Fue el dramaturgo alemán Bertolt Brecht quien a uno de sus poemas le dio el nombre de “Malos tiempos para la lírica”, una frase hecha en el contexto del ascenso al poder de los nazis en Alemania, pero que salvando las distancias podemos aplicar a las consecuencias más inmediatas de todo lo que estamos padeciendo. No son momentos para jugar al despiste, para pretender que somos o no somos o para tratar de retorcer la verdad. Lo creamos o no, todos, de todos los colores, nos encontramos en una situación de profunda crisis, económica, sanitaria, educativa y también de valores. Queremos que nos salven no sólo de la pandemia, sino también de la caída libre de la económica, de la pérdida de miles, quizás de cientos de miles de empleos, pero nos aferramos a fórmulas caducas en las que “vestir al muñeco” es más importante que la transparencia, la claridad... o, simplemente, la honestidad. La Trinca era un trío, un grupo de música y espectáculo catalán, con actuaciones en castellano y catalán, uno de los fenómenos musicales y escenográficos más populares de la década de los setenta y primeros años ochenta del siglo pasado en los Països Catalans y en los que su propuesta artística se basaba en la crítica social y política siempre con humor, haciendo parodia, y con atrevidas puestas en escena. En marzo del año 1981 editó el disco Nou de Trinca (juego de palabras con el nombre del grupo. Aunque formalmente podría ser “El nuevo de La Trinca”, la expresión “nou de trinca” significa “flamante, sin estrenar”), que incluía una canción elaborada a toda prisa con el título La dansa del sabre (La danza del sable) y con la música de la célebre composición homónima, parte del ballet Gayaneh, de Aram Ilich Jachaturián, en la que ofrecían su versión del muy reciente golpe de estado del 23-F, quizás una de las más honestas que se han podido dar a lo largo de estos más de cuarenta años. La canción recuerda cómo la noche del golpe se pasó "con serenidad, pero con el culo apretat" e incide escépticamente en que al día siguiente el efecto final había sido gritar "Viva España i viva la Constitución... mira per on! ...i visca el rei... ves quin remei". (Viva España y viva la Constitución… mira por donde… y viva el rey,… qué remedio) Lo que parece el engaño colectivo de que Juan Carlos había salvado la democracia ya hacía fruncir el ceño entonces, pero ahora parece que no avergüenza a nadie tras lo investigado y publicado estos años sobre el tema, aunque hoy los medios vuelven a hacer un ejercicio de pleitesía y vasallaje tragándose una vez más punto por punto la postura oficial a partir de los contenidos de los discursos del hijo de Juan Carlos, Felipe VI, que son un intento de blanquear la monarquía y su dudoso papel ante el golpe de Estado perpetrado por altos mandos del ejército y de la Guardia Civil.
Revisando hoy, aunque sólo sea a través de ese último disco Nou de trinca, la obra de La Trinca, se observa fácilmente la regresión que se ha instalado en nuestra sociedad, pues alguna (la mayoría) de críticas serían impensables hoy, salvo que uno se arriesgue a ser acusado de no sé qué por expresar en ellas una idea diferente a la doctrina oficial, como ha sucedido en conocidos casos reales; temas como la lengua, el medio ambiente, el fascismo, etc., motivo de crítica entonces, permanecen (aún peor ahora) de rabiosa actualidad, con la particularidad de que, por un mal entendido patriotismo (que va calando) está mal visto, o es incluso delito, disentir sobre ellos,… y argumentarlo. Volvemos, todo lo indica, a tiempos pasados que se daban por superados, en terreno abonado para la autocensura por pura supervivencia; acudamos de nuevo a La Trinca en una de sus canciones: “Ai la censura! ai la censura! / Valga'm Déu quina tortura! / Ai la censura! ai la censura! / Valga'm Déu quina aventura! / Ai la censura! ai la censura! / Valga'm Déu quanta incultura!” (“¡Ay la censura! ¡ay la censura! / ¡Válgame Dios qué tortura! / ¡Ay la censura! ¡ay la censura! / ¡Válgame Dios qué aventura! / ¡Ay la censura! ¡ay la censura! / ¡Válgame Dios cuánta incultura!”) y convinamos en que la censura nunca se puede considerar aisladamente, sino integrada en un sistema represivo que, en el caso de la España franquista (en los inicios de La Trinca), tenía como finalidad velar por la pureza ideológica del nuevo Estado totalitario. Y en la España actual… Es evidente que el país aún no ha sido capaz de hacer frente y superar su traumática historia reciente. La Ley de la Memoria Histórica de 2007 supuso un gran paso adelante que permitió reexaminar el pasado e inició un debate sobre las consecuencias de la represión franquista. Desde un punto de vista cultural, la ley promovió la retirada de estatuas y símbolos públicos que enaltecían la dictadura, pero sin hacer referencia a otros productos culturales como los libros. El llamado pacto del olvido facilitó la transición hacia la democracia, pero entre otras muchas consecuencias impidió que se desarrollaran estrategias sistemáticas para prevenir la publicación y lectura de obras censuradas. De hecho, muchos textos han sido restaurados o traducidos de nuevo, pero estos esfuerzos muchas veces han pasado desapercibidos.
