Es la época, como cada año. Son esos días de ñoñería institucionalizada disfrazada de
buenos sentimientos obligatorios y de recuerdos (sólo estos días, por lo que se ve) de todos
los seres, queridos y/o aborrecidos, en un mantra que oculta la verdadera finalidad: el
consumo desenfrenado de todo lo que se nos ocurra, ya que, y eso es cierto, todo tiene su
mercado. Las armas usadas para conseguir estos objetivos meramente comerciales van
desde el bombardeo publicitario hasta la inmoralidad de algunos mensajes, que no tienen
reparos en hacer primar los aspectos comerciales sobre una descarada manipulación de las
mentes que llega a crear auténtico malestar íntimo si no compramos YA ese perfume de
nombre con una pronunciación extraña según la publicidad, que lo hace llamativo, por
ejemplo. Pero hay otros métodos más sutiles para que no olvidemos, sin tener que pensarlo
conscientemente, que estamos en esa época de salvaje consumo inducido. ¿Alguno de
vosotros ha pasado estos días por una tienda que se precie (de, prácticamente, lo que sea),
unos grandes almacenes, un centro comercial o, simplemente, una zona de comercios? En
ese caso, habréis reparado (o no, que esa es otra) en que para crear ambiente navideño, en
casi todos esos sitios nos martillean, a veces a un volumen de sonido incluso molesto (pobre
salud mental de esos/as vendedores/as, que han de soportar obligatoriamente esos
machacones sonsonetes manteniendo a la vez ante los clientes sonrisa de dentífrico todo el
día y todos los días) con una repetición sin pausas de algo que, con honrosas y contadas
excepciones, calificarlo de muzak1 es elogiarlo, aunque se ha de reconocer que suele cumplir
su objetivo psicológico en el comprador igual que la tortura de la persistencia de la gota
malaya de no dejarlo pensar serenamente por la continua interrupción de esa muzak.
El espíritu navideño que nos quieren inculcar. |
Y algunos dicen que son villancicos, que es música de Navidad por ser esta época del año la
que coincide con el nacimiento de Jesús, y esas cosas…. Vayamos por partes. Esta solemnidad, la de la Navidad, que conmemora el nacimiento de Jesucristo en Belén,
para empezar, no es de celebración en una fecha única, ya que se celebra el 25 de diciembre
en la Iglesia católica, en la Iglesia anglicana, en algunas comunidades protestantes y en la
mayoría de las Iglesias ortodoxas. En cambio, se festeja el 7 de enero en otras Iglesias
ortodoxas como la Iglesia ortodoxa rusa o la Iglesia ortodoxa de Jerusalén, que no aceptaron
la reforma hecha al calendario juliano para pasar al calendario conocido como gregoriano. Y
es que en el Imperio romano, las celebraciones de Saturno durante la semana del solsticio,
que eran el acontecimiento social principal, llegaban a su apogeo el 25 de diciembre. Para
hacer más fácil que los romanos pudiesen convertirse al cristianismo sin abandonar sus
festividades, el papa Julio I pidió en el 350 que el nacimiento de Cristo fuera celebrado en esa
misma fecha (en el calendario juliano) y finalmente el papa Liberio decreta en el año 354 este
día como el nacimiento de Jesús de Nazaret. En los últimos cien años, varias iglesias
cristianas han reconocido que en esta fiesta se conjugan elementos folclóricos de diversas
culturas, y permiten que gran parte del folclore y las fiestas paganas locales se conjuguen
dentro de la festividad. No es casual que se hiciera coincidir la fecha de la celebración del nacimiento de Jesús con el
solsticio de invierno (día del año con menos horas de luz solar), puesto que el significado
estacional de éste se manifiesta en la reversión de la tendencia al alargamiento de la duración
de las noches y al acortamiento de las horas diurnas, es decir que, a partir de ese día van
aumentando gradualmente las horas de luz y disminuyendo las de oscuridad, idea que se
transmite a los creyentes que ocurre en el espíritu con el advenimiento del mesías: el aumento
de la luz. De forma análoga, el significado o interpretación de este evento ha variado en las
distintas culturas del mundo, pero la mayoría de ellas lo reconoce como un período de
renovación y re-nacimiento, que conlleva festivales, ferias, reuniones, rituales u otras
celebraciones. En la Navidad cristiana, las actividades tradicionales más comunes incluyen el canto de
villancicos alrededor de un «Belén» (una representación gráfica del nacimiento de Jesucristo),
una misa de medianoche entre el 24 y el 25 de diciembre, una fiesta familiar con comidas
típicas, y a veces, en costumbre foránea que va ganando terreno, la entrega de regalos ―una
tradición de san Nicolás de Bari, trasunto del controvertido Papá Noël― entre los presentes, a
la hora de la medianoche.
