John le Carré (seudónimo de
David John Moore Cornwell) es un novelista británico especializado en relatos
de suspense y espionaje ambientados en la época de la Guerra Fría. Sus
personajes, entre los que el más conocido es, probablemente, el agente George
Smiley (oficial de inteligencia que trabaja para la agencia británica de
espionaje de ultramar “Circus”), suelen ser complejos y turbios.
El escritor perteneció unos
años al cuerpo diplomático británico antes de dedicarse a la literatura y el
final de la Guerra fría le ha llevado a modernizar sus temas e introducir
aquellos elementos que conforman la compleja realidad internacional de nuestra
época: terrorismo islámico, problemática causada por el desmembramiento de la
Unión Soviética, manejos de las industrias farmacéuticas, política de los
Estados Unidos en Panamá[1]...
Precisamente sobre este
último tema publicó en 1996 su novela El
sastre de Panamá, en la que sitúa la acción en un momento en que el final
de la explotación estadounidense del canal de Panamá se avecina y en el que,
por tanto, todas las potencias mundiales quieren asegurarse una situación
ventajosa cuando llegue ese día, el 31 de diciembre de 1999. En este revuelto
mar de fondo, el espía británico Andy Osnard es destinado a Panamá tras tener
una aventura con la mujer del embajador; una vez allí contacta con un sastre
local, Harry Pendel, de dudoso pasado y con conexiones con todos los altos
cargos de la política y de la mafia del país, además de que su propia esposa
trabaja para el presidente de Panamá. La misión de Osnard será averiguar las
intenciones del presidente panameño con respecto al canal...
Y hasta ahí se puede
contar….
Resulta curioso el
paralelismo de la figura del sastre de la novela, de dudoso historial y con
importantes vínculos con la política y el poder real, en ambos lados, el
visible y el oscuro, con el principal protagonista del affaire de rabiosa actualidad
mundial conocido como el de los Papeles
de Panamá, esto es, el bufete de abogados Mossack-Fonseca que, para
redondear las similitudes, también se dedica a hacer trajes a medida para sus
clientes, aunque no sean precisamente de ropa.
En síntesis, este nuevo sastre confecciona, sobre medidas usualmente proporcionadas, no
por el cliente, sino por sus bancos (convendría no olvidar este pequeño detalle al analizar la
situación) un traje cuyos bolsillos se sitúan en territorios que
no son (aunque alguno sí que lo es) Panamá[2].
Esto, al menos, es lo que se desprende de la filtración sin precedentes que
tuvo lugar el pasado día 3 de abril y que, tras un año depurándola, gestiona el
Consorcio internacional de periodistas de
investigación: 11,5 millones de documentos financieros del citado bufete de
abogados panameño Mossack-Fonseca[3]
revelaron la vinculación de varios jefes de Estado y numerosas personalidades
de los ámbitos políticos, culturales y deportivos con paraísos fiscales, por lo
común a través de empresas creadas por el bufete para ocultar la identidad real
de los clientes e impedir así que de eventuales investigaciones se obtuviera información
y datos eficaces. La salida a la luz de esa información, conocida ya como los
'papeles de Panamá', se convirtió rápidamente en el tema principal de la
actualidad informativa de todo el mundo ya que según los materiales
descubiertos, doce jefes y exjefes de Estado, así numerosas figuras del ámbito
político, cultural y deportivo de diferentes países, estarían vinculados a
empresas en paraísos fiscales. En un mensaje en Twitter, el exempleado de la
CIA Edward Snowden ha calificado la revelación como "la mayor filtración
en la historia del periodismo de datos". Pese a ello, no debe olvidarse
que Mossack-Fonseca es solamente uno
de los bufetes panameños del ramo, ni siquiera el más importante (se dice que
es el quinto en volumen de los del país) y que en otros territorios abundan
también ese tipo de profesionales
especialistas.
