edad cronológica y tiene mayor estructuración desde lo individual y lo social. Es un proceso irreversible aunque admite modificación continua, autoevaluación, redefinición de uno mismo y de sus habilidades, donde la experiencia se convierte en la principal estrategia para afrontar los cambios, es una experiencia única, individual y universal que iInvolucra todas las dimensiones del ser humano teniendo muy en cuenta que ser viejo no implica envejecer,… e implica necesariamente la aceptación y el movimiento hacia el final de la vida. Precisamente el hecho de que sea una experiencia individual hace que sea conveniente poner en cuarentena las “soluciones estándar” para “una mayoría” que prescinden de particularidades; en este sentido se hizo viral en las Redes una carta que, al parecer, se encontró a una anciana cuando murió en una pequeña residencia destinada al tratamiento “estándar” de “enfermedades de la vejez” cercana a Dundee, Escocia.


¿Qué ven, hermanas? ¿Qué ven? ¿Qué piensan cuando me miran? Una vieja malhumorada, no demasiado inteligente, de costumbres inciertas, con sus ojos soñadores fijos en la lejanía, la vieja que escupe la comida y no contesta cuando tratan de convencerla “Vamos, haga un pequeño esfuerzo”. La viejita, que ustedes creen que no se da cuenta de las cosas que ustedes hacen y que continuamente pierde el guante o el zapa, la viejita que, contra su voluntad, pero mansamente, les permite que hagan lo que quieran, que la bañen y alimenten, sólo para que así pase el largo día.

¿Es esto lo que piensan? ¿Es esto lo que ven? Si es así, abran los ojos, hermanas, porque esto que ustedes ven no soy yo. Les voy a contar quién soy, cuando aquí estoy sentada tan tranquila, tal como me ordenan, cuando como por orden de ustedes.

Soy una niñita de diez años que tiene padre y madre, hermanos y hermanas, que se aman.

Soy una jovencita de dieciséis años, con alas en los pies, que sueña que pronto encontrará a su amado.

Soy una novia a los veinte, mi corazón da brincos, cuando hago la promesa que me ata hasta el fin de mi vida.

Ahora tengo veinticinco, tengo mis hijos, quienes necesitan que los guíe, tengo un hogar seguro y feliz.

Soy mujer a los treinta, los hijos crecen rápido, estamos unidos con lazos que deberían durar para siempre.

Cuando cumplo cuarenta mis hijos ya crecieron y no están en casa, pero a mi lado está mi esposo que se ocupa de que yo no esté triste.

A los cincuenta, otra vez, sobre mis rodillas juegan los bebés, de nuevo conozco a los niños, a mis seres amados y a mí.

Sobre mí se ciernen nubes oscuras, mi esposo ha muerto, cuando veo el futuro me erizo toda de terror; mis hijos se alejan, tienen a sus propios hijos, pienso en todos los años que pasaron y en el amor que conocí.

Ahora soy una vieja. ¡Qué cruel es la naturaleza! La vejez es una burla que convierte al ser humano en un alienado, el cuerpo se marchita, el atractivo y la fuerza desaparecen, allí, donde una vez tuve el corazón ahora hay una piedra. Sin embargo, dentro de estas viejas ruinas todavía vive la jovencita. Mi fatigado corazón, de vez en cuando, todavía sabe rebosar de sentimientos.

Recuerdo los días felices y los tristes. En mi pensamiento vuelvo a amar y vuelvo a vivir mi pasado. Pienso en todos esos años que fueron demasiado pocos y pasaron demasiado rápido, y acepto el hecho inevitable que nada puede durar para siempre.

Por eso, gente, abran sus ojos, abran sus ojos y vean Ante ustedes no está una vieja malhumorada ante ustedes estoy YO!!

Y nunca se olviden de los viejos malhumorados, esas PERSONAS con sus sentimientos y su historia.


