domingo, 30 de diciembre de 2018

Lectura recomendada: Trump.

Un regalo intangible pero valiosísimo a pedir a los Reyes Magos en estas fechas es el de que 
concedieran el poder acceder al secreto que supone entender las razones de fondo de que 
se esté produciendo a los ojos de todos y en todo el mundo un claro proceso de involución 
social que hace que gobernantes como Duterte en Filipinas, Erdogan en Turquía, Orban en 
Hungría, Putín en Rusia, Maduro en Venezuela, Rajoy en España o Trump en los Estados 
Unidos entre otros alcancen el poder tras una votación, sin que nadie piense que se 
comparan personajes o países.

Un denominador común, sin embargo, de todos los casos aludidos es o bien que la actuación 
de todos estos gobernantes, una vez en el poder, no suele ser la que prometían en sus 
programas, y la diferencia de actitud la suelen justificar con eso que ahora se llama fake 
news y que antes eran simplemente mentiras o relatos ficticios, convenientemente 
amplificados por sus medios, o bien no es descartable que hagan lo mismo, lo de aplicar los 
fakes, precisamente para aplicar a rajatabla y sin oposición las medidas excéntricas y 
negativas de su programa. 
 
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No es habitual, por lo peligroso (profesional e incluso físicamente), que se publiquen con 
entera libertad dentro de cada país críticas a estas actuaciones, por lo que es muy de 
agradecer que haya sitios donde sí es posible. Muy recientemente se ha publicado en España 
(Navona / Roca Editorial) el libro de Bob Woodward sobre el gobierno en Estados Unidos de 
Donald Trump Miedo. Trump en la Casa Blanca (en catalán, también editado, Por. Trump a la 
Casa Blanca) que da pistas, eso sí, a toro pasado, de la verdadera personalidad de un 
personaje que ya antes de la votación en la que fue elegido  levantaba serias dudas y no 
pocos resquemores por lo que de él se sabía y al que, dicho sea de paso, ya se le han 
dedicado varias entradas en este blog.
 
Ya hace unos meses se publicó Fuego y furia: dentro de la Casa Blanca de Trump, de Michael 
Wolf, libro que causó un terremoto político, y paralelamente una fuente anónima (una 
“garganta profunda”) había escrito en 'The New York Times' la tribuna titulada “Soy parte de la 
resistencia dentro de la Administración Trump”, en la que aseguraba que existe un grupo de 
funcionarios que trabaja para desactivar a un presidente que consideran dañino para el Estado. 
A falta de nombres, el presidente arremetió contra el periódico al que le acusó de “traición”. Lo 
peor para un paranoico que cree que le persiguen es que le persigan de verdad y Trump ha 
iniciado la caza de brujas; también apoyó al congresista republicano que agredió hace meses a 
un periodista del 'The Guardian'. Este señor es el votado presidente de Estados Unidos.

El no menos explosivo y actual Miedo, de Woodward, describe una Casa Blanca más próxima 
a un manicomio fuera de control en el que los funcionarios le esconden documentos a Trump 
para evitar una crisis local e internacional1.que al centro de mando de la nación más poderosa 
e importante del mundo. Además Woodward no es Michael Wolf. Woodward es un periodista 
de investigación de enorme prestigio. Recordemos que él y Carl Bernstein tumbaron al 
presidente Richard Nixon por el caso Watergate, un precedente que está grabado en la mente 
de Trump pues teme acabar igual. 
 
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Bob Woodward y Donald Trump
 
El título del libro está inspirado en las propias palabras del presidente de los Estados Unidos, 
ya que consta que hace un par de años Trump le confesó a Woodward que el auténtico motor 
del poder es el miedo, la capacidad de infundir miedo y el control de un relato basado en esta 
tensión. El poderoso, según esta teoría, intimida y mantiene la sangre fría mientras los 
súbditos/subalternos/colaboradores se destrozan. Algunos lo llamarían sadismo y otros, 
simplemente, política. - Un inciso histórico: esto de emplear el miedo no es ninguna novedad; 
está profusamente estudiado y documentado que a España le cabe el dudoso y triste "honor"
de ser donde, durante y después de la guerra (in)civil, de ser el primer régimen político en la 
historia en aplicar legalmente la estrategia del terror contra la población civil (con aplicados 
discípulos posteriores, todo sea dicho), con el objetivo, no de derrotar al enemigo militar, sino 
el de anular la ideología contraria mediante la aniquilación de todos los que la profesan o 
pueden profesarla -. 

El presidente y su claque mediática se ha movilizado para desactivar la bomba Woodward, al 
que llamó “desprestigiado” despellejándolo. Cuando se publicó en los Estados Unidos, Trump 
calificó el libro de estafa a los lectores y de fraude lleno de invenciones. Su reacción habitual 
fue la de dirigirse a la América que se ha instalado en una realidad paralela presidida por un 
presidente cada vez más peligroso del que los que lo conocen dicen que es una persona con 
una necesidad extrema de reconocimiento, que cree que puede gobernar el país como si fuera 
una de sus empresas, con poder de suprimir lo que le molesta, incluidas las leyes.

