domingo, 12 de junio de 2022

Envejecimiento... y vejez.


En este blog ya se ha mencionado a veces el fenómeno del paso del tiempo en el entorno que nos influye/forma y sus efectos, tanto emocionales (recuerdos y añoranzas, básicamente) como de otro tipo, deteniéndonos en el uso, casi peyorativo, que se le da a ese paso del tiempo en las personas: tercera edad, ancianidad, vejez,… Hoy iremos un paso más allá en nuestras reflexiones para darle vueltas a los efectos del paso del tiempo en las personas, huyendo del almibaramiento con un tema, ya de por sí crudo y que solemos orillar, y es que, el envejecimiento es un fenómeno natural presente a lo largo del ciclo vital desde el mismo proceso de la concepción hasta la muerte pero que, sin embargo, a pesar de ser conocido por todos los seres humanos, es difícil de aceptar como una realidad innata del ser humano1. Cada cultura intenta encontrar su propio significado de envejecimiento, asumiendo como ciertas, concepciones basadas desde el imaginario social, lo que ha promovido interpretaciones erróneas y con esto un temor a envejecer. Como resultado de estas interpretaciones surgen los mitos y estereotipos negativos frente a lo que significa este proceso normal que hace parte del ciclo vital. Actualmente, el envejecimiento de la población es uno de los fenómenos sociales de mayor impacto de este siglo; según la Organización Mundial de la Salud - OMS, en el pasado siglo XX se produjo una revolución de la longevidad en la que la esperanza media de vida al nacer aumentó 20 años desde 1950 y llegó a 66 años de media en todo el mundo, y se prevé que para el año 2050 haya aumentado 10 años más (para el 2050, el número de personas de más 60 años aumentará a casi 2000 millones, y se prevé que el porcentaje de personas de 60 años o más se duplique, pasando de un 10% a un 21%. Ese incremento será mayor y más rápido en los países en desarrollo, donde se prevé que la población anciana se multiplique por cuatro en los próximos 50 años). Actualmente el envejecimiento se considera un problema de salud pública tanto a nivel nacional como internacional, ya que el cambio en la pirámide poblacional se ha volcado hacia el aumento de la población y desafortunadamente los gobiernos no están preparados para las consecuencias físicas, mentales, sociales y sanitarias que esto implica, motivo por el cual conviene ahondar en el conocimiento del mismo desde múltiples perspectivas. Existen numerosas definiciones del envejecimiento y muchas coinciden en tratarlo como un proceso dinámico, multifactorial e inherente a todos los seres humanos. La OMS lo define como el "Proceso fisiológico que comienza en la concepción y ocasiona cambios en las características de las especies durante todo el ciclo de la vida; esos cambios producen una limitación de la adaptabilidad del organismo en relación con el medio. Los ritmos a que estos cambios se producen en los diversos órganos de un mismo individuo o en distintos individuos no son iguales" y el diccionario de la Real Academia de la Lengua lo define como "la acción y efecto de envejecer"; es decir, hacer viejo a alguien o algo; hacerse viejo o antiguo; durar o permanecer por mucho tiempo


Cuando se hace referencia al envejecimiento como un proceso, se parte de todos aquellos cambios de orden biológico, psicológico y social por los que atraviesa cualquier persona después de los 25-30 años de edad y que de forma activa se perpetúan hasta el final de la vida. Estos cambios son inherentes a todo ser humano y diferentes para todos ellos, pero a su vez son el resultado de contextos multidimensionales como la situación económica, estilos de vida, satisfacciones personales y entornos sociales que influyen de forma directa en el proceso de envejecer. El envejecimiento también se ve influido por las enfermedades padecidas, el sufrimiento acumulado a lo largo de la vida, el tipo de vida que haya llevado la persona y los factores de riesgo y ambientales a los que ha estado sometida. Pero no solo se trata de este tipo factores, sino que los genes también tienen mucha importancia en este proceso. La vejez es una de las etapas de la vida: la última, donde el ser humano ha alcanzado su máxima expresión de relación con el mundo; ha llegado a la madurez total a través de una gran cantidad de experiencias adquiridas durante los momentos e instantes disfrutados. Se podría afirmar entonces que la vejez es un subconjunto de fenómenos y procesos que forman parte de un concepto más global: el envejecimiento: nacemos envejeciendo, vivimos envejeciendo, y así morimos.