Para acabar, digamos que el envejecimiento es un proceso complejo de la vida, donde se experimentan cambios de orden físico, psicológico y social entre otros; por lo cual, se constituye en un espacio ideal para brindar herramientas de intervención que permitan entender el fenómeno de envejecer y la vejez es una etapa de la vida en la que cada vez se encuentra más gente y todos caminamos hacia ella, aunque no lo queramos asumir; la esperanza de vida se prolonga y, al mismo tiempo, se nos exige ser eternamente jóvenes, en el mundo occidental, los viejos son casi invisibles en los medios y su imagen parece proscrita en una sociedad en la que predominan el culto a la salud y la juventud. Pero los viejos existen, siempre han existido aunque, no lo obviemos, la vejez también ha sido maltratada incluso en sus representaciones artísticas. Un cuadro que nos hace pensar es el de Anciano con su nieto, del maestro de Miguel Ángel Ghirlandaio (nacido como Domenico di Tommaso Curradi di Doffo Bigordi, el apodo de Ghirlandaio -fabricante de guirnaldas- le llegó de su propio padre, joyero), cuadro en el que, además de unos rojos fantásticos y de un bello paisaje de fondo, el artista nos muestra la vejez sin tapujos. La verdad es que el abuelo tiene de todo: arrugas, una nariz deformada, extrañas pilosidades en la frente. Esta realidad se hace más evidente frente a la perfección de las facciones y la piel infantil. Pero un milagro produce la belleza, es la mirada. Una mirada de profundo afecto pero también una mirada universal que une a las distintas generaciones, que trasmite que infancia y vejez son etapas de la misma aventura: la vida.

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1Aunque la vejez es la etapa de la vida en que los síntomas del envejecimiento se hacen más evidentes, hay estudios que evidencian que incluso un feto humano de 7 meses manifiesta características (edad, desarrollo y especialización biológica, psicológica, y hasta social) diferentes a las de uno de 3 meses

2El medio ambiente, la familia y la comunidad son aspectos importantes en el envejecimiento. Además de los factores físicos, el envejecimiento también depende de factores cognitivos y mentales de forma que hay correlaciones entre los niveles de educación, conocimiento adquirido y el envejecimiento. Determinadas investigaciones han demostrado que la actividad mental mantiene al individuo alerta y saludable. Las capacidades cognitivas son especialmente importantes en el envejecimiento. El aprendizaje y la estimulación continua ayudan a las personas mayores a permanecer cognitivamente intactas. Especialmente importante es la actitud del individuo; si percibe el envejecimiento como algo aislado, se aislará y comenzará a fallar; pero si lo percibe como una parte integral de la estructura social, prosperará. El apoyo social y la percepción tienen una influencia muy poderosa sobre la adaptación a las limitaciones físicas y cognitivas. En ese sentido, el “envejecimiento activo” propuesto por la OMS en 2002, está, enunciado como el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen. El término “activo” hace referencia a una participación continua en aspectos sociales, económicos, culturales, espirituales y cívicos, no sólo a la capacidad para estar físicamente activo, si se quiere hacer del envejecimiento una experiencia positiva con una vida más larga.

 

domingo, 5 de junio de 2022

De eso me acuerdo... así.


Los tiempos cambian, los recuerdos quedan…” 

Alberto Ventura Domper (más conocido simplemente como Alberto Domper) fue un locutor argentino que se afincó en España, en Madrid y Barcelona. En la capital catalana puso en marcha la fórmula Radio Reloj de la que fue director. Su voz sonaba en las ondas de la radio española con todo el acento argentino; nacido en Mendoza (Argentina), empezó su carrera radiofónica, a la edad de 18 años, en varias emisoras de Hispanoamérica. Como jefe de programas y locutor, pasó a Radio África de Tánger hasta 1958, en que vino a España para incorporarse a Radio Intercontinental, de Madrid, como director artístico, en 1969 se trasladó a Barcelona, a la Cadena SER como director de Radio España, y regresó a Madrid en 1978. Su labor radiofónica fue distinguida en tres ocasiones con el premio Ondas. A Domper pertenecía la voz acariciadora y envolvente que con frases como “...Baja la luz, deja sólo el resplandor del ventanal, y en la penumbra de tu cuarto, sueña…” introducía cada noche un programa musical, con música “reposada” que yo solía escuchar, en la segunda mitad del año 1974 para ser exacto, ya en la cama, en una pequeña radio de pilas, con mucho cuidado de no molestar a los vecinos, pues se trataba de un dormitorio comunitario en unos edificios que ya no existen. El locutor solía meter “de rondón” en el programa piezas musicales de su Argentina natal, desde tangos (todos comentados) hasta canciones que me permitieron descubrir o saber más de Roberto Goyeneche, Horacio Guaraní, Facundo Cabral, Jorge Cafrune y tantos otros, conocidos o no. Una de esas noches, programó una milonga, Cosas que pasan, de un para mí desconocido José Larralde, que me atrapó de inmediato. Busqué en las tiendas especializadas de discos (entonces había) sin encontrar ninguna referencia y, a punto de arrojar la toalla, encontré en una el vinilo de larga duración Pa’ que dentre, que aún conservo, en el que está la milonga escuchada en la radio, y que me sirvió para comprobar que la pieza radiada no era casual “flor de un día”, sino que el tal Larralde era un autor a considerar a juzgar por la treintena de discos (aparte recopilatorios) que tiene editados y las temáticas que aborda en ellos. El contenido poético en la mayoría de las letras de Larralde es muy fuerte y según el punto de vista en que se lo mire, crítico, razonable y contradictorio. En casi todas ellas están presentes las vivencias, los oficios, los momentos vividos por los distintos personajes que él conoció a lo largo de su vida, los menesteres de sus ocupaciones, el mal trato, los bajos jornales, la pobreza y sobre todo el hambre y la explotación. Todo esto influyo en la actividad de Larralde, principalmente durante el gobierno de facto de los militares en Argentina1, que obligaron al artista a sufrir interrupciones en sus grabaciones y actuaciones, porque lo consideraban un tipo peligroso y desestabilizador2.


