¿Alguien ha llevado la
cuenta de la cantidad de portadas, grandes titulares y exhaustivos
análisis de expertos que se dedicaron hace unos
meses a ese gran escándalo que hizo tambalearse todo el sistema
financiero de un país como Andorra (con ramificaciones políticas en
España en función de la identidad de alguno de los presuntos
implicados) a raíz de la denuncia efectuada por el Departamento del
Tesoro de Estados Unidos a la entonces boyante Banca Privada
d'Andorra (BPA) por su aparente actuación laxa ante posibles
operaciones de blanqueo de capitales efectuadas a través de ella o
sus filiales?
Fueron incontables,
efectivamente, y hay que decir que el tema aún colea con la
nacionalización de la entidad y la denuncia presentada por los
socios de BPA en la que acusa al Tesoro de EEUU poco menos que de
falsedad en sus acusaciones originales. El tiempo dirá lo que tenga
que decir.
Pero, lo que son las cosas,
el GAFI, que recordemos que es el Grupo de Acción Financiera
Internacional contra el blanqueo de capitales y la
financiación del terrorismo, la organización supranacional con
sede en París que establece las normas internacionales contra el
blanqueo de capitales, ha revisado más de dos docenas de países en
su última ronda de evaluaciones del cumplimiento de las normas por
los países y ha dado a Estados Unidos, en las conclusiones
publicadas la semana pasada, la calificación más baja posible en
sus esfuerzos por evitar que los delincuentes blanqueen dinero usando
compañías fantasmas y en la supervisión de abogados y agentes
inmobiliarios, manchando de esta manera el poderoso marco del país
que dice erigirse en líder mundial para contrarrestar la
delincuencia financiera.
Y, también lo que son las
cosas, esta noticia no ha merecido, no ya una portada, sino un
suelto, aunque fuera inserto con calzador en las páginas de
espectáculos o deportes.
Es que tenemos unos
medios... (con honrosas y contadas excepciones, eso sí).
Hay que ser precisos: el GAFI aprueba los enfoques de
las acciones de cumplimiento legal en los Estados Unidos1,
ya que constata que, en general, Estados Unidos cuenta con un régimen
de prevención “bien desarrollado y robusto” mediante el
cual “está investigando y persiguiendo en forma precisa el
blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo”, y que
las entidades financieras, en general, tienen “una comprensión
evolucionada de los riesgos y obligaciones ante el blanqueo de
capitales y la financiación del terrorismo, y tienen sistemas
y procesos para implementar medidas preventivas, incluyendo para
clientes nuevos, monitoreo de transacciones y reporte de
transacciones sospechosas", pero los evaluadores del GAFI
destacaron en su informe la existencia de muchas de las mismas
deficiencias detectadas ya en una revisión previa en 2006,
principalmente fallas relacionadas con la exigencia de que se
recopile información relacionada con los detalles corporativos de
propiedad real beneficiaria de las compañías y se pongan a
disposición de las fuerzas del orden.
No se olvide que el problema de la propiedad
corporativa opaca fue una cuestión prioritaria a nivel mundial
después del escándalo conocido como Papeles de Panamá, que reveló
cómo terroristas, criminales y corruptos pueden esconder activos
ilícitos detrás de estructuras de propiedad oscuras y, en el caso
de Estados Unidos, según el GAFI, “el sistema tiene graves
baches que impiden el acceso oportuno a la información de propiedad
beneficiaria. En términos de información sobre la
propiedad beneficiaria, las agencias de ley no son capaces, en
algunos casos, de obtener acceso a la información de manera
oportuna, y en algunos casos obtener información en absoluto.
Todavía hay una lucha a nivel nacional para obtener un acceso
sistemático a la información de la propiedad beneficiaria”.
Llama la atención que sea precisamente este aspecto, el de conocer la propiedad efectiva de los fondos implicados, no ya en blanqueo, sino en elusión fiscal incontrolada, en depósitos irregulares y opacos en paraísos fiscales o en cualquier otra modalidad de pantalla, cuando fueron las autoridades de los Estados Unidos uno de los principales promotores (sobre el papel) de trabajar en pos de la armonización normativa en ese campo, fruto de lo cual fue la publicación por el GAFI en 2014 de un documento con el título de Guidance on transparency and beneficial ownership (Orientación en la transparencia y la propiedad beneficiaria efectiva) que era complementado por una especie de guía a los países para su implementación. Pero, acudiendo a nuestro refranero, del dicho al hecho hay un gran trecho.