De cuando los villancicos no eran navideños. |
Hemos llegado a los villancicos. Las canciones que ahora conocemos como villancicos (o
aguinaldos en algún país latinoamericano), cuyo nombre tiene probablemente su origen en
que se trata de composiciones de naturaleza popular, cantadas por los villanos o habitantes de
las villas, generalmente campesinos u otros habitantes del medio rural. eran originalmente
canciones cantadas en grupo durante celebraciones populares, originariamente sin temática
específicamente religiosa, y los principales temas eran los acontecimientos recientes del
pueblo o la región. En la actualidad en los países de habla hispana se llama villancico a un
amplio conjunto muy heterogéneo de composiciones musicales populares de muy diverso
origen, época y estilo. El género se amplió posteriormente hasta incluir temas diversos. Fue
sólo posteriormente, que los villancicos fueron cantados en las iglesias y asociados
çespecíficamente con la Navidad; fue en el siglo XVIII la última época en la que el villancico se
cantaba todavía en todas las celebraciones religiosas, quedando relegado a la celebración de
festividades navideñas. Por este motivo el villancico quedó en la memoria popular como un
género de canción específica de la Navidad, pasando a denominar por extensión a toda
canción de temática navideña. La evolución del villancico de temática religiosa mantuvo la costumbre cristiana de celebración
de la fiesta de Navidad del Señor. De hecho, el villancico religioso representa la evolución de
la poesía lírica a lo largo de la historia. Por esto, en la actualidad se denomina villancico a un
canto de Navidad, de cualquier clase de extensión, métrica y rima, tanto en español como en
otras lenguas, siendo christma carol en inglés, noël en francés, laude en italiano,
Weihnachtslied en alemán,.... pero nada dice de hacer infames adaptaciones ¿musicales? de
alguno de ellos y reproducirlo hasta la saciedad embotante como arma comercial y en modo
alguno como deleite para los oídos y/o muestra de respeto religioso. Porque una cosa es
fomentar los sentimientos (a flor de piel, si así se quiere) concentrados en el llamado espíritu
navideño y otra muy distinta encauzar ese inducido despertar de los sentimientos hacia unos
objetivos descaradamente comerciales representados en una compra compulsiva que nada
tiene que ver en el fondo con el pretendido espíritu de la Navidad. Hace unos años tuve la oportunidad de asistir en el Museo de artes y costumbres populares
de Sevilla (para quien no lo conozca, se ubica en la Plaza de América del hermoso parque de
María Luisa, cerca de la plaza de España, y está dedicado al estudio del patrimonio etnológico
/ etnográfico andaluz, o sea, a la búsqueda de su relación, o no, comparativa entre las
características de otros pueblos humanos desde diferentes aspectos basados en la diversidad
cultural) a la actuación de un coro de campanilleros2 de no recuerdo qué pueblo sevillano. Al
poco rato de desarrollarse la actuación, tuve la sensación, y así lo dije, de que estábamos en
Navidad por lo que se escuchaba y el ambiente que se iba creando, pese a que no era esa
época del año y pese a que las letrillas de las canciones no hablaban del Niño, el buey, la mula,
la zambomba, la pandereta ni ninguno de esos iconos que de manera sistemática nos dicen
que ha de formar parte de un villancico navideño. Espíritu auténtico.
Acabamos con una muestra de cómo se utiliza ese sentimiento con fines comerciales: en el
canto de la ya fallecida La Niña de la Puebla que recordamos aquí no aparece por ningún sitio
mención alguna a la Navidad, y sin embargo la pieza musical está considerada como uno de los
más famosos villancicos flamencos de la Navidad. Para “arreglar el desaguisado”, en los hilos
musicales aludidos al principio se ha metido a capón una versión adaptada, cantada por
niños con panderetas, en la que figuran todos los tópicos de la fecha. Business is business. Parece oportuno, simplemente, recordar en estas cuestiones aquello de los Evangelios de
“Dar al César lo que es del César...”
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1El
término muzak es, en realidad, el nombre comercial de una empresa
creada en Estados Unidos en los años 20 del pasado siglo por George
Squires para ofrecer música por vía telefónica. A la muzak se
conoce también como “música de ascensor”, porque al principio
se usaba en los rascacielos, dentro de los ascensores, para calmar a
sus ocupantes mientras subían o bajaban. En los años 40 se empezó
a utilizar en fábricas y empresas con el fin de aumentar los
índices de productividad de sus empleados. Para conseguir este
objetivo los expertos aseguran que debían escogerse canciones que
pudieran ser “oídas pero no escuchadas”, evitando las partes
cantadas para que el texto no fuese motivo de distracción. Su
volumen era moderado, y la música no se circunscribía a un género
en particular, aunque se evitaban los grandes éxitos, así como las
frecuencias muy altas o muy bajas.
2Los
campanilleros son grupos de músicos tradicionales que,
particularmente en Andalucía y en partes de la de Extremadura y el
sur de Castilla-La Mancha, entonan canciones, no siempre de carácter
religioso, con acompañamiento de guitarras, campanillas y otros
instrumentos populares. Cuando actúan en su faceta religiosa, los
coros de campanilleros cantan al alba los conocidos rosarios de la
aurora.
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