Las canciones de Larralde son críticas, dolorosas, tristes, a veces desoladoras. Describen el durísimo trabajo del gaucho, del hombre de campo de la pampa (en el sur de la provincia argentina de Buenos Aires y de la Patagonia), y las letras llevan verdad; la verdad de quien conoce muy bien los problemas y el sufrimiento del trabajo rural en un ámbito desolado y áspero. Larralde habla de oficios, situaciones y personajes que conoce y que fue incorporando a lo largo de muchos años de vida rural, pues, nieto de un abuelo navarro que emigró siendo niño a Argentina, antes de ser cantor y guitarrero, como él se define, había sido trabajador rural, tractorista, albañil, soldador eléctrico, mecánico. “Trabajé de todo. En los tractores o de alambrador, cavando zanjas o en el ferrocarril. Muerto de frío, comiendo poco y mal y sin saber si había otra cosa. Pero también sabía que ahí no me iba a morir. La meta mía no era eso. Ya a los 22 años me había hecho mi rancho. Me compré un lote y con mis manos levanté una casa con ladrillos de tercera en mi pueblo. Me sembraba mis verduras y mis cosas y fui haciendo lo que quería: estudiar, aprender a tocar la viola, escribir… porque escribí siempre. No sabía si ésta iba a ser mi carrera, pero era mi vocación. Yo fui cantor desde que nací. De chico comencé a escribir muchísimo, rompí y quemé cosas a montones. Nunca pensé que alguien iba a pagar una entrada para verme o que iba a grabar un disco.” Fue muy precoz, a los siete años escribió sus primeros versos y comenzó su vida artística gracias al padrinazgo del ya famoso cantor Jorge Cafrune quien quedo asombrado al oírlo cantar en casa de un amigo común . Ha escrito más de seiscientas canciones, aunque sólo ha grabado la mitad de ellas; milongas, recitados, aires pampeanos, etc.,todos cantados en forma conmovedora. Sus versos son impresionantes, sus rimas son tan naturales que no parecen rimas, su decir es inigualable y su voz extraordinaria.


Con el correr de los años Larralde se fue alejando de los circuitos comerciales y de los festivales, y entre 1986 y 1995 no grabó un solo disco; Larralde decidió “salirse del sistema” industrial y masivo en el que se ven envueltos los artistas y ha preferido quedarse solo con su guitarra y sus canciones, prescindiendo de todo medio promocional; sus conciertos son publicitados localmente, en el barrio, con carteles fotocopiados, con el “boca a boca” local y, a pesar de eso, cada actuación suya es lleno completo; casi sin promoción llena los lugares donde actúa. Sus presentaciones son ceremonias, no vuela una mosca, el silencio es respetuoso, casi religioso. El clima se va rompiendo solo… o no se rompe. “Lo mío no es un show, ni un concierto, ni un espectáculo, es una guitarreada. Con mi guitarra abro un abanico y a medida que la gente se va entusiasmando extiendo la propuesta. Si veo que el público no me da mucha pelota canto los temas que tengo que cantar y basta. Yo en realidad no le canto a la gente. No le canto a nadie. Canto lo que viví y lo que veo. Canto para mí. No represento a nadie. Soy un solitario que cuenta sus vivencias.” Larralde nunca ha ocultado su desprecio por la maquinaria comercial de la industria de la música. No acepta cantar en teatros céntricos; siempre ha preferido lugares periféricos pequeños en barrios, en el conurbano, en el interior del país. Absolutamente reacio a figurar en los medios de prensa, a dar entrevistas y a recibir distinciones (“Él no quiere que se le diga Don José – como se le conoce -, así que lo voy a nombrar como ´el Pepe Larralde´. Es, una de las personas que más admiro, uno de mis referentes. Es, una hermosa persona. Es rebelde, pero eso no le quita la bella persona que es”, dijo Yamila, la hija de Jorge Cafrune, en su discurso cuando el municipio de Buenos Aires le dedicó una calle al músico), ha rechazado sistemáticamente a lo largo de su carrera todo tipo de premios, negándose a que se incluyera su nombre en el Diccionario de la Real Academia Española, a pesar de que la fecha de su nacimiento, 22 de octubre, es, por ley, el Día del Cantor Orilllero3, para honrar su memoria.


