Consumatum est. Con la
ceremonia de la toma de posesión en el exterior del edificio del
Capitolio, de Washington, el magnate americano nieto de emigrantes
alemanes Donald John Trump se ha convertido en el 45º Presidente de
los Estados Unidos de América. Y el mundo, conteniendo la
respiración. Y los estadounidenses, con un elevado grado de cabreo
hacia sus instituciones porque un porcentaje importante de población
sostiene que la elección de Trump es un fraude. ¿Lo es? Echemos un
vistazo superficial al sistema electoral de los cargos políticos en
Estados Unidos.
En principio, tanto los
cargos de nivel federal, o sea, el Congreso de los Estados Unidos
(depositario del poder legislativo, compuesto por la Cámara de
Representantes y el Senado) como otros de nivel estatal como el
gobernador y legislador de cada Estado, y de nivel local (se calcula
que en todo el país, más de un millón de cargos se eligen en cada
ciclo electoral) son elegidos directamente por los ciudadanos. No
vamos a entrar en la complejidad (para nosotros) de su Ley Electoral,
las primarias, la elegibilidad de candidatos, los Colegios
Electorales o algo que compartimos con ellos, como es la permanente
controversia alrededor de la financiación de los partidos y las
campañas electorales.
Sin embargo, en las
elecciones presidenciales, en las que se elige al presidente y
vicepresidente, la elección es por sufragio indirecto, es
decir, que el ganador se determina por los votos de los electores del
Colegio Electoral de Estados Unidos y no por los votos populares.
Para entenderlo, los votantes de cada estado escogen un conjunto de
electores de entre los de una lista de distintos partidos o
candidatos. Naturalmente, estos electores designados hacen la promesa
de votar por el candidato de su partido de forma que, en teoría,
aquellos electores que voten en contra del voto popular de su estado
son llamados "electores deshonestos". Las leyes estatales
regulan cómo los estados escogen los votos de los colegios
electorales y pese a que, para liarlo más, cada estado tiene su
propio sistema para elegir a los miembros del Colegio Electoral, en
casi todos los Estados, el candidato que gane la mayoría de los
votos recibe todos los votos electorales del estado.
Este sistema ha sido muy
criticado por varias razones, empezando por la evidencia de que es
anti-democrático por definición, ya que a través de él el
Presidente es elegido indirectamente en lugar de por un sistema
electoral directo, además de porque, como usualmente solo los
votantes en estados decisivos (por su población) determinan el
resultado de las elecciones, crea desigualdad entre los votantes en
diferentes estados durante la Elección Presidencial1.
Si este sistema de elección fuera eliminado y todo el país fuera
tratado como un solo distrito para las elecciones presidenciales,
entonces los resultados no dependerían de los estados cruciales,
pero ello requeriría una enmienda a la Constitución que, como
ocurre aquí con la revisión de la norma D'Hont, se piensa que no
sería aprobada, dados los requerimientos de número de votos que
necesita.
Históricamente ya se
registran casos con divergencias de resultados y aunque, en general,
el ganador del voto electoral suele coincidir con el vencedor del
voto popular, cuatro presidentes han sido elegidos tras perder en
cuanto a número de votos en las urnas: En 1824, John Quincy Adams
recibió unos 38.000 votos menos que Andrew Jackson, pero se hizo
finalmente con la Casa Blanca. En 1876, Rutherford B. Hayes ganó en
el Colegio Electoral por un solo voto, pese a salir derrotado por
Samuel T. Tilden por unos 264.000 sufragios populares. En 1888,
Benjamin Harrison se impuso en el Colegio Electoral por 65 votos, si
bien perdió frente a Grover Cleveland en las urnas. En el 2000,
George W. Bush perdió el voto popular frente a Al Gore por un 0,51
por ciento, aunque acabó venciendo por 271 votos electorales frente
a los 266 de su adversario. Pero lo que ha ocurrido con Trump rompe
todas las estadísticas ya que ha perdido en voto popular contra
Hillary Clinton nada menos que por tres millones de votos, aunque con
los votos electorales haya ganado de calle.