El libro recoge algunos testimonios demoledores2. El jefe de gabinete de Trump, general John 
Kelly, le considera un idiota, y su compañero de armas, general James Mattis, jefe del 
Pentágono, dijo a su equipo tras una reunión sobre Corea del Norte que Trump tenía la 
capacidad de compresión de un niño de diez u once años. Woodward ha realizado decenas de 
entrevistas y comprobaciones antes de adjudicar a Kelly y a Mattis esas citas. O para escribir 
que el presidente llamó retrasado mental a Jeff Sessions, el fiscal general al que considera 
responsable de sus problemas con el fiscal especial de la pista rusa, Robert Mueller, que 
también le investiga por obstrucción a la justicia. El insulto está en consonancia con lo que 
tuitea contra Sessions.
Trump está obsesionado con Mueller. Le despediría con gusto si eso no le pudiera costar la 
presidencia, pues sería un escándalo. El presidente ve enemigos y traidores en todas partes, 
personas capaces de dar información al fiscal especial a cambio de inmunidad, como ya ha 
pasado con su abogado personal, Michael Cohn. Se siente sitiado dentro de la Casa Blanca. 
Ya no es un enemigo exterior, la prensa del 'fake news' o los demócratas, sino una quinta 
columna interna que trabaja para derrocarle. La tribuna de opinión da de lleno en sus peores 
pesadillas.

Pese a todo, el panorama dibujado por Woodward no es una novedad. El libro muestra un 
presidente tóxico, al que le encanta enfrentar a sus colaborados, propenso al improperio y al 
maltrato psicológico, un tipo narcisista que apenas se prepara las reuniones con jefes de 
Estado extranjeros porque solo obedece a su instinto. 

Woodward dibuja con datos en su libro un presidente inepto, mentiroso compulsivo y 
peligroso, con todo lo que eso representa para todo el orbe.

No se trata de destripar el contenido del libro con estas líneas; al contrario, es recomendable 
leerlo y que cada cual saque sus propias conclusiones sobre el personaje, sobre cómo es 
que ha llegado al poder por votación popular y calibrar hasta qué punto el análisis es 
extrapolable a otros casos de poderosos. Aún así, es difícil resistir la tentación de citar 
algunos puntos jugosos de la obra:

 - en cuanto a la conocida como trama rusa, la investigación que desde mayo de 2017 
lleva a cabo el fiscal especial Robert Mueller sobre la injerencia de Moscú en las elecciones 
de 2016 y los supuestos vínculos de Rusia con la campaña de Trump, han provocado gran 
ansiedad en el mandatario. Y Woodward no lo deja pasar. Así, señala que el presidente 
ensayó con su entonces abogado, John Dowd, cómo sería un posible interrogatorio cuyo 
ensayo estuvo lleno de “tropiezos, contradicciones y mentiras”, hasta que Trump se exasperó 
y dijo: “Esta (la investigación) es un maldito fraude”, “realmente no quiero testificar”. El libro 
también da muestra de las conversaciones entre Mueller y los involucrados en la investigación 
sobre la trama rusa. Dowd le dijo al fiscal especial que Trump no tenía tiempo para la 
investigación mientras lidiaba con las responsabilidades de su trabajo. Mueller, en otra ocasión, 
le aseguró al abogado de Trump que podría obtener una citación de un gran jurado, algo que 
Dowd interpretó como una amenaza. “No estoy tratando de amenazarte” dijo Mueller. “Estoy 
pensando en las posibilidades que hay”. 
 
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 - por lo que se refiere al avispero de Irán, una de las promesas de campaña de Trump 
fue retirar a Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán, que se firmó en 2015. Sin embargo, 
al comienzo de su mandato señaló que estaba “atrapado en él”. Pero luego le pidió al 
entonces secretario de Estado, Rex Tillerson, que “presentara un argumento para terminar el 
acuerdo”, pese a que el propio Tillerson le había dicho a Trump que Irán no estaba violando el 
pacto.

 - desde el segundo capítulo del libro, Woodward describe la falta de interés de Trump en 
distintos temas. “¿Cuándo vamos a empezar a ganar algunas guerras?, dijo el mandatario en 
una reunión con funcionarios del Pentágono, que intentaban explicarle el conflicto en 
Afganistán. En enero de este año 2018, en una reunión del Consejo de Seguridad, Trump 
preguntó por qué su país gastaba tanto en la Península Coreana. Mattis le dijo que estaban 
evitando la Tercera Guerra Mundial.Parece claro que muchos de los altos asesores del Presidente, especialmente aquellos de 
seguridad nacional, están preocupados por su naturaleza errática, su relativa ignorancia, su 
incapacidad para leer y lo que ellos consideran su peligrosos puntos de vista”, señala un 
documento de una reunión en julio de 2017, citado en el libro. Woodward describe que en la 
Casa Blanca los altos funcionarios realizan una suerte de “golpe” para bloquear los peligrosos 
impulsos de Trump, aunque eso sí, raramente en estos intentos se menciona al vicepresidente, 
Mike Pence. Esto, porque su actitud en general es de no hacer nada que lleve al mandatario 
a tuitear sobre él y decir que es un idiota. “Como siempre (el vicepresidente Pence) está 
fuera del camino”, escribió Woodward.

 - en otro pasaje y al discutir mediáticos casos de acoso sexual en Estados Unidos, el 
mandatario aconsejó a un cercano que estaba siendo acusado de evitar a toda costa 
declararse culpable. “Tienes que negar, negar, negar y hacer retroceder a esas mujeres”. 
Para agregar: “Si admites haber hecho lo que sea o cualquier culpabilidad, entonces estás 
muerto. Tienes que ser agresivo. Tienes que empujar en la dirección contraria con firmeza. 
Tienes que negar todo”.