La censura sigue viva, y la circulación de textos expurgados podría incluso aumentar en el futuro. El uso de las nuevas tecnologías y el hecho de que muchos textos de los años 30 y 40 empiecen a pasar al dominio público (y por tanto estén libres de derechos), hace que sea fácil reeditar versiones digitales o en papel de los clásicos. En este sentido, la censura es uno de los legados más persistentes e invisibles del régimen franquista. Su efecto en España y otros países hispanohablantes es incalculable, ya que distorsionó las opiniones de centenares de escritores respecto a la guerra civil o temas sociales como la monarquía, el control de la natalidad, los roles de genero y la homosexualidad, por poner algunos ejemplos. La cuestión es cómo hacer frente a este complejo legado, particularmente ahora que Vox ha sugerido derogar la ley de la Memoria Histórica bajo el pueril pretexto que manipula el pasado1. Hoy se habla mucho de libertad de expresión al mismo tiempo que los poderes y los grupos de presión, ideologías de todo signo, establecen todo tipo de líneas rojas, prohibiciones, trabas y barreras sobre lo que permisible, o no, a la hora de expresarse. Por otra parte, con el tiempo, la visión de lo que se expresa, y su relación con lo social, cambia, por lo que también cambia la idea de lo que debe ser censurado. Durante siglos algunas de las manifestaciones en iglesias de los siglo VII al XII, que se realizaron siguiendo tradiciones del momento, fueron consideradas pecaminosas y muchas veces ocultadas o destruidas. Hoy las sacamos a flote, y es que, aquello que un día fue considerado inmoral, con el paso del tiempo, no mucho, puede convertirse en canon ya no sólo estético, sino en cierta medida también cultural de una determinada sociedad.
Cada cultura delimita la definición y el uso de lo obsceno, de lo blasfemo y de lo apropiado o inapropiado. Para poder penalizar algunas manifestaciones es necesario limitar, delimitar el derecho a la libertad de creación artística, de tal forma, que las manifestaciones susceptibles de ser consideradas como obscenas o hirientes, queden fuera del ámbito amparado por el derecho. La censura ha sido aplicada por los Estados, las religiones, los sistemas educativos, las familias, los minoristas y los grupos de presión, hacia las artes, la pintura, la escultura y la música, para la expresión periodística y casi para cualquier tipo de expresión, en un lugar o en otro del mundo2, y en la mayoría de los casos con violación de las convenciones internacionales de derechos humanos. No es casual el que los primeros casos de censura en la historia hayan coincidido con el nacimiento de la democracia y del concepto de las libertades civiles. Tampoco parece fruto del azar el que sus primeras víctimas hayan sido, precisamente, dos maestros de la palabra: el bardo y el pensador. La censura, por ejemplo, a estos dos intelectuales, Sócrates3 y Arquíloco4, filósofo y poeta, nos muestra cómo opera siempre en esa zona crepuscular que media entre la libertad y la opresión, entre la verdad y el silencio. También nos muestra cuán violenta puede ser la reacción por parte del poder cuando se siente amenazado. Ya digo, malos tiempos para todo, también para la lírica, como aseguraba Brecht.
-------------------------------------------
1Siguiendo, seguramente, el “ejemplo” de las recientes elecciones en Filipinas, donde, a pesar de haber sido condenado por evasión fiscal en 1995, el elegido nuevo presidente del país, el hijo del que fue dictador, 'Bongbong' siempre se mantuvo leal a su familia pese a los 40 casos judiciales que investigan su fortuna. El dictador padre, Ferdinand Marcos, fue acusado de expoliar unos 10.000 millones de dólares en el erario, torturar a miles de ciudadanos e incluso ejecutar a 3.257 personas y .fue expulsado en 1986 tras una revolución popular pacífica que acabó con el régimen déspota y corrupto de 21 años. Pero la campaña electoral se ha visto gravemente afectada por la operación de desinformación masiva que ha inundado las redes sociales con noticias falsas y ataques continuos entre candidatos. Una desinformación, principalmente en Facebook, de la que lleva años advirtiendo la periodista y nobel de la paz filipina, María Ressa, ha permitido reescribir el legado de Marcos e Imelda Marcos.
2 Hay actos de censura, cuando menos, llamativos: la famosa estatua del David, de Miguel Ángel, se esculpió con las “vergüenzas” al aire, y ahí está, y aunque hubo sus problemas en Florencia en su tiempo, se mantiene desnudo, actualmente expuesto en la Galería de la Academia de Florencia y una copia realizada en mármol blanco en la plaza de la Señoría de la capital toscana. Fue cuando la reina británica Victoria, en el siglo XIX recibió una réplica de regalo del David, se hizo una hoja de parra que ocultara para la reina las partes pudendas y la soberana pudiera admirar el David sin rubores..En una poco visitada bóveda del Museo londinense de Victoria y Alberto se puede apreciar una hoja de parra enorme creada especialmente para la monarca.
3Sócrates, filósofo griego maestro de Platón y, por ende, de Aristóteles, fue capaz de llevar su idea al plano del conocimiento, al sostener que el conocimiento es virtud y la ignorancia vicio. Su inconformismo lo impulsó a oponerse a la ignorancia popular y al conocimiento de los que se decían sabios, aunque él mismo no se consideraba un sabio.
4Arquíloco, poeta griego, pasó a la posteridad como personaje polémico por escritos de Plutarco. Las obras de Arquíloco fueron igualmente polémicas, tanto por sus ataques virulentos contra variados personajes y su habilidad para crearse enemistades como por contradecir con algunos de sus versos los valores bélicos de la época. Nietzsche lo referencia como el artista "dionisíaco" lírico de entre los poetas de la antigüedad, contrapuesto a Homero, el artista "apolíneo" épico
No hay comentarios:
Publicar un comentario