Se veía venir. La portada es de marzo-16 |
No es un buen augurio, y
siembra más dudas que certezas sobre el futuro de manera que ya se
han producido las primeras manifestaciones populares que pregonan la
ilegitimidad del nombramiento. Pero el análisis no debe
simplificarse en las protestas populares por su elección ya que el
caso tiene todos los números para alimentar un debate encendido y
continuado a todos los niveles. ¿O hay que menospreciar la
preocupación mostrada por el mismísimo Fondo Monetario
Internacional acerca de la zozobra generada ya en el mundo económico
por sus ideas en economía divulgadas en campaña y confirmadas una
vez elegido? ¿O la prevención expresada por Francia, Alemania,
China (ésta, nada menos que en el Foro de Davos),.. por sus
declaraciones?
Lo curioso de la situación
es que (vista a toro pasado) era una entrega por fascículos de una
victoria anunciada pese a las muchas señales de alerta que iban
apareciendo y que pueden resumirse en:
- Perfil del personaje.
Es, por lo que se recuerda, la primera vez que se reúnen en un
candidato a la Presidencia del primer país del mundo una serie de
características que harían ruborizar a un profesional de cualquier
ámbito, incluso del político sin que la admisión de su evidencia
represente ni siquiera un arañazo superficial en este caso:
desprecio por las mujeres, desprecio por quienes son de otro color de
piel u otra confesión religiosa, desprecio por quien se atreve a
criticarlo, fraude fiscal a través de sus múltiples empresas (eso
sí, guiado por un ejército de asesores, dentro de lo legalmente
permitido aunque no se haya finalizado la investigación del
fraude), ausencia de matices en lo que piensa/dice, exhibición de
ignorancia de la política internacional,...
- Campaña. El
desarrollo de la campaña, desde las primarias en las que se impuso a
veces contra los criterios de su propio partido, ofrece tantos puntos
llamativos que ni cabrían en estas líneas. Como corresponde al
sujeto wasp2
al que nos referimos, su campaña se ha basado en ideas racistas,
antiminorías, clasistas, xenófobas3,
buscando siempre en el exterior el enemigo a destruir...
Curiosamente,como novedad, en esta campaña se ha admitido el uso de
la divulgación de noticias falsas (además, claro, del tan traído y
llevado posible hackeo de comunicaciones y manipulación de las
mismas ordenados desde Rusia por Vladimir Putin) creadas con el fin
de influir en el sentido del voto4
pero culpando de ello a los medios de forma recurrente. De todas
formas, esos elementos no son nuevos: basta recordar que la campaña
sobre el reciente Brexit se basó en la descalificación del
adversario con noticias, cuando menos, intencionadamente inexactas, y
no en la exposición de ventajas y desventajas de una u otra opción.
- Elección. Con los
mimbres urdidos en la campaña, el resultado de la elección, si no
recurrido legalmente, sí que es objeto de ácida controversia ya que
demuestra (como lo expuso acertadamente en su portada la revista Time
al elegir a Trump como personaje del año) la profunda división que
domina hoy la sociedad estadounidense. Es perceptible el resquemor
(miedo, sin ambages) en su propio partido, el Republicano, en horas
bajas a pesar de este triunfo y sumido en un grado de confusión
interno, originado precisamente y de manera principal porque muchas
de las ideas del nuevo Presidente no se parecen en nada a las
tradicionalmente defendidas por el partido, cuya solución no se
vislumbra pronta. Al haber conseguido la victoria, Trump manifiesta
sin empacho su odio declarado a la incómoda prensa , le declara la
guerra abierta y la sustituye por su página de Twitter, que pasa a
convertirse en guía de actuación de los suyos y "aviso para
navegantes" de los contrarios (es notorio que, antes de ser
investido, un tweet suyo bastó para cambiar el sentido del voto del
partido Republicano en el Senado sobre el Comité de Ética), si bien
la inexistencia de matices en los tweets ya le han obligado a alguna
rectificación. Veremos si en Estados Unidos tiene el valor que debe
tener la hemeroteca o, como en España, es un mero elemento
decorativo.
- Investidura.
Estamos acostumbrados a oír que una cosa es lo que se dice en campaña
y otra, más moderada, lo que se hace en el ejercicio del poder (por
cierto, ¿no eso, pues, la institucionalización del engaño al
votante? Pero eso no toca hoy...), pero con Trump no ha sido así,
como confirma la elección de su equipo de gobierno, formado en su
abrumadora mayoría por hombres, casualmente millonarios, y con
perfiles ideológicos, wasp confesos, preocupantes:
ultranacionalistas, racistas, negacionistas del cambio climático,
antiabortistas, creacionistas, homófobos,...y con limitada
experiencia política.