No se trata, por supuesto,
en estas líneas, de entrar al fondo de la noticia que, voluntariamente
dosificada por el Consorcio de periodistas en cómodos plazos con sorprendentes y escandalosas revelaciones cada
día genera ríos de tinta en uno u otro sentido en los medios, sino de
reflexionar, junto a vosotros, sobre algunos aspectos que no parecen merecer la
atención que sí merecen otros, por ejemplo:
1.- La intención inicial de darle al escándalo una vertiente política
acusando directamente sobre todo a personajes de países no occidentales, con
algunos flecos de media docena de protagonistas “exóticos“ del mundo del
espectáculo o el deporte. Sólo así se entiende que el día que se divulgó la
noticia medios como 'The Washington Post', 'Le Figaro', 'Der Spiegel', 'El
País', ’The Guardian’, etc. cargaran las tintas, con foto incluida, sobre el
ruso Putin (sin pretender en estas líneas
defender al personaje, por supuesto) por ejemplo, cuando en el
desarrollo de la noticia se puntualiza
que las personas afectadas son miembros de su gobierno o arribistas de su
entorno. (salvando las distancias es como si aquí un medio saca la foto y un
titular de Mariano Rajoy cuando la noticia habla de ático de González, pongamos
por caso).
2.- Es muy llamativo que no aparezcan ciudadanos americanos en los
“papeles”, y sobre ese extremo se han alzado algunas voces cargadas de
suspicacia, en el sentido, por un lado, de que dentro de Estados Unidos existen
los estados de Delaware, Nevada, Dakota del Sur y Wyoming, que están reconocidos
como paraísos fiscales de operativa similar a la descubierta en Panamá, por lo
que los americanos no necesitan “salir de casa” para hacerla, y por otro lado
porque hay quien piensa que Estados Unidos está tras la filtración ya que, después
de este escándalo, multitud de individuos y corporaciones retirarán sus fondos
de las compañías 'offshore' para redirigirlos a los dos primeros Estados de los
citados, más seguros que una lejana
isla del tesoro.
3.- Curiosamente, nadie habla del papel de los bancos en los circuitos
delincuenciales puestos al descubierto, siendo, como se está demostrando en el
análisis de la información filtrada, colaboradores necesarios en los esquemas
de actuación ya que no es que Mossack-Fonseca buscaba la entidad que convenía a
los deseos del cliente sino el banco quien enviaba al cliente al bufete para
hacer el trámite de la creación de la empresa de pantalla para salvaguardar los
depósitos que quedaban en el banco[4].
Si aplicamos en este punto la suspicacia indicada en el punto anterior,
sorprende que Estados Unidos no tenga reparos en poner en la picota, con celeridad
de actuación y con publicidad, a un pequeño banco andorrano y no mueva un dedo
en contra de esas entidades metidas de lleno en el actual terremoto, aunque sólo
sea con el argumento (esgrimido en otras ocasiones) de que son transacciones
nominadas en dólares.
4.- El hecho de haberse puesto sobre el tapete el nombre de Panamá no
debe hacer pensar que esa jurisdicción es la principal protagonista en estos
casos, olvidando que esas actuaciones están mucho más generalizadas. Por
ejemplo, aquí en Europa, sin ir más lejos, tenemos el Gran Ducado de
Luxemburgo, paraíso fiscal a una escala mayor que Panamá, en el que, por
cierto, se supo hace un par de años, que sus autoridades (con Jean Claude
Juncker, hoy Presidente de la Comisión Europea, de jefe de gobierno y ministro
de finanzas) habían suscrito con más de 300 grandes multinacionales acuerdos para
eludir el pago de impuestos además de disponer de multitud de bufetes calcados
al de Mossack-Fonseca.
5.-….
[1] Cuando
menos, delicadas, a raíz de la invasión militar de Panamá por tropas de Estados
Unidos en 1989 tras el caos en el que había sumido el país la dictadura del
General Manuel Antonio Noriega, títere de Estados Unidos hasta que se le fue de
las manos por su vinculación con el narcotráfico y el crimen organizado.
[2] En la
página web del bufete, http://www.mossfon.com/,
informan que “ Ofrecemos las siguientes jurisdicciones: Reino Unido, Malta,
Hong Kong, Chipre, Islas Vírgenes Británicas, Bahamas, Panamá, Anguila
Británica, Seychelles, Samoa, Nevada y Wyoming (Estados Unidos)”.
[3]La firma
tiene oficinas en China, Sudamérica, Estados Unidos y Europa (2 en Suiza); en
estos momentos se encuentra bajo investigación de la Justicia alemana y se le
relaciona con casos oscuros como el blanqueo de capitales en Argentina, los
manejos de Commerzbank o Petrobras entre otros.
[4] La actitud,
digamos que cuestionable, de la banca en asuntos oscuros no es nueva, incluso entre
nosotros: recordemos en los primeros años de este siglo que Privanza, filial
del BBVA para grandes fortunas, con oficina en la Isla de Jersey (paraíso
fiscal), tenía disponible un “manual” de productos para burlar al fisco.
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