Pese a lo que pueda parecer, estas líneas no son una semblanza al uso de Larralde, para la que faltaría, entre otras cosas, una alusión a sus obras, aunque no puedo resistir la tentación de citar que “Quimey Neuquén"4, canción compuesta por Marcelo Berbel y Milton Aguilar, llegó un día a los oídos de millones de televidentes del mundo en la voz de José Larralde, concretamente en el décimo capítulo de la quinta temporada de la exitosa serie Breaking Bad (el tema es un himno al Sur de la Argentina, a la Patagonia, en el estribillo reside la clave haciendo referencia al agua de la región; es ese grito de la tierra que se baila moviendo la cabeza y que los cantantes de folklore fueron rescatando del olvido. Quimey significa hermosa, bella, y Neuquén es el nombre del territorio). “Yo canto sobre las cosas que viví“, cuenta a la hora de explicar el por qué de su universo temático, ese que no abarca las comodidades de lo bello: “donde voy, yo siempre miro lo más feo” porque acaso lo bonito reluce por sí solo. Para lo demás está su potente voz, su presencia casi patriarcal y su inconfundible estampa, pura convicción para decir sus verdades en cada tema y hasta en los monólogos que esboza entre uno y otro. Siempre colmados por esa mirada testimonial en la que no le esquiva a las desigualdades, al escalafón que determina ricos y pobres, peones y patrones, cultos cosmopolitas y desprotegidos campechanos. Considerado uno de los referentes más destacados de la música popular argentina, su canto ha llegado a todos sitios, cantando sus verdades, cantando contra lo que consideraba injusticias y desigualdades; su talento ha sido suficiente para traspasar las fronteras nacionales y llegar a los más variados destinos: Chile, Paraguay, Uruguay, Venezuela, Colombia, Brasil, México, Australia, Alemania y España, país, precisamente, en el que ha llegado a vender tantos discos como en Argentina. Todo un culto a la música y a la poesía; a la crónica gaucha y las penas de sus protagonistas; a las musas cotidianas y toda su grandeza. Acaso todo ellos es José Larralde, esa voz que ni se olvida, ni se deja olvidar… aunque siga siendo un perfecto desconocido para la mayoría de nosotros.

 



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1En la Republica Argentina en épocas de los militares estaba prohibido usar el pelo largo y la barba, señal de identidad de Larralde, de ser así ellos te detenían y revisaban tus documentos, te cortaban el pelo, te afeitaban y luego si no tenias antecedentes te ponían en libertad. Larralde cuenta su propia experiencia: “En épocas de Onganía, yo llevaba encima mis documentos y además un permiso de portación de barba firmado por un comisario de Lanús que decía `El ciudadano José Larralde es artista. Puede usar barba y pelo largo´" Actualmente José Larralde lleva la espesa barba, esa que siempre hizo honor a la imagen gauchesca. Por supuesto que los años pesan, y hoy su barba es completamente blanca.

2El mismo cantor argentino explica su “relación” con la política: “Me acuerdo cuando Perón estaba prohibido, decían que yo era peronista. Cuando Perón pudo entrar, yo era comunista. Después era anarquista, después desestabilizador, ahora contestatario y no sé cuántas cosas más. Nadie dice que soy un tipo que anda y se mete donde la gente se caga de hambre, y yo solo predico el uno por ciento de la realidad argentina porque no lo puedo decir todo. Entonces, claro, dicen `este tipo es zurdo´ También me señalaron como nacionalista extremo. Yo digo que eso lo hace de mediocres que son, porque no tienen cómo refutarte. Del mismo modo lo rotularon a Martín Fierro (hoy sería comunista). Antes era mal entretenido

3Expresión popular en lunfardo que viene a significar arrabalero, habitante de los suburbios de la ciudad

4Es un poema de Aguilar. Como canción está incorporada por el ministerio de Educación de la Nación Argentina como una de las doce canciones obligatorias para ser interpretada en el nivel de enseñanza medio de todo el país.