 
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Y hay mucho más. No se han cumplido dos años de mandato y los medios de comunicación 
que tanto ha atacado Trump, llegando a llamarles también “los enemigos del pueblo”, están 
haciendo su trabajo (a ver si cunde el ejemplo): vigilar al poder, desde las moquetas a las 
cloacas, bajo una premisa que es la base de la democracia pero que sólo se utiliza cuando 
beneficia al poderoso: nadie está por encima de la ley. Por cierto, la velocidad a la que se 
mueve la política (?) de Trump hace que personas que aparecen en el libro como 
pertenecientes al gobierno o a la Casa Blanca ya no estén, dimitidos o cesados por disentir 
de Trump en decisiones, cuando menos, discutibles como los ataques al FBI, la CIA o la 
Reserva Federal, la peligrosa identifcación de "refugiado" o, incluso de "inmigrante" 
(sólo si es pobre, claro) con "terrorista", o la retirada unilateral de Siria o Afganistán.
 
Y a personajes así les votan. 
 
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1Es revelador en este punto la escena narrada al principio del libro, que tiene lugar en el despacho oval de la Casa Blanca la mañana de un día de primeros de septiembre de 2017. Trump, que no soporta que Corea del Sur tenga un superávit comercial de 18.000 millones de dólares y que, encima, los Estados Unidos se tengan que encargar de su seguridad y protección, iba a liquidar el tratado de libre comercio con ellos. De nada sirve que los Secretarios de Estado, de Defensa y del Tesoro intentaran explicarle en una reunión previa en el Pentágono la conexión entre una alianza económica y una estratégica, y que mantener la colaboración con la inteligencia surcoreana es vital para la seguridad de los Estados Unidos toda vez que su vecina Corea del Norte dispone de los misiles atómicos necesarios, por ejemplo, para arrasar Los Ángeles en media hora. Ante tal situación, los colaboradores de Trump (identificados con nombre y apellidos en el libro) sacaron la carta de la carpeta de firmas y la guardaron. El presidente, ni la firmó ni recordó que tenía que firmarla, ni en ese día ni en posteriores; había olvidado el tema y nadie de su entorno volvió a recordárselo.
2Es significativo que el vicepresidente Mike Pence y el secretario de Estado Mike Pompeo, entre otros, se hayan apresurado en negar que fueran la nueva garganta profunda. La celeridad retrata el clima de terror en que se vive dentro de la Casa Blanca. También Kelly y Mattis se han apresurado a señalar que no son ciertas las incendiarias aseveraciones contra Trump que se les atribuyen.

miércoles, 26 de diciembre de 2018

“La maté porque era mía” ¿Sólo un tango?

Lamentablemente, la actualidad cotidiana nos ofrece a veces temas para la reflexión asaz 
delicados y desagradables, aquellos temas que provocan indignación y desasosiego sólo 
citarlos. Y uno de ellos es el de las víctimas crecientes de la llamada violencia de género, 
tanto si la reflexión se hace desde el punto de vista jurídico como desde el mucho más 
complejo punto de vista social.

Las estadísticas de mujeres asesinadas (es obsceno hablar de “muertas”, como si fuera 
producto de una gripe) por sus actuales o anteriores allegados, mayoritariamente hombres, en 
una aplicación psicótica de un pretendido y perverso sentido de la propiedad, o por 
desconocidos desequilibrados, por el simple hecho de ser mujer, no paran de crecer y ya no 
son noticia de portada… salvo que se hayan producido los asesinatos en circunstancias que 
alimenten escarbar en el morbo durante días y días para vender más diarios o rellenar más 
horas en la parrilla de la cadena de televisión de turno.

Desde el año 2003, año en el que empezaron a contabilizarse estos casos, han sido 
asesinadas en nuestro país, en números redondos, un millar de mujeres, una cifra mayor que 
todas las víctimas de la organización terrorista ETA en sus 60 años de historia. No se trata, 
por supuesto, de establecer paralelismos entre los dos fenómenos, no comparables, sino de 
poner encima de la mesa la evidencia de que si bien contra ETA se consiguió con relativa 
facilidad el consenso político y la unidad social, en el caso de la violencia contra la mujer, ni 
hay consenso político sobre el cómo y cuando abordar el problema ni, tristemente, unidad 
social, prioritaria sobre la política, para impulsar ésta. ¿Por qué? ¿Porque son mujeres? Eso 
conduce a una pregunta, seguramente simple: ¿habría la misma parsimonia socio/política si 
las víctimas fueran hombres a manos de mujeres? Cualquier intento de razonar cualquier 
respuesta a esa pregunta resulta, cuando menos, inquietante, en particular si se considera 
que, salvo en las dictaduras, numerosas iniciativas legales obedecen a presiones sociales 
que exigen soluciones a determinadas situaciones que, de otra forma, pasarían, quizá, 
inadvertidas a los legisladores. 
 
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Lo grave es que sigue provocando risas.
 