Catalogar a una persona de anciana es un hecho muy variable, viéndolo desde el punto de vista de quien hace esta
valoración. Para entender esta afirmación es necesario definir la edad efectiva de una persona, que puede establecerse teniendo en cuenta cuatro tipos de edades: cronológica (número de años transcurridos desde el nacimiento de la persona), biológica (determinada por el grado de deterioro de los órganos), psicológica (el funcionamiento del individuo en cuanto a su competencia conductual y adaptación), y social (establece el papel individual que debe desempeñarse en la sociedad en la que el individuo se desenvuelve). Por esta razón, el proceso de envejecimiento no debe ser visto solo desde el punto de vista cronológico, sino que deben tenerse en cuenta los factores personales y ambientales que influyen en él. Es, por supuesto, una época de cambio: la apariencia física se modifica de forma progresiva, aparecen las canas, las arrugas, y cambia la distribución de la grasa corporal; también se observan modificaciones importantes en el funcionamiento de los órganos y sistemas corporales y, por otro lado, la vejez también debe verse como una etapa de desarrollo y madurez; muchos ancianos son más pacientes y tolerantes, tienen una mayor aceptación del otro, tienen mayor experiencia y esto les permite ver la vida de una manera diferente, aprecian la relatividad y comprenden que el presente tiene un pasado y un futuro. Como ya se ha recogido en anteriores entradas de este blog, a la etapa del proceso vital humano relacionado con el envejecimiento se le han dado varias denominaciones, como vejez, ancianidad, tercera edad, longevidad, discapacidad, entre otros, los cuales tienen diversas explicaciones y connotaciones, algunas percibidas como negativas. De ellas, destacaremos aquí la vejez, fase final del proceso de envejecimiento que simplemente equivale a vivir muchos años, en comparación con otras personas del mismo grupo poblacional o al estado de una persona que por razones de aumento en su edad sufre una decadencia biológica en su organismo, y al de discapacidad, que nada tiene que ver con el envejecimiento, y que se define como cualquier limitación grave que afecte a la capacidad de realizar actividades, y cuyo origen sea una deficiencia, o sea, pérdida o anomalía de un órgano o de su función.


A
l final, el envejecimiento es una construcción social, influido por múltiples factores arraigados en el contexto genético, social e histórico del desarrollo humano, cargado de afectos y sentimientos que se construyen durante el ciclo vital y están permeados por la cultura y las relaciones sociales2 de tal manera que no es claro precisar el estadio de la vida en el cual se ingresa a la vejez y cada vez la concepción de esta está más alejada de la edad cronológica y tiene mayor estructuración desde lo individual y lo social. Es un proceso irreversible aunque admite modificación continua, autoevaluación, redefinición de uno mismo y de sus habilidades, donde la experiencia se convierte en la principal estrategia para afrontar los cambios, es una experiencia única, individual y universal que iInvolucra todas las dimensiones del ser humano teniendo muy en cuenta que ser viejo no implica envejecer,… e implica necesariamente la aceptación y el movimiento hacia el final de la vida. Precisamente el hecho de que sea una experiencia individual hace que sea conveniente poner en cuarentena las “soluciones estándar” para “una mayoría” que prescinden de particularidades; en este sentido se hizo viral en las Redes una carta que, al parecer, se encontró a una anciana cuando murió en una pequeña residencia destinada al tratamiento “estándar” de “enfermedades de la vejez” cercana a Dundee, Escocia.


¿Qué ven, hermanas? ¿Qué ven? ¿Qué piensan cuando me miran? Una vieja malhumorada, no demasiado inteligente, de costumbres inciertas, con sus ojos soñadores fijos en la lejanía, la vieja que escupe la comida y no contesta cuando tratan de convencerla “Vamos, haga un pequeño esfuerzo”. La viejita, que ustedes creen que no se da cuenta de las cosas que ustedes hacen y que continuamente pierde el guante o el zapa, la viejita que, contra su voluntad, pero mansamente, les permite que hagan lo que quieran, que la bañen y alimenten, sólo para que así pase el largo día.

¿Es esto lo que piensan? ¿Es esto lo que ven? Si es así, abran los ojos, hermanas, porque esto que ustedes ven no soy yo. Les voy a contar quién soy, cuando aquí estoy sentada tan tranquila, tal como me ordenan, cuando como por orden de ustedes.

Soy una niñita de diez años que tiene padre y madre, hermanos y hermanas, que se aman.

Soy una jovencita de dieciséis años, con alas en los pies, que sueña que pronto encontrará a su amado.

Soy una novia a los veinte, mi corazón da brincos, cuando hago la promesa que me ata hasta el fin de mi vida.

Ahora tengo veinticinco, tengo mis hijos, quienes necesitan que los guíe, tengo un hogar seguro y feliz.

Soy mujer a los treinta, los hijos crecen rápido, estamos unidos con lazos que deberían durar para siempre.

