sábado, 6 de febrero de 2016

Esas justificaciones de gastos....



Para intentar entender algo del lío que se montan unos y otros (el gobierno, la oposición, las instituciones europeas y todo el que "pasaba por allí") con el tema de los presupuestos, de los que dependen la severidad y el alcance, siempre progresivos, de los recortes en los servicios sociales a los que el ciudadano de a pie está, a veces, supeditado hoy día y, por extensión, para entender la interpretación de los cálculos de las inversiones que se proyectan e incluso las cuentas que se presentan y que adquieren un asombroso grado de elasticidad (por razones varias, no todas ellas atribuibles a aspectos técnico/contables del proyecto en cuestión y sí a satisfacer debilidades humanas de alguno/s de los implicados) nos lleva a hacer un ejercicio teórico sobre la exactitud o no de las cuentas.

De entrada (es de Perogrullo) hay que recordar que para el cálculo de los presupuestos, proyectos y demás cuentas, se usan las matemáticas y, si bien los postulados filosófico/científicos de Kuhn y Popper, entre otros, apuntan que la epistemologia ("palabrejo" que define la ciencia que estudia el conocimiento y que, ¡ojo! viene del griego ἐπιστήμη epistḗmē, "conocimiento", y λόγος lógos, "estudio", es decir, que pertenece a la cultura helénica, herencia de la hoy baqueteada y menospreciada Grecia, bastantes siglos antes de que los americanos "inventaran", divulgaran e impusieran su Knowledge Management - Gestión del Conocimiento que no es sino algo así como la rama de la epistemología que se cuida de la transmisión del conocimiento dentro de la empresa) hoy ya no puede basarse en la inmutabilidad de las ciencias toda vez que se ha demostrado que el grado de certidumbre asignable a cada ciencia o a cada hecho científico es variable, lo que es particularmente visible en las llamadas ciencias sociales e incluso en las llamadas naturales o experimentales.
Sin embargo, el concepto de certidumbre que tienen las ciencias llamadas formales (como las matemáticas y la lógica), es más firme, aunque también tenga ciertos límites, con lo que, pese a Popper y Kuhn, la matemática que sirve para calcular los presupuestos es una ciencia exacta y lo que dice es verdad y no puede cuestionarse con el mismo énfasis que lo relativo a otra ciencia.

El misterio de cómo algo cobijado bajo el paraguas de una ciencia exacta se convierte en algo tan frívolo en su resultado no es tal misterio y hay (para quien lo quisiera atajar de verdad) numerosísimos casos de estudio que reflejan patrones comunes y que, por pudor, no citaremos aquí. Y no nos referimos a los escandalosos casos actuales, seguramente en la mente de todos porque la Justicia ha acreditado la existencia de un modus operaqndi prolongado en el tiempo, sino recordar que siempre ha habido situaciones de este tipo, hasta con protagonistas que conocemos por otras cosas, como por ejemplo Diego Hurtado de Mendoza, autor reconocido del durante mucho tiempo considerado de autor anónimo El Lazarillo de Tormes, o el mismísimo Miguel de Cervantes, que, al igual que muchos otros conocidos por otras actividades, estuvieron presos por pecadillos relativos a la recaudación de impuestos, finanzas y fruslerías similares.

Pero, partiendo de la base de que el mayor indicador de que los cálculos matemáticos utilizados no se han visto sometidos a movimientos sísmicos provocados y anormales con resultados (económicos, claro) catastróficos es la rendición de cuentas y la justificación de que los fondos presupuestados se han destinado a los fines previstos y no a otras cosas, existe un caso que es paradigma de la picaresca admitida en altos niveles e, incluso, utilizada como ejemplo de creatividad para soslayar los deberes; nos referimos a las nombradísimas "Cuentas del Gran Capitán"

Gonzalo Fernández de Córdoba, "El Gran Capitán", fue un militar andaluz al servicio de los Reyes Católicos, era pariente del rey Fernando y miembro de la nobleza andaluza, y se dice que distribuyó honores a sus valerosos auxiliares en la batalla con tal liberalidad que causó recelos en el rey, quien, instigado además por los envidiosos de la gloria y del talento del Gran Capitán, se vio obligado a pedirle cuenta de sus gastos. 
https://ppcarretero.files.wordpress.com/2011/11/las_cuentas_del_gran_capitan.jpg
La obra de Lope de Vega
Más allá de la obra homónima de Lope de Vega, se conservan documentos que parecen avalar la autenticidad de los hechos convertidos en leyenda. El texto que se reproduce a continuación, del Museo del Ejército en Madrid, nos recuerda lo ingrata (aunque imprescindible) que puede ser la justificación de los gastos incurridos para la consecución de una tarea, incluso cuando el resultado es excelente. Ya se ve, pues, que no es nuevo esto. 

                        
                 CARGOS PRESENTADOS:

Por los libros que produjeron, resultaba Gonzalo alcanzado en grandísimas sumas; mas él trató la demanda con alto desprecio y se propuso dar una severa lección, tanto al Rey como a sus tesoreros, del trato y consideración debidos a un conquistador de reinos.
Con indiferencia y serenidad respondió que al siguiente día presentaría sus cuentas por las cuales se vería si el alcanzado era él o el fisco, que le reclamaba:

-          Ciento treinta mil ducados remitidos por primera partida.
-          Ochenta mil pesos por la segunda.
-          Tres millones de escudos por la tercera.
-          Once millones de escudos por la cuarta.
-          Trece millones de escudos por la quinta...

... y así el grave, gangoso y cortado secretario, seguía relatando cargos por este estilo, dentro de un acto imponente y serio.
Libro de cuentas del Gran Capitán en el Archivo de Simancas
DESCARGO DEL GRAN CAPITÁN:

El Gran Capitán cumplió su palabra y en la segunda audiencia sacó un voluminoso libro con sus descargos, que principió a leer con alta y sonora voz, del siguiente modo:

-          Doscientos mil setecientos treinta y seis ducados y nueve reales en frailes, monjas y pobres, para que rogasen a Dios por la prosperidad de las Armas Españolas.
-          Cien millones en picos, palas y azadones.
-          Cien mil ducados en pólvora y balas.
-          Cien mil ducados en guantes perfumados para preservar a las tropas del mal olor de los cadáveres de los enemigos tendidos en el campo de batalla.
-          Ciento setenta mil ducados en poner y renovar campanas, destruidas, con el uso continuo, de repicar todos los días por nuevas victorias conseguidas sobre el enemigo.
-          Cincuenta mil ducados en aguardiente para las tropas en día de combate.
-          Millón y medio de ídem. para mantener prisioneros y heridos.
-          Un millón en misas de gracias y Te-Deum al Todopoderoso.
-          Tres millones en sufragios para los muertos.
-          Setecientos mil cuatrocientos noventa y cuatro ducados en espías, y ...
-          Cien millones por mi paciencia en escuchar ayer que el Rey pedía cuentas al que le ha regalado un reino.

Estas son, pues, extractadas, las célebres "Cuentas del Gran Capitán", que, originales, se conservan en su histórico y voluminoso expediente en el Archivo General de Simancas (Valladolid), primer archivo oficial, por su antigüedad, de la Corona de Castilla..

Lo chusco es que hoy, cinco siglos después, la rendición de cuentas de algo que tiene que ver con lo público parece seguir inspirada por el Gran Capitán, se jalea la audacia y nadie pide responsabilidades.


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