No nos engañemos; el maltrato a la mujer por el sólo hecho de serlo (en un abanico que 
abarca desde el simple maltrato psicológico hasta el asesinato) tiene un importante sustrato 
de aceptación social como parte de una cultura (?) heredada y, lo que es peor, aún vivida en 
muchos núcleos familiares como normal. Recientemente, un gag (de gusto discutible, por 
supuesto) de un humorista, en un programa televisivo de humor, con la bandera de España, 
dio lugar a que José María Yuste, componente del que fue grupo humorístico de éxito Martes 
y 13, dijera en una entrevista telefónica que ”El gag de la bandera es una soberana gilipollez. 
Primero no tiene gracia ni talento y ofende a millones, entre ellos a mí; el humor hay que 
hacerlo con talento, si lo haces sin talento eres un paria. ¿Qué consigues con eso? ¿Qué 
consigue ese hombre, ese humorista como... en fin... con eso? Ofender a millones de 
personas, no tener ninguna gracia y quedar en ridículo”. Nada que decir, si no fuera porque, 
hablando de talento y ofensas, aún se puede recordar a Yuste un gag de Martes y 13 en el 
que uno de los componentes del dúo, maquillado como para mostrar un rostro lleno de 
hematomas, dice a la cámara con expresión compungida: “Mi marido me pega… lo normal” 
¿Y eso no ofende? Es evidente que no cuando su visionado aún provoca risotadas en 
algunos que, incluso, consiguen tapar un desasosiego bochornoso en otros. El tema tiene, 
pues, raíces más profundas. ¿Y si tuviera algo que ver con la cultura recibida?

A finales de 1969, un todavía poco conocido Manuel Vázquez Montalbán1 publicó en la 
revista Triunfo una serie de artículos sobre la vida social de la España popular entre los años 
40 y los 60 que, bajo el epígrafe Crónica sentimental de España, serían editados más tarde 
en libro por su enorme impacto. Aquellas crónicas representaron un rotundo éxito no sólo 
para el autor, sino para la gente que pudo ver, por fin, representadas a través de palabras los 
sinsabores y las alegrías más recónditas de sus difíciles vidas en aquellos años. La guerra 
(in)civil española fue tan absorbente para el imaginario artístico que los años posteriores, 
sumidos en el dopaje franquista, quedaron muy relegados. Vázquez Montalbán hundió la 
mirada en la larga posguerra española y extrajo retratos y pequeñas historias conmovedoras 
que aunque nos llegaron en blanco y negro, tenían su peculiar colorido. En ellos, analizaba 
la vida cotidiana para reflejar la evolución sentimental y moral de los españoles, y el autor se 
fijaba, como una suerte de hilo conductor, en cómo se articulan los mecanismos de la canción 
para contribuir a forjar el imaginario colectivo, en unos años en los que éste concedía un lugar 
de privilegio a toreros y folclóricas y el amor debía ser casto y puro, siempre bajo la bendición 
de Dios. Y así, las coplas y los temas de mayor éxito del franquismo se convirtieron en 
eficaces transmisores de normas de conducta moral. 
 
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De ahí a recopilar (en dos volúmenes) las canciones que reflejaban una época en un  
Cancionero general del franquismo, un paso. El índice temático del mismo iba desde el 
erotismo (como se veía entonces) a las canciones del absurdo pasando por lo que ahora son 
joyas para el estudio sociológico como la religión, la familia o el machismo. Ojeando el  
Cancionero se observa que la copla o el bolero en él recogidos expresan sentimientos 
exacerbados sobre el amor, el desamor, la pasión,…siempre desde un óptica increíblemente 
machista. Responde a la expresión de los sentimientos y la realidad en unas épocas 
determinadas y por tanto se supone que, por pura evolución social, quedan descontextualizadas 
totalmente de la nuestra, y habría que tomarlas como parte del folclore y ejemplo del papel 
que representaba la mujer entonces (¿sólo entonces?). En la copla se refleja a dos prototipos 
de mujer: la mujer víctima, sufrida, la sometida en silencio, y la mujer mala, de esas que 
fuman, beben y aman apasionadamente. 

 - Algunas muestras: La Lirio es una de ellas, una niña a la que la Bizcocha 
(proxeneta) tiene en un café de marineros (prostíbulo) y se la vende a un cubano 
(posible pederasta) por 50 monedas de oro. ¡Tela el tema! 

 - En la copla siempre está presente el desamor, el destino como algo previamente 
escrito y difícil de modificar. A veces la mujer pierde su identidad (yo soy esa) y "lo 
mismo me llaman Carmen que Lolilla que Pilar, con lo que quieran llamarme me 
tengo que conformar…" es "la que no tiene nombre, …la perdición de los hombres" 
"y yo que mintiendo me gano la vida…….." De este modo la mujer no sabe ni quién 
es, supeditada siempre al hombre "no me llames Dolores, llámame Lola, que ese 
nombre en tus labios sabe a amapola"

 - También está Triniá, mujer con una apariencia semejante a la de la Virgen 
Santísima pero con algo en la mirada que hace presentir que “no es buena” y que 
se deja seducir por el brillo de las joyas de un banquero americano con el que se 
marcha, dejando a otro "hecho un desgraciao" 

 - Siempre provocadoras "pasaban los hombres y yo sonreía" se deja seducir por un 
hombre de ojos verdes que, en pago por sus servicios, "pa un vestío" le quiere 
regalar pero tal ha debido ser la noche de pasión que ella no lo acepta "yo te dije 
estás cumplío, no me tienes que dar ná".

 - El maltrato también está presente en la copla: "cruzó los brazos pa no matarla" 
"temió ser débil y perdonarla" El perdón como símbolo de debilidad, quizá matarla 
hubiese sido más de hombre, es por eso que la maldice para que sea como la falsa 
monea "que de mano en mano va y ninguno se la quea" evidenciando el escaso 
valor de la mujer que no pertenece a ningún hombre.

