Para intentar entender algo del lío que se montan unos y
otros (el gobierno, la oposición, las instituciones europeas y todo el que
"pasaba por allí") con el tema de los presupuestos, de los que
dependen la severidad y el alcance, siempre progresivos, de los recortes en los
servicios sociales a los que el ciudadano de a pie está, a veces, supeditado
hoy día y, por extensión, para entender la interpretación de los cálculos de las inversiones que se
proyectan e incluso las cuentas que se presentan y que adquieren un asombroso
grado de elasticidad (por razones varias, no todas ellas atribuibles a aspectos
técnico/contables del proyecto en cuestión y sí a satisfacer debilidades
humanas de alguno/s de los implicados) nos lleva a hacer un ejercicio teórico
sobre la exactitud o no de las cuentas.
De entrada (es de Perogrullo) hay que recordar que para el
cálculo de los presupuestos, proyectos y demás cuentas, se usan las matemáticas
y, si bien los postulados filosófico/científicos de Kuhn y Popper, entre otros,
apuntan que la epistemologia ("palabrejo" que define la ciencia que estudia el conocimiento y que, ¡ojo!
viene del griego ἐπιστήμη epistḗmē, "conocimiento", y
λόγος lógos, "estudio", es decir, que pertenece a la cultura
helénica, herencia de la hoy baqueteada y menospreciada Grecia, bastantes siglos antes
de que los americanos "inventaran", divulgaran e impusieran su Knowledge
Management - Gestión del Conocimiento que no es sino algo así como la
rama de la epistemología que se cuida de la transmisión del conocimiento dentro de la
empresa) hoy ya no puede basarse en la inmutabilidad de las ciencias toda vez
que se ha demostrado que el grado de certidumbre asignable a cada ciencia o a
cada hecho científico es variable, lo que es particularmente visible en las
llamadas ciencias sociales e incluso en las llamadas naturales o
experimentales.
Sin embargo, el concepto de certidumbre que tienen las
ciencias llamadas formales (como las matemáticas y la lógica), es más firme,
aunque también tenga ciertos límites, con lo que, pese a Popper y Kuhn, la
matemática que sirve para calcular los presupuestos es una ciencia exacta y lo
que dice es verdad y no puede cuestionarse con el mismo énfasis que lo relativo
a otra ciencia.
El misterio de cómo algo cobijado bajo el paraguas de una
ciencia exacta se convierte en algo tan frívolo en su resultado no es tal
misterio y hay (para quien lo quisiera atajar de verdad) numerosísimos casos de
estudio que reflejan patrones comunes y que, por pudor, no citaremos aquí. Y no
nos referimos a los escandalosos casos actuales, seguramente en la mente de
todos porque la Justicia ha acreditado la existencia de un modus operaqndi prolongado en el tiempo, sino recordar que siempre ha habido situaciones de este tipo, hasta con
protagonistas que conocemos por otras cosas, como por ejemplo Diego Hurtado de
Mendoza, autor reconocido del durante mucho tiempo considerado de autor anónimo
El Lazarillo de Tormes, o el mismísimo Miguel de Cervantes, que, al igual que
muchos otros conocidos por otras actividades, estuvieron presos por pecadillos
relativos a la recaudación de impuestos, finanzas y fruslerías similares.
Pero, partiendo de la base de que el mayor indicador de que
los cálculos matemáticos utilizados no se han visto sometidos a movimientos
sísmicos provocados y anormales con resultados (económicos, claro)
catastróficos es la rendición de cuentas y la justificación de que los fondos
presupuestados se han destinado a los fines previstos y no a otras cosas,
existe un caso que es paradigma de la picaresca admitida en altos niveles e,
incluso, utilizada como ejemplo de creatividad para soslayar los deberes; nos
referimos a las nombradísimas "Cuentas del Gran Capitán"
Gonzalo Fernández de Córdoba, "El Gran
Capitán", fue un militar andaluz al servicio de los Reyes Católicos, era
pariente del rey Fernando y miembro de la nobleza andaluza, y se dice que
distribuyó honores a sus valerosos auxiliares en la batalla con tal liberalidad que causó
recelos en el rey, quien, instigado además por los envidiosos de la gloria y
del talento del Gran Capitán, se vio obligado a pedirle cuenta de sus gastos.
La obra de Lope de Vega |
Más allá de la obra homónima de Lope de Vega, se conservan documentos que parecen avalar la autenticidad de los hechos convertidos en leyenda. El texto que se reproduce a continuación, del Museo del Ejército en Madrid,
nos recuerda lo ingrata (aunque imprescindible) que puede ser la justificación de los gastos incurridos
para la consecución de una tarea, incluso cuando el resultado es excelente. Ya
se ve, pues, que no es nuevo esto.
CARGOS PRESENTADOS:
Por los libros que produjeron, resultaba Gonzalo
alcanzado en grandísimas sumas; mas él trató la demanda con alto desprecio y se
propuso dar una severa lección, tanto al Rey como a sus tesoreros, del trato y
consideración debidos a un conquistador de reinos.
Con indiferencia y serenidad respondió que al siguiente
día presentaría sus cuentas por las cuales se vería si el alcanzado era él o el
fisco, que le reclamaba:
-
Ciento treinta mil ducados remitidos por primera
partida.
-
Ochenta mil pesos por la segunda.
-
Tres millones de escudos por la tercera.
-
Once millones de escudos por la cuarta.
-
Trece millones de escudos por la quinta...
... y así el grave, gangoso y cortado secretario, seguía
relatando cargos por este estilo, dentro de un acto imponente y serio.
Libro de cuentas del Gran Capitán en el Archivo de Simancas |
DESCARGO DEL GRAN CAPITÁN:
El Gran Capitán cumplió su palabra y en la segunda
audiencia sacó un voluminoso libro con sus descargos, que principió a leer con
alta y sonora voz, del siguiente modo:
-
Doscientos mil setecientos treinta y seis ducados y
nueve reales en frailes, monjas y pobres, para que rogasen a Dios por la
prosperidad de las Armas Españolas.
-
Cien millones en picos, palas y azadones.
-
Cien mil ducados en pólvora y balas.
-
Cien mil ducados en guantes perfumados para
preservar a las tropas del mal olor de los cadáveres de los enemigos tendidos
en el campo de batalla.
-
Ciento setenta mil ducados en poner y renovar
campanas, destruidas, con el uso continuo, de repicar todos los días por nuevas
victorias conseguidas sobre el enemigo.
-
Cincuenta mil ducados en aguardiente para las tropas
en día de combate.
-
Millón y medio de ídem. para mantener prisioneros y
heridos.
-
Un millón en misas de gracias y Te-Deum al
Todopoderoso.
-
Tres millones en sufragios para los muertos.
-
Setecientos mil cuatrocientos noventa y cuatro
ducados en espías, y ...
-
Cien millones por mi paciencia en escuchar ayer que
el Rey pedía cuentas al que le ha regalado un reino.
Estas son, pues,
extractadas, las célebres "Cuentas del Gran Capitán", que,
originales, se conservan en su histórico y voluminoso expediente en el Archivo
General de Simancas (Valladolid), primer archivo oficial, por su antigüedad, de la Corona de Castilla..
Lo chusco es que
hoy, cinco siglos después, la rendición de cuentas de algo que tiene que ver
con lo público parece seguir inspirada por el Gran Capitán, se jalea la audacia
y nadie pide responsabilidades.
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