Hace pocos días teníamos
la ocasión de recordar la figura y obra del poeta Pablo Neruda en el
43º aniversario de su muerte, por motivos aún no del todo
esclarecidos, a los pocos días del golpe de Estado del general
Augusto Pinochet contra el legítimo gobierno chileno, presidido por
Salvador Allende (quien, por cierto, también murió en el ataque de
las tropas sublevadas al Palacio de la Moneda, palacio presidencial).
Tangencialmente, apareció también en esas líneas la evidencia de
la incomodidad que le causa a ciertas formas de Poder el que haya
personas que no callan lo que ven e intenten denunciar ciertos excesos
oficiales, aún con riesgo de su propia vida, como sucedió en el
citado golpe de Chile con el cantautor Víctor Jara, de quien se supo
desde el primer momento (¿escarmiento público previo a sus
seguidores/imitadores?) que fue apresado, torturado y asesinado en el
estadio de Santiago, reconvertido esos días en prisión.
No es conveniente
generalizar con la forma de manifestar esa incomodidad que, en tanto
queda al arbitrio del capricho, a veces personal, de quien actúa en
nombre del Poder, recibe respuestas muy diferentes, que abarcan desde
multas, más o menos cuantiosas, a encierros cortos, "de aviso"
en los calabozos policiales hasta querellas judiciales según se
hubiera desarrollado el evento en el que participaban los "díscolos",
evento que, dicho sea de paso, solía estar rodeado por una nutrida
presencia policial, de agentes uniformados y de paisano. Así es como
se solía responder en la llamada España de la transición (con
alguna excepción sonada de algún exilio forzado) a las denuncias de
la situación social por parte de una pléyade de autores y artistas
con un declarado compromiso político.
Hemos de pensar en este
punto que la concesión del Premio Nobel de Literatura de 2016 a Bob
Dylan (no a Robert Allen Zimmerman, su nombre auténtico, ojo, indicativo de a quién y por qué se le da el galardón), pese
a que muchos de los textos de sus canciones primeras causaban
sarpullido al Gobierno americano, puede representar un cambio en la
tendencia del tratamiento de esa cultura popular, no necesariamente
alineada con las tesis oficiales. De hecho, aquí ya tenemos
experiencia, pues entre nosotros apenas levantó polvareda la
concesión en 2011 del Premio Príncipe de Asturias de las Letras a
Leonard Cohen, mucho más conocido por su música.
Pero el Poder, decimos, es
caprichoso, y frecuentemente, el que haya alguien que concita a la
gente a su alrededor y, ¡oh, sacrilegio!, le permite pensar, lo
convierte en enemigo a anular, no sea que se le ocurra decir esas
verdades que resultan tan embarazosas... y la gente le preste
atención, cumpliendo lo que ya cantaba el gran folclorista argentino Héctor Roberto Chavero, mundialmente conocido como Atahualpa Yupanqui;
"Si
uno canta coplas de amor,
de potros,
de domador,
del cielo
y las estrellas,
dicen "que
cosa más bella,
si canta
que es un primor"
Pero si
uno, como Fierro1,
por ahí
se larga opinando,
el pobre
se va acercando
con las
orejas alertas
y el rico
bicha la puerta
y se aleja
reculando."
Eso es lo que pasó con el
hoy olvidado (pese a que vivió seis años en España) trovador
argentino Jorge Cafrune, con muy bajo perfil político, que se
autodefinía simplemente como cantor y guitarrero, a quien
cabe recordar precisamente este año 2016, que se cumple el 40
aniversario de su histórica actuación en la sede de las Naciones
Unidas, en New York,
En realidad, Cafrune (1937 –
1978), llamado "el turco" por ser hijo de emigrantes
libaneses, fue uno de los cantantes folclóricos argentinos más
populares de su tiempo, además de un incansable investigador,
recopilador y difusor de la cultura nativa. Su carrera como cantor se
inicia en 1960, cosechando un éxito tras otro. Con el tiempo y con
la fama que poco a poco iba alcanzando con su gente, deja las giras y
es llamado para integrar una comitiva Argentina que iría a los
Estados Unidos de América, siendo, para sorpresa de todos, junto a
Hugo del Carril (gran cantante de tango, ya desaparecido) el más
aplaudido allí.