 
 
 - La mujer se deja comprar y es siempre bien pagá por un hombre que la cree de 
su propiedad. Es una mujer que por amor se deja humillar y que incluso está 
dispuesta a morir " que se me paren los pulsos si te dejo de querer, que las 
campanas me doblen si te falto alguna vez" ella soporta las infidelidades, soporta 
que no reconozca al hijo que han tenido entre ambos, a pesar de ello ella asegura 
que "sin embargo te quiero"

 - Otra pobre mujer es la que se queda a la lima y al limón, soltera y sola en la vida 
porque no tiene quien la quiera a los 30 años, "sólo el viento, de noche, es quien le 
ronda la calle" pero ella "nunca pierde la esperanza" aunque "se han casado sus 
amigas, se han casado sus hermanas…". Mientras, el tiempo pasa factura a su 
belleza. Finalmente logra casarse y dar con ello una bofetada simbólica a todos. 

  - Y así la mayoría de coplas, como La zarzamora, La ruiseñora, y muchas otras 
protagonistas femeninas en las que se imbuía que su tratamiento (diferente al de 
los hombres, por decirlo de forma suave) era el “normal” para las mujeres.

 - Y el prototipo de hombre en la copla es el de muy hombre, muy español (y 
“mucho español” como decía aquel en su peculiar forma de enfatizar) y si es infiel, 
es,siempre, por su hombría, mientras que ellas lo son porque son MALAS aunque, 
a veces, esos hombres cabales donde los haya, como Antonio Vargas Heredia
sean capaces incluso de matar. Claro está, por motivos de ellas ("pero por culpita 
de una hembra gitana, su faca en el pecho de un hombre se hundió, los celos 
malditos tuvieron la culpa y preso en la trena de rabia lloró”) 

Lo dramático es que, a pesar de que estos estereotipos sobre la mujer están en teoría mal 

vistos socialmente hoy, la cruda realidad es que siguen existiendo, si no no se entiende que 
haya todavía tantos hombres que creen que las mujeres son de su propiedad y hacen verdad 
aquello de "la maté porque era mía y ella sola se murió". Que nadie crea, además, que esta 
lacra se ciñe al franquismo en nuestro país o que es cosa de países en vías de desarrollo o 
está ligada al nivel profesional y/o cultural de las personas porque se equivocaría; en cuanto 
a su ámbito, esa “normalidad” de nuestra copla también la encontramos, por ejemplo, en la 
Argentina de Gardel, de quien fueron y son populares algunos tangos, tan proclives como 
género a grandes fatalismos y tragedias domésticas (Tomo y obligo, Noche de Reyes, La 
maté porque era mía – el título lo dice todo -, etc.), que son auténticas apologías de la 
violencia contra la mujer, en el México de El preso número nueve (¡cantado por una mujer, 
además!), más de lo mismo, pero también en civilizados países anglosajones, donde el 
fenómeno pasa más desapercibido (como en la archiconocida Delilah, uno de los grandes 
éxitos del cantante galés Tom Jones, un fragmento de cuya letra, en traducción libre, dice 
“ ..Ella era mi mujer, cuando me engañó, me di cuenta y perdí la cabeza ¿Por qué, por qué, 
por qué, Delilah?… ...Al romper el día, cuando el amante se alejó conduciendo, yo estaba 
esperando, crucé la calle hacia su casa y ella abrió la puerta. Se quedó de pie riendo, sentí el 
cuchillo en mi mano y no rió más...”), por no hablar de algunas letras actuales de canciones 
de ritmos latinos como el reggaeton ¡para adolescentes y con mayoría de chicas en los 
conciertos! ni de algunos videoclips de moda musical, si se pueden considerar así, que son 
una oda al control, los abusos, las (asumidas y consideradas “normales”) agresiones sexuales 
y asesinatos de mujeres justificados todos ellos por esa sensación de “propiedad traicionada”. 
 
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Todo esto actúa como un sistema “educativo” perfecto de comportamientos machistas, junto 
con el lenguaje cargado de sexismo2 que utilizamos involuntariamente, las imágenes que 
recibimos, el uso de la ropa que refuerza los géneros, etc., y tantas cosas que van 
construyendo, sin que nos percatemos, la fortaleza del machismo y la misoginia. Porque 
nacemos indefensos, con nuestros cerebros casi en blanco y lo que vamos viendo, oyendo, 
saboreando… terminará por conformar, de manera imperceptible, ese ser adulto que 
llegaremos a ser. Todo lo que “mamamos” se convierte en una impenetrable superestructura 
mental que nos determina, llámese ideología, llámese ética, llámese cultura. Sólo aplicando 
un exigente sentido crítico en la edad adulta podremos salir de esa costra ideológica heredada, 
cuestionar los valores que se nos adhirieron en nuestro entorno y tomar una postura realmente 
nuestra ante los problemas de la vida, sin aceptar o rechazar a priori, lo que la “costumbre” nos 
dice que es bueno o es malo. 

Es evidente que, para combatir con sensatez este flagelo, lo primero que debe hacerse es 
estar convencido de que se ha de cambiar, poco a poco seguramente, la mentalidad y la 
actuación en el entorno cercano y no fiarlo todo a las normativas. En estas fechas navideñas 
en las que estamos, y coincidiendo con el conocimiento del (pen)último asesinato de una chica 
por el simple hecho de ser mujer, corren por las Redes mensajes del tipo “Por un 2019 en el 
que cada mujer que salga de su casa regrese sana y salva”, que, en el fondo no hacen (con 
buena voluntad, por descontado) sino admitir la existencia del peligro; el objetivo serio debe 
ser precisamente que no sean necesarios estos mensajes, que la sociedad asuma de una vez 
por todas que una mujer es, como el hombre, una persona, en igualdad de derechos que él. 
Todos los derechos. Nada más. Y nada menos.