Llama la atención que sea precisamente este aspecto, el de conocer la propiedad efectiva de los fondos implicados, no ya en blanqueo, sino en elusión fiscal incontrolada, en depósitos irregulares y opacos en paraísos fiscales o en cualquier otra modalidad de pantalla, cuando fueron las autoridades de los Estados Unidos uno de los principales promotores (sobre el papel) de trabajar en pos de la armonización normativa en ese campo, fruto de lo cual fue la publicación por el GAFI en 2014 de un documento con el título de Guidance on transparency and beneficial ownership (Orientación en la transparencia y la propiedad beneficiaria efectiva) que era complementado por una especie de guía a los países para su implementación. Pero, acudiendo a nuestro refranero, del dicho al hecho hay un gran trecho.
Tras el escándalo conocido como los Panama Papers, eso
“es un problema sobre el que cabe centrarse
ciertamente, dando más reconocimiento a los peligros de las
compañías anónimas” y
es por lo que el GAFI cree que se necesitan cambios
fundamentales para arreglar los baches sobre la propiedad efectiva y
deben hacerse mejoras importantes en el área de recopilación de
información sobre la propiedad real beneficiaria y la disposición
de ésta para los organismos encargados de hacer cumplir la ley, los
bancos o la creación de un registro público.
Algunos legisladores estadounidenses, incluso grupos
amplios y bipartidistas, han tratado de promulgar proyectos de ley
para resolver esas lagunas, pero los esfuerzos nunca han llegado a
buen término. Incluso el gobierno de Obama propuso en mayo una ley
para obligar a las compañías a revelar la identidad de sus dueños
beneficiarios, pero el Congreso no presentó el proyecto de ley, dijo
un funcionario del Tesoro estadounidense en una llamada con
reporteros, según Reuters. Sin esa ley, dijo el funcionario, “EE.UU.
continuará estando a la retaguardia de sus socios globales”.
En un intento por resaltar el tema, el Departamento del
Tesoro de Estados Unidos finalizó la redacción de las normas que
exigen a los bancos solicitar y capturar información sobre la
propiedad real beneficiaria en la apertura de la cuenta, pero las
instituciones no tienen manera de verificar lo que se les dice.
“Las autoridades federales entienden bien los
riesgos de estructuras complejas de personas jurídicas y arreglos
legales que se utilizan para ocultar la propiedad y lavar dinero”,
según las conclusiones del GAFI. “Sin embargo, lagunas graves
en el marco legal impiden el acceso a la información exacta sobre la
propiedad beneficiaria de manera oportuna”.
La mala clasificación de Estados Unidos por la (falta
de) información sobre la propiedad real corporativa se relaciona con
ciertos Estados que hacen del secreto un argumento de venta, con
Delaware a la cabeza, pese a que Delaware tenga una de las reglas de
identidad más estrictas del mundo, tal vez más que Singapur y
Panamá.
Ante esta
situación, el GAFI propone un plan de acción que Estados
Unidos debe completar antes de la próxima evaluación del GAFI y en
el que,entre otras varias prioridades, se establece una "para
que el país refuerce vulnerabilidades" que es de puro sentido
común en todos los países que dicen luchar contra los refugios
financieros:
–Capturar y poner a disposición de las autoridades
competentes la información sobre la propiedad beneficiaria de manera
oportuna, exigiendo que dicha información se obtenga a nivel
federal.
¿Se implementará antes del próximo Luxleaks, o
Falciani o Papeles de Panamá?
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1El
grupo Basel AML Index (ranking
anual que evalúa el riesgo país en relación con el blanqueo de
dinero y la financiación
del terrorismo. Se centra en los marcos de lucha contra estos
delitos y otros factores relacionados,
como la transparencia financiera y pública y la solidez judicial en
este campo concreto) publica un análisis comparativo de las
puntuaciones del GAFI, ponderando la efectividad más que el
cumplimiento técnico, que sitúa en clasificación GLOBAL a Estados Unidos en el segundo
lugar, detrás de España y varios lugares mejor que Suiza, que se
ubica en quinto lugar.
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