Cafrune canta "Orejano", que así
se le llama en el campo al ganado
que no tiene marca de dueño, y es
libre para ir donde quiere.
De
allí, pasa a España, en una época en la que también triunfaron
aquí Los Calchakis, Gauchos 4 (como se conoció en España el grupo Los arribeños), Los Panchos, Los Chalchaleros,
Mercedes Sosa, Alfredo Zitarrosa, Eduardo Falú u Horacio Guaraní
por citar algunos. Y así llegó a ser Madrid su segunda casa, y,
desde esa ciudad, a la que tomó como referencia, se dirigía a toda
Europa, a la que fue ganando poco a poco y, donde, para lo que a la
postre sería su mal, era considerado un verdadero representante del
pueblo (por extensión, de todos los pueblos oprimidos por la
economía y la sociedad consumista). Es por ello, que si bien era
masiva y popular su fama que ya era muchísima, había personas a las
que le molestaba su canto y su forma de decir las cosas.
Tras
la muerte de su padre, a pesar de la realidad política que vivía la
Argentina, y habiendo varios artistas similares a él a los que los
"habían hecho irse" de su país, él volvió a su lugar de
origen para cantar lo que todos esperaban escuchar de él.
Fue
entonces,
a su
vuelta,
en
el Festival de Cosquín de 1978, cuando
Cafrune
le dio
un
contenido político a
su
actuación
mientras
cantaba a petición del público la
"Zamba
de
mi esperanza",canción que, según la Junta Militar que
gobernaba el país, debía ser censurada por la excesiva importancia
que concedía al sentimiento de la esperanza2,
junto
a otros temas “problemáticos”. Haciendo caso omiso de la
prohibición, antes de entonarla dijo: “Aunque
no esté en el repertorio autorizado, si mi pueblo me la pide la voy
a cantar”.
López
Rega3
dijo entonces que Jorge Cafrune con una guitarra en la mano era más
peligroso que un Ejército bien armado.
A
principios de 1978, bajo la presidencia de Rafael Videla en
el país,
inicia una gira para rendir homenaje al general San Martín en su
lugar de nacimiento con motivo de su bicentenario. Pretendía hacerlo
a caballo desde Buenos Aires acompañado por su amigo Fermín José
Gutiérrez, y al final depositar en Yapeyú la tierra que había
traído de Boulogne-sur-Mer, ciudad francesa donde falleció al gran
Libertador. Al anochecer del 31 de enero de 1978, cuando todavía no
había salido de la provincia de Buenos Aires, Jorge Cafrune es
atropellado por una camioneta sin luces conducida por un menor en
estado de ebriedad. Su caballo quedó descuartizado
en
el atropello,
"el
turco" estuvo tirado en el pavimento muchas horas sin que
llegara ayuda. Las costillas enterradas en sus pulmones fueron
fatales, en
el lugar del accidente no contaban con los medios suficientes, y
Cafrune
fallece
durante el traslado en ambulancia con tan solo 40 años
En
la localidad de Benavidez, donde sucedieron los hechos, se rumoreaba
el nombre de un tal "Héctor", que supuestamente fue quien
conducía la camioneta que embistió al caballo que montaba el
folclorista. Debió ir a una velocidad impresionante para destrozar
un animal que pesaba más de la media tonelada, y terminar con la
vida del folclorista que era un tipo de complexión fuerte.
La
hija de Cafrune,Yamila, que tenía 12 años cuando murió su padre,
siempre sostuvo la hipótesis del crimen político simulado de
accidente.
