sábado, 9 de abril de 2016

Los "papeles de Panamá" - (1) El sastre de Panamá



John le Carré (seudónimo de David John Moore Cornwell) es un novelista británico especializado en relatos de suspense y espionaje ambientados en la época de la Guerra Fría. Sus personajes, entre los que el más conocido es, probablemente, el agente George Smiley (oficial de inteligencia que trabaja para la agencia británica de espionaje de ultramar “Circus”), suelen ser complejos y turbios.

El escritor perteneció unos años al cuerpo diplomático británico antes de dedicarse a la literatura y el final de la Guerra fría le ha llevado a modernizar sus temas e introducir aquellos elementos que conforman la compleja realidad internacional de nuestra época: terrorismo islámico, problemática causada por el desmembramiento de la Unión Soviética, manejos de las industrias farmacéuticas, política de los Estados Unidos en Panamá[1]...

Precisamente sobre este último tema publicó en 1996 su novela El sastre de Panamá, en la que sitúa la acción en un momento en que el final de la explotación estadounidense del canal de Panamá se avecina y en el que, por tanto, todas las potencias mundiales quieren asegurarse una situación ventajosa cuando llegue ese día, el 31 de diciembre de 1999. En este revuelto mar de fondo, el espía británico Andy Osnard es destinado a Panamá tras tener una aventura con la mujer del embajador; una vez allí contacta con un sastre local, Harry Pendel, de dudoso pasado y con conexiones con todos los altos cargos de la política y de la mafia del país, además de que su propia esposa trabaja para el presidente de Panamá. La misión de Osnard será averiguar las intenciones del presidente panameño con respecto al canal...

Y hasta ahí se puede contar….

Resulta curioso el paralelismo de la figura del sastre de la novela, de dudoso historial y con importantes vínculos con la política y el poder real, en ambos lados, el visible y el oscuro, con el principal protagonista del affaire de rabiosa actualidad mundial conocido como el de los Papeles de Panamá, esto es, el bufete de abogados Mossack-Fonseca que, para redondear las similitudes, también se dedica a hacer trajes a medida para sus clientes, aunque no sean precisamente de ropa.

En síntesis, este nuevo sastre confecciona, sobre medidas usualmente proporcionadas, no por el cliente, sino por sus bancos (convendría no olvidar este pequeño detalle al analizar la situación) un traje cuyos bolsillos se sitúan en territorios que no son (aunque alguno sí que lo es) Panamá[2]. Esto, al menos, es lo que se desprende de la filtración sin precedentes que tuvo lugar el pasado día 3 de abril y que, tras un año depurándola, gestiona el Consorcio internacional de periodistas de investigación: 11,5 millones de documentos financieros del citado bufete de abogados panameño Mossack-Fonseca[3] revelaron la vinculación de varios jefes de Estado y numerosas personalidades de los ámbitos políticos, culturales y deportivos con paraísos fiscales, por lo común a través de empresas creadas por el bufete para ocultar la identidad real de los clientes e impedir así que de eventuales investigaciones se obtuviera información y datos eficaces. La salida a la luz de esa información, conocida ya como los 'papeles de Panamá', se convirtió rápidamente en el tema principal de la actualidad informativa de todo el mundo ya que según los materiales descubiertos, doce jefes y exjefes de Estado, así numerosas figuras del ámbito político, cultural y deportivo de diferentes países, estarían vinculados a empresas en paraísos fiscales. En un mensaje en Twitter, el exempleado de la CIA Edward Snowden ha calificado la revelación como "la mayor filtración en la historia del periodismo de datos". Pese a ello, no debe olvidarse que Mossack-Fonseca es solamente uno de los bufetes panameños del ramo, ni siquiera el más importante (se dice que es el quinto en volumen de los del país) y que en otros territorios abundan también ese tipo de profesionales especialistas.