Y ateniéndose, además, a
la cita bíblica de "por sus obras los conoceréis", sus
primeras iniciativas no son muy tranquilizadoras: derogación del
sistema asistencial conocido como Obamacare, exhibición impúdica de
la aplicación (¡sin que a nadie llame la atención!) del donde
dije "digo", digo "Diego" cuando se declara
rendido admirador de la misma CIA a la que puso a bajar de un burro
durante la campaña,... por culpa de la deshonesta prensa,
naturalmente. No puede acabarse este somero análisis sin fijarnos en
dos detalles que nos pueden afectar a todos5:
el primero es el de citarse YA con la Sra. May, primera ministra del Reino Unido, para negociar
una postura común contra la UE (así se ha anunciado) tras el
éxito del Brexit, y el segundo el apoyo incondicional a la actual política de
Netanyahu, que busca algo que no es la paz en la zona. Y
Europa a verlas venir...
Desde el punto de vista meramente estético no deja de chocar ver el acto de toma de posesión ante el Capitolio (sin entrar en la polémica del número de asistentes) como una copia, misma apariencia, que los actos de masas del venezolano Maduro, con todos sus seguidores "uniformados".
Desde el punto de vista meramente estético no deja de chocar ver el acto de toma de posesión ante el Capitolio (sin entrar en la polémica del número de asistentes) como una copia, misma apariencia, que los actos de masas del venezolano Maduro, con todos sus seguidores "uniformados".
Presidente de los "Estados Divididos" de América |
Malos tiempos para la
lírica. No es difícil entender que el pueblo (pese a ser, no lo
olvidemos, quien en definitiva permite con su voto que personajes así
estén en el Poder) contenga la respiración.
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1Esto,
que también ocurre en España en las Elecciones Generales, se
observa en el sistema americano si se compara. por ejemplo, el
Estado de Wyoming, con una población de 493.782 habitantes y 3
votos de Colegio Electoral (164.594 habitantes por voto de CE) con
el de California, con una población de 33.871.648 habitantes y 55
votos de Colegio Electoral (615.848 habitantes por voto de CE). En
el caso de Estados Unidos, sin embargo, hay que decir que este
sistema democráticamente deficitario fue creado por los propios
autores de la Constitución tras descartar en su día la elección
directa del Presidente por voto popular con el fin de proteger a los
Estados pequeños ante el poder de los grandes.
2Wasp
son las iniciales de quienes defienden una preponderancia
determinada en la sociedad estadounidense: "White, anglo-saxon,
protestant", que no necesita traducción.
3Sorprende
este aspecto en alguien que es nieto de inmigrantes y está, además, casado
con una inmigrante. Lo que viene a corroborar la teoría, muy
estudiada, del nacionalismo exacerbado excluyente que se suele manifestar en la
segunda o tercera generación de los inmigrantes en cualquier país.
4El
examen de cómo han influido esas noticias falsas nos lleva a
constatar la fragilidad y vulnerabilidad de las Redes Sociales, ya
que, aparte de los casos en que TODA la noticia era falsa, lo usual
es que el titular fuera sesgado, tendencioso o, simplemente ajeno a
la noticia, pero si como tal titular conseguía el objetivo de ser
extendido vía Redes, conseguía una alta credibilidad como si fuera
cierto.
5En
clave interna, para que repiensen su postura los defensores
acérrimos de eso de "Un país, una lengua" despreciando y
atacando las minoritarias, Trump se ha cargado de un plumazo en el
primer día de su mandato la versión en castellano de la página
web de la Casa Blanca pese a que el castellano, segunda lengua de
los Estados Unidos, según los datos del Censo de 2015, es hablado
por 56.496.122 hispanos, el 17,6% de la población de EE. UU., sin
incluir la población de Puerto Rico ni los inmigrantes
indocumentados hispanos, con lo que la cifra superaría los 60
millones de hispanos, cifra superior, incluso, a la población de
España. Pero es minoritaria.
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