Pero el testimonio más
válido
para conjeturar que Jorge Cafrune fue víctima de un complot para
asesinarlo, lo dijo una superviviente del campo de concentración
cordobés, La Perla. Efectivamente,
Graciela Geuna dijo haber escuchado estando en
cautiverio, que un carcelero llamado Carlos Enrique Villanueva
prometió matar a Jorge Cafrune por haber desobedecido la orden de no
cantar en Cosquín una zamba que el artista había presentado en la
lista de temas que interpretaría sobre el escenario (la directiva
militar de aquel entonces era que los músicos tenían la obligación
de hacer conocer la lista de temas que cantarían en público).Este
personaje llamado Villanueva fue quien decidió que la zamba no fuera
cantada, pero al final Cafrune la interpretó y el militar juró
matarlo.
Volviendo al principio, Pablo Neruda merece que se sepa
la verdad sobre su muerte, también Jorge Cafrune tiene ese derecho,
y tantos y tantos otros que, en Chile, en Argentina,... en España,
son merecedores, cuando menos, de un descanso decente en un lugar donde se les pueda demostrar respeto y no en una cuneta o en una ultrajante fosa común clandestina. Los cirujanos, que algo saben de eso, afirman que la única posibilidad de reabrir heridas es porque no estén bien cerradas. Cerrémoslas, en la seguridad de que "no es
para mal de ninguno sino para el bien de todos", como termina el
Martín Fierro.
"Provocador" poema de José Pedroni interpretado por Cafrune en la sede de la ONU, en 1976
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1Se
refiere a El Gaucho Martín Fierro, poema narrativo, escrito
en verso por José Hernández en 1872, obra literaria considerada
ejemplar del género gauchesco y libro nacional de la Argentina. De
alto contenido social, el poema es realmente, en parte, una protesta
en contra de la política del presidente argentino de entonces
Domingo Faustino Sarmiento de reclutar forzosamente a los gauchos
para ir a defender las fronteras internas contra los indígenas.
2La
letra de “Zamba
de mi esperanza”
no tiene un claro contenido político o social, pero aún así fue
prohibida por la dictadura militar que ocupaba el poder en
Argentina.
En apariencia se trata de una canción que trata de la relación
entre el compositor, su proceso de creación y el resultado final de
su obra: la zamba.
Desde su primera estrofa habla de la esperanza, un “sueño
del alma”
que “a
veces muere sin florecer”,
para pasar a explicar en las siguientes el proceso de la “mezcla”
con frases como “tu
canto derrama amor”
o “va
envolviendo su corazón”.
Todas ellas adornadas por la fuerza de un estribillo en el que el
autor
cambia el destino de sus versos para dirigirse a la “estrella”,
símbolo de la noche, que lo “escucha”
y es testigo “de
su padecer”,
a la vez que le ruegan poder seguir cantando y queriendo. Sus
últimas estrofas encierran ya un mensaje más “existencial”
hablando del desamor y la muerte; son más pesimistas por el
implacable paso del tiempo, “el
tiempo me va matando”,
y terminan con un “soy
polvareda que al viento va”,
pidiéndole a la “zamba”
que no lo deje porque… “sin
tu canto no vivo más”.
3José
López Rega (1916 – 1989), político, ministro y policía
argentino, creador de la Triple A, un grupo terrorista paramilitar
que persiguió y asesinó a los que él consideraba como
infiltración marxista. Apodado el Brujo ocupó el cargo de Ministro
de Bienestar Social y organizó la Alianza Anticomunista Argentina,
un grupo terrorista de ultraderecha que practicó atentados y
asesinatos selectivos para combatir la influencia de la izquierda y
de organizaciones progresistas opositoras al Gobierno.A consecuencia
de drásticas medidas económicas, en 1975 se produjo una violenta
reacción popular que derivó en la renuncia de López Rega y su
fuga hacia España como "embajador itinerante". Tras
permanecer más de 10 años prófugo, fue detenido en un viaje a
Estados Unidos en 1986 y extraditado a la Argentina donde fue
procesado por asociación ilícita, secuestro y homicidio en el
marco de los juicios a los responsables del Terrorismo de Estado,
realizados durante el gobierno de Raúl Alfonsín. Murió a los 72
años mientras cumplía prisión preventiva a la espera de la
sentencia.
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