Para ayudar a este cambio necesario, la actitud de las autoridades contribuye decisivamente; 
estamos habituados a asistir, cada vez que se produce un asesinato, a fuertes y contundentes 
declaraciones de condena, manifestaciones, banderas a media asta,.. ¿Algo más? ¿Se llevan 
a cabo planes de modificación de los planes educativos que no sean en el fondo alimento de 
lucha partidista (con muchas mujeres votando a los partidos que se empeñan en perpetuar el 
modelo machista, pero esa es otra cuestión) que se eterniza sin abordar realmente el 
problema? ¿Se revisan las leyes relacionadas sin que algunas formaciones políticas tengan el 
cinismo de hacer detener el debate parlamentario sobre ellas porque, por ejemplo, en el título 
del anteproyecto figura la palabra “género”, sin entrar en el contenido? ¿… ? 
 
 
Para acabar, un documento publicado por la Organización de las Naciones Unidas. Pensemos 
que hace referencia a TODO EL MUNDO:

En 2018, sorprende todo lo que queda aún por hacer en cuanto al derecho a la igualdad de 
género.

    -Según datos de Naciones Unidas, el 19% de las mujeres de entre 15 y 49 años dijeron 
que habían sufrido violencia física o sexual a manos de su pareja en el último año.
    -En 2012, la mitad de las mujeres víctimas de homicidio intencional habían sido asesinadas 
por su pareja o un familiar frente a un 6% de hombres.
    -En el año 2000, una de cada tres mujeres entre 20 y 24 años se había casado antes de 
cumplir los 18 años.
    -Aunque en la última década la mutilación genital ha disminuido, hoy en día se sigue 
practicando en un número elevado de países.
    -El tiempo dedicado a los cuidados asistenciales y trabajo doméstico no remunerados 
es el triple para las mujeres que para hombres, contribuyendo a la brecha de género.
    -La participación de las mujeres en órganos legislativos únicos o en parlamentos 
nacionales solo alcanza, en 2017, el 23,4%.
    -En los 67 países de los que se disponen datos, menos de un tercio de los puestos 
directivos superiores e intermedios los ocupaban mujeres.
    -Hoy en día, 130 millones de niñas no van a la escuela.

Hace pensar en todos los aspectos referidos a la mujer, ¿no?, y la constatación de que es 
un problema que traspasa nuestras fronteras no sólo no tranquiliza sino que multiplica la 
preocupación. 
 
 
 
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1Manuel Vázquez Montalbán (1939 - 2003) fue un escritor español de personalidad casi inabarcable que se definió a sí mismo como "periodista, novelista, poeta, ensayista, antólogo, prologuista, humorista, crítico, gastrónomo, culé y prolífico en general", campos todos en los que destacó. Es conocido sobre todo por sus novelas, particularmente las protagonizadas por el inclasificable detective Pepe Carvalho, aunque no debe olvidarse su poesía, dentro del grupo de los “novísimos” ni sus múltiples y variados, aunque lúcidos ensayos sobre periodismo, política, sociología, deporte, historia, cocina, biografías, literatura o música y durante cierto tiempo se le tuvo como un experto en franquismo. Utilizó también para alguna de sus obras los seudónimos de Luis Dávila y Manolo V el empecinado.


2En palabras de María Irazusta en su libro/biblia del insulto titulada Eso lo será tu madre (Espasa).“Siendo un zorro un hombre astuto, una zorra es una prostituta. Y, por supuesto, nada tiene que ver un respetable hombre público con una mujer pública, una prostituta. Es que, además, un fulano es alguien sin identificar, mientras que una fulana es una prostituta; un golfo es un pillo, un juerguista, en cambio una golfa es una prostituta; un cualquiera es un pobre don nadie, mientras que una cualquiera es una prostituta; y aquel que no tiene un destino determinado y está perdido nos produce cierta aflicción, mientras que una perdida es una prostituta. Y no teniendo lobo atisbo de menosprecio, una loba puede ser desde una femme fatale, devoradora de hombres, hasta –¡cómo no!– una prostituta… ¡Qué obsesiones continúan adheridas a nuestra cultura para que tantas palabras de uso común, en femenino, designen invariablemente a una prostituta! Y para rematar, cuando se quiere acentuar que algo no solo es malo, sino pésimo, pues ya se sabe: esto es una puta mierda o esto está de puta pena”.
Más allá de los insultos y tacos, la imagen estereotipada y negativa de las mujeres se extiende al refranero (La mujer que no es hacendosa, o puta o golosa), los neologismos o los eufemismos y llega a expresiones tan coloquiales y repetidas como “esto es un coñazo”. El hombre, sin embargo, sale bastante mejor parado en el lenguaje. Sus genitales tienen connotaciones positivas (“esto es la polla”, “esto es cojonudo” o "poner los cojones sobre la mesa"), los refranes reafirman su supremacía frente a la mujer e incluso hacen apología de la violencia de género (A la mujer y a la burra, cada día una zurra), ciertas palabras, además de las citadas más arriba, tienen distintas connotaciones dependiendo del sexo al que hagan referencia (gobernante/gobernanta, verdulero/verdulera, secretario/secretaria) y hasta los animales salen ganando cuando se escriben en masculino (un gallo es un hombre fuerte y valiente, mientras que un gallina define a una persona cobarde, pusilánime y tímida).
En un momento en el que el debate sobre el rol de la mujer en la sociedad está de plena actualidad se hace fundamental reivindicar que el lenguaje, principal instrumento para expresar las ideas y reflejar la cultura de un determinado lugar en una situación concreta, vaya evolucionando y dejando en desuso las palabras que alimentan las diferencias entre hombres y mujeres. Si el diccionario es un reflejo de la realidad y del lenguaje que utilizan sus hablantes podemos empezar por “poner los ovarios sobre la mesa”, utilizar zorra para destacar lo lista que es nuestra vecina del quinto sin importarnos con quien se acueste o darle un poco al coco e inventarnos una correspondencia femenina para palabras que no la tienen como hombría o caballerosidad.