Cuando cumplo cuarenta mis hijos ya crecieron y no están en casa, pero a mi lado está mi esposo que se ocupa de que yo no esté triste.

A los cincuenta, otra vez, sobre mis rodillas juegan los bebés, de nuevo conozco a los niños, a mis seres amados y a mí.

Sobre mí se ciernen nubes oscuras, mi esposo ha muerto, cuando veo el futuro me erizo toda de terror; mis hijos se alejan, tienen a sus propios hijos, pienso en todos los años que pasaron y en el amor que conocí.

Ahora soy una vieja. ¡Qué cruel es la naturaleza! La vejez es una burla que convierte al ser humano en un alienado, el cuerpo se marchita, el atractivo y la fuerza desaparecen, allí, donde una vez tuve el corazón ahora hay una piedra. Sin embargo, dentro de estas viejas ruinas todavía vive la jovencita. Mi fatigado corazón, de vez en cuando, todavía sabe rebosar de sentimientos.

Recuerdo los días felices y los tristes. En mi pensamiento vuelvo a amar y vuelvo a vivir mi pasado. Pienso en todos esos años que fueron demasiado pocos y pasaron demasiado rápido, y acepto el hecho inevitable que nada puede durar para siempre.

Por eso, gente, abran sus ojos, abran sus ojos y vean Ante ustedes no está una vieja malhumorada ante ustedes estoy YO!!

Y nunca se olviden de los viejos malhumorados, esas PERSONAS con sus sentimientos y su historia.


Para acabar, digamos que el envejecimiento es un proceso complejo de la vida, donde se experimentan cambios de orden físico, psicológico y social entre otros; por lo cual, se constituye en un espacio ideal para brindar herramientas de intervención que permitan entender el fenómeno de envejecer y la vejez es una etapa de la vida en la que cada vez se encuentra más gente y todos caminamos hacia ella, aunque no lo queramos asumir; la esperanza de vida se prolonga y, al mismo tiempo, se nos exige ser eternamente jóvenes, en el mundo occidental, los viejos son casi invisibles en los medios y su imagen parece proscrita en una sociedad en la que predominan el culto a la salud y la juventud. Pero los viejos existen, siempre han existido aunque, no lo obviemos, la vejez también ha sido maltratada incluso en sus representaciones artísticas. Un cuadro que nos hace pensar es el de Anciano con su nieto, del maestro de Miguel Ángel Ghirlandaio (nacido como Domenico di Tommaso Curradi di Doffo Bigordi, el apodo de Ghirlandaio -fabricante de guirnaldas- le llegó de su propio padre, joyero), cuadro en el que, además de unos rojos fantásticos y de un bello paisaje de fondo, el artista nos muestra la vejez sin tapujos. La verdad es que el abuelo tiene de todo: arrugas, una nariz deformada, extrañas pilosidades en la frente. Esta realidad se hace más evidente frente a la perfección de las facciones y la piel infantil. Pero un milagro produce la belleza, es la mirada. Una mirada de profundo afecto pero también una mirada universal que une a las distintas generaciones, que trasmite que infancia y vejez son etapas de la misma aventura: la vida.

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1Aunque la vejez es la etapa de la vida en que los síntomas del envejecimiento se hacen más evidentes, hay estudios que evidencian que incluso un feto humano de 7 meses manifiesta características (edad, desarrollo y especialización biológica, psicológica, y hasta social) diferentes a las de uno de 3 meses

2El medio ambiente, la familia y la comunidad son aspectos importantes en el envejecimiento. Además de los factores físicos, el envejecimiento también depende de factores cognitivos y mentales de forma que hay correlaciones entre los niveles de educación, conocimiento adquirido y el envejecimiento. Determinadas investigaciones han demostrado que la actividad mental mantiene al individuo alerta y saludable. Las capacidades cognitivas son especialmente importantes en el envejecimiento. El aprendizaje y la estimulación continua ayudan a las personas mayores a permanecer cognitivamente intactas. Especialmente importante es la actitud del individuo; si percibe el envejecimiento como algo aislado, se aislará y comenzará a fallar; pero si lo percibe como una parte integral de la estructura social, prosperará. El apoyo social y la percepción tienen una influencia muy poderosa sobre la adaptación a las limitaciones físicas y cognitivas. En ese sentido, el “envejecimiento activo” propuesto por la OMS en 2002, está, enunciado como el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen. El término “activo” hace referencia a una participación continua en aspectos sociales, económicos, culturales, espirituales y cívicos, no sólo a la capacidad para estar físicamente activo, si se quiere hacer del envejecimiento una experiencia positiva con una vida más larga.

 

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