No se trata, por supuesto, en estas líneas, de entrar al fondo de la noticia que, voluntariamente dosificada por el Consorcio de periodistas en cómodos plazos con sorprendentes y escandalosas revelaciones cada día genera ríos de tinta en uno u otro sentido en los medios, sino de reflexionar, junto a vosotros, sobre algunos aspectos que no parecen merecer la atención que sí merecen otros, por ejemplo:

1.- La intención inicial de darle al escándalo una vertiente política acusando directamente sobre todo a personajes de países no occidentales, con algunos flecos de media docena de protagonistas “exóticos“ del mundo del espectáculo o el deporte. Sólo así se entiende que el día que se divulgó la noticia medios como 'The Washington Post', 'Le Figaro', 'Der Spiegel', 'El País', ’The Guardian’, etc. cargaran las tintas, con foto incluida, sobre el ruso Putin (sin pretender en estas líneas  defender al personaje, por supuesto) por ejemplo, cuando en el desarrollo de la noticia  se puntualiza que las personas afectadas son miembros de su gobierno o arribistas de su entorno. (salvando las distancias es como si aquí un medio saca la foto y un titular de Mariano Rajoy cuando la noticia habla de ático de González, pongamos por caso).

2.- Es muy llamativo que no aparezcan ciudadanos americanos en los “papeles”, y sobre ese extremo se han alzado algunas voces cargadas de suspicacia, en el sentido, por un lado, de que dentro de Estados Unidos existen los estados de Delaware, Nevada, Dakota del Sur y Wyoming, que están reconocidos como paraísos fiscales de operativa similar a la descubierta en Panamá, por lo que los americanos no necesitan “salir de casa” para hacerla, y por otro lado porque hay quien piensa que Estados Unidos está tras la filtración ya que, después de este escándalo, multitud de individuos y corporaciones retirarán sus fondos de las compañías 'offshore' para redirigirlos a los dos primeros Estados de los citados, más seguros que una lejana isla del tesoro.

3.- Curiosamente, nadie habla del papel de los bancos en los circuitos delincuenciales puestos al descubierto, siendo, como se está demostrando en el análisis de la información filtrada, colaboradores necesarios en los esquemas de actuación ya que no es que Mossack-Fonseca buscaba la entidad que convenía a los deseos del cliente sino el banco quien enviaba al cliente al bufete para hacer el trámite de la creación de la empresa de pantalla para salvaguardar los depósitos que quedaban en el banco[4]. Si aplicamos en este punto la suspicacia indicada en el punto anterior, sorprende que Estados Unidos no tenga reparos en poner en la picota, con celeridad de actuación y con publicidad, a un pequeño banco andorrano y no mueva un dedo en contra de esas entidades metidas de lleno en el actual terremoto, aunque sólo sea con el argumento (esgrimido en otras ocasiones) de que son transacciones nominadas en dólares.

4.- El hecho de haberse puesto sobre el tapete el nombre de Panamá no debe hacer pensar que esa jurisdicción es la principal protagonista en estos casos, olvidando que esas actuaciones están mucho más generalizadas. Por ejemplo, aquí en Europa, sin ir más lejos, tenemos el Gran Ducado de Luxemburgo, paraíso fiscal a una escala mayor que Panamá, en el que, por cierto, se supo hace un par de años, que sus autoridades (con Jean Claude Juncker, hoy Presidente de la Comisión Europea, de jefe de gobierno y ministro de finanzas) habían suscrito con más de 300 grandes multinacionales acuerdos para eludir el pago de impuestos además de disponer de multitud de bufetes calcados al de Mossack-Fonseca.

5.-….


[1] Cuando menos, delicadas, a raíz de la invasión militar de Panamá por tropas de Estados Unidos en 1989 tras el caos en el que había sumido el país la dictadura del General Manuel Antonio Noriega, títere de Estados Unidos hasta que se le fue de las manos por su vinculación con el narcotráfico y el crimen organizado.

[2] En la página web del bufete, http://www.mossfon.com/, informan que “ Ofrecemos las siguientes jurisdicciones: Reino Unido, Malta, Hong Kong, Chipre, Islas Vírgenes Británicas, Bahamas, Panamá, Anguila Británica, Seychelles, Samoa, Nevada y Wyoming (Estados Unidos)”.

[3]La firma tiene oficinas en China, Sudamérica, Estados Unidos y Europa (2 en Suiza); en estos momentos se encuentra bajo investigación de la Justicia alemana y se le relaciona con casos oscuros como el blanqueo de capitales en Argentina, los manejos de Commerzbank o Petrobras entre otros.

[4] La actitud, digamos que cuestionable, de la banca en asuntos oscuros no es nueva, incluso entre nosotros: recordemos en los primeros años de este siglo que Privanza, filial del BBVA para grandes fortunas, con oficina en la Isla de Jersey (paraíso fiscal), tenía disponible un “manual” de productos para burlar al fisco.

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