lunes, 17 de diciembre de 2018

Villancicos y “villancicos”

Es la época, como cada año. Son esos días de ñoñería institucionalizada disfrazada de 
buenos sentimientos obligatorios y de recuerdos (sólo estos días, por lo que se ve) de todos 
los seres, queridos y/o aborrecidos, en un mantra que oculta la verdadera finalidad: el 
consumo desenfrenado de todo lo que se nos ocurra, ya que, y eso es cierto, todo tiene su 
mercado. Las armas usadas para conseguir estos objetivos meramente comerciales van 
desde el bombardeo publicitario hasta la inmoralidad de algunos mensajes, que no tienen 
reparos en hacer primar los aspectos comerciales sobre una descarada manipulación de las 
mentes que llega a crear auténtico malestar íntimo si no compramos YA ese perfume de 
nombre con una pronunciación extraña según la publicidad, que lo hace llamativo, por 
ejemplo.

Pero hay otros métodos más sutiles para que no olvidemos, sin tener que pensarlo 
conscientemente, que estamos en esa época de salvaje consumo inducido. ¿Alguno de 
vosotros ha pasado estos días por una tienda que se precie (de, prácticamente, lo que sea), 
unos grandes almacenes, un centro comercial o, simplemente, una zona de comercios? En 
ese caso, habréis reparado (o no, que esa es otra) en que para crear ambiente navideño, en 
casi todos esos sitios nos martillean, a veces a un volumen de sonido incluso molesto (pobre 
salud mental de esos/as vendedores/as, que han de soportar obligatoriamente esos 
machacones sonsonetes manteniendo a la vez ante los clientes sonrisa de dentífrico todo el 
día y todos los días) con una repetición sin pausas de algo que, con honrosas y contadas 
excepciones, calificarlo de muzak1 es elogiarlo, aunque se ha de reconocer que suele cumplir 
su objetivo psicológico en el comprador igual que la tortura de la persistencia de la gota 
malaya de no dejarlo pensar serenamente por la continua interrupción de esa muzak. 
 
Resultado de imagen de villancico
El espíritu navideño que nos quieren inculcar.
 
 Y algunos dicen que son villancicos, que es música de Navidad por ser esta época del año la 
que coincide con el nacimiento de Jesús, y esas cosas….

Vayamos por partes. 

Esta solemnidad, la de la Navidad, que conmemora el nacimiento de Jesucristo en Belén, 
para empezar, no es de celebración en una fecha única, ya que se celebra el 25 de diciembre 
en la Iglesia católica, en la Iglesia anglicana, en algunas comunidades protestantes y en la 
mayoría de las Iglesias ortodoxas. En cambio, se festeja el 7 de enero en otras Iglesias 
ortodoxas como la Iglesia ortodoxa rusa o la Iglesia ortodoxa de Jerusalén, que no aceptaron 
la reforma hecha al calendario juliano para pasar al calendario conocido como gregoriano.  Y 
es que en el Imperio romano, las celebraciones de Saturno durante la semana del solsticio, 
que eran el acontecimiento social principal, llegaban a su apogeo el 25 de diciembre. Para 
hacer más fácil que los romanos pudiesen convertirse al cristianismo sin abandonar sus 
festividades, el papa Julio I pidió en el 350 que el nacimiento de Cristo fuera celebrado en esa 
misma fecha (en el calendario juliano) y finalmente el papa Liberio decreta en el año 354 este 
día como el nacimiento de Jesús de Nazaret. En los últimos cien años, varias iglesias 
cristianas han reconocido que en esta fiesta se conjugan elementos folclóricos de diversas 
culturas, y permiten que gran parte del folclore y las fiestas paganas locales se conjuguen 
dentro de la festividad.

No es casual que se hiciera coincidir la fecha de la celebración del nacimiento de Jesús con el 
solsticio de invierno (día del año con menos horas de luz solar), puesto que el significado 
estacional de éste se manifiesta en la reversión de la tendencia al alargamiento de la duración 
de las noches y al acortamiento de las horas diurnas, es decir que, a partir de ese día van 
aumentando gradualmente las horas de luz y disminuyendo las de oscuridad, idea que se 
transmite a los creyentes que ocurre en el espíritu con el advenimiento del mesías: el aumento 
de la luz. De forma análoga, el significado o interpretación de este evento ha variado en las 
distintas culturas del mundo, pero la mayoría de ellas lo reconoce como un período de 
renovación y re-nacimiento, que conlleva festivales, ferias, reuniones, rituales u otras 
celebraciones.   

En la Navidad cristiana, las actividades tradicionales más comunes incluyen el canto de  
villancicos alrededor de un «Belén» (una representación gráfica del nacimiento de Jesucristo), 
una misa de medianoche entre el 24 y el 25 de diciembre, una fiesta familiar con comidas 
típicas, y a veces, en costumbre foránea que va ganando terreno, la entrega de regalos ―una 
tradición de san Nicolás de Bari, trasunto del controvertido Papá Noël― entre los presentes, a 
la hora de la medianoche.  
 
