Hay cosas en el mundo que no
cambian, por desgracia para todos; encaramos ya la recta final
de este año 2016 y, a juzgar por lo que se publica en los medios de
comunicación, uno pensaría que ese problema que nos abochornó un
año atrás, el de todos esos refugiados (familias enteras) que huyen
del horror de una guerra, está solucionado porque ya no es noticia y los
medios de comunicación ya dan por bueno el infame acuerdo de la UE con
Turquía y los excesos de países como Hungría que,con dinero de las
ayudas europeas que reciben levantan ignominiosos muros que contravienen
las directivas a las que están obligados. Nada
más lejos de la realidad: el tema está lejos de solucionarse.
En los contados fragmentos de noticia que
nos llegan podemos comprobar que la postura de los países
bienestantes y apoltronados se ha, incluso, endurecido con esos
parias (que podríamos ser cualquiera de nosotros) como si todo se redujera a que se
pudieran aplicar o no numerus clausus en la acogida. Vergonzoso.
El problema no es nuevo, de acuerdo, pero nunca como hasta ahora había quedado tan al descubierto la desidia, cinismo e intereses ajenos de TODOS los gobiernos que, eso sí, se llenan la boca asegurando que luchan por los ciudadanos, todos iguales.
Ojalá la comunidad internacional (evidentemente la de los pueblos, habida cuenta que la de los estados se ha mostrado plagada de ineptos, incapaces, partidistas y avariciosos) SEPA cómo reaccionar antes de que sea demasiado tarde ya que, lo que está fuera de duda es que, si QUIERE buscar y encontrar soluciones buenas para todos, PUEDE.
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