De cuando los villancicos no eran navideños.
 
 Hemos llegado a los villancicos. Las canciones que ahora conocemos como villancicos (o 
aguinaldos en algún país latinoamericano), cuyo nombre  tiene probablemente su origen en 
que se trata de composiciones de naturaleza popular, cantadas por los villanos o habitantes de 
las villas, generalmente campesinos u otros habitantes del medio rural. eran originalmente 
canciones cantadas en grupo durante celebraciones populares, originariamente sin temática 
específicamente religiosa, y los principales temas eran los acontecimientos recientes del 
pueblo o la región. En la actualidad en los países de habla hispana se llama villancico a un 
amplio conjunto muy heterogéneo de composiciones musicales populares de muy diverso 
origen, época y estilo. El género se amplió posteriormente hasta incluir temas diversos. Fue 
sólo posteriormente, que los villancicos fueron cantados en las iglesias y asociados 
çespecíficamente con la Navidad; fue en el siglo XVIII la última época en la que el villancico se 
cantaba todavía en todas las celebraciones religiosas, quedando relegado a la celebración de 
festividades navideñas. Por este motivo el villancico quedó en la memoria popular como un 
género de canción específica de la Navidad, pasando a denominar por extensión a toda 
canción de temática navideña.
La evolución del villancico de temática religiosa mantuvo la costumbre cristiana de celebración 
de la fiesta de Navidad del Señor. De hecho, el villancico religioso representa la evolución de 
la poesía lírica a lo largo de la historia. Por esto, en la actualidad se denomina villancico a un 
canto de Navidad, de cualquier clase de extensión, métrica y rima, tanto en español como en 
otras lenguas, siendo christma carol en inglés, noël en francés, laude en italiano,  
Weihnachtslied en alemán,.... pero nada dice de hacer infames adaptaciones ¿musicales? de 
alguno de ellos y reproducirlo hasta la saciedad embotante como arma comercial y en modo 
alguno como deleite para los oídos y/o muestra de respeto religioso. Porque una cosa es 
fomentar los sentimientos (a flor de piel, si así se quiere) concentrados en el llamado espíritu 
navideño y otra muy distinta encauzar ese inducido despertar de los sentimientos hacia unos 
objetivos descaradamente comerciales representados en una compra compulsiva que nada 
tiene que ver en el fondo con el pretendido espíritu de la Navidad.

Hace unos años tuve la oportunidad de asistir en el Museo de artes y costumbres populares 
de Sevilla (para quien no lo conozca, se ubica en la Plaza de América del hermoso parque de 
María Luisa, cerca de la plaza de España, y está dedicado al estudio del patrimonio etnológico 
/ etnográfico andaluz, o sea, a la búsqueda de su relación, o no, comparativa entre las 
características de otros pueblos humanos desde diferentes aspectos basados en la diversidad 
cultural) a la actuación de un coro de campanilleros2 de no recuerdo qué pueblo sevillano. Al 
poco rato de desarrollarse la actuación, tuve la sensación, y así lo dije, de que estábamos en 
Navidad por lo que se escuchaba y el ambiente que se iba creando, pese a que no era esa 
época del año y pese a que las letrillas de las canciones no hablaban del Niño, el buey, la mula, 
la zambomba, la pandereta ni ninguno de esos iconos que de manera sistemática nos dicen 
que ha de formar parte de un villancico navideño. Espíritu auténtico. 
 
 
Acabamos con una muestra de cómo se utiliza ese sentimiento con fines comerciales: en el 
canto de la ya fallecida La Niña de la Puebla que recordamos aquí no aparece por ningún sitio 
mención alguna a la Navidad, y sin embargo la pieza musical está considerada como uno de los 
más famosos villancicos flamencos de la Navidad. Para “arreglar el desaguisado”, en los hilos 
musicales aludidos al principio se ha metido a capón una versión adaptada, cantada por 
niños con panderetas, en la que figuran todos los tópicos de la fecha. Business is business.

Parece oportuno, simplemente, recordar en estas cuestiones aquello de los Evangelios de 
“Dar al César lo que es del César...”
 
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1El término muzak es, en realidad, el nombre comercial de una empresa creada en Estados Unidos en los años 20 del pasado siglo por George Squires para ofrecer música por vía telefónica. A la muzak se conoce también como “música de ascensor”, porque al principio se usaba en los rascacielos, dentro de los ascensores, para calmar a sus ocupantes mientras subían o bajaban. En los años 40 se empezó a utilizar en fábricas y empresas con el fin de aumentar los índices de productividad de sus empleados. Para conseguir este objetivo los expertos aseguran que debían escogerse canciones que pudieran ser “oídas pero no escuchadas”, evitando las partes cantadas para que el texto no fuese motivo de distracción. Su volumen era moderado, y la música no se circunscribía a un género en particular, aunque se evitaban los grandes éxitos, así como las frecuencias muy altas o muy bajas.

2Los campanilleros son grupos de músicos tradicionales que, particularmente en Andalucía y en partes de la de Extremadura y el sur de Castilla-La Mancha, entonan canciones, no siempre de carácter religioso, con acompañamiento de guitarras, campanillas y otros instrumentos populares. Cuando actúan en su faceta religiosa, los coros de campanilleros cantan al alba los conocidos rosarios de la aurora.